El decálogo Rubalcaba y el virus rojo

Por: Javier Casqueiro | 10 nov 2013

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Esta es la historia de una Conferencia Política del PSOE a la que el líder, Alfredo Pérez Rubalcaba, llegó realmente comatoso y salió para urgencias. Medicado, griposo, con las venas del cráneo hinchadas y sudor febril hasta la camisa. Fue un ejercicio físico y médico a la altura del reto político. Una Conferencia clave para el PSOE en la que su número dos, Elena Valenciano, reapareció tras tres semanas de baja y hospitalizada por una neumonía mal curada y que estuvo a punto de tener que sufrir una traqueotomía. Rubalcaba, agradecido, ironizó al inicio de su discurso sobre su buena sintonía con Valenciano, reprochándole en broma que le hubiera pegado hasta el virus. Él también lo ha transmitido a personas con las que ha tenido contacto en los últimos días.

Elena Valenciano, que de este episodio sanitario ha sacado su retirada momentánea del tabaco y una afición nueva a ocupar las manos en las sobremesas con el punto de cruz, le devolvió a Rubalcaba un beso torero con lágrimas en los ojos. Había ahí algo más que complicidad. Había comprensión sincera. Les ha costado mucho a los dos llegar hasta aquí. No ha sido fácil esta travesía desde el último congreso. Y tampoco saben muy bien cuánto durará este camino. Podría acabar mañana o en diciembre o en las próximas primarias. En estas semanas de ausencia, Rubalcaba se ha percatado muy bien de cuánto trabajo de zapa le resuelve a diario Valenciano. Dentro y fuera de Ferraz, la sede federal del PSOE.

RubalgripeMuy pocos discuten la capacidad de oratoria de Rubalcaba. Ni entre sus rivales ni tampoco en su propio partido. Es una cualidad que tiene muy trabajada y contrastada hace años. Felipe González la ensalzó esta semana cuando alabó también que es la mejor cabeza política del país en estos momentos, pese a su crisis de liderazgo.

El discurso de clausura de esta Conferencia Política lo preparó con esmero y con tiempo. No lo cerró hasta este fin de semana. Duró algo más de una hora y se puede glosar en diez mensajes principales. Muchos no son nuevos, los avanzó ya en la anterior Conferencia de 2011. Esta es la traducción de ese decálogo revisado en 2013:

Primer mensaje de Rubalcaba: "El PSOE ha vuelto".

Es decir, durante un tiempo se marchó, no estaba. Perdió la conexión con la sociedad, mejor dicho con las clases más desfavorecidas que se consideran el sector base de su electorado. El partido socialista que dirigió en su etapa final el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, con Rubalcaba como adalid y portavoz, abandonó desde 2008, 2009 y sobre todo 2010 lo que se podría resumir como las políticas progresistas. Una sangría de uno, dos, tres o cuatro millones de electores. Reconocen así el error, que se equivocaron, y prometen que no volverá a ocurrir.

Segundo: "Nos estamos jugando el rostro que queremos que tenga nuestra sociedad".

En síntesis. El Gobierno del PP está desmontando todo lo que los socialistas crearon, impulsaron y promovieron durante sus años en el poder para que la sociedad fuera más justa y equilibrada. Por eso entienden que es tan importante poner al partido otra vez en forma y en disposición de gobernar cuanto antes para asegurar y recuperar las líneas maestras de aquel Estado del Bienestar perdido.

Tercero: "Los españoles echarán al PP del Gobierno por su compulsiva adicción a la mentira".

Esta alusión ya tiene también algo que ver con las obsesiones de cada político. Y en el caso de Rubalcaba se remontan a su nunca demostrado papel en las horas posteriores a los atentados del 11-M como provocador e instigador en la calle del lema "No nos merecemos un Gobierno que nos mienta". El líder socialista sostiene que entonces, en las elecciones de 2004, Mariano Rajoy perdió por culpa de las mentiras del Ejecutivo presidido por José María Aznar. Y aventura que ahora podría pasar lo mismo por los incumplimientos frente a su propio programa electoral del Gobierno del PP.

Cuarto: "Nuestra diferencia ideológica con la derecha es la igualdad y solidaridad con los más débiles y necesitados".

