Jorge M. Reverte, fotografiado en Madrid. / FOTO : ULY MARTÍN
Han pasado ocho años desde la última novela protagonizada por el periodista Julio Gálvez, pero sus lectores no lo habían olvidado. Su nueva aventura, Gálvez entre los leones (RBA), arranca, como muchas de las historias que ahora protagonizan curtidos reporteros, con un tipo divorciado y sin trabajo. A Gálvez lo han despedido de La otra vida, la revista de un tanatorio en la que investigaba sin demasiados sobresaltos, y se busca la vida como free-lance en un país en el que todo se estaba derrumbando. Cuando le llega una oferta, de un parque temático prehistórico, una especie de Atapuerca bis, acepta sin darle muchas vueltas. Se trata de sobrevivir a los nuevos tiempos.
Hasta ahí la noticia. Pero lo mejor es que Gálvez vuelve para quedarse. Su padre literario, Jorge M. Reverte, escritor y periodista de oficio, debutó en el género negro en 1973 con Demasiado para Gálvez. No recuerda cómo ni por qué, solo que cogió la máquina de escribir, le puso papel carbón para sacar varias copias, y empezó a teclear. "Estaba lista en un mes y me sorprendió mucho que se convirtiera en una obra de referencia del género", confiesa ahora sonriente, frente a un plato de rabo de toro. "Lo mejor de entonces y de ahora porque las sensaciones se han repetido es que me lo paso bien. Gálvez me divierte". Le divierte tanto que ya le da vueltas a la idea de convertir a Gálvez en un nativo digital. Al fin y al cabo, sus libros ya se pueden comprar en la nube. Eso sí, compaginando el género negro, con sus otras facetas, como ha hecho siempre. Por buscarle una periodicidad a las aventuras de Gálvez anuncia entregas cada dos años. Jorge M. Reverte (Madrid, 1948) trabaja en muchos campos y domina todos. Periodista, crítico literario, escritor, ya prepara una nueva investigación relacionada con los flecos de nuestra guerra civil, uno de sus temas de referencia.
Como autor del género negro añora los años de la guerra fría, al menos en su faceta literaria. "Su desaparición nos ha hecho mucho daño", añade en el curso de la comida, en el barrio de Malasaña donde vive. Lo dice como autor y como lector. En esta última faceta, le gustan especialmente los autores ingleses, casi todo lo de de Grahan Greene y los primeros títulos de Le Carre. No soporta a esos escritores nórdicos que tanto se llevan ahora y que "necesitan 40 páginas para contar una violación".
Reverte ha construido su personaje como un trasunto de si mismo, al menos en lo que a socarronería se refiere. En África, en el curso de un viaje realizado con su hermano Javier, escritor como él, contempló "el cielo más estrellado que uno pueda imaginarse, porque en muchos kilómetros a la redonda no había ninguna otra luz, y porque la estación seca no había terminado. El aire tenía una trasparencia que hacía que las distancias parecieran no existir". Muchas de las sensaciones de esa excursión quedan reflejadas en sus descripciones del paisaje. Lo mismo que sus opiniones sobre la soltería: "Los hombres que han sido abandonados más de una vez en la vida por su parejas suelen tener una gran facilidad para moverse. Aprenden a prescindir de bibliotecas y de todo el resto de cosas superfluas. Sin libros, una mudanza es de lo más sencillo". Son sólo algunas de las joyas que pueden encontrar en este libro en el que lo peor es la portada, que se lee con gusto aunque la trama africana caiga por momentos en el delirio y uno no se acuerde de cómo empezó todo.
Hay 2 Comentarios
Me la anoto para mis vacaciones...
Publicado por: Electrica | 13/05/2013 11:26:41
Ya, pero J.M.R. lleva una vida de casado ejemplar de toda la vida. No se engañen.
Publicado por: juannegrin1939 | 11/05/2013 15:30:57