En casa del fotógrafo Christian Schallert: vivir en 22 metros

Por: | 20 de febrero de 2013

Me he colado en el ático del Christian Schallert  (Austria, 1.978), porque quiero mostrar a Manuel y a José, dos lectores que me reclaman soluciones para espacios minúsculos, cómo este fotógrafo y publicista ha convertido un depósito de 22 metros cuadrados (con balcón) en un hogar que aúna las prestaciones de un piso de hoy con la diafanidad de un loft y las vistas panorámicas de una terraza-mirador. Es como vivir en un camarote de lujo que rinde pleitesía al diseño. “Es mi pequeño barco en el aire”, concreta Schallert. 

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“Cuando estoy en la cubierta de mi casa, y tengo toda la ciudad de Barcelona a mis pies, siento que mi ático es el más grande del mundo”./ CHRISTIAN SCHALLERT

Encajar un gran sueño en una realidad pequeña requiere visión y empeño. Lo sé por propia experiencia. Hasta los 25 años viví con mis cuatro hermanos y mis padres en un piso obrero de unos 50 metros cuadrados. En un espacio reducido y estructuralmente precario, crear un habitat que emocione parece inviable y lejano. Es difícil percibir la belleza cuando está cubierta por una piel de asno. Solo cuando alguien mira -y te enseña a mirar- más allá de lo inmediato, surgen proyectos que sorprenden e invitan a pedir ‘lo imposible’. Fue una visión lo que transformó este cuchitril de 22 metros cuadrados (sin condiciones de habitabilidad y situado bajo la cubierta de un inmueble de más de 150 años en casco antiguo de Barcelona) en un ático con vistas panorámicas a Barcelona. 

El punto de partida: un depósito de agua con acceso a un balcón Casa antes 1 Casa antes 2

¿Los retos? Proyectar amplitud, luz, paisaje, confort, lujo y calidez Inspiracion 1 Inspiracion 5 Inspiracion 4 Inspiracion 3

 

 

 

 

Encontrar el profesional que vislumbrara ese sueño fue como predicar en el desierto. Varios proyectistas declinaron la oferta tildándola de ingenua. Pero Christian Schallert persistió. Tiene algo de loco y de artista. Quizás, por eso, tras acabar sus estudios de economía, apostó por estudiar diseño gráfico y fotografía. En 2.003 se instaló en Barcelona, donde ha montado su propia agencia creativa. Su lema es sencillo: “just do it”. Con esta filosofía, Schallert se lanzó a rehabilitar este espacio, cuando la arquitecta italiana Bárbara Appolloni aceptó el reto. Inspirándose en los camarotes de los barcos, Apolloni ha encajado, en apenas veinte metros, todas las piezas y funciones de una casa. Pero respetando la imagen depurada y diáfana de un loft, para sumar amplitud a las prestaciones. Para convertir lo pequeño en útil, grande y bello.

1.Vaciar el centro. La idea es que los pies, los ojos y la luz circulen sin cortapisas. Para  disfrutar de amplitud visual y real, hay que despejar el espacio central.  
2.Utilizar las paredes para guardarlo todo (mesa, cocina, electrodomésticos, armarios..). Presionando las puertas, los elementos se muestran sólo cuando se necesitan.
3.Apostar por la austeridad. Solo dos materiales: madera para crear la calidez de un barco y viroc (mezcla de hormigón y madera) para insuflar riqueza táctil en paredes y suelo.   

FOTO 6 FOTO 7“Para vivir se requiere vacío”, pontifica Appolloni. Por eso, despeja el centro y aprovecha los muros para guardar muebles y electrodomésticos. Aquí no se renuncia a nada, pero no hay casi nada a la vista. Cuando Schallert no se viste, cocina, come o duerme, su vivienda es “un cubo vacío”. Parece la cubierta de un barco. Sólo se ve la ducha: una cabina de cristal. "Para ducharse en libertad mirando la calle y escuchando el sonido del agua desde la cama", apunta Schallert. Se buscan sensaciones. Y también austeridad decorativa para crecer en metros. Sólo dos materiales: madera para aportar calidez, y viroc -una mezcla de cemento y madera- que insufla riqueza táctil en paredes y suelo. 

4.Rotar funciones. Olvidarse de lo fijo. El espacio se puede transformar varias veces al día. Con muebles que se muestran o se esconden en las paredes, el ático es un comedor, un estudio, una cocina o un dormitorio.
5.Diseñar orden. Con un sitio para cada cosa, se ordena el caos. En lugar de muebles dispersos, muros de almacenamientos zonificados, para tenerlo todo a mano.

FOTO 5 FOTO 8En cuestión de segundos, todo cambia. Si se necesita cocinar, basta levantar un trozo de pared para que surja un equipo básico: doble fogón, lavavajillas, pica, mostrador y microondas. Cerca, y tras un panel, está el frigorífico, que da servicio a la zona de comer. Con sólo abatir un frente en la pared de enfrente se disfruta de una gran mesa. Las escaleras de acceso a la terraza funcionan como un banco, del que se extrae una amplia cama oculta bajo el suelo de la terraza. El mecanismo de mostrar y esconder piezas funciona porque todo está justo donde se necesita. En lugar de muebles dispersos, hay muros de almacenamientos zonificados, que agrupan los elementos por funciones y usos. 

