El pasatiempo favorito de mi perra Matilda es correr como si su vida dependiese de ello. Dibujando requiebros y atajos para que su mejor amiga, Agua, no la capture. O viceversa. Su segunda ocupación predilecta es esperar, el vientre en el suelo, a que la bulldog francesa se le aproxime con paso lento de pantera hasta que, muy cerca, dispare de nuevo la carrera. Finalmente, llega el cuerpo a cuerpo: revolcones, mordiscos en las orejas, el morro o las patas y sonidos de diversa agudeza e intensidad. De vez en cuando, el contacto se vuelve más áspero y los arrumacos sonoros se convierten en algo muy parecido a un ladrido. ¿Se han enfadado? ¿Lo suyo es amor o están cantándose las cuarenta? ¿Cómo distinguir si juegan o se pelean? He aquí algunas pistas: