Ken Stott en la serie sobre el detective.
La novela negra que no conmueve no merece la pena. Por eso John Rebus es uno de los grandes personajes del género. Porque me enfado cuando no es como yo creo que tiene que ser, porque lloro cuando su amigo, pobre Jack Morton, no consigue llevarle por los caminos del zumo de naranja y alejarle del alcohol que le destruye. Porque quiero que termine liado con su compañera Siobhan y al mismo tiempo sé que es imposible. Porque le odio y a la vez le doy las gracias cuando es el máximo sospechoso de la muerte de un indeseable que no merece seguir vivo. Porque se parece más de lo que me gustaría a su némesis, el ganster Big Ger Cafferty. Porque me dejo su última novela, La música del adiós, aparcada durante meses para que no se me acabe nunca, para seguir al lado de ese genio malencarado que cree en la justicia, de ese hombre solo, testarudo, atractivo a su manera, melómano a su manera, adorable.
Su creador Ian Rankin (Fife, Escocia, 1960) le echaba de menos tanto como nosotros. Y vuelve en otoño. No hay mejor momento para hacerle un homenaje.
Lean toda la serie de los Detectives de nuestra vida. Y aquí, los homenajes a Marlowe, Montalbano, Archer y Gunther.
John Rebus se presenta ante el público en 1987, cuando Ian Rankin debuta con una novela , Nudos y cruces (en España, como la mayor parte del resto de la serie, publicado por RBA) sobre un psicópata que secuestra a jóvenes y las estrangula. Rebus tiene 41 años y le queda mucho por hacer, pero ya están establecidas las líneas rojas del personaje: ex militar, sentimentalmente inestable, testarudo, justiciero, bebedor, un padre difícil, un marido divorciado, un hombre solitario. En 2007 Rankin jubila a Rebus en La música del adiós (RBA, traducción de Francisco Martín Arribas), una crepuscular y grandiosa forma de decir hasta pronto a un personaje que ha acompañado y ha envejecido con el lector durante 17 novelas, 20 años. Rebus está a punto de retirarse y, empecinado siempre en que el mal no siga impune, se pone a repasar casos viejos y sin resolver con consecuencias terribles para él y su entorno. Ahora ya está en los sesenta, bebe lo mismo, a veces más, tiene el mismo gusto por los problemas, el mismo odio por las jerarquías; es un misántropo profesional con mucho a cuestas, menos ilusiones, si es que alguna vez las tuvo, y un policía que cita menos a Whitman y a Dostoiesky, de quien nunca dejó de leer Crimen y Castigo.
Rebus adora Edimburgo. Es su ciudad, su vida, el lugar donde ha trabajado siempre, donde está su pub Oxford o el Royal Oak, la ciudad donde lo respetable y el crimen se retroalimentan. Pero su relación con la ciudad es diferente. Nuestro amado policía se mueve por ese extraordinario y a veces siniestro y claustrofóbico sitio a diario, pero para él no es una vista bonita, es un enorme escenario del crimen que está esperando y que recorremos con él en cada puente, con cada investigación, con cada caso, con cada cadáver. En Uñas y dientes es destinado a Londres, ciudad que describe con las siglas FYTP (Fuck You Too Pal). Odia estar fuera de Edimburgo.
Rebus necesita un enemigo, un reverso, un némesis a su altura. En 1994 Rankin publica Mortal Causes que, como bien cuenta John Lanchester en un gran artículo en The Guardian, es el verdadero inicio de su relación el mal, personificado en Morris Gerald “Big Herr” Cafferty, maestro del crimen , dueño de las calles de Edimburgo que evoluciona con los años como lo hace nuestro Rebus. En este caso, John le ayuda con el secuestro de su hijo y desde entonces Cafferty le llama “Hombre de paja” y media policía de Edimburgo se piensa que le tiene en el bolsillo. Cafferty se hace más presente a medida que avanzan las novelas. Rebus acude al mafioso si lo necesita, si cree que le puede dar pistas sobre los bajos fondos de Edimburgo. También lo persigue y le mete en la cárcel, de la que luego sale para seguir haciendo lo mismo. Sus conversaciones son míticas, sus periplos en cierto modo paralelos, algunas de sus ideas sobre la vida, inquietantemente parecidas. En La música del adiós un depauperado, apartado, cansado y envejecido Cafferty, como Rebus, adquiere un papel central y enriquece y envilece a nuestro amigo. Y ahí lo dejo.