También podría reescribirse con la frase "No somos iguales". O aún existen las ideologías. El dirigente del PSOE mantiene que el PP cuando gobierna genera desigualdades y que además no le importa, no lo esconde, aplica sus políticas de recortes y tajos sin piedad. Claro, defiende que el PSOE nunca lo haría o que, si lo hace, como sucedió en mayo de 2010 con el Gobierno Zapatero, lo hace de manera más justa, más suave.

Quinto: "Construir y reconstruir nuestro sistema de vida común y también con Cataluña".

En muchos aspectos, pero sobre todo en el modelo autonómico y en el clima de convivencia del país, el secretario general del PSOE entiende que se han roto muchos puentes, que se han proferido demasiados clichés y frases gruesas y campañas de acoso de las que ahora se están pagando aún las consecuencias. Esos agravios se han multiplicado especialmente con la crisis en Cataluña. Rubalcaba, la dirección actual del PSOE, la mayoría de los barones regionales consultados y el plenario completo de la Conferencia no están de acuerdo con el grupito de dirigentes veteranos del partido que echan en falta una marca propia en Cataluña ajena al PSC. Es más, Pere Navarro, su líder, vivió en el pleno y posteriormente momentos de gran emoción, casi con lágrimas, ante la aclamación que cosechó cuando Rubalcaba dejó grabado a fuego en el auditorio que no se imagina una España sin Cataluña ni un PSOE sin el PSC.

Sexto: "Hay que estar en las protestas porque no somos iguales que la derecha". Ovación en pie de todo el plenario.

El PSOE ha vuelto, no somos iguales, la preocupación por los más desfavorecidos y... la conexión con la calle, con las mareas, con las protestas de los que sufren los recortes en Sanidad, Educación y Servicios Sociales del Gobierno del PP. Responsables para entender lo que es posible y valientes para denunciar las injusticias.

Séptimo: "Conocimiento Interior Bruto". CIB.

Rubalcaba incorporó un nuevo acrónimo al habitual PIB (Producto Interior Bruto) o también al concepto más de moda I+D+I, Investigación, Desarrollo e Innovación. Cree que España debe apuntarse al desarrollo de la educación y las nuevas tecnologías frente al modelo pasado y gastado de la burbuja del ladrillo.

Octavo: "Una reforma fiscal justa en la que paguen más los que más tienen y que no paguen nada los desfavorecidos".

El PSOE sostiene que el modelo fiscal español tiene 30 años de antigüedad y necesita una revisión a fondo para adecuarlo a la realidad de los tiempos y hacerlo más justo. También para evitar el gran fraude fiscal. No solo proponen nuevos impuestos sino también bajadas en los tramos inferiores del IRPF para los más desfavorecidos.

Noveno: "Los estatutos del PSOE mencionan 204 veces la palabra federal".

Ante la crisis del modelo autonómico actual que ha puesto en evidencia el desafío soberanista impulsado en Cataluña por CiU y ERC, el PSOE optó por buscar en el fondo de armario y proponer una alternativa al silencio emanado de La Moncloa. Desde el principio se constató que la enfermedad era grave. Rubalcaba se lo ha contado en persona varias veces a Rajoy. Ahora los dos concluyen lo mismo con soluciones diversas. Rubalcaba no quiere quedarse parado hasta que el conflicto estalle. La lámpara mágica parió una idea: revisar la Constitución para fomentar un Estado federal que en vez de dar las mismas competencias para todas las autonomías permitiera alguna singularidad especial para algunas. El encaje está aún por cuadrar. El PSOE ha tardado 30 años en poder pronunciar esa palabra, federal, que resulta que sí está 204 en sus estatutos.

Décimo: "Feminismo, ecologismo y laicismo".

El PSOE se considera el partido de las mujeres. Bajo ese lema se desarrolla la idea de que las mujeres han avanzado en sus derechos durante esta democracia en los mandatos del PSOE, y especialmente en los de Zapatero, y que ahora, cuando el proyecto de reforma del aborto de Alberto Ruiz-Gallardón parece querer poner en cuestión alguno de esos logros, es más necesario que nunca un partido que haga bandera de esos derechos. En ese paquete se mete ahora el riesgo ante el cambio climático y la necesidad de denunciar y acabar con los privilegios de la Iglesia católica, que es uno de los momentos recurrentes de Rubalcaba en cónclaves y congresos para enardecer a la parroquia socialista.

