No te mueras, Harry Hole

Por: | 12 de noviembre de 2015

FassdfadsHay amores incondicionales que pasan por malos momentos y sobreviven. Hay personajes irredentos, fieles a sí mismos hasta la muerte, literalmente. Hay escritores que fuerzan la máquina, que exprimen al protagonista que les ha dado fama y dinero y consiguen, pocos, que el asunto no decaiga. Hay muchos detectives en este mundo poblado de novelas negras, pero sólo los elegidos viven contigo, te lo hacen pasar mal, te llevan al reclinatorio para rogar por su alma. Harry Hole y Jo Nesbo son todo esto y mucho más.

El escritor noruego vuelve a demostrar en Fantasma (Roja y Negra, traducción de Carmen Montes y Ada Elisabeth Berntsen) novena entrega de la serie del detective Harry Hole, que él y su personaje están hechos de otra pasta, que su mirada sufre pero no muere con cada libro, que el dolor, el recuerdo y la pasión no tienen límites, que la muerte no es el peor mal.

Tras los azarosos y a veces excesivos vericuetos que tomó la vida de Harry Hole en Leopardo (por no hablar de lo que ocurre en El muñeco de nieve, quizás todavía la mejor de la serie) nuestro amado expolicía llegó a pensar que viviría otra vida, en Hong Kong, apartado de todo, cobrando deudas para un mafioso como modo de vida, con el recuerdo de su amada Rakel y una cicatriz que le cruzaba la cara como únicos restos de su anterior existencia. Pero un acontecimiento inesperado le lleva de nuevo a Oslo, esa ciudad que nunca dejó de amar. Oleg, el hijo de Rakel, aquel niño al que quiso y no pudo criar pero a quien siempre adoró, ha sido acusado de asesinato. Ya no es un niño pero Harry sigue recordando su sonrisa, su empeño por patinar bien, su gusto por el heavy rock y quiere creer que este joven ahora adicto a las drogas no es un asesino.

El arranque es espectacular. En las 30 primeras páginas un bronceado, todavía atractivo aunque siniestro y desintoxicado Hole nos lleva de paseo por lo peor de Oslo, esa ciudad que sí tiene alma, pero también un lado mísero desarrollado a espaldas del sueño socialdemócrata. En paralelo se nos presenta a un mafioso ruso que anuncia problemas para nuestro hombre y una rata que tendrá mucho que decir al final.

Hole ya no es policía, pero inicia una investigación que le lleva demasiado cerca de las mafias de narcos rusos que se disputan el jugoso mercado de la capital, de la corrupción policial y política que trata de trepar a costa de encubrir el crimen o de beneficiarse de él en una versión nórdica de la pax narcótica mexicana: elige a un grupo y usa a la policía para acabar con todos sus rivales. Conseguirás reducir la violencia, controlar a los narcos y ponerte las medallas de las detenciones.

En definitiva, una lección de buena novela negra con tintes políticos que no por ello deja de lado el gran asunto de las novelas de Hole: él mismo, sus adicciones, sus cicatrices, su amor por la verdad a cualquier precio, un amor sólo comparable a su capacidad destructiva. Y Rakel, claro, la mujer de su vida, esa maravillosa señora que no se puede despegar de un hombre que sabe que la está matando. “Eres lo peor que me ha pasado nunca y también lo mejor”, le dice en un momento especialmente intenso.

Este diálogo con Oleg, bien avanzado el libro, no desvela nada de la trama y sí todo sobre Hole:

 

  • Eres joven, Oleg. Todavía puedes cambiar.

  • ¿Y tú qué, Harry? ¿Tú puedes cambiar?

  • Me gustaría poder cambiar, Oleg. Ojalá lo hubiera hecho, así habría podido cuidar mejor de vosotros. Pero para mí era demasiado tarde. Me quedé siendo lo que soy.

  • ¿Y qué eres? ¿Un borracho? ¿Un traidor?

  • Un policía.

  • ¿Sólo eso? ¿Un policía? ¿No un ser humano y esas cosas?

  • Más que nada, policía.

  • Más que nada, policía- repitió Oleg y lo señaló retador con la cabeza-. ¿No es eso banal y tristísimo?

  • Banal y tristísimo. Porque significa que no tengo elección, Oleg.

En una entrevista con motivo de la publicación de El muñeco de nieve Jo Nesbo me dijo que nunca intentó que los lectores amasen a Hole, pero que lo hacen. El sufre, la lía y ellos le perdonan y siguen a su lado. También me dijo que tiene un final pensado para su héroe, una línea de tiempo definida y sin vuelta atrás.

Hay momentos en lo que, por ejemplo, suena Come As You Are de Nirvana que parecen un poco adolescentes; Hole sufre males inhumanos y su capacidad de aguante y sus hazañas a lo Jack Bauer rozan lo inversosímil. Pero , ¿saben qué? A mí y a cientos de miles de lectores nos sigue enganchando, seguimos sufriendo con él, le perdonamos, le queremos. No te mueras, Harry. Larga vida al rey de la novela nórdica.

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