Antes de que cierre la puerta de casa detrás de mí, mi perra, Matilda, se queda quieta, mirándome. Fantaseo con lo que querría decirme si pudiese hablar:
1) Ya era hora de que me dejaras a solas con el oso de peluche.
2) Qué bien, ahora podré dormir la siesta en paz sin que me pegues esos sustos cuando te mueves.
3) ¿Te largas? Cuando llegues, te va a hacer fiestas el vecino de enfrente.