Los regresos a casa no siempre son buena idea. Menos aún si eres una periodista de Chicago que trabaja para un periódico de cuarta categoría, desesperada por encontrar una historia y enviada a la fuerza a su Misuri natal para investigar unos asesinatos. Y menos aún si llevas 11 años sin pisar Wind Gap, tu pueblo, un lugar provinciano y lleno de odios, envidias y rencores. Y la situación se convierte en desastrosa si tu madre, que para colmo se llama Adora, es la mujer más rica del lugar pero no te puede ni ver. Y fuiste la chica guapa de esa mísera villa pero ahora nadie puede mirar tu cuerpo, machacado con cortes autoinflingidos durante años, lleno de palabras tatuadas a base de objetos punzantes, dolor y odio a ti misma. Este el punto de partida de Heridas abiertas, el debut literario de Gillian Flynn que hoy publica Roja y Negra (traducción de Ana Alcaina).
Lee el primer capítulo en exclusiva en EL PAÍS.
Camille Preaker no es la única mujer con historia en una trama plagada de personajes femeninos llenos de fuerza, complejos, violentos, necesitados y desesperados. “Quería luchar contra la idea de que las mujeres somos inherentemente buenas, maternales y todas esas otras asunciones que se hacen sobre nosotras” me comentaba Gillian Flynn (Kansas City, 1971) cuando la entrevisté con motivo de la publicación de Perdida. “Hay muchas mujeres que luchan por ser buenas pero no pueden”, añadía con una risa traviesa desde Chicago. Esta novela, finalista del Edgar, adictiva, inquietante y salvaje, está llena de ellas.
Wind Gap es un idílico pueblo del sur de EE UU. Técnicamente está en el medio oeste, pero ellos se enorgullecen de su pertenencia social e histórica al sur más profundo de su país. Tiene poco más de 2.000 habitantes, bonitas mansiones, un 24 horas y una potente industria ganadera. Y bares, muchos bares, todo tipo de bares. Porque detrás de esa fachada de ensueño hay un pueblo donde las marujas pijas beben a deshoras y mantienen conversaciones surrealistas llenas de maldad y autocompasión; en ese pueblo adorable los jóvenes beben y se drogan, a lo grande, se acosan, a lo bestia, y se desprecian sin remedio.
En ese pueblo, en ese ambiente, dos niñas han sido asesinadas y Camille, empujada por la figura paterna de su director de periódico, busca la historia que le saque de la miseria periodística. Pronto, su llegada desata odios y suspicacias entre su madre, las amigas de su madre, sus antiguas compañeras de instituto y toda una panoplia de personajes femeninos geniales, manipuladores, magistrales a la hora de hundir la vida de los demás a través de la conspiración y el chismorreo.
Pero, sobre todo, la vuelta a sus inicios desata los peores demonios internos de la protagonista, entregada a una cuesta abajo desenfrenada y de consecuencias imprevisibles y acompañada en esa locura por su hermanastra Amma, demonio manipulador de 13 años, monstruo ávido de amor, sexo, sensaciones y poder. Y su madre, Adora, la manipulación personificada, la hipocresía sureña hecha carne.
Heridas abiertas es una novela que demuestra la capacidad de Flynn para mirar en el alma humana y diseccionar ambientes. Si en Perdida hacía una radiografía sagaz de la clase media liberal de EE UU, aquí se lanza con el colmillo afilado a destrozar una pequeña sociedad provinciana. Pero la novela también es un drama familiar con mucha violencia, soterrada, no explícita, pero violencia al fin y al cabo.
Y, en medio, una investigación periodística y otra policial paralela que no dejan tranquilo al lector. “Estás loca por pensar lo que estás pensando. Estás loca si no lo piensas”, se dice Preaker a sí misma en un punto álgido de este cuento oscuro con bruja (a descubrir), maldad, héroes y moraleja.
Flynn, periodista, crítica de prestigio de Entertainment Weekly hasta que un ERE se la llevó por delante y se entregó a la literatura, asegura que de pequeña le encantaba pasar miedo y que sus padres le animan a escribir desde que, en tercero de primaria, dijo que quería ser escritora o granjera. No sabemos nada de la granja y en Chicago, donde vive y trabaja en la actualidad, no hay sitio para cerdos y gallinas. Mejor. Queremos más historias tétricas y más mujeres complejas, violentas, interesantes. Pronto. Lean y disfruten.
