El baño se abre al exterior, pero no a las miradas indiscretas./ALBERT FONT
El baño se abre al exterior, pero no a las miradas indiscretas./ALBERT FONT
En España, existen varias cooperativas que comercializan electricidad de fuentes renovables a precio de mercado. Nadie puede garantizarte que los electrones que consumes sean limpios (porque en las redes se mezclan con electrones de otras procedencias), pero sí que los kilovatios verdes que pagas se producen y se suministran (y alguien los disfruta). No es la panacea. Pero es un paso más para incrementar la producción de electricidad renovable y caminar hacia un modelo energético más limpio y democrático. Un modelo energético al servicio del medioambiente y de los ciudadanos.
Cuando la vida se vuelve insegura y frágil, y esa fragilidad se instala más allá de la piel, es humano cerrar los ojos y abandonarse a la pena. Pero yo intento (y a veces lo consigo) fabricarme un mundo más generoso y simpático que me ayude a cambiar la perspectiva de las cosas. Lo que más me ayuda es hablar con mis amigos. ¿Por qué no montamos una fiesta en tu casa o en la mía esta noche? les pregunto entonces. ¿Por qué no encender un fuego efímero de colores en el interior de nuestro refugio para aliviarnos el alma y continuar batallando mañana?
En esta ocasión, estoy en el invernadero de la casa de la interiorista barcelonesa Estrella Salietti (un garaje convertido en un loft). El cocinero vasco Iker Erauzkin ha preparado un menú de flores. Y yo he combinado mesas y sillas para dibujar un escenario distendido que propicie una velada para celebrar la vida./ ISABEL CASANOVA
Solo son detalles pensados para hacernos el día a día más fácil y pintarnos, de paso, una sonrisa en la cara. No hay mucho más. Bueno, sí. Estos ingenios con apariencia de sencillos cumplen a la perfección su misión y consiguen emocionar y aportar valor sin desfondarnos los bolsillos. Y a mí esto me parece mucho. Ya lo decía John Steinbeck: "lo mejor es siempre lo más simple, lo malo es que para ser simple hace falta pensar mucho".
1.Himiko (48 euros). ¿Quién no sueña con una lámpara escenográfica en el comedor que permita alargar las sobremesas? Este modelo con nombre de mítica princesa japonesa lo consigue sin arruinarnos. Su precio no llega a los cincuenta euros. ¿Por qué una luminaria de estética cuidada y evanecescente tiene que rondar los 300 o los 3.000 euros?, se pregunta Hiroshi Tsunoda.
Sin necesidad de cambiar nada, la luz lo cambia todo. Es sutil y, al tiempo, poderosa. Multiplica la sensación de espacio, proporciona sombras, contrastes y reflejos, y colorea el ánimo. La tendencia es dejar que el sol entre sin cortapisas en la casa, para que la claridad renueve lo que roce. Pero, ¿qué hacer cuando no hay luz? Capturarla o incluso fabricarla para vencer a la oscuridad. Los expertos consultados proponen espacios con luz propia que atienden tanto a las necesidades funcionales como a las emociones.
Próximo consultorio: Viernes 26 de abril. Tema: Pregunta lo que quieras
Consultas y peticiones: anaentucasa arroba gmail.com
Erica: En estos momentos vivo en una antigua fábrica de jabones. Con el tiempo, será un loft, o eso espero, pero ahora es un espacio tan desangelado que me entristece. Necesito luz y algo de magia, sobre todo en la entrada. Es tan grande, tan alta y tan oscura que resulta inhóspita. Quiero una bienvenida luminosa.
Querida Erica, ¿por qué no creas una llovizna con una sucesión de bombillas colgantes? Así alumbras, y sin obras, una arquitectura vibrátil que como una caligrafía se superpone al lugar, y lo reinventa y lo transciende. Además de luz, las lámparas descendentes acortarán la altura del techo proyectando un espacio con una escala más humana. Si quieres ir un poco más allá, el arquitecto y paisajista Bruno Cariglino forja este paisaje ingrávido de alto impacto, casi una plaza, con un estanque construido de manera industrial. Se trata de una estructura de hierro cubierta con vidrios laminados blancos de alta seguridad sobre los que se puede incluso caminar. En el interior de los cubos, hay tubos fluorescentes de tres colores que se programan para proyectar distintas escenografías. Tecnologia 'low tech".
La cuestión no es baladí. Para Matilde, una lectora que anda liada con la nueva distribución de su casa, ubicar el ropero es un pequeño viacrucis. “No tengo sitio ni dentro ni fuera del dormitorio”, me dice por e-mail. “Ya he descartado tener un vestidor. No resulta tan fácil, me reprocha, encontrar espacios de almacenamiento en una casa como cuentas”. Me advierte que no espera respuesta por mi parte, pero su pregunta es un reto: “¿cómo crear un ropero independiente, cuando no te sobran habitaciones?”. De inmediato, pienso en el proyectista Gerardo Bernal. En su piso en Elche (Alicante), en lugar de buscar espacios (o estancias) para disponer el vestidor, ha proyectado un vestidor que es un espacio (de transición) donde guardar la ropa.
