Sobre el blog

Ni enciclopedia ni consultorio sexual al uso. He aquí un rincón erótico festivo dedicado a las relaciones y la atracción entre seres humanos, esa faceta que nos hace la vida más placentera, tierna, amorosa, plena… Un blog coral, con cinco autoras de todo origen y condición, que apuesta por el juego, la provocación, lo sensual y el sexo como acto libre, adulto, compartido, real o ficticio, siempre divertido... Eso sí, si tu mirada no es amplia y tolerante, mejor no te detengas aquí. Coordina Analía Iglesias. No sólo se admiten firmas invitadas, sino que son deseadas.

Sobre las autoras

Anne Cé. Nació en el sur austral (Argentina), en un tiempo beatle y en un país con altísima densidad de psicoanalistas y jugadores de fútbol. Periodista, quizá incluso a su pesar, narra lo que se le ponga delante. Y narra, y narra. Un día descubrió que el simple roce de una clavícula le erizaba la piel y entonces comprendió por qué le gusta tanto abrazar a un hombre.

Esther Porta. Segoviana, fue becaria en el mítico Tentaciones y allí hizo de todo hasta que sus conocimientos de sexo la convirtieron en Beatriz Sanz. Y gracias a ella, publicó artículos semanales de sexo, dos libros y fue reclutada como sexperta guionista del programa de Canal +: 'Sex Pópuli'. Cuando casi se le había olvidado (lo de escribir de sexo...) se mete a bloguera. Y aquí está, con tantas ganas de sexo (del uno y del otro) como siempre...

Venus O'Hara, de Reino Unido, con raíces irlandesas. Modelo fetish, actriz y escritora. Licenciada en Ciencias Políticas y Francés, reside en Barcelona, ha sido columnista sexual en varias revistas, tiene su propio blog de fetichismo y es creadora de 'No sabes con quien duermes', un confesionario para personas que llevan una doble vida. Publicó su primer libro junto a Erika Lust, 'Deséame como si me odiaras', en 2010.

Tatiana Escobar, de Venezuela (1976), ha escrito ensayos y poesía en español. Traductora y editora, en 2004 abrió en Madrid junto a sus socios la primera boutique erótica de España, La Juguetería Erotic Toys, para no tener que vivir de la literatura. Desde entonces vive del sexo. Y escribe, a veces, para sus amigos.

. Madrileña. Soñó con escribir y pronto descubrió una vía: el periodismo. Pero como tampoco valía narrar sobre cualquier cosa, eligió suerte y remató la faena con un posgrado en Sexología. Ha trabajado en suplementos de salud y medios especializados. Con la práctica ha acabado por darle un toque más sensual a sus letras. Y con ellas sueña en escribir, ahora, un libro.

Ilustracion
Venus O'Hara, Anne Cé y Silvia C. Carpallo, según 'Mi Petit Madrid'.

Nuevo libro

El orgasmo de mi vida. Si ya no sueñas con príncipes azules, locos por pedirte en matrimonio, ni esperas que aparezca un millonario atormentado pero diestro en amores, con una Visa en una mano y un látigo en la otra, este libro es para ti. Porque El orgasmo de mi vida habla de eso, de mujeres realistas, lúcidas, independientes y eróticamente vivas, capaces de combinar esa cotidianidad que todas conocemos, con sus pasiones más salvajes. Ellas son las protagonistas de los relatos, sin guionistas que les digan lo que tienen que hacer, pero sobre todo, son las compositoras, directoras e intérpretes de los orgasmos más armoniosos de sus vidas.

Lux eróticaLux erótica. "Escribir sobre sexo era la propuesta y me sentí estimulada. Después de tantos años como periodista cultural y con mucha vida hecha en torno a la información y a la actualidad, tenía ganas de ponerle carne a la crónica. Porque nuestra más genuina actualidad como personas pasa por el relato del erotismo. Porque de atracción y de relaciones hablamos todo el tiempo en este tiempo occidental con ciertas libertades individuales garantizadas y rebosante de espíritu lúdico pero también algo desafectado y con nuevos descompromisos adquiridos...". Anne Cé.

