Esta es la historia de una Conferencia Política del PSOE a la que el líder, Alfredo Pérez Rubalcaba, llegó realmente comatoso y salió para urgencias. Medicado, griposo, con las venas del cráneo hinchadas y sudor febril hasta la camisa. Fue un ejercicio físico y médico a la altura del reto político. Una Conferencia clave para el PSOE en la que su número dos, Elena Valenciano, reapareció tras tres semanas de baja y hospitalizada por una neumonía mal curada y que estuvo a punto de tener que sufrir una traqueotomía. Rubalcaba, agradecido, ironizó al inicio de su discurso sobre su buena sintonía con Valenciano, reprochándole en broma que le hubiera pegado hasta el virus. Él también lo ha transmitido a personas con las que ha tenido contacto en los últimos días.
Elena Valenciano, que de este episodio sanitario ha sacado su retirada momentánea del tabaco y una afición nueva a ocupar las manos en las sobremesas con el punto de cruz, le devolvió a Rubalcaba un beso torero con lágrimas en los ojos. Había ahí algo más que complicidad. Había comprensión sincera. Les ha costado mucho a los dos llegar hasta aquí. No ha sido fácil esta travesía desde el último congreso. Y tampoco saben muy bien cuánto durará este camino. Podría acabar mañana o en diciembre o en las próximas primarias. En estas semanas de ausencia, Rubalcaba se ha percatado muy bien de cuánto trabajo de zapa le resuelve a diario Valenciano. Dentro y fuera de Ferraz, la sede federal del PSOE.
Muy pocos discuten la capacidad de oratoria de Rubalcaba. Ni entre sus rivales ni tampoco en su propio partido. Es una cualidad que tiene muy trabajada y contrastada hace años. Felipe González la ensalzó esta semana cuando alabó también que es la mejor cabeza política del país en estos momentos, pese a su crisis de liderazgo.
El discurso de clausura de esta Conferencia Política lo preparó con esmero y con tiempo. No lo cerró hasta este fin de semana. Duró algo más de una hora y se puede glosar en diez mensajes principales. Muchos no son nuevos, los avanzó ya en la anterior Conferencia de 2011. Esta es la traducción de ese decálogo revisado en 2013:
Primer mensaje de Rubalcaba: "El PSOE ha vuelto".
Es decir, durante un tiempo se marchó, no estaba. Perdió la conexión con la sociedad, mejor dicho con las clases más desfavorecidas que se consideran el sector base de su electorado. El partido socialista que dirigió en su etapa final el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, con Rubalcaba como adalid y portavoz, abandonó desde 2008, 2009 y sobre todo 2010 lo que se podría resumir como las políticas progresistas. Una sangría de uno, dos, tres o cuatro millones de electores. Reconocen así el error, que se equivocaron, y prometen que no volverá a ocurrir.
Segundo: "Nos estamos jugando el rostro que queremos que tenga nuestra sociedad".
En síntesis. El Gobierno del PP está desmontando todo lo que los socialistas crearon, impulsaron y promovieron durante sus años en el poder para que la sociedad fuera más justa y equilibrada. Por eso entienden que es tan importante poner al partido otra vez en forma y en disposición de gobernar cuanto antes para asegurar y recuperar las líneas maestras de aquel Estado del Bienestar perdido.
Tercero: "Los españoles echarán al PP del Gobierno por su compulsiva adicción a la mentira".
Esta alusión ya tiene también algo que ver con las obsesiones de cada político. Y en el caso de Rubalcaba se remontan a su nunca demostrado papel en las horas posteriores a los atentados del 11-M como provocador e instigador en la calle del lema "No nos merecemos un Gobierno que nos mienta". El líder socialista sostiene que entonces, en las elecciones de 2004, Mariano Rajoy perdió por culpa de las mentiras del Ejecutivo presidido por José María Aznar. Y aventura que ahora podría pasar lo mismo por los incumplimientos frente a su propio programa electoral del Gobierno del PP.
Cuarto: "Nuestra diferencia ideológica con la derecha es la igualdad y solidaridad con los más débiles y necesitados".