La vida de Rebus es un desastre. Necesita poco desde el punto de vista material. Su destartalado Saab, su casa (de la que piensa irse cuando la zona se revaloriza pero de la que no se puede separar), su alcohol y su gran colección de música. En lo personal necesita más, lo busca, pero no lo consigue. Se separa de Rhona, como tantos otros de nuestros queridos justicieros, cuando su mujer se harta de que se preocupe más de los muertos que de los vivos. Lo más parecido a una relación seria que tiene es con Jean Burchill, guapa, brillante y hasta comprensiva con la vena autodestructiva de Rebus. Pero es un hombre solitario.
Adora a su hija Samantha, pero su relación es complicada, se distancia de ella, vuelve a ráfagas, es capaz de cualquier cosa para salvarla. Porque Samantha, otro clásico, sufre las consecuencias del trabajo de su padre, de los enemigos que tan poco le cuesta granjearse. Secuestrada en Nudos y cruces, atropellada y herida grave en El jardín de las sombras, Samantha es de las pocas constantes sentimentales de la vida de John.
La relación con la brillante sargento Siobhan Clarke es de lo mejor de cada una de las novelas. Y deseas, aunque sabes que es imposible, que terminen juntos. Ya lo decía el propio Rankin: “Arruinaría completamente la dinámica de trabajo entre ellos”. Siobhan es una compañera a la altura de Rebus, dura, muy profesional, empatiza muy bien con el sufrimiento. La sargento es lista, como diría el propio Cafferty, de nuevo, “con más pelotas que el Tynecastle”(famoso estadio de fútbol de Edimburgo), muy femenina y leal con Rebus hasta las últimas consecuencias, algo que pueden decir muy pocos. La relación de nuestro policía con el resto de compañeros es más distante, cuando no indiferencia o marcado odio. Menos con Jack Morton. Y con Gill Templer, pero esta es su jefa y ya sabemos que John es un gran experto en amargar la vida a sus superiores, en torear a la burocracia, en dar trabajo a asuntos internos.
Y esa es la gran noticia del otoño literario. Cuando Rankin jubiló a Rebus creó a Malcon Fox, detective de Asuntos Internos. La verdad es que no funciona igual que nuestro querido John, pero ahora los ha juntado en su una novela, Standing in another man's grave, que saldrá en otoño en España. Nosotros, ya sabemos de parte de quién estamos. La serie se alarga (grande Rankin, incombustible Rebus) con otro libro, Saints of the Shadow Bible, del que sabemos poco.
Dice el cínico de Rebus que no le costaría nada “encontrar media docena de enemigos que tiraran confeti en su entierro”. Nosotros, querido John, lloraremos. Te necesitamos. Gracias, maldito.
Hay 3 Comentarios
Gracias por esta semblanza. Y así como Lulu habló de música, me permito complementarla con algo que a mi me gusta de Rankn: que detalla los procedimientos de la investigación y el trabajo de los médicos forenses. ¿Algún comentario sobre la serie de televisión?
Publicado por: Ana Petrok | 01/08/2013 18:19:04
Gracias Juan Carlos por el magnifico recorrido por los libros de Rankin y por la buena noticia del regreso de Rebus; has renovado razones para volver a Edimburgo, una de esas ciudades que vale la pena recorrer -en un tiempo diferente al del festival- de la mano de Rebus; Gracias por el giño a una de las mejores decisiones que a la hora de encarnar a un personaje de novela ha tenido la televisión del Reino Unido; Ken Stott trasmite al igual que Rebus. Aprovecho para destacar el magnifico comentario de Lulu sobre la musica y la brecha generacional; te lo dice un hombre de 70 años que empezó a buscar algunas de las pasiones musicales de Rebus a medida que lo leia.
Publicado por: Juan Jose Martin Frechilla | 01/08/2013 15:48:07
Es muy curioso, para los que estén un poco al tanto y al día de cuestiones musicales (algo muy habitual en el Reino Unido, muy poco aquí) lo fácil y sucintamente que Rankin describe la brecha generacional, social y cultural entre Rebus y Siobhan; simplemente con las referencias musicales que se sugieren el uno al otro.
Publicado por: Lulu | 01/08/2013 14:00:27