Se busca psicópata. Razón, Los Kepler

Por: | 02 de febrero de 2016

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Arranca un martes menos halagüeño que ayer, si nos centramos en el sol. Pero no estamos aquí para hablar del tiempo, así que la suerte sigue con nosotros. Nuevas mesas planteadas para esta segunda jornada de BCNegra. Igual de negra. Con mucha gente. Misma ubicación. Y con el mismo Paco Camarasa que da la bienvenida al público y se sienta a escuchar. El comunicado que circulará a lo largo y ancho del territorio español, con parada en festivales de género, también ha venido. Porque las seguimos queriendo vivas. Siempre.

Ayer se lanzó la piedra y nadie escondió la mano. Tengo más piedras. Va la segunda: autores abren el correo y encuentran una pregunta. Muy comprometida. Personal. Por seguridad, dicha cuestión no será desvelada, ya lo dije. Lo mantengo. Serán publicadas las respuestas al final de esta crónica. Al final de cada una de las crónicas de toda la semana.

Pueden leer la primera entrega de esta serie de crónicas aquí

Que empiece la función.

 

 

Se busca psicópata para próxima novela negra

En la búsqueda de la línea que une o separa la antropología de la novela negra, tres mujeres. Del mismo lado. Sin posibilidad de perder porque no siempre se trata de arriesgar. Hechos. Sólo eso. O nada más y nada menos.

4Verena Solcke modera y trata de explicar, junto a la autora María Orduña y la antropóloga Dolores Juliano, qué tiene que ver la antropología con la novela negra. María escribe Puerto escondido, compuesta por dos partes, durante su año de “descanso” después de ser madre. Dolores y Verena son y se declaran feministas. Verena ha trabajado durante los últimos diez años en la version práctica de la biotecnología usada o enfocada para mujeres. Ambas participan en el club de lectura creado, originalmente en la mítica Negra y Criminal, de novela negra. 

Puerto escondido, asegura Solcke, le apasionó por cómo la autora logra establecer tensa curiosidad con respecto a cómo soluciona lo que parecen, en primer lugar, dos historias. Hasta la mitad del libro no es evidente su relación y se confunde con una unidad, pero no vamos a desmontar el misterio sin que tengan oportunidad de acercarse a la novela e investigar. Pero  lanzo un par de pistas, nunca están de más; el aperitivo viene así: estamos en 2013, un joven heredero inglés, Oliver, recibe en donación un inmueble en Cantabria, la casa donde vivió su familia materna. Hay que meterse de lleno en la restauración de dentro hacia afuera. Para que se vea bien, bonita y nueva. Pero, oh!, un bebé emparedado rompe sus esquemas a la vez que la respiración. Tiene algo encima, sobre la sábana que lo envuelve: una esfinge del dios de la lluvia mesopotámico. Y ya. No spoiler.

Llega la segunda parte y cambia de registro: inicios de la Guerra Civil y hasta finales de los cuarenta. Los personajes son una familia, compuesta por los padres de tres hijos, en la que las hijas del matrimonio se muestran como el eje de la trama. Se nota el cuidado de la autora en la recuperación de la memoria de un pueblo y las minucias propias de la Guerra Civil. Esta familia pobre y que vive en un entorno rural, se refugia de los bombardeos nacionales en una cueva, donde muere la madre y el niño mas pequeño. La pobreza y la viudedad hacen que el padre distribuya a las hermanas en casas de familiares cercanos. Aparece LA voz en off que acompañará al lector, aunque no se sabe muy bien por qué hasta cerrar la novela. Las hijas pasan a ser mucamas de familias burguesas donde Clara, una de ellas, es dirigida e inspirada por el deseo de seducir y casarse con el hijo de una de ellas.

2En este punto de la mesa, ha quedado más que patente que los personajes fundamentales son mujeres, tanto las hermanas-eje como las profesionales del cuerpo de la policía, incluso hay un personaje que hace alusión a Dolores Redondo a través del apellido.

