Lisle Noir: Vino y novela negra, mezcla perfecta

Por: | 08 de octubre de 2015

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NOTA DEL COORDINADOR
: Hoy la gran Laura Muñoz nos trae una crónica de un festival distinto. Y lo hace con su estilo de siempre y con unas fotos excelentes. Gracias. Lean y disfruten.

POR LAURA MUÑOZ

Charles Baudelaire dijo que “el vino se parece al hombre: nunca se sabe hasta qué punto se le puede apreciar o despreciar, amar u odiar; ni cuantos actos sublimes o crímenes monstruosos es capaz de realizar”. 

¿No estaría hablando de la literatura? Lisle Noir hace coincidir libros y vendimia. Y yo no creo en al casualidad.

Aterrizar en Toulouse, recorrer los cincuenta kilómetros que lo separan de Lisle-sur-Tarn, presentir el buen vino y las gratas compañías es todo uno. Viernes. Luce el sol. Pero ese no es el calor más intenso que se va a sentir en esta primera edición del festival Lisle Noir. Treinta autores de género policial, prensa especializada, Les Pictographistes paseando y haciendo que autores tomen asiento en un sillón rojo, que es su escenario en esta ocasión. En la plaza Paul-Saissac hay globos rojos, negros, blancos. Libreros montando sus puestos de venta, enólogos sacando cajas de furgones repletos de solera; colocan las botellas de color sangre en los stand que servirán de carta de presentación, y degustación, de sus caldos más preciados.

Aún no se sabe que habrá una inauguración con caballos, tampoco que surgirá la oportunidad de asistir a una sesión privada de magia ni que un castillo, al más puro ambiente Lynch, espera a los invitados. Pero todo eso va a ocurrir. Pronto.

Los autores descienden de un autobús y se plantan frente a la fachada gótica de Notre Dame de la Jonquire. Un total de treinta contadores de historias noir: Mouloud AKKOUCHE, Jean-Pierre ALAUX, Ingrid ASTIER, Jean-Luc BIZIEN, Stéphane BOURGOIN, Franck BOUYSSE, Alper CANIGÜZ, Francesco DE FILIPPO, Ingrid DESJOURS, Caryl FEREY, Sophie HENAFF, Graham HURLEY, Hervé LE CORRE, Jérôme LEROY, Antoine LEGER, Marcus MALTE, Claude MESPLEDE, Ian MANOOK, Bernard MINIER, Nadine MONFILS, Jose Luis MUÑOZ, Elena PIACIENTINI, Jean-Bernard POUY, Patrick RAYNAL, Guillermo SACCOMANNO, Benoît SEVERAC, Danielle THIERY, Jan THIRION, Marc VILLARD y Martyn WAITES. Fuera del orden alfabético, la autora argentina Fernanda García Lao.

Y todo se mezcla; los libros, las firmas prematuras y en equilibrio, los abrazos, los “enchanté”. (Re)encuentros y camisetas donde están todos. Fotografías en las fachadas de la plaza que todo lo ve. Los primeros vinos, sus brindis. La sorpresa de los amigos, y vecinos, del festival Goéland Masqué de Penmarch.

Después de una primera toma de contacto, llega el momento castillo: Château de Saurs. Caminos de tierra que llevan al germen. La escalera entre las ramas torcidas, muy torcidas, de los árboles que son antesala de las viñas. Una historia familiar que sigue en pie, sobre las uvas que han sido pisadas por generaciones. Colores imposibles, un tractor, los aparejos oxidados. Y todos los autores de policial que entran en la gruta del vino. Más tarde, magia made in Camboya. Alrededor del café y el borboun. El “hasta mañana” viene de repente porque la medianoche, en Lisle, parece cansada.

Amanece blanco, el sábado. El escenario parece ubicado en el Snoqualmie de Twin Peaks más que en una de las 22 regiones de Francia. Agua bajo la niebla. Un verde intenso que se cuela a través de las piedras: absorben los secretos del polar, los pasillos del pulp, los debates, nuevos proyectos literarios, asesinatos, invitaciones. Ideas.

Autoridades, patrocinadores y los padrinos Mesplède dan la bienvenida y se da por inaugurado este nuevo festival polar, gestado del compromiso municipal de Lisle y la Asociación Polars sur Garonne. Maryline Lherm, primera alcaldesa de la villa, a su lado. Y la sorpresa en blanco, negro, marrón. Tres caballos que bailan y reciben. Ya no está Lynch. El sol, a través de las aristas de los edificios, hace que todo parezca un Hopper.

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Algunos de los protagonistas del festival.

Y un doble aniversario: la dama negra que es la novela de género cumple 70 años; el pulp alcanza los 20. Sus representantes franceses paseando alrededor: Raynald, Pouy, Astier y Leroy, entre otros. Encabezados por Claude Mesplede, crítico e investigador del género policial internacional. Autodidacta, guerrero y gurú.

Manook y Minier

Una tarta gigante para celebralo. Cumpleaños feliz entre las mesas redondas, el cine-debate y la banda sonora, instalada en la plaza. De impresión perpetua, ese jazz, aunque los músicos se hubieran marchado. Espacio, también, para homenajear al recientemente desaparecido Jean Vautrin, de letra feroz y convincente, uno de los grandes hijos del polar.

La escena del crimen compuesta por los autógrafos. La gente. (A)guardando turno. para tener el suyo. Las plumas que escriben y dibujan y las bocas que cuentan. Se escucha francés, inglés, a veces español. No importa, el idioma. Es literatura. Negra, es.

Ahora queda el poso. Una colección de novelas que leer. La espera de las traducciones. Y un avance: la editorial Salamandra contará en sus filas con las novelas de Bernard Minier e Ian Manook. Una conversación captada al vuelo y la emoción de saber que la tinta Saccomanno y De Philippo se unen. Sin desvelar para qué. Aún. El encuentro con el primero en las dependencias de turismo de Lisle: volver a ver los ojos que se encienden al hablar de Cámara Gessel, que los franceses han traducido como Basse Saison. Escuchar cómo el segundo disecciona, junto a Roger Hélias, la idea que desarrolla en “L´offense”: ¿se puede tener una vida sin pertenecer a la mafia si se nace en un barrio pobre de Nápoles?. El descubrimiento de Zulú, la película inspirada en la novela de Caryl Ferey. La incógnita de cómo traducirán al casi impronunciable mongol Yeruldelgger de Manook. La pista vietnamita tras las picas y los tréboles de Jean-Luc Bizien y su Vienne la nuit, sonne l´heure. El caso expuesto, ahora sólo hay que seguir las pistas.

La culpa de todo esto pertenece a Claude e Ida Mesplède, junto a la asociación de dirigen, y el Ayuntamiento de Lisle. Gracias por este maravilloso “castigo”: Lisle Noir ha sido un paliativo para afectados del noir que ha dado para mucho. Que dará para más.

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