 

Su nombramiento ya fue otro enigma

Por: Javier Casqueiro | 27 jun 2013

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Rosalía Iglesias, ayer, a la salida de la Audiencia y antes del ingreso en prisión de su marido.

Luis Bárcenas es tal pozo sin fondo de conocimientos y sabidurías del entramado interno del PP durante veinte años que puede convertirse ahora, y eso es lo que más teme la dirección nacional del partido, en un campo de minas. Por eso ha ocurrido todo lo que ha ocurrido dentro del PP durante estos meses de componendas, frases incomprensibles, declaraciones surrealistas y comportamietos kafkianos. Por eso salió en su día, en 2009, Mariano Rajoy a declarar en público que nadie podría probar nunca su culpabilidad y por eso María Dolores de Cospedal, su evidente y presumida rival interna, batió todos los récords en las marcas del absurdo con el total de 1,52 minutos más doloroso, cómico y dramático que se recuerda en la historia mundial de la política para defender su indemnización de despido en diferido.

Este post tiene por objeto aclarar un malentendido repetido muchas veces y que, además de no ser del todo cierto ni exacto, podría tener algunos significados que nunca se han revelado. El asunto tiene que ver con el supuesto nombramiento por parte de Rajoy de Luis Bárcenas como tesorero del PP teóricamente en el muy polémico XVI Congreso que ese partido celebró en Valencia en 2008. No es verdad. No fue nombrado en ese cónclave. Allí fue ratificado. Ya llegó a esa cita como tesorero, aunque nadie sabe muy bien explicar por qué. Y lo de la fecha, claro está, no es una anécdota.

CongresovalenciaBárcenas fue nombrado tesorero nacional del PP por una ejecutiva del partido celebrada justo antes de ese congreso de Valencia. Hasta esa fecha era solo gerente del partido, a las órdenes del entonces tesorero, Álvaro Lapuerta. Él no quería ser nombrado durante aquel conflictivo congreso porque no quería ligar ni relacionar su puesto o su ascenso a las batallas internas que se libraron entonces, especialmente con el grupo de los liberales encabezados por Esperanza Aguirre, que sopesaron presentar la candidatura rival a la de Rajoy. Quiso resguardarse. Y el presidente del PP se lo consintió.

Rajoy ascendió a Bárcenas, por tanto, casi en secreto, en una ejecutiva anterior al congreso, sin publicidad ni anuncio público ni alharacas de ningún tipo, y luego el congreso simplemente le refrendó. Pero es que, además, esa designación llegó también con cuatro años de retraso según lo previsto. Algo que tampoco se ha contado ni se ha explicado jamás. Al congreso anterior, organizado en Madrid en octubre de 2004, Rajoy llegó tras perder las elecciones generales frente a José Luis Rodríguez Zapatero tras ser designado a dedo por José María Aznar. Entonces ya se planeó todo para que Bárcenas asumiera la función de tesorero. Lapuerta, teóricamente, quería retirarse. Era ya muy mayor. Tanto se programó hasta el más mínimo detalle que se incrustó a Bárcenas en las listas electorales del partido en 2004 como senador por Cantabria (pese a que es natural de Huelva y se crió en Extremadura) para que pudiese disfrutar de la condición de aforado, como se hace habitualmente en los partidos con los tesoreros. Ya entonces se habló ese traspaso de poderes con Lapuerta y con el propio Bárcenas, se apalabró todo y al final no se produjo el cambio. Nunca se explicó la razón.

Los enigmas relacionados con Bárcenas se acumulan ahora en el PP. Hasta hace nada, apenas cuatro años, muy pocos dirigentes tenían relación con él. Solo unos pocos. Los miembros más seleccionados de la cúpula, el mando real, que entraban de repente en su despacho y le encontraban con las dos pantallas de sus ordenadores "jugando a la bolsa". No se cortaba, les animaba a seguir su ritmo. Los demás, los mandos intermedios, le temían más que otra cosa. Solo subían a su despacho cuando había problemas para justificar sus facturas o para reclamar alguna subida salarial. En eso era estajanovista, lo que ahora ha provocado esta reacción de enorme malestar entre muchos empleados cuando han conocido la cuantía de su tremenda fortuna. Llegó a suceder que Bárcenas les ponía muchas pegas para pagar algún exceso de sobremesa en carretera (unas copas o unos puros de más con los que se agasajaba al propio presidente tras el desplazamiento a un mitin) y los interesados de esa intendenica tener que acudir directamente a Rajoy para pedirle ayuda y que convenciera del pago al extesorero. Pasó incluso con alguna mariscada.