El personaje de María Mújica, antropóloga, hace de nexo entre ambas partes. Es una unión, también, en un sentido mucho más literal y en la medida que, como antropóloga forense, puede identificar genes y descubrir vínculos entre ellos. Entre los que no saben que son familia. La autora pretende demostrar que, a partir de lo tangible, se puede llegar a saber por qué su personaje ha hecho o pensado tal cosa. Oruño desenreda, junto a la teniente Valentina, la maraña creada para conseguir una estructura compleja y hacer que parezca sencilla. No busca sangre gratuita y huye de la escatología. Es muy procedimental en cuanto a la Guardia Civil, por ejemplo, aunque dice utilizarlo como herramienta para conseguir verosimilitud.

“Me fascina saber hasta dónde somos corteses o cumplimos las pautas sociales, por eso ubico a los personajes en situaciones limite”.

1Dolores Juliano toma la palabra, y comienza con la cita “cuanto más grande y colorida sea una ciudad, más rincones tendrá para ocultar sus pecados(…)”.

Lo hace para dar solidez al hecho de que el crimen es una parte consustancial de la vida. El tema central es analizar la transgresión, el superar la linea de la norma. 

Juliano habla de la búsqueda a través de la sociologia, demostrar la tendencia, si crece o disminuye en número en determinada franja de edad, etc.

Cuando se habla de novela policial, asegura Dolores, es inevitable no hacer el acercamiento obligado con las ciencias sociales: la misma sociedad y la misma época, aunque una y otra se planteen distintas preguntas. En la novela de género se da voz a sectores que en otro género serían mudos (delincuencia, cárceles), y en la ciencia social también están patentes y son foco de estudio, pero no forzosamente del mismo modo o con el mismo objetivo. Defiende, asimismo, que el auge de este tipo de literatura no se explica porque se produzcan más delitos que en otras sociedades o momentos históricos, pero las estructuras de poder manipulan y alientan esta producción porque generan la conciencia de la vulnerabilidad de nuestro cuerpo; es coherente con el discurso de los medios y de los políticos, según el cual la sociedad es peligrosa y necesitamos medidas de protección. Nos agrada a todos porque podemos utilizarlo en el sentido contrario, ya que satisface algunas expectativas de nuestra vida.

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Dice que se superan tabúes a través de la novela negra y el mayor, actualmente, es la muerte. Nuestra sociedad se lleva mal con la muerte. Hacemos ver que la muerte no existe y seguimos una colección de consejos para mantenernos saludables, aunque no funcionen. Todo a través de transformaciones que hacen virar el tema en aceptable, sobre todo porque la novela policial es contingente, podría ser evitada, accidental en el sentido que puede suceder o no y, además, puede ser controlada y susceptible de previsión por el aparato policial. Igual, al doblar la última página, la muerte se “ha arreglado”. 

Con el tiempo extinguido, Verena pregunta a la autora por el origen del título de su novela y ella lo explica como un lugar de templanza, secreto y casi inconfesable; es cierto, sentencia, eso que todos tenemos: el sitio de mi/tu/su recreo.

Respiramos entre el aire mortuorio de la ciencia y la ficción para dar paso a la segunda de las mesas, moderada por Nacho Cabana y compuesta por primeras novelas: con toda la ilusión. Y la esperanza.

Recordatorio, previo, de Camarasa porque así no se olvida nada, a nadie: los que se echan de menos: de menos: González Ledesma, Moncho Alpuente, Rafael Chirbes, Margarita Riviere, Mankel, William McInvanney, José Luis Serrano, etc.

 

Maybe, maybe

 

La conversación arranca con la recreación de una escena de cine. Maine y un lago maravilloso, con todo el tiempo del mundo para escribir una novela en una mansión imponente. Llamada del editor interesado en el proceso de avance: un capítulo en seis meses. Uno. En seis. Bien. No pasa nada. Nos sobra el tiempo. Porque estamos en una película americana y en Maine, en el ficticio Maine, no hay prisa. Pero no es la realidad de los que ocupan la segunda mesa de esta tarde. Con sus primeras novelas, que contienen las firmas de Nacho Abad, Carmen Conde, Edmundo Díaz Conde, Gema García-Teresa y Elena Torres.