Hay 9 Comentarios
Gracias
Publicado por: Anuncios segunda mano | 19/03/2014 14:24:41
Tengo la impresión que la novela negra al uso es efectivamente monocromática, pero en sostener el status quo. Sus heroes o bien están integrados en los servicios del orden (más o menos secretos) de Occidente o bien conforman, como detectives privados, periodistas, etc, un tipo humano inconformista, de vuelta de todo, que al subrayar su radical invidualidad se hace sistémico por la puerta de atrás....
Publicado por: Monty Montbrulant | 16/03/2014 21:46:58
Perfecto, Juan Carlos Galindo, aclarado. A lo mejor no estaría de más que de vez en cuando publiques un post con novelas malas, así nos evitamos leerlas y nos ahorramos una pasta :-)
Un saludo y gracias por tu respuesta y el blog.
Publicado por: Temptation | 14/03/2014 8:18:48
Gracias a Ana por el mensaje y por resumir lo que quería decir. Temptation, gracias también. Te aclaro: leo tres novelas de media por semana. Las leo malas, pero paso de ellas. Aquí fomento el entusiasmo por la lectura y reseño las que más me gustan. Ni siquiera todas las que me gustan. Un saludo.
Publicado por: Juan Carlos Galindo | 13/03/2014 19:59:16
Respondo a Temptation: ¿Para que perder el tiempo con malas o regulares? Si no hay reseña, tal vez es porque no la merecen.
En relación con los tres libros de Sharp Objects (en español Heridas abiertas, 2006), Dark Places (en español La llamada del Kill Club, 2009), y Gone Girl (en español Perdida, 2012). Podría categorizarse a sus novelas como “thrillers psicológicos” pues Flynn describe con gran detalle las conductas patológicas que ciertos individuos de pequeñas ciudades del Medio Oeste americano pueden desarrollar. Lo interesante e importante es que al mismo tiempo que Flynn desarrolla la trama de sus novelas, va presentando, descibiendo y analizando las posibles causas que afectaron y condicionaron las conductas de esos individuos, entre ellas las relaciones madre-hija.
Publicado por: Ana Petrook | 13/03/2014 18:13:44
Respondo a Temptation: ¿Para que perder el tiempo con malas o regulares? Si no hay reseña, tal vez es porque no la merecen.
En relación con los tres libros de Sharp Objects (en español Heridas abiertas, 2006), Dark Places (en español La llamada del Kill Club, 2009), y Gone Girl (en español Perdida, 2012). Podría categorizarse a sus novelas como “thrillers psicológicos” pues Flynn describe con gran detalle las conductas patológicas que ciertos individuos de pequeñas ciudades del Medio Oeste americano pueden desarrollar. Lo interesante e importante es que al mismo tiempo que Flynn desarrolla la trama de sus novelas, va presentando, descibiendo y analizando las posibles causas que afectaron y condicionaron las conductas de esos individuos, entre ellas las relaciones madre-hija.
Publicado por: Ana Petrook | 13/03/2014 18:13:44
Lo tenemos pendiente, y Gone Girl también.
Publicado por: Al rico libro | 13/03/2014 15:32:39
Me gusta el blog porque me gusta el tema. Pero una pregunta que ya he hecho alguna vez: ¿hay alguna novela negra que a Galindo le parezca sólo mediocre, floja o directamente mala? Porque absolutamente TODAS las que comenta son geniales, maravillosas, salvajes, inmejorables, perfectas, magníficas, colosales...hombre, digo yo que, aunque sólo sea por pura estadística y dado que se publican cien mil novelas negras cada diez minutos, alguna mala habrá, ¿no?
Publicado por: Temptation | 13/03/2014 14:17:10
El inicio es bastante prometedor, dejando aparte el claro efecto morbo; tan claro como meta, que resulta como una maga a la que se le ve el conejo antes de que se saque las bragas. Del sombrero, obviamente. Por lo demás, vivo en un pueblo de dos mil almas (aunque de Alemania) y me sigue pareciendo genial una frase atribuida a Capote: «La diferencia entre realidad y ficción, es que la ficción debe ser coherente.» De modo que leer que Wind Gap tiene un 24 horas y bares, muchos bares, es, por decir lo menos, bastante exagerado. Ni siquiera en España, país conocido por su densidad 'barrista': un bar por cada 461 habitantes.
Publicado por: HjorgeV | 13/03/2014 13:07:29