Bernard Minier el pasado sábado en Barcelona. La foto es cortesía de nuestros amigos de Negra y Criminal
Me encuentro con el escritor francés Bernard Minier (Bérziers, 1960) en Barcelona, donde está promocionando su última novela, El círculo (Roca Editorial, traducción de Dollors Gallart. Aquí puedes leer el primer capítulo). Escritor “lento”, lector infatigable y “exigente”, conocedor del género en Francia, en España y allí donde se le pregunte, Minier carga contra la pereza, la mercantilización excesiva y los clichés. Eso sí, aclara, no escribe novelas políticas.
Resultados de los tres ganadores de un ejemplar de El Círculo, de Bernard Minier.
Hablar con el autor de Bajo el hielo (Roca Editorial) es entrar una y otra vez en dos de los temas que más le inquietan: la lucha contra los tópicos y las posibilidades del género negro. En El círculo, una novela en la que “se respetan más los códigos”, el comandante Martin Servaz investiga la muerte de una joven profesora en la localidad en la que estudió de joven. El principal sospechoso es el hijo de la que fue su novia cuando este peculiar policía amante de Gustav Malher y que repite citas en latín era un serio aspirante a convertirse en el escritor que renovase las letras francesas. El reencuentro con su pasado y con Julian Hirtmann, psicópata protagonista de Bajo el hielo, van a dejar a Servaz muy tocado.
Usted ha sido gran parte de su vida funcionario de aduanas. En 2011 publica su primera novela pero ya llevaba un tiempo escribiendo. ¿Por qué escribe y cómo pasa de funcionario a novelista de éxito?
Llevo escribiendo muchos años. Incluso en estos tiempos cuando todavía no publicaba ya era más escritor que funcionario de aduanas. No tenía el valor de publicar porque pensaba que ya había demasiadas novelas publicadas que no tenían que haberlo sido, que no lo merecían. Es un fenómeno que me espanta y que pierde al lector entre tanta novedad. Y pensaba que tal vez las mías no tenían la dignidad suficiente. Al final lo que pasó es lo que pasa siempre: un encuentro con una persona que me convenció de terminar Bajo el hielo, que hasta ese momento eran 60 páginas metidas en un cajón desde hacía dos o tres años. Sin esa persona sería todavía funcionario.
¿Cómo construye a Servaz, ese personaje que cumple con ciertos estándares, pero que al final es un policía muy peculiar?
Mi preocupación era hacer de mi personaje alguien común. He intentado hacer una persona normal que fuera policía. Era mi intención inicial pero me he dado cuenta de que Servaz no es normal en absoluto, un policía que cita frases en latín todo el tiempo no debe ser muy habitual. No quería que Servaz viera la vida como un policía, pero me he dado cuenta de que muchos policías no ven la vida como policías y realmente es el papel, el trabajo del novelista: hacer sentir que las cosas son más complejas de lo que parecen. Por otro lado está el juego entre él e Irene Ziegler (su compañera, una avezada piloto de motos y helicópteros y gran manejadora de armas), que toma el eterno juego entre hombre y mujer que se suele encontrar en novelas negras, pero aquí el que tiene miedo a la velocidad y vértigo es Servaz.
¿A qué cree que e debe el éxito actual de la novela negra?
No me gustan ni las categorías ni las etiquetas, que tanto gustan a periodistas y casas editoriales. No me gusta el término novela negra, prefiero el de ficción criminal. Es la expresión perfecta, mejor que ‘novela policial’ que es la que usaba Borges, porque puede no haber policía, pero siempre hay crimen. El género encarna todos los excesos y peligros de la época y lo hace mucho mejor que cualquier otro. No tengo nada en contra de la ficción introspectiva, pero me parece un poco limitada para dar cuenta de lo que pasa, de las matanzas, los atentados. El género es el que mejor refleja el espíritu de la época, que es un espíritu violento y la ficción criminal interroga el desorden de esta sociedad. El éxito no es nuevo. Macbeth u Otelo ya eran ficciones criminales con un éxito tremendo y hablaban ya de los problemas de la época.
En sus novelas hay momentos en los que la acción parece excesiva y en los que está muy presente ese psicópata (Julian Hirtmann) tan clásico en el género y que representa la imagen del mal ¿Cómo trató de escapar del cliché aquí?
Hay un punto donde es difícil distinguir entre el bien y el mal. Quería a alguien normal, que no fuera una persona de excesos. Hay tantos personajes excesivos y buenos, el Harry Hole de Nesbo, por ejemplo, que me parecía muy difícil mejorarlo. Quería un personaje que interiorizase más, tomar alguien ordinario y meterlo en situaciones extraordinarias, extremas.