También podría reescribirse con la frase "No somos iguales". O aún existen las ideologías. El dirigente del PSOE mantiene que el PP cuando gobierna genera desigualdades y que además no le importa, no lo esconde, aplica sus políticas de recortes y tajos sin piedad. Claro, defiende que el PSOE nunca lo haría o que, si lo hace, como sucedió en mayo de 2010 con el Gobierno Zapatero, lo hace de manera más justa, más suave.
Quinto: "Construir y reconstruir nuestro sistema de vida común y también con Cataluña".
En muchos aspectos, pero sobre todo en el modelo autonómico y en el clima de convivencia del país, el secretario general del PSOE entiende que se han roto muchos puentes, que se han proferido demasiados clichés y frases gruesas y campañas de acoso de las que ahora se están pagando aún las consecuencias. Esos agravios se han multiplicado especialmente con la crisis en Cataluña. Rubalcaba, la dirección actual del PSOE, la mayoría de los barones regionales consultados y el plenario completo de la Conferencia no están de acuerdo con el grupito de dirigentes veteranos del partido que echan en falta una marca propia en Cataluña ajena al PSC. Es más, Pere Navarro, su líder, vivió en el pleno y posteriormente momentos de gran emoción, casi con lágrimas, ante la aclamación que cosechó cuando Rubalcaba dejó grabado a fuego en el auditorio que no se imagina una España sin Cataluña ni un PSOE sin el PSC.
Sexto: "Hay que estar en las protestas porque no somos iguales que la derecha". Ovación en pie de todo el plenario.
El PSOE ha vuelto, no somos iguales, la preocupación por los más desfavorecidos y... la conexión con la calle, con las mareas, con las protestas de los que sufren los recortes en Sanidad, Educación y Servicios Sociales del Gobierno del PP. Responsables para entender lo que es posible y valientes para denunciar las injusticias.
Séptimo: "Conocimiento Interior Bruto". CIB.
Rubalcaba incorporó un nuevo acrónimo al habitual PIB (Producto Interior Bruto) o también al concepto más de moda I+D+I, Investigación, Desarrollo e Innovación. Cree que España debe apuntarse al desarrollo de la educación y las nuevas tecnologías frente al modelo pasado y gastado de la burbuja del ladrillo.
Octavo: "Una reforma fiscal justa en la que paguen más los que más tienen y que no paguen nada los desfavorecidos".
El PSOE sostiene que el modelo fiscal español tiene 30 años de antigüedad y necesita una revisión a fondo para adecuarlo a la realidad de los tiempos y hacerlo más justo. También para evitar el gran fraude fiscal. No solo proponen nuevos impuestos sino también bajadas en los tramos inferiores del IRPF para los más desfavorecidos.
Noveno: "Los estatutos del PSOE mencionan 204 veces la palabra federal".
Ante la crisis del modelo autonómico actual que ha puesto en evidencia el desafío soberanista impulsado en Cataluña por CiU y ERC, el PSOE optó por buscar en el fondo de armario y proponer una alternativa al silencio emanado de La Moncloa. Desde el principio se constató que la enfermedad era grave. Rubalcaba se lo ha contado en persona varias veces a Rajoy. Ahora los dos concluyen lo mismo con soluciones diversas. Rubalcaba no quiere quedarse parado hasta que el conflicto estalle. La lámpara mágica parió una idea: revisar la Constitución para fomentar un Estado federal que en vez de dar las mismas competencias para todas las autonomías permitiera alguna singularidad especial para algunas. El encaje está aún por cuadrar. El PSOE ha tardado 30 años en poder pronunciar esa palabra, federal, que resulta que sí está 204 en sus estatutos.
Décimo: "Feminismo, ecologismo y laicismo".
El PSOE se considera el partido de las mujeres. Bajo ese lema se desarrolla la idea de que las mujeres han avanzado en sus derechos durante esta democracia en los mandatos del PSOE, y especialmente en los de Zapatero, y que ahora, cuando el proyecto de reforma del aborto de Alberto Ruiz-Gallardón parece querer poner en cuestión alguno de esos logros, es más necesario que nunca un partido que haga bandera de esos derechos. En ese paquete se mete ahora el riesgo ante el cambio climático y la necesidad de denunciar y acabar con los privilegios de la Iglesia católica, que es uno de los momentos recurrentes de Rubalcaba en cónclaves y congresos para enardecer a la parroquia socialista.