La luz y la derrota

Por: | 18 de enero de 2012

"Me pides luz. Y yo ¿qué clase de luz te puedo dar?", le escribe Juan Benet a Carmen Martín Gaite el 12 de julio de 1965. Es posible que el autor de Una meditación hubiera interpretado en su relación con la autora de Entre visillos el papel del que sabe frente al que jugó ella, el de ser la que preguntaba. Hasta que un día tuvo que subrayar que nada que ver, e insistió en esa pregunta que no tiene respuesta: ¿qué clase de luz te puedo dar?, ¿qué ayuda, qué socorro, qué apoyo, qué sostén? Es la historia que se sabe de siempre: que vas solo y que en solitario mides tus fuerzas con el destino y con las palabras (y con la muerte, por descontado). El caso es que así fueron armando ese juego Benet y Martín Gaite: decidieron escribirse para hablar de su oficio, para comentar sus libros y para entender qué estaban arriesgando cuando los armaban, para acercarse a lo verdaderamente importante, para hacer las preguntas pertinentes. Se conocieron hacia 1950, hacia 1953 compartían espacio en Revista Española y luego se perdieron de vista durante más de diez años. En 1964 se encontraron de nuevo. Carmen Martín Gaite estaba con Rafael Sánchez Ferlosio, y empezaron a quedar con Benet y con su mujer, Nuria Jordana. La primera carta de las 67 que se han conservado es del 16 de julio de 1964, y la novelista celebra allí las "dos buenas horas" que pasó en casa del ingeniero y escritor. En marzo de 1965, Benet le habla a Carmina de Kafka, Proust y Faulkner. "Hay un rasgo común a los tres: los tres son capaces de abandonarlo todo –el héroe, la narración, la unidad dramática, las proporciones del todo– por indagar", le dice allí. Y remata: "Ésa es la prueba de su honestidad; porque una vez que adquirieron la maestría del estilo, se convencieron que lo importante era su función, más que el objeto del discurso, porque tan válido es una conjunción como un amor contrariado. Hasta pronto". El año pasado, en una excelente edición de José Teruel, se publicó Correspondencia (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores), que reúne lo que Benet y Martín Gaite se fueron contando entre julio de 1964 y marzo de 1986. Casi las tres cuartas partes de las cartas son de los tres primeros años. Luego se van espaciando, y pierden un poco el hilo. Da igual: no tienen desperdicio.

Juan benet y carmen martin gaite
Abandonarlo todo por indagar. Lo importante es el estilo, no el asunto del que se trata. Y, por tanto, vale tanto una conjunción como un amor contrariado. Benet es rotundo a la hora de dar cuenta de lo que importa cuando se pone a escribir. Lo más asombroso de esas cartas que se cruzan los amigos es la pasión que hay en ellas por la literatura. O mejor, la pasión que hay por vivir a fondo, por sumergirse en los pantanos del conocimiento, por ir cada vez más lejos. Empezaron a verse en los cincuenta, se rencontraron en los sesenta, siguieron manteniendo el contacto más tarde. Es inevitable pensar en la grisura de aquellos años, en el mundo cerrado de la dictadura, y resulta por eso fascinante acercarse a dos personas que dinamitaban cualquier convención, que se movían con desparpajo y extrema libertad por los estrechos márgenes de aquella sociedad timorata y cerrada. Benet y Martín Gaite (el dibujo lo hizo la novelista en 1980 y resume la atmósfera de la correspondencia) empiezan hablando de literatura y, precisamente por eso, por hablar de literatura, terminan ocupándose de asuntos tan delicados como el tedio, el placer, la belleza, el amor, el fracaso, el sexo.

Lo que se dicen y se cuentan en la estricta intimidad de esas cartas tiene que ver, en parte, con "esas cosas pueriles" que, como observa Benet, "no por ser muy sabidas dejan de constituir el núcleo más importante de nuestra existencia e incluso el soporte de todo el quehacer intelectual". Las cosas cercanas, los afectos por los más próximos, las ocurrencias, las torceduras y desperfectos de cada día, las vagas ilusiones, los complejos y miedos.

Carmen Martin Gaite le cuenta que está leyendo La revolución sexual, de Wilhelm Reich. Benet aprovecha en la siguiente para hacer un comentario irónico: "A lo que entiendo estos nuevos moralistas nos vienen a enseñar que en los actos sexuales todo debe ser permitido menos la inhibición, que es una fuente de males mucho más graves y duraderos que los que puede provocar la más desenfrenada de las perversiones". Así va la cosa: lecturas, reflexiones, comentarios. Y, de pronto, otra pregunta: "¿Por qué demonio le tendremos tanta afición a la derrota?". Quién sabe, quizá la respuesta esté camuflada entre las líneas de estas viejas cartas.

Hay 2 Comentarios

Buena, muy buena conocedora de la literatura y de la vida de Benet, la excelente Martín Gaite. Ya lo demostró en sendas magníficas conferencias que se editaron por Alfaguara hace unos años en el libro benetiano de ensayos: "La inspiración y el estilo".
Saludos cordiales.

Me ha gustado mucho este post y también el artículo. Lo que no comprendo es por qué evitas hacer correcciones. Lo comento por esta frase: "Es el público el que dicta el gusto cultural y, a medida que el público va siendo más extenso, el gusto es, por así decirlo, obligatoriamente más mediocre".
Dado que es así, el concepto del estilo, que se analiza tanto por Benet como por ti, puede dar lugar a que se conciba con esa pérdida de la que es objeto por costumbre y generalidad. Y se comprenda como necesidad de reconocimiento, por su peculiaridad, entendido positivamente.
Pero tu trabajo en este post y el de Benet, y así lo muestras, es el estilo como vía de conocimiento.
Y finalizas tu exposición con "¿Por qué demonio le tendremos tanta afición a la derrota?".
Es aquí cuando me pregunto por qué no corriges.
Vuelves a lo mismo pero evitas la explicación y sugieres la lectura (evitaré la palabra epistolar) de las Cartas.
Lo cual está muy bien.
Pero no olvides que las personas a las que te diriges pueden encontrarse inmersas en ese mundo chato en el que la derrota ha perdido su valor pacificador. Que solamente es entendida en su significado de pérdida o destrucción, sin licencia ni consentimiento alguno. Que la derrota es también la via o el rumbo. Y que la luz que pide Gaite quizás no contemple división alguna, más allá que la de ser dos o más

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Sobre el blog

El rincón del distraído es un blog cultural que quiere contar lo que pasa un poco más allá o un poco antes de lo que es estrictamente noticiable. Quiere acercarse a lo que ocurre en la cultura con el espíritu y la pasión del viajero que descubre nuevos mundos y que, sorprendido e inquieto, intenta dar cuenta de ellos.

Sobre el autor

José Andrés Rojo

(La Paz, Bolivia, 1958) entró en El PAÍS en 1992 en Babelia. Entre 1997 y 2001 fue coordinador de sus páginas de libros y entre 2001 y 2006 ha sido jefe de la sección de Cultura del diario. Licenciado en Sociología, su último libro publicado es Vicente Rojo. Retrato de un general republicano (Tusquets, 2006), XVIII Premio Comillas. Correo: @elpais.es.

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