Inglés para pervertidosInglés para pervertidos."Se dice que la mejor manera de aprender un idioma es a través del sexo con un extranjero. Pero ¿qué haces si estás en la cama y no sabes qué decirle? Con Inglés para pervertidos puedes aprender todas las palabras y expresiones que siempre has deseado saber, desde lo más elemental al sexo más salvaje. El libro cuenta con ocho capítulos centrados en las partes del cuerpo, la cama, el LGBT, las compras sexis, el lado oscuro, el porno, el chat y la salud sexual. Cada capítulo contiene vocabulario, gramática y unos ejercicios muy originales que no encontrarás en ningún otro libro. Aprende todo lo que tu "English teacher" no se atrevería a enseñarte nunca. Y... si te cansas de estudiar, el libro incluye un montón de fotos mias para distraerte". Venus O'Hara.

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Nuestros autores en Twitter

Eros

Es que nos pierde la pasión

Por: | 30 de diciembre de 2011

¿Quién no ha tenido agujetas después de una buena sesión de sexo? ¿O la barbilla irritada por una sucesión de besos con alguien con barba?  Incluso, que levante la mano quien no haya tenido problemas con un condón diabólico de esos que no se rompen pero deciden quedarse dentro. Son los llamados accidentes sexuales o de andar por cama…

 

De hecho, se calcula que cada año una tercera parte de la humanidad sufre una lesión durante un encuentro sexual y de ellos, el 5% tiene que pedir la baja. No quiero imaginar la cara de mi jefe si le tuviera que explicar la verdad sobre mi ausencia…

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Sexo para idiotas

Por: | 29 de diciembre de 2011

Da igual si ocupa un lugar de honor, un lugar de cuyo nombre no queremos acordarnos o el lugar que sea, después de trabajar, preparar la cena y acostar a los niños: la curiosidad, la fascinación y la frustración en torno al sexo son una fuente inagotable de preguntas y dilemas que pocas veces nos atrevemos a formular en voz alta, por vergüenza, por falta de costumbre o por no quedar en evidencia, aunque el mero acto de buscar respuestas ya nos hace evolucionar como amantes.

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Fotografía de Sandy Skoglund Via: mymodernmet.com

Por más que el sexo sea aún más antiguo que la reunión en torno al fuego primigenio de los ancestros del ser humano, la civilización se encargó de atrincherarlo y ocultarlo en la más estricta intimidad de quienes lo practican, creando leyes, normas sociales, dogmas religiosos, convenciones morales y tabúes, en un deliberado intento por controlar ese acto intrínseco a la especie en el que, por principio, se pierden, como quien dice, los papeles.

Con ese legado de puritanismo a cuestas y perdiendo los papeles porque nos lo pide el cuerpo, generaciones enteras de amantes han asimilado los gajes del oficio aprendiendo los unos de los otros en el intercambio de los cuerpos desnudos y en los escasos lugares donde el sexo habita como una práctica normalizada de la que puede hablarse sin rubor, desde los burdeles y las tabernas hasta las conversaciones de mujeres y las visitas al doctor. 

El conocimiento sexual se adquiere de muchas maneras, y aunque de tarde en tarde nos parezca que ya está todo inventado, afortunadamente nunca se aprende del todo. Por lo general, nos entrenamos con la práctica del combate cuerpo a cuerpo, tanteando en las penumbras de la inocencia o la complicidad compartida, gracias al buen hacer de amantes más experimentados, o atendiendo esa mezcla de morbo y osadía que nos adentra en tierras, camas y escenas desconocidas. 

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Cuando las chicas "nos hacemos los ratones"

Por: | 28 de diciembre de 2011

Le pregunté a qué se dedicaba y me dijo que era informático. Pero, para describir su oficio dentro del amplio campo cibernético, aclaró: “Que soy el chico que te cambia el ratón, vamos”. Recordé este diálogo cuando leí, en este mismo blog, la entrada de Venus sobre el castellano aplicado al erotismo. Y es que los argentinos nos acercamos a la cama con términos bastante diferentes a los ibéricos. “Ratón” es uno de ellos.

