Anarela Morales y Audrey en el Centro de Día DIEM
Los animales son incapaces de juzgar a alguien por su apariencia o comportamiento. Así lo comprobó Anarela Morales, de 29 años, que tiene trastorno límite de personalidad –una condición mental que afecta su estabilidad emocional y de conducta–. Hace un par de días, se puso muy nerviosa y, tras una discusión con un monitor del centro de rehabilitación que frecuenta, éste tuvo que sujetarla para que no se hiciera daño. Al mismo tiempo que el monitor se alejaba de Anarela, decidido a dejar de hablarle, una dálmata de siete años llamada Audrey se acercaba a ella para hacerle compañía.
Audrey y Lolo –un labrador de dos años que es la personificación de la ternura– forman parte del “equipo animal” de SoulCan. Anarela, que también tiene inteligencia límite, acude a sesiones de Terapia Asistida con Perros (TAP) guiadas por el “equipo humano” de esta asociación en el Centro de Día DIEM, para personas con problemas de salud mental y alteraciones de conducta. Es un centro gestionado en Madrid de forma concertada por la Fundación Carmen Pardo-Valcarce. Aunque se define como una persona nerviosa y un poco agresiva –“tengo un problema que es la impulsividad”–, Anarela cuenta que con la ayuda de Audrey ha mejorado: “Si está al lado me controlo un poco. Me deja más tranquila”.