El misterio del sexto traidor de Cambridge y el KGB

Por: | 27 de mayo de 2014

 

Charles Cumming (Ayr, Escocia, 1971) es un niño bueno de Eton que dejó la carrera en el espionaje británico casi sin empezar y se puso a escribir, o eso asegura. Porque el conocimiento que tiene del MI5 y el MI6 y que tan bien prueba en El sexto hombre (RBA, traducción de Antonio Rivas) sólo se puede conseguir desde dentro. En la entrevista que mantenemos con él a distancia eso no llega a quedar del todo claro, pero sí se ven meridianamente su postura ante el caso Snowden, sus acusaciones a China y su miedo, quién no, a Vladimir Putin.

NOTA: El vídeo que abre el post recoge declaraciones del autor explicando la gran traición de los cinco de Cambridge.

El sexto hombre parte de una inquietante tesis: los cinco de Cambridge, ese ilustre grupo de estudiantes y luego grandes hombres de la sociedad británica que espiaron durante años para la URSS antes de desertar y escapar a Moscú, eran en realidad seis personas, seis traidores. Hay otro que nunca se ha llegado a conocer, un caso enterrado por el Gobierno para evitar la vergüenza. Sam Gaddis, historiador y respetado académico, divorciado y casi arruinado, topa con la historia de su vida gracias a una amiga periodista. Pero rápidamente todo a su alrededor empieza a cambiar y el protagonista se mete de lleno en una carrera contrarreloj por llegar a la verdad, salvar su vida y evitar su colapso. Con estas premisas, Cumming cierra un trhiller de espionaje muy sólido que le muestra como un digno heredero de Eric Ambler, de quien reconoce influencias.

En un momento dado, un gran jefe de los servicios secretos suelta un gran frase que define a la perfección este oficio, tan viejo:

 

“Hace mucho tiempo aprendí que el espionaje no trata de los puntos fuertes de la naturaleza humana; cosas como la convicción, la ideología, el sentido del deber, la lealtad a la patria… El espionaje trata de las debilidades: la codicia, el estatus, el sexo. Es el vergonzoso secreto de nuestro oficio”

 

De ese secreto y de un Putin que aparece caracterizado como Platov y cuya sombra lor recorre todo hablamos en esta entrevista.

PREGUNTA: ¿Cree que es posible ver hoy en día una operación de traición y engaño tan gigantesca como la orquestada por Philby, Blunt y compañía?

RESPUESTA: Hoy en día el pasado comunista de Kim Philby habría sido claramente detectado por el MI6 (los servicios secretos exteriores de Reino Unido, para los que trabajaba) y nunca habría conseguido el puesto. No hay duda de que el gobierno chino, por ejemplo, anima a los estudiantes a ir a universidades occidentales a espiar. Abuso del copyright, robo de software y una política deliberada de búsqueda de puestos de trabajo en compañías occidentales para pasar a Pekín información de alto nivel son prácticas habituales. ¿Pero podría un gobierno extranjero reclutar a cinco o seis estudiantes británicos o españoles con el expreso deseo de convertirlos en espías durmientes? No creo. E incluso si lo consiguieran, aquellos estudiantes encontrarían muy difícil ser espías.

P: En la novela el personaje de Platov, que recuerda claramente a Putin, es un elemento central de toda la trama. ¿Por qué no utilizó el nombre?

Porque no quería ser demandado o asesinado. Platov era uno de los alias de Putin en su época de espía en la Alemania del Este, así que es una especie de broma. Pero nada más. No hay ninguna evidencia real de que se comportara como lo hace este personaje en la novela. Es todo ficción.

P: El espionaje es un mundo muy oscuro, pero en El sexto hombre aparece por ejemplo el personaje de Tanya, una espía que intenta hacer las cosas correctamente y acorde a un código ético. ¿Puede existir algo así fuera de la novela?

Por supuesto que sí. Hay un mito sobre los espías que los pinta como gente que tiende a la traición, a la ausencia de sentimientos, personas violentas e incluso despiadadas. Ese no es el caso del espionaje británico. Como en cualquier organización habrá gente corrupta y mala, pero mi experiencia me dice que son personas ‘normales’,tan cínicos, tan imperfectos y tan brutales si se da el caso como cualquier médico, abogado o periodista.

P: En la Guerra Fría teníamos a Philby, un sociópata y un genio, y otros como él. Ahora, tenemos a Snowden. ¿No hemos perdido mucho?

No creo que Snowden sea tan maligno y duro o inteligente como Philby, pero es una alguien fascinante y peligroso. Es una persona brillante, motivada por un sentido auténtico de injusticia y propósito moral, pero al mismo tiempo tremendamente hipócrita. Es un hombre que reclama libertad de expresión y derechos civiles y sin embargo permite que información muy sensible termine en manos del Gobierno chino y al final se refugia en Rusia. Es alucinante.