Lo primero que una chica argentina entendería de la respuesta del informático español sería aproximadamente:“te cambio el chip de tus fantasías”. Porque “hacerse los ratones” es, en argentino básico, fantasear. Ni más ni menos. Y porque al trasto del ordenador lo llamaríamos “el mouse de la compu”. Ya sabe: hacerse los ratones. O, en su versión simplificada: “ratonearse”. Sí, un verbo reflexivo. Por ejemplo: “¡cómo me hago los ratones con la foto gigante de Orlando Bloom en el cartel de la parada del autobús que anuncia vaya a saber qué perfume!”.

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Óleo que el artista francés Gustave Courbet pintó en 1866.

Uno puede ratonearse con este cuadro de Courbet, o leyendo un relato incestuoso de la maestra del género, Anais Nin (de ella y de sus libertades y de su amante Henry Miller hablaba la peli Henry and June de Philip Kaufman), o hacerse los ratones con el profesor al que, mientras escribe en la pizarra, se le levanta la camisa y deja asomar un pedazo de elástico del underwear, o con apenas un gesto tierno que borra la viril severidad de un rostro conocido, o ratonearse con la planicie de una pancita descubierta, intuyendo suaves ondulaciones, un poco más al sur, o ...................................(rellene usted la línea de puntos, compañera/o; total, nada va a inmiscuirse de verdad en su realidad pura y dura).

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Amigos especiales

Por: | 27 de diciembre de 2011

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El pasado mes de septiembre se estrenó en España la película Con derecho a roce, que no engaña en su título –aunque me gusta más el original Friends with benefits- y que cuenta la historia de dos amigos (interpretados por Mila Kunis y Justin Timberlake) con derecho a roce. La distribuidora de la cinta, como parte de la promoción del filme, elaboró una encuesta sobre qué opinaban los españoles de este tipo de relaciones. Pues bien, el 66%, más o menos uno de cada tres españoles, las ha tenido. Un 20% confiesa que varias veces y un 14% que las mantiene actualmente.

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El calor del sexo invernal

Por: | 25 de diciembre de 2011

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Venus O'Hara por Guy Moberly. Corsé: Bibian Blue

Me encanta despertarme cuando hace frío fuera. Escuchar el viento y la lluvia contra mi ventana sólo me incita a quedarme todo el día bajo la colcha, y si estoy acompañada, mejor todavía. Para mí, el invierno es la estación más caliente y no sólo cuando estoy en la cama.

Los hombres siempre me parecen más atractivos cuando llevan ropa de invierno. Nunca me han convencido los de pantalón corto y sandalias —por muy buenos que estén. En el frío, me encanta la forma en que sus hombros se destacan, sobre todo cuando van trajeados. El clásico con forma de "V" que se inicia en la cintura hacia los hombros siempre me ha llamado la atención. Un contorno nítido y angular transmite poder, atención por el detalle y un cierto control sobre lo que hacen. Siempre me pregunto cuánto esfuerzo haría falta para quitárselos y que perdiesen el control.

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¿Cómo era el mundo antes del sexo?

Por: | 24 de diciembre de 2011

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Ilustración de Marta Vives, una variación sobre el original en homenaje a la dibujante Jillian Tamaki.

Eran jóvenes, instruidos y vírgenes aquella noche, la de su boda, y vivían en un tiempo en que la conversación sobre las dificultades sexuales era claramente imposible”. Esta es la primera línea de Chesil Beach, la magnífica penúltinovela de Ian McEwan.

Corrían los primeros sesenta; los protagonistas, Florence y Edward, eran veinteañeros que se habían conocido en una manifestación contra las armas nucleares, en Londres. En la contraportada del libro, publicado por Anagrama, los editores adhieren a la idea de un preciso y curioso mojón bien plantado en el corazón del Reino Unido y, quizá, de Occidente todo: “Es un día de julio de 1962, un año antes de que, según Philipp Larkin, en Inglaterra se empezara a follar, cuando El amante de Lady Chaterley aún estaba prohibido y no había aparecido el primer LP de los Beatles”.

Más allá de las controversias sobre Larkin, me sorprende gratamente su atrevimiento al establecer la indiscutible fecha del origen del sexo en el 63 (meses más, meses menos, según la región y la estación de que se trate). Y aunque pocos osarían dibujar una línea divisoria tan tajante sobre el año en que empezó el erotismo, muchos (de este lado del mundo) le habrán dado inmediatamente la razón.