Las negociaciones salariales fijas, y ahora sabemos también que los complementos, dependían de su peculiar tabla salarial. Y de esa negociación no se libraban ni los secretarios generales, que teóricamente eran sus jefes. Uno de ellos no dio crédito el primer día que llegó a su despacho y recibió la llamada en la puerta de Bárcenas. La visita no era de cortesía. El entonces tesorero quería saber cuánto quería ganar de sueldo al mes el nuevo alto cargo. Tras la sorpresa de la pregunta, el secretario general del PP le pidió que le enviase por carta la cifra con el importe exacto del sueldo que ya ganaba hasta entonces su antecesor. Quería tener esa prueba por si acaso.

Dos vascos en juego

Por: Javier Casqueiro | 18 abr 2013

Eduardo y patxi

Ni Eduardo Madina ni Patxi López dicen ahora no. Esa es la noticia. Que ya no rechazan con contundencia, como hacían hasta hace muy poco, que en un futuro no muy próximo puedan plantearse competir en unas primarias por el liderazgo máximo del PSOE en sustitución del actual secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba. El paso, que todavía no han dado en público, no es menor pero tampoco relevante en cuanto a consecuencias reales e inminentes. Eso sí, tiene un punto simbólico que conecta con la evidente insatisfacción que muchos dirigentes y bases del partido reflejan sobre el rumbo actual del PSOE y la atonía de su dirección, en la que trabajan tanto López como Madina, y que se constata mes tras mes en las encuestas. El PSOE no está en caída libre, como rebate el propio Rubalcaba, pero ni reacciona ni despega ni aprovecha el momento crítico del Gobierno del PP. Y muchos se temen que esa planicie continúe aunque persista el previsible desplome del presidente Mariano Rajoy.

Aún no hay un baile oficial de candidatos en el PSOE. Hay un juego. Y hay dos vascos socialistas en liza. Al menos.

El calendario que la dirección actual del PSOE se ha fijado en sus planes no convence a muchos dirigentes y barones del partido, que tienen sus propias estrategias e intereses. El equipo que encabeza Rubalcaba quiere emplear todo este año 2013 en discutir internamente, con conferencias y otros actos, el proyecto y discurso ideológico socialista "para darle la vuelta como un calcetín" y dejar para 2014 la resolución pendiente del liderazgo. La frase repetida ahora del calcetín ya la usó el socialista Francisco Vázquez, pero en 2000.

Aunque la dirección actual del PSOE repita mucho que no ha llegado el momento de hablar de nombres, tampoco sabe muy bien cómo ni cuándo empezar a manejar esos cambios. Tampoco, obviamente, con quién. Hay un consenso implícito y mayoritario de que ese futuro líder no será Alfredo Pérez Rubalcaba, idea a la que no es ajeno el veterano dirigente. Al menos en estos momentos.

A Alfredo Pérez Rubalcaba le gustaría que toda la organización se enfrascara entera en un rico debate, renovara sus ideas y funcionamiento, conectara mágicamente con las bases y la desencantada sociedad y, como consecuencia de todo ello, el nuevo líder tendría el camino expedito para tener alguna opción contra un castigado Rajoy en las próximas elecciones generales. Ese era su calendario soñado. Rubalcaba no iba a ser un estorbo para esa figura llegado ese momento. Al contrario. Él habría cogido el partido en el peor momento, habría cruzado el desierto electoral, habría renovado la organización y, tras ponerla en suerte, habría favorecido el relevo. Muchos que conocen la capacidad de maniobra de Rubalcaba no pueden creerse esa previsión y la tachan de buenista. Pero ahora parecía la más realista.

Sin embargo, ese plan no es que sea ingenuo, es que parece imposible e incompatible con las urgencias actuales. Y, además, también tiene sus ángulos oscuros y ocultos. Rubalcaba y su equipo tienen sus propias ideas sobre cómo, quién y cuándo debía producirse esta operación. Lo programado inicialmente era que ese proceso de cambio de líder se produciría obviamente en unas primarias a fijar entre las elecciones europeas de 2014 y las municipales de 2015, tras una campaña de concienciación con los barones y mandos en plaza para hacerles entender que la persona con más capacidad, nivel, apoyo y curriculo para sustituirle debería ser Patxi López, el exlehendakari.

