El gran thriller sobre la miseria moral del estalinismo

Por: | 19 de junio de 2015

 

A veces la simpleza de algunos personajes tira por la borda novelas que no iban por mal camino o que partían de una buena idea. Otras, afortunadamente, ocurre todo lo contrario. En este blog nos hemos declarado admiradores irredentos de este tozudo y cínico Bernie Gunther y de sus tormentos nazis; hemos disfrutado con Martin Bora y su complejidad moral y ahora hemos caído rendidos a Leo Stepánovich Demídov.

Leo es el protagonista de El niño 44, de Tom Rob Smith (Black Salamandra, traducción de Mónica Rubio), un enorme thriller sobre la basura y la miseria moral y material en la que el estalinismo sumió a millones de personas durante años. Una historia compleja y contada con el ritmo de los mejores thriller, llena de personajes con motivaciones nada simples, gobernada por una violencia inevitable y nada espectacular. Una novela narrada con un realismo que duele.

Moscú, febrero de 1953. Leo Stepánovich Demídov, héroe de guerra, atractivo marido de Raisa y, por encima de todo, agente del servicio de seguridad de la Unión Soviética, trabaja sin descanso para perseguir a los traidores e impedir que el mal tumbe ese maravilloso proyecto de construir el paraíso de los trabajadores en la Tierra. Para eso no duda en cumplir órdenes y detener a quien haga falta sin hacer muchas preguntas. Leo es el sicario de un régimen al que adora hasta el día en que le ordenan espiar a su propia esposa y el mundo de convicciones que había construido alrededor se hunde.

Es complicado contar mucho sin destrozarles las primeras 200 páginas del libro, porque la novela tiene un ritmo gradual, tranquilo al principio, intenso siempre y rotundo en la segunda mitad.  Leo investiga la muerte salvaje de un niño, caso que le granjeará todo tipo de problemas cuando descubre que busca a un peligroso asesino en serie, situación que le convierte en un enemigo del pueblo porque todo el mundo sabe que el crimen no existe en la Unión Soviética.

Las claves que habían regido la vida de Leo y cuyo cumplimiento le había proporcionado tranquilidad moral y bienestar material se derrumban. Empieza a cuestionarse que realmente trabaja para una cadena de montaje de la culpa basada en frases tan inquietantes como estas:

  • El crimen no existe

  • Es mejor que sufran 10 inocentes a que escape un solo espía

  • Confía pero vigila. Que en realidad significa: Vigila a aquellos en quienes confías

 

Así razonaba el Leo anterior a las dudas y la luz:

“Al adentrarse en el corredor principal (de Lubianka), Leo se preguntó cómo se sentiría uno al ser conducido a los sótanos sin posibilidad de apelar y sin nadie a quien pedir ayuda. El sistema judicial podría pasarse completamente por alto: Leo había oído hablar de presos abandonados durante semanas y de médicos cuyo único cometido era estudiar el dolor. Había aprendido a aceptar que esas cosas no ocurren porque sí, sino por una razón, un bien supremo. Para aterrorizar. El terror era necesario. El terror protegía a la Revolución. Sin él, Lenin habría caído. Sin él, Stalin habría caído”.

La novela muestra un paisaje económico demoledor, con la gente hacinada en apartamentos pequeños, oscuros e insalubres, a los que nunca llegó ningún beneficio de los gloriosos planes quinquenales. El capítulo inicial viaja hasta 1933 para describir la brutal hambruna que mató a millones de personas a través de dos niños que luego tendrán su razón de ser. Pero, sobre todo, nos narra un universo de miedos, venganzas, torturas y delaciones. Vasili, enemigo acérrimo de Leo, es un agente del régimen capaz de delatar a su propio hermano, que mata, humilla y hunde vidas sin miramientos. Nadie está a salvo en un régimen que convirtió a todos los ciudadanos en espías, que les arrebató cualquier rasgo moral, que les dejaba vivir siempre y cuando fueran fieles esbirros de la máquina de la culpa colectiva y el silencio.

Lejos de cualquier sentimentalismo, la relación de Leo con su mujer es tremenda y dura y su evolución llena de sentido una parte de la novela. No es normal encontrar en un thriller tramas de este nivel, que se preocupen por las motivaciones éticas y sentimentales de dos enamorados.

El final es perfecto. Como en todo buen thriller, las piezas casan, nada chirría, pero eso es lo de menos. Lo importante es el sabor que deja El niño 44, esa mezcla de placer por haber leído un buen libro y el regusto amargo de haber estado unas horas de paseo por el infierno. La novela ha sido adaptada al cine en una producción de Ridley Scott dirigida por Daniel Espinosa que está ahora mismo en las sala de cine de España. La mejor noticia es que es la primera novela de Tom Rob Smith, un debut deslumbrante que nos promete futuras alegrías. Lean y disfruten.

Hay 6 Comentarios

RAMÓN | 19/06/2015 14:02:26 se equivoca, hombre. Los cambios evolutivos del hombre para mejorarse asimismo y por ende la 'civilizacion', y que los errores cometidos no se repitan una y otra vez NO se dan gratuitamente.... Debe haber/existir penurias, miserias y pestilencias para que la ingenuidad del hombre se aliviane de su complacencia narcisista-destructora y asi se arrime las mangas de la camisa para producir algo bueno para todos... sino, imaginese que si todos fueran senores habitantes con los bolsillos llenos de plata y vivan en un paraiso terrenal, ?cree que existirian los artificios que utilizamos hoy en dia?

Y todavía hay gente que echa en falta el "paraíso soviético", la mayor y más atroz de las dictaduras que hayan existido, responsable de millones de muertos y de la vulneración sistemática de los más elementales derechos humanos. Responsable, además, de haber convertido una hermosa utopía de igualdad-fraternidad en un inmenso infierno.

Y todavía hay gente que echa en falta el "paraíso soviético", la mayor y más atroz de las dictaduras que hayan existido, responsable de millones de muertos y de la vulneración sistemática de los más elementales derechos humanos. Responsable, además, de haber convertido una hermosa utopía de igualdad-fraternidad en un inmenso infierno.

Y todavía hay gente que echa en falta el "paraíso soviético", la mayor y más atroz de las dictaduras que hayan existido, responsable de millones de muertos y de la vulneración sistemática de los más elementales derechos humanos. Responsable, además, de haber convertido una hermosa utopía de igualdad-fraternidad en un inmenso infierno.

Y todavía hay gente que echa en falta el "paraíso soviético", la mayor y más atroz de las dictaduras que hayan existido, responsable de millones de muertos y de la vulneración sistemática de los más elementales derechos humanos. Responsable, además, de haber convertido una hermosa utopía de igualdad-fraternidad en un inmenso infierno.

La miseria moral nazista, stalinista, fascista, imperialista y de falsos creyentes, es parte de la putrefacción mental que padece una parte de la humanidad. Tal es la historia de guerras, saqueos, hambres, y desamparo social, sostenido por el odio, el egoísmo, y la arrogancia.

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