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Ni rosas ni bombones... regalos eróticos

Por: | 22 de diciembre de 2011

Señores, ellas ya no quieren rosas ni bombones. De licuadoras y aspiradoras ni hablamos, salvo que la intención sea autoregalarse un síndrome de la cama muerta o que os ponga mucho lo de jugar a las casitas, que de todo se ha visto. Señoras y señoritas, ellos están hartos de que se les asocie con el sexshop cutre y decadente, cansados de que alguien piense que sueñan con muñecas inflables de tres pesetas y masturbadores realistas con pelo sintético, léase vello púbico con textura de pelo-de-muñeca-del-todo-a-cien. Así que desde este Sexy Corner os ofrecemos algunas sugerencias de regalos eróticos para estas fiestas, que no por ser familiares deben abrirse todos los regalos en familia.

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El efecto Scarlett

Por: | 20 de diciembre de 2011

Autor invitado: JoanG. (periodista deportivo, Barcelona)

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Me piden aquí las autoras (a las que a partir de ahora llamaré "ELLAS", para demostrarles mi rencor) que sea yo EL DEBUTANTE, así con mayúscula, el primer hombre en poner el pie en este blog, y aunque me resistí al principio, encantado estoy de ello; todo lo que sea alegrarnos un poco la vida, es deseable; ahora más que nunca... que todo parece apocalíptico y tremendo, y quien vea en el juego con el juego sexual algo sucio, allá ellas/ellos y sus represiones. Así que, sí, me sumo encantado. Dicho (pensado) esto, me quedé en blanco. No acertaba qué escribir, si real (¿tan corta es mi experiencia?) o imaginario (ahí tengo material para rato, no se vaya a creer Venus O' Hara que sólo ella experimenta), cuando, afortunadamente, mis ojos se posaron en la imagen que ELLAS me mandaron por mail para animarme a soltar prenda. Un regalo con mucha retranca, sí señoras: una foto a imitación de las que se tomó un día cualquiera y le robaron otro de septiembre pasado a la siempre única e incomparable Scarlett Johansson, y que causaron un furor digno de mundial. 

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La imagen/regalo envenenado es de un oso, perpretada y firmada por un tal Luca Becatini; ELLAS lo descubrieron en Twitter. Y les conmovió, se ve, el animalito, que además se llama Bruno. La ternura es lo que tiene, que insufla buen rollo universal. Al mirarla, me doy cuenta de que el tal Luca ha sido rápido de reflejos: en vez de exponer su propio culo, usa el del oso, y esto quizá tenga mensaje y todo: o es él mismo de tal condición, que muy bien; o es hombre de arrumacos, que también bien; o ambas cosas, que ya sería un grande de este mundo; habrá que preguntarle un día. Usa el trasero del oso, decía, para mostrar su admiración por esta actriz de 27 años que encarna la voluptuosidad hollywodiense de última hornada, es muy Lost in traslation toda ella y ahora hasta dirige (¿serían fotos de ensayos las famosas fotos robadas?, ¡uhmm!)... El caso es que tirando del hilo osezno de ELLAS he llegado yo a una web interesante que además de salvarme el culo en esta situación embarazosa, es un rincón que expande y alimenta el asunto con mucha sorna y humor. Han convocado al mundo a prácticar lo que llaman scarlettjohanssoning, bajo el título A collection of #scarlettjohanssoning pics from all around the world!; una invitación a hacer tal cual ella hace: autoretratarse mostrando la retaguardia, con todo o parte del trasero al aire. Y vean lo que han conseguido.

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Después del hastío, sexo al paso

Por: | 19 de diciembre de 2011

“No soy una opción”, le dice Paul, el terapeuta de cincuentaytantos, a Laura, la chica con el ‘problemita’ de la transferencia erótica, en uno de los primeros capítulos de En terapia (In treatment, según su nombre original), la serie de HBO con dirección del magnífico Rodrigo García, que emite aquí la Fox. 

