Con desparpajo y racionalidad a partes iguales. Las viviendas pequeñas deslumbran y doblan perceptivamente los metros con la irrupción de fogonazos de lucidez en escenarios perfectamentante milimetrados. Hay trucos de experto muy conocidos: una distribución abierta a las personas y a las vistas (interiores, además de exteriores), un equipaje ajustado a las necesidades esenciales (que suelen ser pocas) y una iluminación múltiple y a la carta. Pero un buen proyecto ofrece más: ideas que sorprenden. Chispazos de ingenio que estimulan y zarandean los paradigmas establecidos.
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Proyecto 1: Desplegar posibilidades. Para no estar presos entre las cuatro paredes, el proyectista Héctor Ruiz-Velázquez rompe la dimensión ortogonal, estática y bidimensional de la vivienda multiplicando planos: plegando un espacio sobre otro. Una estructura de Dm colgada con unos tacos del forjado de hormigón forma insólitas geometrías triangulares. La zona de estar se cobija bajo el ala de una estructura que alberga arriba el dormitorio. La casa es un pliegue habitado. Un ejercicio de papiroflexia./PEDRO MARTÍNEZ