Alfred Hitchock llamó por teléfono una vez a Georges Simenon y le dijeron que estaba ocupado. "Acaba de empezar un libro". A lo que el gran director respondió: "No se preocupe, espero en línea". Esta anécdota, recogida por Pierre Assouline en su biografía del narrador belga, refleja la rapidez con la que el creador del inspector Maigret redactaba sus novelas. Georges Simenon (Lieja, 1903 – Lausana, 1989) es uno de los más prolíficos escritores que se recuerdan, con casi 200 obras publicadas con su nombre y un número indeterminado (seguramente hasta 300) con seudónimo. Pese a esta excesiva producción, alcanzó un respeto literario casi universal y sus obras han acabado por obtener el mayor homenaje que puede recibir un autor en lengua francesa: ser incluidas en La Pléiade, la mítica colección de Gallimard dedicada a los clásicos entre los clásicos (en la que sólo hay cuatro autores españoles: Cervantes, Lorca, San Juan de la Cruz y Santa Teresa, además de antologías de poesía, teatro del siglo de oro y picaresca).
Pero mucho antes de que se publicasen los dos tomos en papel de biblia de la gran biblioteca literaria francesa, Georges Simenon había logrado un enorme reconocimiento para la novela policiaca, siempre con el debate sobre si son mejores las novelas de Maigret, ese inspector inteligente y cansado que trata de cambiar el sistema desde dentro, o las otras, que no encajan exactamente dentro del género negro. También ha sido un autor perseguido por la polémica: por su voracidad sexual pero, sobre todo, por su actuación poco clara durante la ocupación en la que, sin ser acusado de ningún crimen, no ocultó su antisemitismo y llegó a un acuerdo con el régimen de Vichy para producir películas basadas en sus obras. Pero nada ha empeñado la fuerza de su literatura que en España ha sido editada de forma casi constante. En los años noventa, la editorial Tusquets se propuso publicar sus obras completas y aparecieron 36 novelas y 42 casos de la serie Maigret. En el ISBN, aparecen en total 243 referencias de Simenon entre los libros vivos. Ahora, la editorial barcelonesa Acantilado se ha propuesto la misma hazaña, recuperando en algunos casos viejas (y excelentes) traducciones.
El gran crítico Rafael Conte, que desde las páginas de Informaciones y EL PAÍS (con estancias en El Sol y ABC), enseñó los caminos de la literatura a varias generaciones de lectores, siempre fue extraordinariamente heterodoxo y abierto a todos los géneros y tendencias. Sin embargo, sorprendentemente, no era un gran admirador de Simenon. "Fue un novelista a veces correcto, bastante hábil y que nunca supo escribir demasiado bien: nunca fue un gran escritor, aunque quiso serlo sin parar y se empeñó en ello casi siempre, como lo demuestra la alternancia entre las setenta y pico novelas de Maigret escritas para comer y tan sencillitas que se leen con toda facilidad y las más de ciento veinte que él mismo calificaba de 'novelas serias' donde tropezaba más de lo debido", escribió en 2003, con motivo de su entrada en La Pléiade. Unos años antes, había escrito: "La figura y la obra de Georges Simenon desborda todos los límites que se pueden imponer tanto a la novela policíaca como a la literatura propiamente dicha".
Unos años antes, Antonio Muñoz Molina se mostró mucho más entusiasta: "Lo que asombra de Simenon no es que escribiera tantas novelas, sino el hecho de que prácticamente todas sean magníficas y de que estén dotadas además de algo equivalente a una sustancia adictiva, de una poderosa nicotina literaria en virtud de la cual el interés o la admiración del lector se convierten rápidamente en un hábito".
Desde luego, uno de los primeros títulos que ha publicado Acantilado fuera de la serie Maigret, confirma totalmente las palabras de Muñoz Molina. Los vecinos de enfrente, una novela magníficamente traducida por Carlos Pujol ambientada en los años treinta en pleno stalinismo, en una república soviética, es una obra increíble en la que parece que Simenon se funde con Graham Greene salvo que fue publicada en 1933, cuando el gran narrador británico todavía no había escrito sus principales obras ni había creado ese mundo tan propio, conocido como greeneland. La historia de un diplomático turco consumido por la paranoia está llena de personajes memorables y es una de las novelas más conocidas de Simenon: ya la había publicado Tusquets en 1994 en la misma traducción de Pujol y forma parte de los títulos seleccionados por La Pleiade. Simemon la escribió a la vuelta de un viaje a la URSS y la publicó por entregas.
No es una novela policiaca, aunque tiene misterio y lleva al lector de un desconcierto a otro: es sobre todo una narración llena de tipos memorables, que anticipan arquetipos de Graham Greene, el empresario extranjero, borracho a las 10.00 de la mañana y con contactos turbios, los cónsules de Italia, el propio protagonista, un diplomático truco perdido entre lo que es y lo que cree... Tiene 160 páginas y se lee de un tirón. Seguramente la escribió tan rápido que Alfred Hitchcock no se aburrió al teléfono.
Página de Acantilado dedicada a Simenon, donde se puede descargar en PDF una obra ilustrada que recoge una aventura de Maigret y textos de Joan de Sagarra, Rafael Conte, Antonio Muñoz Molina, Carlos Pujol, John Banville y Pierre Assouline.
Hay 4 Comentarios
muy interesante esta noticia!
Publicado por: frases celebres romanticas | 12/04/2013 17:32:51
El comisario Maigret debió ser antes inspector, pero su notoridad literaria la debe a sus casos resueltos como comisario (con una sola excepción, que yo recuerde: La primera investigación de Maigret). Por favor, cuiden las formas.
Publicado por: JOSÉ FERNANDO TROYANO | 20/02/2013 18:13:02
Parece mentira que los críticos sigan hablando de Greeneland. El propio Graham Greene, en la segunda parte de sus memorias, "Vías de escape", se mofaba del palabro y decía que lo que los críticos suelen llamar Greeneland son cosas que el vio y vivió de verdad.
Publicado por: José Ignacio | 20/02/2013 13:17:24
Buena entrada. Simenon, como el mar, toujors recommencé. Me alío con Savater, lector confeso y empedernido del belga, cuando dice que Simenon seguramente había escrito novelas malas, pero que él no había leído ninguna. Los vecinos de enfrente, El fondo de la botella y La habitación azul son, para mí, la trilogía mayor de las llamadas novelas duras de Simenon. Pero, ¿cómo olvidar a la viuda Couderc con sus viruelas, a los Pitarch y su barco, al hombre de Londres paralizado en blanco y negro que retrata Bela Tarr?
Disiento, sin embargo, de la imagen de Maigret como policía cansado que intenta cambiar el sistema desde dentro. ¿Cansado, el infatigable Maigret? El sistema que Maigret cambia es la forma de resolver los casos: meterse en la piel y el alma del posible delicuente, sentir su mundo, seguir los pasos dados y los motivos que pudiera tener para cometer el crimen. Un buen sistema. Que no necesita cambios.
Publicado por: fuegofatuo | 20/02/2013 12:12:04