El teléfono de Amparo sonó a las 21.55. Cuando descolgó se quedó de piedra. Acababa de salir de una reunión de la Federación de Protectoras de Animales de Cartagena (Murcia) Animur que ella misma preside. Era tarde ya y pensaba irse a casa a descansar. Al otro lado del móvil, la voz nerviosa de un vecino de la zona, Silvestre Martínez, le pedía ayuda. Acababa de rescatar de una poza llena de alquitrán a tres cachorros que se debatían entre la vida y la muerte. A las 22.05, Amparo llegó junto a Ana Rama, expresidenta de la Asociación Cuatro Gatos de Cartagena, a la finca abandonada donde se encontraban los héroes improvisados. Llegaban con tan solo una furgoneta plastificada por dentro y el corazón en un puño.