Petros Markaris está enfadado. El escritor griego (Estambul, 1937) es un hombre tranquilo, de mirada sincera y sonrisa desbordante, pero también es la conciencia crítica y apartidista de la Grecia actual. Dramaturgo de prestigio, guionista responsable de algunas de las mejores historias del director Theo Angelopoulus, Markaris ha encontrado el éxito de público gracias a la serie del comisario Kostas Jaritos, de la que ahora se publica en España Hasta aquí hemos llegado (Tusquets, traducción de Ersi Marina Samará), cuarta y última entrega de su serie sobre la crisis griega.
Markaris recibe a EL PAÍS en un hotel de Madrid con varias entrevistas a cuestas pero las energías intactas. El autor de Liquidación final habla con entusiasmo de sus personajes, de sus novelas, de sus lecturas. Sin embargo, su tono de voz cambia, se eleva y endurece cuando habla de Europa, de los defectos de los griegos o del auge de la extrema derecha en su país. Si no le conociéramos, diríamos incluso que su actitud es vehemente, pero sabemos que este hombre que llegó por casualidad a la novela negra está del lado bueno de las cosas.
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Markaris no se esconde, casi no piensa las respuestas, sólo se detiene para buscar la palabra más adecuada para decir lo que cree en ese inglés pronunciado con aristas, sin importar si llega incluso a ser políticamente incorrecto. Aquí van algunas perlas:
“Tengo grandes objeciones a Syriza, pero necesitamos que triunfen porque de lo contrario el peligro del auge de la extrema derecha es evidente”.
“Los europeos hemos dejado de gustarnos”
“Muchos griegos son especialmente racistas. Eso explica en parte el auge de los nazis de Aurora Dorada”
La coherencia del discurso político con las nueve novelas de Kostas Jaritos es impecable. En algunas escenas, en las conversaciones del comisario con su mujer Adriani o con un grupo de amigos en una cena hay más realidad griega que en veinte sesudos ensayos. La coherencia de ese mismo discurso con la idea que el autor tiene de la novela negra es aplastante: “No es el policía el que sirve para explicar la realidad, es el género negro, que se ha convertido en el mejor método para abordar los problemas de la sociedad. La historia criminal es una mera excusa para mostrar algo más. Montalbán me dio las claves”, cuenta apasionado cuando habla de cómo descubrió el género negro.
“En 1992 estaba escribiendo guiones para la serie de televisión Anatomía de un crimen con gran éxito, pero estaba cansado. Lo quería dejar y empecé a escribir otra cosa. Mi primera reacción cuando me imaginé al personaje junto a su familia fue negativa. Sin embargo, se convirtió en una pesadilla que no salía de mi cabeza, así que decidí que sería un comisario y a partir de ahí todo fue fácil”, resume defendiendo el carácter coral de sus novelas: “En algunos países como Argentina o EE UU la gente se identifica más con la familia que con el protagonista”.
Jaritos es un hombre sencillo, brillante, ajeno a las luchas de poder, amante de la vida familiar y de su viejo Seat, que vive con lucidez y algo de cinismo los rigores de la crisis, que aguanta las críticas de su mujer, la encantadora Adriani, maestra de la cocina y los refranes populares. El fresco lo completan Katerina, la hija a través de la que Markaris aborda los problemas de las nuevas generaciones, sus compañeros de comisaría y su amigo Lambros, un viejo luchador de la izquierda.
En Hasta aquí hemos llegado, el autor dibuja una Grecia al borde del colapso y una Atenas desolada y achicharrada donde Jaritos tiene que resolver unos crímenes reivindicados por un misterioso grupo que se hace llamar los Griegos de los Años 50. Su hija, una abogada defensora de los inmigrantes, ha sido agredida por dos matones de Auroda Dorada, con lo que el panorama griego queda completo.
¿Está tan dividida la sociedad griega? “En parte, pero ya sin esa carga ideológica. A los jóvenes les da igual la política y eso es preocupante. Eso sí, fruto de la Guerra Civil, toda la política se basa en la agresividad y el enfrentamiento”, asegura algo decepcionado. ¿Cómo se explica el auge de Aurora Dorada? “La fuerza de la extrema derecha en Grecia no es algo nuevo”, cuenta recuperando el tono didáctico y antes de hacer un repaso a la historia de su país en el siglo XX, un periplo marcado por las ideologías extremas y la violencia, tan bien reflejado en esta novela. “Por otro lado, algunos griegos son especialmente racistas y eso explica en parte el éxito de esta gente”, remata indignado.
Europa y el hartazgo de la crisis
Con Grecia al borde la quiebra, las disputas de su país con Europa surgen de manera inevitable. “Europa no está viendo esta crisis como un problema más allá de lo económico. A nadie le importa enseñar una mentalidad común a los jóvenes. No hay un discurso que dé coherencia a la unión. Y ante la ausencia de un mensaje que explique a la gente las cosas, la extrema derecha se aprovecha. Así que si me pregunta si estoy enfadado con Europa la respuesta es que sí, claro que estoy enfadado” cierra imponente.
La conversación se reconduce hacia la literatura a duras penas. Después de hablar de sus influencias (el ya mencionado Montalbán, Simenon o Friedrich Dürrenmatt ) intentamos aclarar el lío de la trilogía de cuatro obras. “En esta ocasión hice algo inusual y volví a leer los tres libros ya escritos (Con el agua al cuello, Liquidación final y Pan Educación y Libertad, todos en Tusquets) y me di cuenta de que salían empresarios, políticos, banqueros… etc, pero que me faltaba una novela sobre gente normal. Por eso escribí una cuarta entrega”, responde divertido.
¿Y ahora? Trabajador metódico durante ocho horas al día, Markaris cuenta que tiene pensada una novela pero que tiene que dejar de viajar para poder ponerse a escribir. Será una nueva entrega de Kostas Jaritos, pero sin crisis. “Estoy empachado de crisis. Será una historia sobre el crecimiento, sobre cómo Grecia vuelve a ser rica. Pura ciencia ficción” comenta, ya olvidada la política, pura bonhomía.
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