Paul Weston —interpretado por un actor irlandés francamente convincente como es Gabriel Byrne— intenta reconducir una situación que se le empieza a escapar: Laura, una médica treintañera muy sexy, se ha enamorado de él y ha decidido confesárselo hasta dejarlo exhausto y caviloso; vamos, sin palabras. Laura ya ha venido masticando la impotencia. Esconde un amor no correspondido y está a punto de casarse con el novio servicial que le perdona todo. Entonces, y aquí está el quid de la cuestión, ha decidido ir a una discoteca y en eso se le ha presentado la oportunidad de tener sexo rapidito, en los baños del local, con un tipo de la especie “chulo”. Es lo que tiene el desengaño.

 

Montaje de 'En terapia', con Paul y Laura (Gabriel Byrne y Melissa George). Canción:  'Answer', de Sarah McLachlan.

Si, además, ese despecho se condimenta con la pereza que le da a la chica su novio comedido o, lo que es lo mismo, la vía de servicio convencional en la que solemos meternos, la insatisfacción estalla en deseo “transferido”, sexo casual o sucesivas ediciones del taller de ikebana en el centro cultural de la otra manzana (hablando de sublimar, otro término que viene a cuento en el cuento del psicólogo).

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Sexo oral (o cómo hablar de intimidades)

Por: | 18 de diciembre de 2011

Tuve la suerte de guionizar durante un tiempo Sex Pópuli, espacio de Canal + (ver en antena o en su blog). La estructura del programa consiste en plantear un tema de sexo, pongamos la masturbación, y preguntar a los ciudadanos sobre dicha práctica tan socorrida. Es decir, cuestiones tipo: "Se afirma que el 90% de la gente se masturba [y el 10% restante miente, añadiría yo], ¿tú qué crees? ¿tú lo haces? ¿con cuánta frecuencia? ¿con la derecha o con la izquierda? ¿utilizas objetos?".

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Encuestas sobre asuntos íntimos ha muchas, como las del Informe Durex de Bienestar y Salud (en 2007 hablaron con 23.000 personas, que ya es hablar...), pero ¿hay que tener cuidado con ellas? ¿resultan incómodas? Se preguntarán ustedes si la gente está dispuesta a contar sus secretos o hay que insistir e insistirles... De todo puede pasar.

 

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Poniendo a los casados a prueba

Por: | 16 de diciembre de 2011

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Foto: Venus O'Hara por Yuky

Se dice que los hombres son como los espacios para aparcar —que los mejores siempre están cogidos. No es ningún secreto que últimamente aparcar en Barcelona ha llegado a ser una pesadilla, y cuando encuentras un sitio, hay que actuar rápido antes de que te lo quite otra persona.

La dificultad de aparcar es uno de los precios que hay que pagar viviendo en una ciudad turística como esta. Pero algo bueno es que, a menudo, vienen amigos de fuera por viajes de negocios, vacaciones y despedidas de soltero. Me contactan con la excusa que les gustaría verme para ponernos al día y recordar los viejos tiempos, pero no tardan en pedirme recomendaciones sobre donde ir. Normalmente una cena con un buen vino es suficiente para convencerme y convertirme en una guía turística e interprete por un día.

Hubo una despedida de soltero, en particular, que me hizo pensar sobre lo que significa para los hombres contraer matrimonio. Aunque uno de ellos era un amigo de la universidad, los otros eran desconocidos para mí. Todos estaban casados. Cuando traté de contarles sobre monumentos o galerías de arte del lugar, me explicaron que no. Que no era la cultura lo que les interesaba. Solo querían “portarse mal”. Necesitaban que yo les indicara la dirección correcta.

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"Una mujer que le dice a un hombre 'lávate las manos antes de tocarme' no merece ser amada". Esta frase de Elvira Lindo en su habitual columna dominical en EL PAÍS, un par de meses atrás, arrancó en esta lectora silente una sonrisa de aprobación.

Recordé una noche –la primera y la última– con un hombre que, a la hora de la verdad, me pareció algo desaseado y, sin embargo, me provocó deseo y toda la ternura que es dable esperar de uno de estos encuentros cinematográficos e irrepetibles que brinda una tarde, una ciudad cualquiera. Por lo demás, al margen de la ducha adivinada o sin adivinar, el señor besaba como los dioses y era un caballero, todo sea dicho.

