Zanón ejecuta con belleza un puñetazo en el panorama negro

Por: | 29 de enero de 2014

Zanón
Zanón en Barcelona, CARLES RIVAS


Hay novelas que exploran los límites del género con mayor o menor éxito, que le dan la vuelta, lo reinventan y reabren el debate sobre qué es eso de la novela negra. Yo fui Jonnhy Thunders podría parecer una de esas obras pero no lo es. El nuevo libro de Carlos Zanón (RBA) es negra porque así es la vida tantas veces, porque de ese color se tiñe la historia de los perdedores, de los condenados de antemano, de los jugadores con cartas marcadas que pueblan esta excelente novela. ¿Una de las mejores del año? Es una locura decir algo así en enero, pero apuesten por ello y disfruten de este artefacto, de este puñetazo en la mesa del panorama negro asestado con belleza por una de sus voces más auténticas. 

Se trata de una historia sobre la miseria, sobre la droga, sobre la furia juvenil y sobre qué pasa cuando vives como si no hubiera mañana y al final te plantas en el futuro, sin nada, sin rock’n’roll; un relato de pesadillas urbanas, de vidas tiradas por el váter, de amores imposibles; una cuesta abajo imparable que Francis, Mr. Frankie, trata de rematar, nunca de frenar, cuando vuelve al barrio que lo conoció cuando tocó con Johnny Thunders, joven, retador, con dinero y sueños.

Con este comentario sobre esta gran novela seguimos con una serie de reseñas de libros de autores que van a estar en BCNegra, serie ya iniciada con Un hombre sin aliento, de Philip Kerr y que seguirá mañana con algunas obras del gran Peter James y algunos días después con la última de Ben Pastor, de la que ya hablamos algo en nuestra selección de novedades. Para que vayan lo más informados y situados posibles a esta gran fiesta.

Francis, Mr Frankie, vuelve a su barrio colmado de buenos propósitos y dispuesto a dejar atrás una vida de drogadicción y fracasos, con ganas de enderezarse, de dejar atrás sus demonios. En el barrio, algunos supervivientes de otra época loca, una exnovia, un exdealer, algún examigo, un padre al que no sabe si quiere, una medio hermana, un piso interior en una Barcelona humilde.

Pero la vida y la culpa y los pecados pasados pesan más de lo que parece. Liz, una de tantas ex, se lo deja bien claro:

“Vaya punto venir a buscarme ¿Vas de revisión de vida? Fijo que sí. Lo conozco, libreta nueva. Pero no sirve de nada, chico rock’n’roll. Las faltas de ortografía están ahí cuando abres los ojos. Y marcadas en rojo”.

No merece la pena contar mucho más, porque el argumento no es esencial. Insisto, es una novela negra, claro que sí. Y hay delitos, y hay delincuentes, y hay violencia, mucha, aunque a veces sea sólo psicológica, angustiosa, ambiental, y la notes cuando ves que te agobia seguir leyendo.   

Me gusta Zanón, me gusta una novela que no se deja llevar por un personaje protagonista potente y que valdría para llenar la escena; me atrapa un relato que busca la complejidad en todos los secundarios, que quiere que, cada uno dentro su esquema moral, todos tengan una razón de ser, un motivo para actuar, aunque sea de la peor manera. 

No soy de Barcelona, pero chico segoviano de bocadillo de mortadela y piso interior, me veo en ese barrio humilde, en ese territorio de escaleras con olor a caldo y barrio en el que todos se conocen. Y eso es sólo otra prueba de que Zanón va por el buen camino, de que acierta al meterse de lleno en el realismo social, al pasar de los límites que alguien dijo que debería tener el género.

En esta novela Zanón confirma todo lo bueno que ya nos dejó en No llames a casa (RBA). Me gusta que en el relato suenen los Pixies y  que pegue perfectamente que un capítulo se titule John Wayne te abandonó. Me gusta pensar que Mr. Frankie es un imbécil, un perdedor irredento, un payaso que lleva el Mal a todos los que le rodean para darme luego cuenta de que, de un modo u otro, todos tenemos algo de Francis, de Mr. Frankie y de Johnny Thunders. En la vida hay muchas derrotas y Yo fui Johnny Thunders habla de maravilla de ellas. Lean y disfruten. 

Hay 5 Comentarios

La leí hace más de un año. No sabría si calificar a esta novela de novedad rabiosa. Pero no estuvo mal del todo. Regular, como las de Lehane. A años luz de Higgins, por ejemplo.

Pues opino -a diferencia que el comentario precedente- que si la novela que Galindo nos propone es capaz de imprimir sólo la mitad del entusiasmo de su post, ya merece la pena. Un saludo, también soy escritor.

Vaya punto/párrafo PARA ilustrar/convencer al lector. ¿Ejecutar un puñetazo? ¿Ejecutar? ¿'Dar' es feo, insuficiente? ¿Y Liz es maestra de escuela o qué? Y eso para no hablar de la frase "Vas de revisión de vida". Alguno va de matón por la vida. Otros van de curas sin sotana. Uno mismo puede ir de revisor de la/su vida. Y un asunto o actividad o meta puede ir de revisión de (¿la?) vida, claro. O sea. Bien, señor Galindo. Ya lo dijo Capote. La diferencia entre la realidad y la ficción es que la ficción tiene que ser coherente. Pero para empezar, hay que cuidar y preocuparse del lenguaje. Por favor.

No he leído a Zanón ni soy de novela negra, y eso que soy sueco -ya que parece el género de mi pueblo-. Es algo muy trillado en la novela negra tradicional cargar todo el peso de la novela sobre las espaldas de un protagonista interesante, y es un fórmula que ya aburre, al menos a mí.
Les dejo un microuento dedicado al escritor novel que pelea por hacerse un lugar en la literatura. Pinchen mi nombre si les apetece leer.

"No llames a casa" me impresionó. Contiene alguno de los momentos más duros que he leído. Y, además, por mis barrios. Me lanzaré sobre la nueva de Zanón...

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