El_sexto_hombre_300x456P: ¿Cómo cree que terminará el caso? ¿No cree que hay material para una de sus novelas?

El caso Snowden es muy buen material de trabajo para los novelistas. Me pregunto cómo se siente Snowden al haberse convertido en la marioneta del FSB (el espionaje ruso) una criatura de Putin. Ha perdido su libertad, no puede volver a EE UU y con cada día que pasa se hace más débil su reputación de cruzado de la justicia y la verdad. Y si en algún momento las relaciones entre Washington y Moscú mejoran se quedará sin visa, será expulsado de Rusia y entonces sí estará en verdaderos problemas.

P: ¿Hay sitio todavía para el espía clásico, para el trabajo de campo, para el arte del espionaje o las tecnologías lo han borrado?

Existe. Sigue siendo el trabajo de los agentes del MI6 y así lo ven ellos. La tecnología sirve para obtener información cuando se trata de pinchar un teléfono o leer un correo electrónico, pero el espionaje sigue siendo algo esencialmente humano.

Cumming asegura que esta es la primera novela que ha escrito con una estructura más bien completa desde el principio, aunque siempre hay personajes que “van para donde no esperabas”. En Reino Unido ha publicado la segunda parte de la serie de novelas protagonizadas por Tom Kell, un espía del MI6, de la que ha adquirido los derechos Collin Firth para el cine. Hasta ahí, su trabajo como escritor. Del otro, si hay otro, no podemos saber más.

Hay 10 Comentarios

Su enlace fue Cairncross. Es bien sabido en los circulos especializados pero bien tapado. Su madre ,su médico y su hermano siempre lo sospecharon. No hay nada que hacer, ya no se le puede dar la vuelta: Turing es un héroe nacional que se suicido comiendo una manzana impregnada de cianuro cual Blanca Nieves.

Raúl podrías explicar cómo es eso de que Turing era el sexto hombre?

Me parece un excelente trabajo, su novela de espías, y me parecen excelente sus juicios sobre Snowden. Realmente lo creo un simple hipócrita, que movido por el deseo de ser "popular" traicionó su país y la ética que debe poseer todo profesional. Entregar informaciones a Putin y a China, ha sido un soberbio acto de traición que llevará toda su vida, y de paso, marcará a toda su familia y allegados...

Ha habido, hay y habrá espías, gracias a Dios. La información es lo que mueve el mundo (¿por qué sino los americanos se han gastado el pastón en su sistema? ¿A quién puede sorprenderle?). No hay moral del espía, sólo ética de su trabajo (hacer las cosas bien hechas, como los nazis en los campos).
Lo que necesitamos los europeos es tener nuestros propios sistemas y que funcionen razonablemente bien y gestionados por nuestros propios espías (con su propia ética). Los malos son los de siempre: rusos y chinos. ¿Y alguno se sorprende?

No alucines Silvio porque el autor tiene toda la razon. Snowden traiciona a su pais que a trancas y barrancas es una democracia para vender la informacion a China y Rusia. Si no sabe que hacer nadie le pidio que lo hiciese y si es tan listo tendria que haberlo previsto.

Vaya entrevista chupapelotas. Cummings sigue trabajando para los servicios secretos ingleses, pero ahora como propagandista ¿Es casual que ese "escritor" ahora raje de los malvados chinos y de Putin? ¿y qué creen que hacen los servicios secretos y sus líderes políticos en EEUU e Israel? ¿Colaboran con Greenpeace?

De acuerdo con Stímulax: alucino pero con la respuesta de Cumming: ¿a dónde quería que fuera Snowden? Angela Merkel misma, espiada por la NSA, le negó el asilo, y España no fue capaz de autorizar que su vuelo atravesara el espacio aéreo español. Gracias a Snowden estamos en sobreaviso del grado de intromisión que puede tener la NSA en nombre del antiterrorismo.

El sexto hombre existio, por supuesto. Fue Alan Turing, asesinado por los propios servicios secretos ingleses;

(Snowden) "Es una persona brillante, motivada por un sentido auténtico de injusticia y propósito moral, pero al mismo tiempo tremendamente hipócrita". Ya..., y Obama o Putin o Merkel o Rajoy son auténticos..., auténticos vendidos a la oligarquía de las élites... En fin, Edward..., no le hagas mucho caso, algunos sabemos que si Dios hubiera querido recibirte habrías acudido directamente a él.

Siempre han habido dos tipos de espías: a) el que se apoya en las ideologías, y b) el que se apoya en la vanidad y la envidia. Los primeros escasean y los segundos abundan.
Estos últimos huelen a cacas de hienas y por ello todos los servicios de inteligencia apestan. Está claro que una cosa es la ética y otra muy distinta la maldad.

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