LosdosconrubalPatxi López siempre había manifestado públicamente que no estaba en esa operación. Incluso asumió de nuevo recientemente, en el congreso del PSE, la secretaría general del partido en Euskadi, para corroborar con hechos cuáles parecían sus intenciones. Pero su etapa en el País Vasco es pasado y él lo sabe mejor que nadie. Le apasiona el PSOE, la dirección nacional del PSOE, la política nacional y, de hecho, está ya en un lugar reservado en la ejecutiva de Rubalcaba. Todo encajaba perfectamente. Le da miedo, eso sí, la capacidad de crispación y los tejemanejes de la corte política y mediática madrileña. Pero es un temor calculado, que podría superar si se empeña. Desde hace unas semanas ya no descarta nada para su futuro. Tiene a su favor que conoce y ha trabajado más y mejor la organización por toda España, donde su figura cogió muchos enteros por su papel institucional como presidente vasco en una de las épocas más tranquilas que se recuerdan en esa comunidad.

Lo de Eduardo Madina es un quiero y no puedo recurrente. Incluso por él mismo. Es el mirlo blanco señalado por casi todos en el PSOE desde hace años, aunque siempre se acababa hablando más de su juventud, inexperiencia y falta de ganas que de sus posibilidades. Ahora tiene ya 37 años. Y lleva varios con responsabilidades casi del máximo nivel en el grupo parlamentario en el Congreso. A su favor juega su preparación y su perfil joven, renovador y de consenso, porque tiene adeptos tanto dentro del equipo de Rubalcaba como entre los que respaldaron a Carme Chacón en el último congreso de Sevilla. Le retiene el riesgo de dar semejante paso de gigante en falso, para el que una persona normal nunca debería sentirse suficientemente preparado, y un concepto de fidelidad y lealtad tradicional hacia Rubalcaba y López, a los que inevitablemente tendría que traicionar en esa disputa, aunque solo fuese para marcar distancias con el pasado y abonar sus ahora muy remotas posibilidades de éxito.

¿Y ahora por qué hemos de creerle?

Por: Javier Casqueiro | 20 feb 2013

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El discurso fue largo y se volcó sobre dos aspectos. Economía y corrupción. Efectivamente las dos preocupaciones más relevantes en estos momentos para la descreída y cansada sociedad española. En ese sentido habló de lo que debía. A su manera. En ninguno de los dos aspectos aportó grandes novedades aunque sí promesas de nuevas reformas, normas y leyes, algunas conocidas y otras tan inconcretas que llevan a preguntarse: ¿Por qué ahora tenemos que creerle?

Sobre la situación económica al menos el presidente del Gobierno no se escudó en brotes verdes ni nubes prometedoras ni primaveras lejanas, como parecían querer abundar en las últimas semanas o meses algunos de sus ministros. No cayó en ese error. Mariano Rajoy dijo la verdad y retrató la gravedad del problema. Los seis millones de parados y sus familias no admitirían subterfugios y otros burladeros. Es cierto también que volvió a recurrir a la herencia socialista, a la tardanza en acometer la salida del precipicio con respecto a nuestros competidores y a escudarse en su deber como líder del país para justificar sus incumplimientos electorales. Pero la desmemoria no puede hacernos pasar por alto los fallos, las descoordinaciones, la escasa influencia en Europa. Tampoco parece justo que Rajoy se apunte, en suma, el gran mérito de haber evitado hasta ahora el rescate oficial de la economía española, cuya banca está más que vigilada y cuyas distintas administraciones apenas disponen de recursos para abrir cada mañana las puertas.

En cualquier caso, sobre la necesidad de cambios en la economía, el mensaje dramático del presidente tiene un calado que muchos españoles "que aún no palpan los resultados" seguramente comprenderían y compartirían mucho mejor si no se les hubiese engañado tanto. Es verdad, como subrayó Rajoy, "que no se puede gastar lo que no se tiene, ni vivir de prestado" y que "hay que contar más despacio el dinero que se le pide a la gente". El sagrado dinero público.

