NOTA DEL COORDINADOR: Hoy la gran Laura Muñoz nos trae una crónica de un festival distinto. Y lo hace con su estilo de siempre y con unas fotos excelentes. Gracias. Lean y disfruten.
POR LAURA MUÑOZ
Charles Baudelaire dijo que “el vino se parece al hombre: nunca se sabe hasta qué punto se le puede apreciar o despreciar, amar u odiar; ni cuantos actos sublimes o crímenes monstruosos es capaz de realizar”.
¿No estaría hablando de la literatura? Lisle Noir hace coincidir libros y vendimia. Y yo no creo en al casualidad.
Aterrizar en Toulouse, recorrer los cincuenta kilómetros que lo separan de Lisle-sur-Tarn, presentir el buen vino y las gratas compañías es todo uno. Viernes. Luce el sol. Pero ese no es el calor más intenso que se va a sentir en esta primera edición del festival Lisle Noir. Treinta autores de género policial, prensa especializada, Les Pictographistes paseando y haciendo que autores tomen asiento en un sillón rojo, que es su escenario en esta ocasión. En la plaza Paul-Saissac hay globos rojos, negros, blancos. Libreros montando sus puestos de venta, enólogos sacando cajas de furgones repletos de solera; colocan las botellas de color sangre en los stand que servirán de carta de presentación, y degustación, de sus caldos más preciados.
Aún no se sabe que habrá una inauguración con caballos, tampoco que surgirá la oportunidad de asistir a una sesión privada de magia ni que un castillo, al más puro ambiente Lynch, espera a los invitados. Pero todo eso va a ocurrir. Pronto.