La resurrección de Harry Hole

Por: | 22 de abril de 2016

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Detalle de la portada de la edición en español


Harry Hole es como un agujero negro. Envejece muy despacio. Y morirá, pero no voy a decir ni cómo ni cuándo. Lo que puedo decirles, es que no va a resucitar”. Así hablaba Jo Nesbo sobre su personaje
en una charla en Lyon acerca de los grandes héroes de la novela negra junto a Sara Gran, Arnaldur Indridason, Craig Johnson y Deon Meyer, ahí es nada. Y lo cierto es que uno empieza Policía (Roja y Negra, traducción de Carmen Montes) y se queda estupefacto ante la frescura del personaje tras diez novelas, una serie que, con sus altibajos, ha puesto a Hole en la primera fila de los héroes de la novela negra.

Me van a perdonar, pero para hablar de este libro hace falta caer en el SPOILER del anterior, pero si no es como no contar nada. Dado el brutal final de Fantasma (también en Roja y Negra), nuestro héroe no aparece en las primeras páginas nada más que como una referencia en boca de otros mientras que, como en un juego de sombras, intuimos qué ha podido ser de él. Cuando finalmente entra en escena lo hace con fuerza, con sus obsesiones, alejado del alcohol, sí, pero en el fondo tan particularmente atormentado, tan lleno de dudas, tan brillante y tan oscuro como siempre. Pasen y lean.

 

Cuando empiezo las novelas de mis héroes preferidos ya entrados en años lo hago con algo de miedo y escepticismo. Si han pasado de determinado número de entregas suele haber bajones y siempre temo encontrarme con uno. Tras el final de Fantasma, con el cuerpo de Harry Hole lleno de plomo, no sabía qué esperar. En las 130 primeras páginas Nesbo nos cuenta los terribles asesinatos que están ocurriendo en Oslo: alguien está matando a policías en los lugares donde se cometieron crímenes que ellos no pudieron resolver.  Sus antiguos compañeros (la inestable, brillante y atractiva Katrine Bratt; la mujer de la memoria infinita, Bate Loom o su antiguo jefe) necesitan a Harry, su infinita perseverancia, su récord impoluto de asesinatos resueltos.

Nesbo sigue de manera mucho más clara que en otras ocasiones la trama de la novela anterior, sobre todo en su aspecto político. La historia paralela de corrupción, sexo, obsesiones y poder en la cúpula de la policía y el Ayuntamiento, que sirve al autor para introducir ese matiz crítico, se desarrolla de manera inquietante en esta entrega.

Pero el héroe no está y cuando aparece sigue sin estar. Ahora se dedica a otra cosa, vive de otra manera, roza la felicidad y la estabilidad. Por ahí anda también la bella Rakel e incluso Oleg. Pero él sigue enganchado a su instinto y el Club de los Policías Muertos no le deja en paz.

Hay un malo, claro, muy malo, muy bien descrito, con algo de esa maldad tan humana y tan inasible que me recuerda al Mr Pudd de John Connolly. No es un asesino en serie superior, inteligente y casi perfecto como El muñeco de nieve. Es algo más inquietante.

La novela juega con el lector en giros que pueden enfadar a algunos, pero que a mí me gustan y que sé que a más de uno le han hecho tirar el libro al suelo de rabia. Esa misma forma de contar es la que me obliga a dejarlo aquí, que ya creo que he ido demasiado lejos.

Hay un momento de un humor triste en el que su compañero del colegio y quizás único amigo, el taxista alcohólico Oysten, le dice: “Eres el tío más jodido y aislado que conozco”. Seguramente. Pero somos muchos los que le queremos. Si sigue así de auténtico, larga vida.

Hay 2 Comentarios

Por eso es el más grande, amigo......

Cuando acabé Fantasma casi me muero...el capullo de Nesbo consiguió hacerme creer que Hole habia muerto...y de qué modo...qué agonía!!!

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