NOTA DEL COORDINADOR: Pere Sureda, un clásico de la edición en España, ahora al frente de Navona, nos regala este texto sobre uno de los libros del año. Ya hemos hablado en este blog de La rubia de los ojos negros, pero no de esta manera. Ni mucho menos. Lean y disfruten.
POR PERE SUREDA
Tengo la costumbre de acercarme una vez a la semana a la librería que hay en Balmes con Muntaner. Siempre me separan los libros de mi gusto. Ayer pasé y me tenían separados varios. Los compré todos, pero me hace especial ilusión que Raymond Chandler siga publicando su libro al año. La rubia de los ojos negros es el título que leo. Chandler puro. Lo publica su editorial habitual en España, Alfaguara, y está repleto, como siempre, de alabanzas de Richard Ford, John Banville, Stephen King y un largo etcétera. Lo cual me invita, me empuja a empezar a leerlo por la calle mientras llego a casa. “Era martes, una de esas tardes de verano en que la Tierra parece haberse detenido. El teléfono, sobre la mesa de mi despacho, tenía aspecto de sentirse observado.” ¡Qué les voy a contar que no sepan! Típico comienzo chandleriano.
Y es que Chandler, a estas alturas de su obra, ya ha logrado un estilo único y reconocible. Nunca falta Philip Marlowe, y los líos se le pegan como si fuera un imán. Y la atmósfera la siento como si la calurosa humedad se me pegara al cuerpo. Llego a casa en la página 59 de las 326 que tiene la traducción de Nuria Barrios. Hacen bien estos editores de tener un traductor especial para Chandler. Siempre es la misma, y lo hace muy bien, además ya deben ser viejos conocidos porque le ha traducido toda su obra al español. Decía que iba por la 59 pero ya voy por la 71 cuando Chandler nos recuerda quién es Chandler:
-Escucha, Marlowe, eres tú quien me ha llamado a mí, ¿recuerdas?
Este diálogo lo he leído en todas y cada una de sus novelas, esa interrogación constante dicha de muchas formas me recuerda que es Chandler por boca de su detective quién busca. Esa es la tarea del escritor californiano. Buscar, preguntar, molestar, disparar lo mínimo, y matar si no hay más remedio, siempre en defensa propia. Esta nueva novela no me defraudará. En la página 83 ya estoy seguro. ¡Qué afortunado soy! Ojalá me muera yo antes que este magnífico escritor, sin él no sé si disfrutaría tanto de la lectura. Lo dejo un rato para degustarlo con delectación. Mañana seguiré unas páginas más. Lo pienso hacer durar. Mientras dura, yo disfruto.
Ahh, por cierto un colega me dijo la semana pasada que este nuevo sería flojo y que se dudaba que lo hubiera escrito él. Que había manejos turbios, que estaba mal de salud y que se lo habían escrito… Ja! Ja! Ja! No tienen ni idea, ni la más remota. Esto es Raymond Chandler en estado puro. Inimitable.
Hay 0 Comentarios