Pero, sobre todo, lo que tenía que hacer Rajoy de un vez era pedir disculpas y perdón por el comportamiento "indeseable" que tuvo durante años Luis Bárcenas, el extesorero del PP, en el despacho de al lado al suyo en la planta más noble de Génova 13. Bárcenas es ahora para los españoles el epítome de la corrupción. Acumuló, gastó mucho y no era suyo. Ha enfangado a su partido, hipotecado a Rajoy y desatascado una indignación contenida durante años hacia toda la mal llamada clase política. Rajoy, sin embargo, no le mencionó. No dijo su nombre. Le identificó en la categoría de las "malas hierbas" que consideró solo como excepciones. España no es corrupta. Pero ahora lo parece. Y Rajoy no ha asumido al respecto sus errores, como cuando ascendió a Bárcenas dentro del partido o cuando le defendió contra sus enemigos internos. Tampoco ahora, cuando pretende mirar para otro lado o generalizar.

El presidente del Gobierno prometió ayer nuevas leyes orgánicas y estatutos y normas para combatir a los políticos corruptos. No fue muy preciso, la verdad. Pero sí solemnizó una oferta de pacto con todas las fuerzas para aceptar medidas que cierren ese grifo por el que se desangran las principales instituciones del país. Estaría bien. El problema es el mismo: ¿Y ahora por qué hemos de creerle?.

¿Dónde está la confianza y la credibilidad prometida?

Por: Javier Casqueiro | 28 dic 2012

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Mariano Rajoy es, de siempre, un hombre previsible que presumía de su sentido común y que actuaba desde el orden, la normalidad y sin ocurrencias ni estridencias. El ahora presidente del Gobierno y su equipo defendían en el pasado que en cuanto Rajoy llegase a La Moncloa volvería la confianza y la credibilidad a España y simplemente con eso ya se enderezaría la marcha del país y se recuperaría el pulso en los mercados internacionales. En fin. Algún medio lo denominó prima de confianza Rajoy. No ha sucedido. Es evidente incluso para muchos de sus desconcertados partidarios. Las encuestas, tanto de Metroscopia como las oficiales del CIS, lo que reflejan tras un año de mandato es que Rajoy ha perdido gran parte de su crédito político e incluso la confianza entre los votantes del PP. La gran mayoría considera que improvisa mucho. Y es cierto. Es una de las grandes sorpresas que ha deparado su equipo, que se vendió hace un año como de experimentados profesionales de los cuerpos de élite del Estado (abogados y economistas) y que ahora se ha demostrado que no se tenían bien preparada la lección. Esas figuras o se han quemado o han desaparecido. Y Rajoy sigue en su escondite.

Hace un año el equipo de comunicación de Rajoy sostenía que al presidente del PP no podía pasarle lo mismo que al expresidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero, que se exponía demasiado. Para eso, creían, estaban los ministros. Y es verdad que Zapatero no ponía cortapisas a las preguntas, ni a las ruedas de prensa ni a las comparecencias en general. El PP, hasta en eso, pretende negar la evidencia. Es de traca si no fuera tan serio. El argumentario oficial diario del PP, divulgado hoy por la Cadena SER, intenta vender a Rajoy como el presidente que ha situado el Parlamento en el centro de la vida política y desmentir la realidad de que gobierna por real decreto gracias a su mayoría absoluta. La contundencia de los datos es dramática: no ha querido debate de la nación en su primer ejercicio, ha sacado adelante el récord de 29 reales decreto sin acuerdo y acude al Congreso por obligación, tras las cumbre europeas y para las tasadas sesiones de control.

Además, se ha olvidado de su programa y de sus promesas sin rubor, según le ha convenido. Ese sentido oportunista de la política no parecía propio de su curriculo pero lo ha acogido sin problemas para estupor de la prensa anglosajona, como el Financial Times, que cuestionaba ese mismo estilo de su antecesor. El mismo influyente diario económico que le ha recomendado dejar de mirar a corto plazo y empezar a gobernar por el bien de España y no del PP.

¿Dónde está la confianza y la credibilidad prometida? Nadie la ve. Ni en España ni fuera. Ni en el ámbito económico ni en el político. Las principales instituciones del país, y no solo el presidente del Gobierno, La Moncloa y el Parlamento, están en peores condiciones que hace doce meses. Cuando se le pidió una valoración sobre el crédito que aún le concede a su palabra ante tanto incumplimiento recurrió a lo más fácil pero ya demasiado manido: el anterior presidente me lo dejó tan mal que no he tenido más remedio que hacer todo lo que a mí no me gusta para que España no se hundiera en la quiebra total.