Mix2Nacho intenta mostrar en su novela, La verdad esta equivocada, si la maldad y la culpa es intrínseca al ser humano o disponemos de un disco duro en el que grabar información que nos convierta o nos haga dejar de tener estos rasgos criminales.

Carmen Conde lanza algunas pistas sobre la suya: un espía ruso que roba el coche de la protagonista, una adicta a las pastillas por culpa de una hipocondría; hay persecuciones, huidas, un viaje Bilbao-Palermo, a San Petersburgo. El personaje explica, a través de sí, el por qué de su medicación obsesiva. Dos tramas en una y con un comienzo amable, con un tono de entretenimiento, aunque al final nos aseste el toque de gracia.

La novela de Elena Torres habla de las heridas no cerradas de un periodo histórico no tan lejano como fue el franquismo: el sentido de viajar en el espacio y el tiempo para escapar de los propios fantasmas. Elena cuenta que, en 1976 y después de una manifestación antifranquista, un grupo de fuerza propina una brutal paliza a una de las manifestantes. La dan por muerta en ese momento, pero consigue sobrevivir. Los agresores no son localizados pero ella sabe que siguen ahí, los siente y sospecha quienes son aunque no se anima a decirlo por miedo.  Su solución, por tanto, es rehacerse físicamente de las secuelas de esa paliza extrema e intentar hacer lo mismo con las psicológicas. En esa época no existían, como hoy, los gabinetes de psicólogos dispuestos a someterla a terapia, así que ella inventa la suya marchándose. La autora ha querido dar voz narrativa a la víctima y, a partir de ese punto, entender lo que ella siente, cómo ha vivido la horrible experiencia. Regresa años después, ya es otra época y ella es mucho más madura. El motor es descubrir si hay alguien dispuesto a rematar la faena.

Edmundo ubica su novela en el Chicago de los años veinte. El paso del cine mudo a sonoro, la emigración española a Hawai o la hipnosis son los temas que pisa el autor mientras desarrolla la investigación de cinco asesinatos ocurridos entre 1924-28 en Illinois. Le pareció la época idónea para ubicar una historia de redención y, a la vez, de violencia. Los protagonistas son españoles que emigran a EEUU vía Hawai, que en aquel momento era protectorado americano, como mano de obra barata; pero la verdadera protagonista es una estrella de cine rutilante que se siente atraída por hombres jóvenes y ese aura de eternidad que le transmiten. Se los roban. Los matan. Uno detrás de otro.

Gema, por su parte, demuestra con su novela que el rímel y la quetamina no están reñidos, dando el punto justo de chick lit y el dibujo del mundo árabe, que es más que un escenario. Describe su primer trabajo como una trama detectivesca que tiene en su modelo las novelas clásicas británicas, aunque se diferencia en que la sociedad árabe no son un simple personaje secundario ni parte de atrezzo, sino los protagonistas reales.

8

“No es sórdida, ya que el tono es amable a pesar de los muertitos. Hay humor y se puede considerar una comedia”, dice.

Así, con la muerte amable, se cierra la mesa. 

 

Los Kepler

 

BCNegra ha tenido un gran impacto en esta edición, pero lo cierto es que la fila que se ha creado ante la puerta del Conservatorio del Liceo esta tarde, para escuchar a los suecos Kepler, ha sido exagerada. 

El elemento clave de la psicologia criminal, dice Camarasa, están ante el público, sentados enfrente de ellos. El tándem formado por Alexander Ahndoril y Alexandra Coelho. Paco agradece a ambos la creación y escritura de sus novelas. De Kepler. Lars Kepler. Lo hicieron, cuentan ambos, con el objetivo de mantener su identidad en secreto, pero se filtró por el éxito internacional, así que decidieron “dar la cara” y encontrarse con los mas de cinco millones de lectores que ya les pisaban los talones.

