NOTA DEL COORDINADOR: El escritor Alexis Ravelo sigue explorando la BCNegra y tratando de coordinar sus investigaciones con sus vicios. Con esto último hace lo que puede, pero se lo perdonamos si sigue escribiendo así. Pueden leer todas las entregas aquí y la información sobre la fiesta de lo criminal en la sección de Cultura de EL PAÍS.
POR ALEXIS RAVELO
Por fin apareció Cristina Fallarás, jefe, pero no le va a gustar nada lo que voy a contarle: efectivamente, se ha pasado al enemigo. O eso o ahora en vez de ser agente doble es agente triple. Me la encontré moderando una mesa rectangular de esas, que llevaba por título Barcelona, capital de la novela negrocriminal europea. Lo que ocurre es que como le tengo que mandar a usted la crónica cada mañana y uno no es precisamente de madrugar, cuando llegué a la Biblioteca Barceloneta aquello ya estaba lleno hasta la bandera y no pude acercarme a ella. Hube de conformarme con escuchar su voz hipnotizante mientras atisbaba por encima de un sinfín de cráneos sus cabellos colorados de leona —si hubiera leonas coloradas y llevaran melena, serían como Cristina— que dirigía una reunión eminentemente masculina. Ella misma bromeó con esto, porque los contertulios eran Lluís Llort, Sebastià Bennasar —a este lo tengo fichado desde hace tiempo y tiene un largo expediente no solo como autor, sino como proselitista—, Josep Camps y Rafa Melero. Vamos, que había en la mesa más machos que en una película de submarinos. Pero la Fallarás, que es mucha Fallarás, logró meterlos en cintura, aunque no sin esfuerzo. Se habló de las especificidades de las novelas negras que tienen a Barcelona como espacio o, como allí se dijo, más exactamente como un personaje más. Hay una de esas características que debe preocuparnos, jefe: el hecho de que siempre acaban metiéndose en política. Hay que ver cómo es esta gente: ellos solitos se significan, sin que uno tenga que escarbar demasiado.
El plan inicial era quedarme hasta el final para interrogar a la Fallarás, pero decidí que convenía más coger sitio en Negra y Criminal. Ya le he hablado de ese garito, jefe: es la guarida de Montse Clavé y Paco Camarasa, los jefes de todo esto. Allí, sirviendo caldo, vino y mejillones —y esta vez un ron canario que no sé de dónde carajo habrán sacado— atraen a los incautos para engancharlos en eso de la literatura de crímenes. No me equivoqué al presentarme allí temprano, porque conseguí un buen puesto y fui identificándolos y tomando buena nota. Allí estaba Andreu Martín, acompañado de un cómplice al que yo llevaba tiempo intentando poner cara: Jaume Ribera. Ya sabe usted que estos dos individuos han perpetrado la Serie Flanagan —su entrega más reciente es Los gemelos congelados—. Y ese tipo que me dijo usted que vigilara de cerca, el tal Nacho Cabana, el de La chica que llevaba la pistola en el tanga. Y entiendo bien su preocupación, jefe, porque apesta a novela negra de lejos y, aunque el tío sostenía que no estaba haciendo nada malo, yo creo que trama algo. Quizá no para este año, pero sí para el siguiente.
Uno que me preocupa bastante es José Luis Ibáñez Ridao. Lleva un tiempo tranquilo, desde También mueren en ángeles en primavera, pero se comenta en los corrillos que planea un golpe grande y por partida doble. Habrá que esperar a ver, pero no me fío de estos tipos que hablan bien y visten de manera impoluta: esos suelen ser los peores.
Aparecieron también por allá Yanet Acosta —esta tía también planea un golpe literario, lo sé, y es doblemente peligrosa, porque además es canaria, de Tenerife, para ser exactos—, José Luis Muñoz —que no había podido participar en la mesa de la biblioteca, donde se le esperaba— y algún que otro representante internacional. No solo Anne Perry, o Ernesto Mallo, sino también William C. Gordon, un individuo alto que tiene una sonrisa benévola tras la cual uno sabe que se oculta una lúcida ironía. Y, a propósito de sonrisa, volvió a hacer acto de presencia David Llorente. Antes de que todo se liara, trabé contacto con otro individuo del que había tenido noticia y que lleva —como Rafa Melero— una doble vida como agente de la ley y perpetrador de novelas negrocriminales: Pere Cervantes, que sostiene que No nos dejan ser niños.
Pero después todo se lio y ya casi no me dio tiempo de apuntar nombres, porque la guarida se puso hasta la bandera de asistentes, incluidos los participantes en la mesa con la leona Fallarás y ella misma, cuyo cabello colorado iba de aquí para allá sin que yo pudiera seguirla, claro, porque a esas alturas estaba hasta arriba de vino, mejillones y hasta ron.
El que no estaba era Toni Hill. Y, ahora que lo pienso, es importante encontrarlo, jefe. Porque si hasta la Fallarás se ha pasado al enemigo, temo que a Toni le pueda haber ocurrido lo mismo. Lo de infiltrarte entre esta gente es peligroso: usted no sabe lo seductores que pueden llegar a ser. Fíjese que yo, sin darme cuenta, mientras el Comisario Camarasa me servía el sexto ron, casi sin darme cuenta, me compré un libro de Andreu Martín y me puse a hacer cola para que me lo firmara. El libro se titula Cómo escribo novela policíaca. Lo tengo ante mí ahora mismo y sí, jefe, lo confieso, lo he comprado para ver si aprendo algo, que por algo llaman a este individuo el Maestro.
En Barcelona, Año 15 de BCNegra, día 3.
Hay 1 Comentarios
Cristina fallaras tontalculo! mala periodista hasta decir basta hablas sin informarte...asquito
Publicado por: pepe ponio | 05/04/2015 1:36:49