Esta es la tercera entrega de la transformación ‘low cost’ de una casa en tres fases, para tres mujeres de gustos dispares y pertenecientes a tres generaciones: Elena de 25 años, Tate de 45 años y Estrella de más de 65 años. Aquí mostramos el refugio ecléctico de esta última, una persona activa y familiar que reclama su independencia. La idea la firma la interiorista Estrella Salietti (Barcelona, 1.944) pero es un mero ejercicio estilístico (no un proyecto). Es sólo una invitación a renovar la casa rescatando y empoderando lo existente y ya usado. Para innovar reciclando, y así gastar lo mínimo.
Este salón tipo loft es la suma de espacios y muebles anteriores. / ALBERT FONT
Sostiene Salietti que cuando se superan los 65 años no sólo se acumulan vivencias, sino, también, muebles y objetos. “Elementos colmados de recuerdos que conforman la esencia intangible de una persona y de una casa”. “Las viviendas-escaparate son preciosas, pero resultan invivibles, porque no dan entrada a tus cosas, y son ellas las que cuentan quién eres”, advierte Salietti. La interiorista no renuncia a lo nuevo, pero sí a borrar -y obviar- los rastros de lo vivido, "porque es como silenciar tu historia”.
La interiorista Estrella Salietti continúa el reciclaje de una vieja casa, para tres mujeres distintas que viven tres etapas vitales diferentes, iniciado el pasado viernes. Hoy el objetivo es lograr que el look juvenil y despreocupado, que permitió a Elena de 25 años apropiarse del espacio de forma inmediata, evolucione hasta satisfacer las exigencias de confort que demanda Tate de 45 años. Sumando algunas ideas de bajo presupuesto, el lugar mantiene la osadía inicial, pero con un plus de calidez para acoger la intimidad.
"Hay que insuflar calor y sensualidad al hogar", sentencia Salietti. "Una mujer de 45 años -argumenta-necesita una casa que respire a su ritmo. Un espacio propio al que amar y donde amar. O lo que los ingleses llaman 'cocoon" (o tu propio caparazón), y tanto para encontrarse con ella misma como para compartir su intimidad con quien elija". Por eso, para Tate la interiorista transforma el salón tipo oficina de Elena, de aire informal y abierto a todos, en un ‘chill out' con entrada reservada. "Un espacio más personal, vibrante y reconstruible, para acoger los cuerpos y los cambios", dice Salietti. Y por la misma razón reivindica un dormitorio especial y el uso de los textiles. "Las telas -dice- ayudan a modelar espacios cálidos y reinventables".
La oficina da paso a un chill out./ ALBERT FONT
El reto lo recoge Estrella Salietti (Barcelona, 1.944), una interiorista consagrada que sigue apostando por proyectos low cost, siempre que reivindiquen lo lúdico. Con refrescante trasgresión, propone redecorar el espacio tres veces, para tres mujeres y en tres etapas vitales diferentes. La idea es mostrar una decoración que crezca, mejore y se sofistique con el tiempo, al irse sumando las actuaciones. Empezamos con un lavado de cara para Elena de 25 años. El miércoles 27 de febrero, la casa gana confort para Tate de 45 años. Y el viernes 1 de marzo se completa el reciclaje para la propia Estrella de más de 65 años.
La casa a transformar es vieja, rústica y tradicional. / ALBERT FONT
Me he colado en el ático del Christian Schallert (Austria, 1.978), porque quiero mostrar a Manuel y a José, dos lectores que me reclaman soluciones para espacios minúsculos, cómo este fotógrafo y publicista ha convertido un depósito de 22 metros cuadrados (con balcón) en un hogar que aúna las prestaciones de un piso de hoy con la diafanidad de un loft y las vistas panorámicas de una terraza-mirador. Es como vivir en un camarote de lujo que rinde pleitesía al diseño. “Es mi pequeño barco en el aire”, concreta Schallert.
“Cuando estoy en la cubierta de mi casa, y tengo toda la ciudad de Barcelona a mis pies, siento que mi ático es el más grande del mundo”./ CHRISTIAN SCHALLERT
Abordar la casa y sus aledaños desde el punto de vista de la gente que la inventa, la construye y la disfruta con ideas frescas, desprejuiciadas y transversales. Para ayudar a soñar a la mayoría en su día a día.
Ana Martínez Nebot. Estudié periodismo para conocer a las personas que cambian las cosas. Trabajé en revistas económicas para financiarme la carrera. Impulsada por la pasión me centré en la decoración. Y descubrí que las cosas y las casas cambian a las personas.
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