2Antes de iniciar su carrera conjunta, ambos ya tenían una individual y consolidada: los dos han sido internacionalmente premiados. Al principio, la lucha entre ellos, durante el proceso de escritura, era inevitable por la diferencia entre sus estilos literarios. No encontraban la manera de hacerlo sin discutir. Lo intentaron con libros infantiles, pero fracasó. También probaron con el teatro (ella había sido actriz y él dramaturgo). Tampoco. Dejaron que Alex y Alex se quedaran a solas y así llegaron a usar el último de los cartuchos: crear una sola voz con cada una de las suyas; Kepler en homenaje al científico alemán, y Lars como tributo a Stieg Larsson, del que Alexandra dice no entender el crecimiento de la escritura propia si no hubiera sido bajo su influencia. De repente, se vieron sumergidos en el nombre y consiguieron ser una única voz, con la intención clara de crear el mejor libro posible que, a priori parecía una tontería, pero les estaba volviendo locos. Lo maravilloso es que funcionó. Estaban mas que decididos a mantenerse en el anonimato e incluso se lo ocultaron a su familia cercana, incluidas sus tres hijas. Cuando ellas eran pequeñas y hablaban, compartiendo la comida o la cena, de matanzas solían hacerlo en inglés para que no les entendieran. Pero ellas han crecido. Y saben inglés. De ese modo, dice Alexandra, saben la clase de calaña que tienen en casa.

3Alexandra ubica la procedencia de sus historias en el miedo, en el momento en que tratan de encontrar el punto más honesto de su fuero interno para enfrentarse a ellos. Asegura que ese miedo nació a la vez que nacieron sus hijas, a las que no dejaron leer sus novelas hasta haber cumplido quince años. Ya ha ocurrido y, aunque no les preocupa esconderles a violencia o el sexo, para ellos era extraño; hasta que una de ellas quiso poner calma con un “mamá, ¿sabes?, tenemos internet”.

Paco Camarasa y Pilar Argudo instan a los protagonistas de la mesa a recordar sus primeras novelas para ahondar en el tema de la recuperación de su hipnotista. El dolor que disipa una experiencia hasta casi hacerla desaparecer de la mente. Este recuperador de recuerdos está presente, como eje principal, en esta última novela que hoy traen a BCNegra.

 

Tiempo acabado. Fin de la segunda jornada. 

 

Y no, no lo he olvidado. El valiente de hoy; una respuesta a la pregunta que no puede ser mencionada ni escrita:

 

Edmundo Díaz Conde: “Un papel esencial. Y también en la novela negra, por supuesto. Es más, creo que el humor es lo que, en último término, pone distancia entre una novela mediocre y una buena, entre una buena y una mejor. Creo que el humor, en sus diferentes variantes (ironía, sarcasmo, mordacidad, causticidad...) es el mejor lubricante para el artefacto narrativo. Aunque, a veces, casi indetectable, siempre debe estar ahí. Es una modesta llave que abre las puertas de la percepción. Pone nuestra curiosidad a trabajar, nuestra atención en marcha. Nos dibuja de repente una sonrisa leve y nos hace tomar aire para proseguir la lectura. En la ficción, como en la vida, es reconfortante. ¿No? Me parece que la ficción artística, incluso en sus intrigas más trágicamente negras, sale muy beneficiada si el tratamiento del humor es el adecuado. Lo cual no es nada sencillo, desde luego. De ahí que un mal autor lo utilice de manera ramplona; y que un autor mediocre renuncie a él. Es más, poniendo el énfasis en el noir, creo que sólo se puede aspirar a una cierta excelencia sin tomarse la ficción criminal demasiado en serio. Un poco, se me ocurre, como pasa con la vida.”

 

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