Así, colgué el pensamiento fugaz de la Lindo en la red social por antonomasia, con sus correspondientes comillas, aludiendo complicidad, y una amiga pulcra me dijo que a ella no le gustaba que la tocaran con las manos sucias. 6a00d8341bfb1653ef0162fd9df9d4970d-550wi

“¿Sucias de qué?”, levanté la apuesta, procurando poner una dosis de humor a un asunto que para las mujeres suele ser socialmente vergonzante. Es que (y ahora viene el pataleo) las chicas tenemos que estar –o parecer– siempre impecables, ante todo inodoras, y referir únicamente parejas bienolientes.

No obstante el respetable umbral del aseo (cosas de las medidas y de las medias tan difíciles de alcanzar), y como a muchos hombres, tampoco a las mujeres nos gusta nada que el señor se levante abruptamente, al cabo de la última contracción involuntaria, porque tiene que darse un baño.

A propósito, sobre estas tribulaciones mundanas pueden repasar los/as fans un episodio de Sexo en Nueva York, en el que Miranda se queja del galán que salta de la cama a la ducha tras una sesión romántica, dando a entender que un rato impregnado de humores femeninos lo hace sentir “sucio” (y no en el sentido ‘hot’ del término).

Cuando pienso en la sensualidad del asco (con perdón del oxímoron), se me aparece, vívida, la secuencia del vagabundo y la prostituta en la emblemática El imperio de los sentidos (Japón-Francia, 1976) de Nagisha Oshima. De un erotismo embriagador y violento, envuelto en vapores de té y flores de cerezo, nieve y sake, velos que se corren con las puertas de papel, aquel filme será recordado por el relato sin tapujos del amor compulsivo hasta el éxtasis de la muerte.

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¿Es indispensable el sexo?

Por: | 14 de diciembre de 2011

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“Thanksgiving Dinner”, de Naomi Harris, publicado en su libro America Swings, de la editorial Taschen.

Una de las tareas más difíciles que me toca desempeñar cuando atiendo a las personas que vienen a La Juguetería es evitar que me cambie el semblante cuando nos visita algún sexófobo. Es verdad que, tras largos años de servicio a la comunidad atendiendo y aportando material para las fantasías y perversiones más rocambolescas de los ciudadanos de a pie, pocas peripecias eróticas me hacen abrir los ojos más de la cuenta. Pero debo admitir que un escalofrío me recorre la espina dorsal cuando, más a menudo de lo que quisiera, escucho a hombres y mujeres soltar argumentos en contra de la sexualidad y sus posibles beneficios.

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El castellano en la cama

Por: | 12 de diciembre de 2011

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Dibujo del artista estadounidense M.C.Wolfman. 

El inglés en la cama resulta bastante limitado. Habitualmente consiste en un “Oh, my God” y poco más. Para mí, el castellano en ese contexto es lo más, es lengua erótica sin igual, como dicen los poetas, y no sólo por como suena. 

En 2000, todo el norte de Europa se había contagiado de la fiebre latina. Muchas personas se apuntaban a clases de salsa y de castellano. En casi todas las ciudades del Reino Unido se organizaban fiestas de salsa cada noche de la semana (cosas así, pongamos por caso). Para alguien de raíces irlandesas que se crió con el Riverdance, tal cosa resultaba un baile mil veces más sensual y sin duda más divertido. Además, era la mejor manera de conocer a los españoles y latinos de la ciudad, y de escuchar el castellano en ese frío y lluvioso Birmingham donde yo estudiaba.

A pesar de que no sabía lo que decían, me encantaba su forma de comunicarse, nunca les faltaba pasión y parecía que no necesitaran estar borrachos para expresarse. Lo encontraba refrescante e irresistible aunque no era suficiente para mí. Yo quería escuchar el castellano 24 horas al día y – lo más importante - deseaba entenderlo.