La última rueda de prensa de Rajoy en 2012 ha sido un ejercicio de marianismo excelso. Apenas una hora de exposición pública a los periodistas y la nación, 14 de discurso propio y el resto de respuestas cansinas a una quincena de intervenciones de los expertos que le siguen habitualmente y a los que se les agolpan las ideas y las cuestiones, lo que facilita las escapatorias del presidente.

Conclusiones, pocas. Sobre la situación económica pide comprensión y solidaridad y acepta que ha decepcionado a casi todos. Es ahí cuando recurre siempre a la herencia recibida de Zapatero, una coletilla que no debería consentir más a su inteligencia y a la de todos los ciudadanos. Llevaba el dato muy preparado y lo soltó varias veces: "Si no hubiera hecho estas reformas España estaría en un déficit superior al 11% (el doble casi de lo previsto) y sería insostenible". Estaríamos en quiebra, casi donde estamos.

Sobre Cataluña ofreció diálogo, negociación, tender puentes y hablar todo lo que que quiera con Artur Mas para recomponer la relación destrozada pero, eso sí, sin aceptar cambios sustanciales ni en el pacto fiscal, ni en la agenda soberanista del nuevo Gobierno catalán ni en nada que no esté ya en la intocable Constitución. Es más, lo dejó bien sentado, de lo que quiere charlar con Mas cuando le reciba es de cómo salir de la crisis.

El equipo del presidente se debatía sobre si aprovechar la ocasión -Rajoy no suele conceder ruedas de prensa- para lanzar el mensaje de que España empieza a salir ya del túnel. Al final lo hizo pero muy contenido. Auguró que se notarán las mejorías en el segundo semestre. O no. No quería meter la pata ni hipotecarse demasiado. 2013 parece ahora un ejercicio demasiado lúgubre también para la credibilidad y la confianza actual en Rajoy.


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¿Ha sido muy diferente la gestión del socialista Patxi López estos casi cuatro últimos años al frente del Gobierno vasco que la del popular Alberto Núñez Feijóo al cargo de la Xunta de Galicia? ¿Ha surgido algún gran escándalo en Euskadi durante este ejercicio que haya manchado irremediablemente su trayectoria frente a los que sí han aparecido en Galicia (Campeón y Operación Pokemon) incluso en vísperas de esta campaña electoral y que han afectado a todos los partidos? ¿Es mucho más carismático y mediático el dirigente gallego que el político vasco? ¿Las tasas de paro en Galicia se han reducido o siquiera se han frenado algo en comparación con las mucho mejores (14,6%) que aún sufre el País Vasco? ¿Ha ocultado, maquillado o camuflado López en Euskadi sus cifras de objetivo de déficit para presentar unos resultados mejores de los que ya consigue habitualmente en gran parte por su situación privilegiada con el concierto económico? ¿Se ha recrudecido acaso la violencia terrorista de ETA en esta etapa o se ha cumplido precisamente en estos días un año justo de cese declarado de la actividad etarra? ¿Ha sido mucho mejor entonces el equipo de los conselleiros gallegos que el de los consejeros vascos? ¿Ha habido por consiguiente más recortes y ajustes y tijeretazos en servicios sociales básicos en Euskadi que los sí experimentados por el pionero en las rebajas de Galicia? No sé, ¿quizá López ha tenido mucho menos respaldo de la Ejecutiva Federal del PSOE que dirige Alfredo Pérez Rubalcaba que Núñez Feijóo de la Ejecutiva Nacional del PP de Mariano Rajoy?.

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El retiro de la Thatcher madrileña es otro aviso

Por: Javier Casqueiro | 17 sep 2012

Aguirre

La retirada de la Thatcher española y madrileña es un aviso en toda regla a Mariano Rajoy. Y, además, en otro momento crítico para el líder del PP y presidente del Gobierno. Ninguno de los gestos, declaraciones, intervenciones e incluso de las recurrentes meteduras de pata de la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, son inocentes. Jamás. Eso no ha sucedido nunca. Y esta decisión final tampoco. Aguirre no ha querido dejar claras, ajenas a las múltiples interpretaciones y análisis, las razones últimas de su marcha de la primera fila política. Y eso tampoco es casual. Si la razón única y definitiva fuera la sanitaria o la familiar la podría haber dejado sentenciada. No quiso. Y eso abre el abanico de las opciones y dirige la mirada hacia su evidente mala relación con Rajoy, con la cúpula del partido y del Gobierno.

