Encontrar la propia voz

Por: | 15 de noviembre de 2012

"Lo más descorazonador sin duda fue el momento en que mi voz se alzó de repente hasta un chillido agudo propio de un niño (o quizá de un lechón). Después empezó a aparecer por todas partes, desde un susurro ronco y áspero a un balido quejumbroso". Son algunas de las observaciones que incluye Christopher Hitchens en Mortalidad (Debate; traducción de Daniel Gascón), donde cuenta la temporada final de su vida, los diecinueve meses que padeció el cáncer que terminó por llevárselo a la tumba. Apunta enseguida, siempre refiriéndose a su voz: "Y a veces amenazaba, y ahora amenaza cada día, con desaparecer por completo". Quizá en este pasaje del libro esté contenida la última lección de este provocador escritor y periodista, al que muchos consideraron una verdadera fiera en la discusión directa, en el cara a cara: un maestro a la hora de debatir, un artista de la polémica. El 8 de junio de 2010, en medio de las actividades de promoción de sus memorias (Hitch-22), se empezó a sentir mal, acudió a un hospital, y no tardó en precipitarse en el infierno. Pasó a formar parte de lo que llamó Villa Tumor e inició los protocolos para enfrentarse a la bicha. Cuando el cáncer se puso a fastidiarle la voz, Hitchens entró en pánico y redactó algunas de las reflexiones más reveladoras sobre su oficio. Podía quedarse sin voz, pero lo que temía perder era también la escritura. Recordó entonces las observaciones que le hizo Simon Hoggart, de The Guardian, tras leer uno de sus primeros trabajos: estaba bien armado pero era aburrido. Le aconsejó, "enérgicamente", que escribiera "más como hablas". Y eso hizo. En Mortalidad, Hitchens explica cuán importante es saber hablar. Construir una conversación, encontrar los momentos propicios para la ironía o el sarcasmo, tener la habilidad suficiente para traer a colación una cita, rapidez de reflejos, fluidez en los argumentos. El gran desafío lo resume así: "encuentra tu propia voz".

1351885723_386887_1351885916_noticia_normal"Me oprime terriblemente la persistente sensación de desperdicio", escribió durante la primera fase de su enfermedad, poco después de conocer que el cáncer que le atacó originalmente en el esófago se había extendido por sus nódulos linfáticos. La sensación de desperdicio por todas las cosas que había ido poniendo en marcha y que ya no podría llevar a cabo. "En la guerra contra Tánatos, si hemos de llamarla guerra, la pérdida inmediata de Eros es un  enorme sacrificio inicial", observa poco después. Más tarde se refiere a su entorno: "Los ciudadanos de Villa Tumor sufren el asalto constante de curaciones y rumores de curaciones". Pronto lo azota el abatimiento cuando le informan de que no puede acceder a uno de los tratamientos que acaba de descubrirse y que resulta particularmente eficaz. "Uno casi desarrolla una especie de elitismo acerca de la singularidad de su propio trastorno personal", apunta. Y, bueno, están los dolores, las incomodidades, los cada vez más frecuentes fallos en un cacharro que había funcionado hasta entonces con bastante corrección, pese a los excesos: "No es divertido apreciar por completo la verdad de la tesis materialista que postula que no tengo un cuerpo, sino que soy un cuerpo".

Hitchens (la fotografía es de William Coupon, de Corbis) aprovecha para volver, en esa situación, sobre la existencia de dios y sobre la crueldad de una religión, el cristianismo, que se sirve del miedo y la duda de los hombres para forzarlos a "creer en lo imposible". Van cayendo algunas de sus viejas convicciones y se ve obligado a prescindir de una afirmación con la que antes comulgaba: "Lo que no me mata me hace más fuerte". En el prólogo de sus memorias había escrito: "Personalmente, quiero ‘hacer’ la muerte en voz activa y no pasiva, y estar allí para mirarla a los ojos y estar haciendo algo cuando venga a buscarme". En la fase final, sin embargo, tiene que aceptar otras consideraciones. "Así que nos quedamos con algo bastante inusual en los anales de las aproximaciones no sentimentales a la extinción: no el deseo de morir con dignidad sino el deseo de haber muerto".

Mortalidad es la crónica de una despedida. La mujer de Hitchens, Carol Blue, habla en el epílogo de su capacidad de resistencia. No claudicó: mantuvo el humor, las ganas de cultivar polémicas, el gusto por la conversación, el afán por seguir leyendo y escribiendo ("A menudo me digo de forma grandilocuente que escribir no es solo mi forma de ganarme la vida, sino mi verdadera vida, y es verdad"). Hay un momento en el que se acuerda de un poema de W. H. Auden, y cita: "Lo único que poseo es una voz". A través de ella intentamos comprender, procuramos contar, buscamos combatir el mal y armar como sea las preguntas pertinentes. Lo más difícil es, aun teniéndola, encontrar la propia voz. En esas andamos.

Hay 5 Comentarios

También te felicito por el reportaje. Aunque cuando comenzaba a pensar que era más que un suculento bistec, haya venido tan rapidamente el postre. Ya no se si he sido yo o Javier Cercas. Siento que faltase otro plato.
Sobre los temas que se tratan, me ha encantado que se muestren los debates públicos. Creo que en esta cuestión es importante promover la higiene. Para mi es fácil porque no tengo problemas con la idea de Dios. Nunca he pretendido mucho y creo que por eso me trata bien. Otros lo llamarán azar o suerte, o Humanidad, que también son ideas humanas.
No estoy muy de acuerdo pese a agradecerlas mucho, las críticas. El artículo sobre Benazir Bhutto, es una muestra (al menos en este caso) en la que no se aprecia la voluntad de arremeter contra la corrección pólítica. Pienso al respecto que fue asesinada por una exigencia procesual en los estamentos del poder y que el hecho de ser mujer fue propicio (el avance del predominio de una voz masculina), como quien mata dos pájaros de un tiro.
¡Qué bueno el titular! La recomendación, el tema que tanto enreda y cerca, la Mortalidad. Y excelente el texto :"Me oprime terriblemente la persistente sensación de desperdicio..."
Si tuviera que calificarlo: claro, ético, solidario y formidable

Magnífico artículo, Saludos.

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La verdad es que es muy bonito y profundo...:))
saludos!!

Precioso!!

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El rincón del distraído es un blog cultural que quiere contar lo que pasa un poco más allá o un poco antes de lo que es estrictamente noticiable. Quiere acercarse a lo que ocurre en la cultura con el espíritu y la pasión del viajero que descubre nuevos mundos y que, sorprendido e inquieto, intenta dar cuenta de ellos.

Sobre el autor

José Andrés Rojo

(La Paz, Bolivia, 1958) entró en El PAÍS en 1992 en Babelia. Entre 1997 y 2001 fue coordinador de sus páginas de libros y entre 2001 y 2006 ha sido jefe de la sección de Cultura del diario. Licenciado en Sociología, su último libro publicado es Vicente Rojo. Retrato de un general republicano (Tusquets, 2006), XVIII Premio Comillas. Correo: @elpais.es.

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