Este jardín es la vida de un hombre. Ni de un arquitecto, ni de un paisajista. Solo de un hombre: Alberto Domingo, que construyó poco a poco su propio paraíso. Además de un exterior, es un interior. Una narración en constante evolución en la que toman forma desde su pasión adolescente por los bonsáis, la naturaleza y los bosques hasta su sensibilidad adulta esculpida con arte, paciencia y tiempo. Domingo no solo buscó la belleza intrínseca de las proporciones, sino un estado de paz mental.
El punto de partida para acercarse a este jardín y a su propietario y artífice, Alberto Domingo, es comprender el concepto japonés “wabi”, o la cualidad de la pobreza voluntaria. En Oriente, la decisión de ser “pobre" implica dejar de ser dependiente de lo terrenal -la riqueza, el poder o la reputación- para disfrutar de la vida en silencio. Y fue con este propósito que Alberto reinventó el paisaje inglés de su nueva casa en La Garriga (Barcelona) para pintar “ese paraíso perdido que según Rubió i Tuduri debe ser un jardín”. Se trataba de imaginar un espacio para empezar de nuevo. Y Alberto abocó en él su anhelo por la contemplación, su pasión por los bosques y ese sentido innato de armonía que acabó de desarrollar en Tokonoma, donde se introdujo en el arte del bonsái. El resultado es este microcosmos zen basado en la proporción (“que es la esencia de la belleza”) y que respeta el “sabi” o la huella del tiempo. “Más que inventar un jardín, amplié y mejoré el que hicieron John y Candy, los anteriores propietarios", me contó Domingo. "Lo ordené, cree ‘chi’ y movimiento, y proyecté espacios desde donde contemplar y perderse en un paisaje sin límites aparentes".
La apariencia de “gran” jardín se logra con una ilusión de aislamiento y escapismo construida con tiempo, intuición y ojo fotográfico. Con la paciencia de un monje, Alberto Domingo se dedicó durante doce meses a observar el jardín hasta sentirlo. "Cada día me sentaba en un ángulo y permanecía atento a las vistas y a los sentimientos que experimentaba". Y tras un año de almacenar “lo invisible”, proyectó este pabellón flotante desde el que modeló vistas que enfatizan la expansión. Dispuso montículos de tierra, árboles, rocas y plantas que velaran las casas del entorno, aislaran el jardín y definieran varios planos (inmediato, medio y posterior) con los que proyectar profundidad y “ese punto de fuga que te hace entrar en el paisaje”. “No es más que una ilusión óptica -me apunta Alberto- pero la sensación es real y está al alcance de todos, porque no precisa de metros sino de proporciones”.
El pabellón de madera, el estanque y los montículos ondulantes cubiertos de rastreras forman el plano inmediato y más cercano del jardín. Diferentes caducifolios (hayas, castaños de indias, robles y un arce sacharinum, un liquidambar y un carpe) dibujan un plano posterior, que atrapa el horizonte y acerca visualmente una montaña que está a más de 20 kilómetros. En el futuro, varios pinos esconderán estos troncos, para delimitar un plano medio, y crear una perspectiva sin límites aparentes. Un jardín infinito en el que evadirse del todo./JOAN MUNDÓ
La mezcla de árboles y arbustos perennes y caducos ayuda a exhibir y disfrutar todas las estaciones. En primavera, Alberto se deleita con el verde brillante de la vegetación y la floración de los bonsáis. Durante el verano, lo que más le emociona es como el sol ilumina el follaje y hace resplandecer los kois de colores que pueblan el estanque. Cuando llega el otoño, la vista le queda atrapada en las tonalidades encendidas de las hojas del carpe. Y, en invierno, se deja seducir por la arquitectura de los troncos desnudos de algunos árboles./JOAN MUNDÓ
Para gozar de la vista y del sonido del agua, el elemento que simboliza el incansable paso del tiempo, Domingo ha construido un gran estanque que parece estar ahí desde siempre. La ilusión de antigüedad la crean las piedras. Se trata de rocas de bosque negras de gran tamaño (entre una y tres toneladas cada una) que están cubiertas de musgo natural. Para mantener esta envoltura, un sistema de micropulverizadores rocía agua cada dos horas durante cinco minutos./JOAN MUNDÓ
Hay 9 Comentarios
Apreciados Cocinar con-ciencia, Fafaseda, Oscar Herrera, Parafafa, Beatriz y Pulseras. Me alegro mucho que os haya gustado este jardín. éste era el propósito: regalaros una dosis de belleza y emoción, como la que sentimos Joan Mundó y yo durante el día que duró la sesión fotográfica.
Como le comenté a Juan Carlos por e-mail, coincido plenamente con su comentario. Las imágenes de Joan Mundó evocan cierta magia, igual que la película de Girard basada en la novela de Baricco, uno de mis autores favoritos.
Para conseguir este efecto en neblina, como hacen siempre los ingleses, fuimos a fotografiar el jardín un día nublado. Fue un día delicioso.
En cuanto a la porcelana que aparece en las imágenes, igual que los cojines, son elementos de atrezzo de los que suelo llevar a las sesiones para mejorar (aunque no hacía falta en este caso) el conjunto. Puro estilismo.
Publicado por: Ana Martinez Nebot | 21/05/2013 9:07:23
Que precioso, pero que precioso!!!
Como me gustaría pasar una tarde allí :(
http://www.ladimi.blogspot.com.es/search/label/Cuberteros
Publicado por: pulseras | 19/05/2013 22:00:35
¿Y LA PORCELANA DE QUIÉN ES?
¿A QUÉ HORA SIRVEN LA SOPA?
¡ANTES MUERTOS QUE SENCILLOS!
Publicado por: I KE BANA | 18/05/2013 20:52:40
Una belleza, belleza! Y muchos euros invertidos!
Publicado por: Beatriz Basenji | 17/05/2013 23:49:24
Pozi,fafaseda el duenio es muy afortunado y el que ha tomado las foto, también, aaaaaachis.
Publicado por: parafafa | 17/05/2013 20:39:05
Esta increíble me gustaría hacer así mi jardín para relajarme, que envidia para el que posee este jardín maravilloso.
Publicado por: Oscar Herrera - Como Conseguir Suscriptores | 17/05/2013 17:49:05
es increible tanta belleza...que afortunado que es el duenio!!
Publicado por: fafaseda | 17/05/2013 14:24:18
Estas fotos parecen tomada de la película "Seda".
Publicado por: Juan Carlos | 17/05/2013 11:43:41
No puedo leer tu blog por que me pierde la envidia malsana. Un saludo
Publicado por: Cocinar con-Ciencia | 17/05/2013 7:20:58