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Ni ocurrencias ni noticias

Por: Javier Casqueiro | 10 sep 2012

Entrevistarajoy

Mariano Rajoy ha vuelto del verano y de sus escasas vacaciones en su tierra con la idea entre ceja y ceja de cambiar su política de comunicación. Ha tomado plena conciencia de que no es buena. Es mala. Ayer él mismo asumió que muchas de las "duras, complicadas y desagradables" decisiones que se ha visto forzado a tomar no las han explicado bien. Es cierto. Tiene razón. Lo han hecho poco y mal. Los expertos dicen que le falta un relato. También buenos asesores. Para empezar a cambiar ese rumbo su equipo decidió que podría ser una buena idea conceder la típica entrevista de inicio de curso al periódico enseña del mundo conservador en España, Abc, y a un grupo de diarios europeos. La hizo, pero no aportó nada. Bueno sí, un titular desafortunado sobre que no creía que el malestar ciudadano generado por su política de constantes recortes fuese a afectar a su candidatura en las próximas generales (presumiblemente en 2016) y un rebote más que importante de los medios que se disputan en los quioscos la hegemonía entre su electorado. Ya se notan a diario las revanchas en El Mundo y La Gaceta.

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El candidato perenne

Por: Javier Casqueiro | 10 sep 2012

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El comité federal que el PSOE celebró este domingo era una reunión clave para el líder del partido, Alfredo Pérez Rubalcaba, para su equipo y para sus planes de futuro. La cita salió bien, según lo previsto, pero deja en el aire algunas incógnitas que el PSOE sigue postergando para mejor ocasión. Nadie relevante discute abiertamente el liderazgo actual de Rubalcaba, el sector partidario de Carme Chacón en el último y discutido congreso prácticamente ha desaparecido, los barones regionales —antes más dispersos y críticos— están enfangados en otras ocupaciones más vitales e incluso el tono de hombre de gobierno y de Estado empleado en su estilo de hacer oposición es asumido como el único realmente posible en estas circunstancias. Parece que no hay otra opción posible.

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La vuelta al mundo de Rajoy

Por: Javier Casqueiro | 23 jun 2012

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Mariano Rajoy se ha pegado en apenas cinco días una auténtica paliza. Física, política y diplomática. Se ha dado más de media vuelta al mundo, 30.000 kilómetros en 38 horas de vuelo, y se ha reunido en los principales foros de mando con los líderes más relevantes, desde Barak Obama y Angela Merkel, hasta Dilma Rousseff o François Hollande y Mario Monti. El esfuerzo ha sido ingente, el resultado muy escaso. A Rajoy ya le empiezan a conocer bien por ahí fuera, lo que no está resultando necesariamente positivo. Y ante tanta ausencia e incomparecencia aquí corre el peligro de perder el favor de los que le apreciaban en casa, de los suyos, de los millones de fieles votantes del PP. Dice que no le importa, que hará lo que tenga que hacer "cueste lo que cueste, me cueste lo que me cueste". ¿Les suena la frase y la música?

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Sobre el autor

Javier Casqueiro

. Soy un enfermo de la información política. Redactor jefe de España y Política. Gallego, cocinillas y cosmopolita. Me encanta mi familia, el cine y las series norteamericanas, la NBA, el Barça y las autobiografías de enormes estadistas.

Sobre el blog

Me enerva que las jóvenes generaciones de periodistas ahora en las facultades y escuelas de periodismo solo quieran ser corresponsales de guerra. Ratifico que los partidos políticos y la información política en España también tiene complicadas trincheras que sortear y que los periodistas tan fácilmente descalificados como de moqueta y tenedor también corren sus riesgos, si hacen bien su trabajo. Yo lo intento hace años. En mi experiencia no todos los políticos son ladrones ni vagos ni maleantes. No está escrito en ningún lado que los políticos y periodistas de antes fueran mejores necesariamente.

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