6.Abrir la casa al exterior. Con un cerramiento que ocupa todo el muro y desaparece (al abrirse por completo) el piso se prolonga en el balcon y en la calle. El espacio llega donde llegan los ojos. 
7.Conquistar el cielo. Reforzando el techo del ático, la cubierta se hace habitable. Acoge un chill out, una bañera y hasta una lavadora.

FOTO 4 FOTO 2La puerta de acceso al balcón se ha hecho gigante. Ocupa toda la pared y el cerramiento se abre por completo, para  desaparecer y lograr que el interior se prolongue en el exterior. Pero hay más. Para conquistar la ciudad, Appolloni ha reforzado el techo de la casa. La cubierta, antes intransitable, es ahora una plaza-mirador que añade 22 metros útiles a la casa. Además de la lavadora (oculta en el armario de la caldera), hay un chill out para las reuniones y una bañera de madera para darse un baño. "Cuando calienta el sol, uno se siente en mitad del océano, navegando entre la tierra y el cielo", dice Schallert.  “Este piso es mi pequeño barco en el aire”. 

 

PLANO CASA

 

Superficie: 22 metros cuadrados + 6 metros de balcón terraza+ 22 metros extras al crear una terraza en la cubierta
Presupuesto: 120.000 euros (casa) y 80.000 euros (reforma).
Proyecto: Bárbara Appolloni
Fotógr
afoChristian Schallert

 

 

¿Cómo imaginaste una vivienda en un espacio tan pequeño? ¿Alguna fuente de inspiración?  Siempre me ha fascinado la fantástica casa que aparece en una de mis películas favoritas: El Guateque ("The Party"). Aparte del mobiliario de los años setenta, me encantan todos estos gadgets estilo James Bond. En 22 metros cuadrados no podía montar demasiados artilugios automáticos, pero por lo menos he logrado que todos los armarios de mi casa se abran  con simples toques con los dedos. Y utilizo el control remoto para subir y bajar una pantalla gigante en la ventana, a fin de que no me moleste el sol en la cara por la mañana.

¿Qué es, para ti, una casa? Es el reflejo de tu estado personal. Una casa habla de ti y de tus gustos: de quién eres, de si eres una persona casera o no, indica si habitas solo o si compartes … Mi casa no es para vivir mucho dentro de ella. Es más bien para dormir y pasar unas horas el fin de semana.

¿Buscabas un look náutico en tu vivienda? Quería una estética de camarote, incluso de container, pero de lujo y con todo el confort de una casa normal.  Me he criado en Austria, en Vorarlberg (al lado de Suiza y Alemania), en una región que es líder en el  diseño de madera en casas. Así que tenía muy claro que la mitad de mi casa tenía que ser de madera. La otra mitad acabó siendo también de madera: madera mezclada con hormigón (o viroc). También buscaba una casa abierta, así que me enfoqué en los cerramientos. Para crear sensación de libertad, esta casa tiene la posibilidad de unirse a la terraza con un ventanal de apertura total.

¿Qué es lo que más valoras en esta casa? Las vistas. No me canso de mirar la ciudad desde la bañera y ver la calle mientras me ducho. No soporto las duchas escondidas en baños cerrados. Es muy relajante escuchar el sonido del agua, y mientras estoy en la cama poder mirar como mi pareja se ducha.

¿Qué te emociona, te encanta o anhelas? Me emociona mi pareja. Me encanta viajar a países que aportan un choque cultural (Bangladesh o India, por ejemplo). Y anhelo el agua. Ya sea la de un lago, la del mar, la de una fuente termal, la de un baño árabe o japonés o, incluso, la de mi bañera.

¿Le das importancia a tu imagen? Antes era un gran deportista. Jugaba al tenis y acudía al gimnasio tres veces por semana... Ahora, me basta con una clase de Pilates privado a la semana. A todos nos gusta sentirnos bien, pero mi definición de belleza ha evolucionado. Con el tiempo, he aprendido a vivir con mis imperfecciones. Ya no tengo, por ejemplo, ese volumen de pelo que tenía...  Me queda, más bien, poco. Pero cada vez me importa menos. Creo que lo esencial es ser auténtico y estar contento con uno mismo. Esto se refleja en tu cara y te hace guapo.

¿Alguna ‘herramienta’ secreta para reconstruirte cada día? Mi licuadora (ja,ja,ja...) que me hace los zumos más potentes del planeta con todo lo que encuentro en la nevera: zanahorias, pepinos, naranjas, espinacas, jengibre, remolacha...

Hay 1 Comentarios

Interesante. Mucho más interesante sería que este tipo de construcciones en espacios reducidos se ampliasen a un buen número de ciudadanos.

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¿En tu casa o en la mía?

Sobre el blog

Abordar la casa y sus aledaños desde el punto de vista de la gente que la inventa, la construye y la disfruta con ideas frescas, desprejuiciadas y transversales. Para ayudar a soñar a la mayoría en su día a día.

Sobre la autora

Ana Martínez Nebot

. Estudié periodismo para conocer a las personas que cambian las cosas. Trabajé en revistas económicas para financiarme la carrera. Impulsada por la pasión me centré en la decoración. Y descubrí que las cosas y las casas cambian a las personas.

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