Bien saben los que frecuentan este espacio que no le hago desprecio a nada, que me gusta el thriller espectáculo, la diversión sin más, el buen pasa páginas generalmente anglosajón. Pero hay otro tipo de thriller, más profundo, más comprometido si se quiere, más pegado a la realidad social de la que vive y de la que se alimenta. En español hay muy buenos ejemplos de este subgénero que juega con los esquemas clásicos pero da un paso más.
Hoy traigo dos excelentes pruebas de ello. Por un lado, El puñal, de Jorge Fernández Díaz (Destino), una novela sobre la miseria política, la corrupción, los servicios secretos manipulados por los de siempre y los lazos del narco con el mundo parlamentario, tan en boga ahora que Macri ha llegado al poder con voluntad de denunciarlo. Por otro, Distrito Federal, historias de un secuestro, de Francisco J. Cortina (Alrevés), una radiografía de un mundo que, tapado por la grandilocuencia del Chapo y compañía, queda en segundo plano: la delincuencia común, las bandas de secuestradores, el crimen impune que hunde vidas de manera cotidiana.
Empezar El puñal es meterse de lleno en un mundo que uno no espera tan áspero e inmisericorde. El primer capítulo, El héroe infame, ya da pistas sobre lo que nos espera en esta novela protagonizada por Remil, un agente secreto, un superviviente marcado por el recuerdo de Las Malvinas y otros errores pasados. Decía el autor en esta entrevista realizada por Juan Cruz para Babelia: “El Puñal es un instrumento para entender cómo la política en mi país se volvió gansteril. La política, allí y tal vez también aquí, es una novela negra. Una cuestión de gánsteres apoderándose del poder, de toma y daca territorial y financiero, y de acuerdos espurios. Manhattan para los Tattaglia y Brooklyn para los Pizzi. He querido con esta novela desvestir la política y el amor. Cuando uno desviste la política, le quita el ropaje biempensante, las promesas de campaña, lo que queda es esta mafia de camisa y corbata”.
En efecto, a través de sus páginas, la duodécima novela del autor y periodista argentino nos muestra cómo los servicios secretos trabajan para el poder, claro, pero no para el Estado, se dedican a investigar a rivales, periodistas y famosos, a crear un contrapoder o a organizar una red de narcotráfico si se da el caso. En esta guerra, la Casita, institución paralela a la gran agencia de espionaje argentino creada para hacer el trabajo sucio y en cuyas filas está Remil, juega un papel esencial. La Casita está dirigida por Calgaris, figura paterna para nuestro protagonista, un personaje genial, lacónico, cultísimo, aficionado a las armas, amante de la tradición romana, pero también un hombre sin escrúpulos que hace siempre lo que cree que hay que hacer.
Falta un tercer vértice en este triángulo: Nuria Fernández, mujer poderosa, ambiciosa, bella y extraña, a la que Remil tiene que proteger con las consecuencias inevitables que todo el mundo puede imaginar. Pero lo interesante de este recurso al tema clásico de "guardaespaldas se enamora de la jefa" es que gracias a él Fernández Díaz cuenta una dura historia de amor nada convencional. Como casi toda buena novela negra, y esta lo es, hay personajes secundarios muy interesantes que recorren todo el arco social de Argentina: la senadora poderosa obsesionada con Australia como ejemplo para su país; el cerrajero adicto a las carreras; la paparazzi echada a perder por su afición al polvo blanco; el periodista lamentable, adicto a vivir siempre por encima de sus posibilidades…
Remil nos lleva de la mano por esta inquietante trama que mezcla sus obsesiones con las continuas huidas adelante; amor y corrupción; política y crimen, siempre a la caza, de lo que sea. Hay un momento glorioso de una de las muchas conversaciones interesantes que tiene con Calgaris en el que dice: “Para hombres como yo, el problema no es lo que hay que hacer, se hace lo necesario, sino la razón que nos obliga”.
Hay un tiroteo nocturno en una villa descrito con un ritmo impecable, con toda la crudeza que permite el lenguaje, sin espectacularidad fingida, sin adjetivos extra. Hay, también, un final lógico pero no por ello menos triste, seco, duro y algo melancólico, como Remil.
Historias de un secuestro
El otro ejemplo que traigo hoy es algo que se aleja de la primera plana de los medios, al menos en España, pero que no por ello deja de hacer daño en un país en el que más del 90% de los crímenes quedan inmunes. El autor apuesta por una estructura en la que presenta las historias de manera paralela, para mostrar luego al lector de manera ágil cómo se relacionan. Alejandra es una joven que lo tiene todo pero nada de eso puede evitar que muera tiroteada en un semáforo, en un atraco frustrado. Por inexplicable, cruel e inasible, la muerte de Alejandra deja un reguero de devastación, tristeza e incomprensión en su familia (luego veremos el sorprendente renacer de Alfonso, el padre).
Son las primeras páginas de un libro que deja algo claro desde el principio: el tono introspectivo, el punto de vista alejado de lo que ocurre pretende traernos la violencia cotidiana de México tal cual es, sin tomar partido. Saul y Leonel, hermanos que no se tienen más que el uno al otro en el mundo, son los coprotagonistas de la novela coral. Nacidos y criados en medio de la miseria y la crueldad, son los jefes de la banda de secuestradores, cuyo mecanismo está descrito a la perfección por el autor: los iniciadores, el levantador, los que vigilan a la víctima, etc. Un mundo de extorsión, violencia y muchas veces muerte dirigido por Saul de manera implacable.
Hay dos secuestrados casi por accidente, de nuevo de manera incomprensible. Su historia y la desesperación de sus familias vertebra el libro. Hay amor, hay lucha por la justicia, hay una pelea constante de las víctimas de otros secuestros y de otras muertes por acabar con sus fantasmas, hay emoción sin trampas, hay un final triste y bello.
Son dos thrillers escritos en español, por dos autores muy distintos pero que cuentan algo en común: la violencia y la basura que se infiltra en todos los estratos de la sociedad. No se engañen: allí y aquí, a los dos lados del océano. Lean y disfruten.
Hay 1 Comentarios
Mucho tiempo sin tus noticias. Qué bueno que apareciste.
Por tu recomendación ya leí "El Puñal". Extraordinario en muchos más aspectos.
La segunda, encuentro LA CHICA IBM: HISTORIAS DE UN SECUESTRO Autor: FRANCISCO J. CORTINA VELARDE. ¿Será el mismo?
Publicado por: Ana Petrook | 12/01/2016 18:22:38