Crear un personaje psicópata era difícil y muy peligroso. En Bajo el hielo lo pongo en un instituto psiquiátrico y todo el mundo piensa rápidamente en Hannibal Lecter, claro. Hirtmann no es un monstruo, no está desconectado de la realidad. Tiene muchos puntos en común con Servaz. Él mismo lo dice: no hay una membrana que separe el mal y el bien. El mal circula por todas partes y lo que me interesa es que el mal, los asesinatos, son creación y resultado de la sociedad tal como es, de su fascinación por la violencia.
Pero eso tiene efectos desastrosos cuando el psicópata llega a estar muy unido al policía.
Cierto. En El Círculo hay dos historias de amor. La de Servaz con su antigua novia y la del psicópata hacia el policía, amor que se convierte en una pesadilla para el comandante.
¿Cuándo cree que se agota un personaje?. Servaz parece estar muy fresco literariamente, pero es muy habitual en el género que los personajes se agoten antes de que el escritor se dé cuenta.
Tengo una tercera novela que empieza donde acaba esta. Está escrita hasta la mitad. No tengo ni idea hasta dónde voy a escribir sobre Servaz. Tengo muchas cosas que decir sobre él, pero es difícil saber hasta dónde voy a llegar con él. Algún día tendré que acabar con él, eso lo sé. Pero no sé cuándo.
Soy un escritor muy lento. Reescribo mucho. He escrito dos veces la primera parte de El círculo y he perdido seis meses en el proceso. Hay una cuarta que será muy diferente, más un thriller paranoico. Y tengo ideas para una quinta de Servaz. Me gustaría escribir más novelas porque tengo muchas ideas, pero soy muy lento.
En Bajo el hielo hay una fuerte crítica a los abusos de las multinacionales, a su capacidad para explotar a la gente y para evadir impuestos y responsabilidades. En El Círculo es la doble cara de los políticos la que sale peor parada. ¿Son elementos que quedan bien en la trama y ya o hay una intención clara de denuncia?
No escribo novelas políticas en el sentido que podía tener esta palabra en Francia en los setenta y en los ochenta con el néo polar. Pero, por otro lado, no me interesa una novela que no habla de la sociedad, de cómo evoluciona, de los problemas que le afectan. La crítica a los políticos, de izquierda y de derecha, que quede claro, es el resultado de una realidad en la que vivimos en democracia pero donde se ha impuesto un pensamiento único.
¿Cómo está el género en Francia?
Como he contado en un artículo reciente, lo que más llama la atención al público francés es el thriller, que unas veces está bien y otras es pura mecánica de curso de escritura y con muchos clichés dentro y eso resulta muy pesado. El público sigue el thriller, las casas editoriales apuestan por ello porque el público lo compra y se crea un círculo vicioso. Hay de todo, hay grandes talentos y gente que lo hace por pura oportunidad.
¿Qué es lo que más le ha gustado de la ficción criminal en España?
Hace tiempo que leo novela negra española. Me encanta el sentido del humor de Andreu Martín; La tristeza del samurai era un libro magnífico que ha tenido mucho éxito en Francia; Francisco González Ledesma es muy bueno y hay novelas como Plenilunio y el Invierno en Lisboa de Muñoz Molina que no sabes dónde situar, hay negrura, qué más da la etiqueta si la novela es buena.
¿Cuáles son sus principales influencias dentro del género?
De los escandinavos, sobre todo, me ha influido su capacidad para reflejar la realidad social, que aparece siempre detrás de la intriga. La influencia de Connelly a la hora de describir el trabajo policial, algo en lo que es insuperable. Hay veces que en la descripción de este trabajo los autores se toman demasiadas libertades. Si esas libertades son porque el autor tiene fuerza y calidad me parecen bien, si es por pereza, eso me choca y me molesta.
Tengo muchas más influencias, de todas formas de literatura recogidas de una vida entera de lector.
Hay 4 Comentarios
Los circulos azules es de Fred Vargas.
Publicado por: Malika | 29/05/2013 14:52:55
Trataré de llamarlas ficciones criminales.
Siempre me han gustado, desde chica.
De cuando tendría 9 años recuerdo a Edgard Wallace.
Más tarde vinieron otros Erle Stanley Gardner,Dashiel Hammet.
Entre los personajes amarcord Nero Wolfe.Y otros.
En las series:Columbus.
Bueno, es lindo el género criminal.
Publicado por: ROSA Mayo Marcuzzi | 29/05/2013 12:01:10
Llevamos una racha , de violencia gratuita , que asusta , ,,,, lei un libro , los circulos azules , no se si es , de este escritor
tambien era Frances
Publicado por: mas | 29/05/2013 11:47:28
Me gusta.
Publicado por: Ola | 29/05/2013 11:01:24