No tuve más remedio que mudarme a España para satisfacer mi incipiente pasión por la lengua de Cervantes. Además, siempre supe que un futuro de fish and chips en Inglaterra no era lo mío. Cuando se aprende un nuevo idioma, siempre existen unas cuantas palabras que conviene saber antes que otras. Para mí, al principio lo único necesario era saber pronunciar “agua”, “preservativos” y, por supuesto, “adiós”.

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Un beso es un beso es un beso...

Por: | 11 de diciembre de 2011

Hoy me desperté evocando besos apasionados (los correspondidos), e irremediablemente acudieron a ese paisaje de semi-inconsciencia también los otros, los besos deseados pero apenas devueltos por cortesía. ¡Qué desperdicio, con lo esenciales que son los besos para enamorarse (y para que nuestro cerebro libere endorfinas, oxitocina y todos los antídotos naturales contra la abulia)!

Desayuné y encendí el ordenador. Un amigo de Facebook había colgado un vídeo de Let me kiss you  (Déjame besarte) de Morrisey (Live in Manchester, 2004). Y si a alguien no puedo resistirme es, justamente, al ex líder de los Smiths que ya pisa firme los cincuentaytantos (y que, al parecer, nunca dejará de ser ‘así’ de sexy). Por lo tanto, allí cliqueé.

 

'Let me kiss you', por Morrisey, el ex líder de los Smiths, en directo, en Manchester (2004).

Boquiabierta por enésima vez frente al señor de Manchester, repetí la acción del play hasta que se hizo la hora del almuerzo. Entretanto, pensaba en lo sensual que me resulta este admirador de Goethe y de todos los torturados sentimentales de este mundo; lo recordé en el FIB de Benicássim, un par de años atrás, protestando desde su vegetarianismo radical contra las hamburgueserías del predio que asaban “cadáveres”; miré detenidamente sus labios británicos, nada carnosos y sin embargo, tan apetecibles, pidiendo “let me kiss you”.

Hay que encontrar “un lugar bajo el sol”, canta Morrisey. “Yo ya encontré el mío”, dice tan campante, y luego te propone besarte, besarlo, besarme.

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La revolución ha terminado. ¡Larga vida a la revolución!

Por: | 10 de diciembre de 2011

Yo nací en Venezuela, como tantas Miss Universo. Y en mi tierra, antes de que se pusiera de moda la política, se hablaba de sexo. Muchísimo. O al menos entre los que me rodeaban, empezando por mi madre, que tenía a bien preguntarnos de pequeños, a mediodía y a mesa puesta, si nos habíamos masturbado a gusto la noche anterior, tan progre ella. Hoy con tanto teléfono inteligente, sospecho que ya ni se habla. O como bien señala esta Miss Amazonas, se ha perdido el “Face to Face”:

 

Se decía que la mejor parte del sexo era contárselo a los amigos con pelos y señales. Se intercambiaban anécdotas, dudas y técnicas. Y es más, no tenía la sensación de que fuese una obsesión nacional, pues lo mismo se hablaba de cómo usar los dedos o la lengua, de la postura del helicóptero y la técnica del arco-iris, que de la corrupción, el calor, la escasez de algún alimento o de Boy George.

Uno tiene la manía de asumir que todas las costumbres son universales. Supongo que por eso me sorprendió tanto, al llegar a España, que el comentario erótico-festivo se limitara al fanfarroneo básico: meros titulares y si te he visto no me acuerdo. Tal vez sea una herencia del recatado silencio castellano, que cubre con su enrejado todo cuanto es íntimo, ridículo o cursi. Pero que cosa más sosa, oiga. Y como te vayas al País Vasco, flipas. Las primeras conclusiones saltaban a la vista: ellas estaban hartas y el macho ibérico 1.0, en serio peligro de extinción…

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Algo sexy para los tiempos que corren

Por: | 09 de diciembre de 2011

Afirma el Diccionario Panhispánico de Dudas que la voz inglesa sexy se aplica, como adjetivo, a la persona o cosa que provoca atracción o deseo sexual. Y como sustantivo: atractivo sexual. Sin más. Y que hay contextos en que es posible emplear equivalentes españoles como atractivo (sexual) o sensualidad para el sustantivo; y provocativo, sensual o seductor, para el adjetivo.

Así, este Sexy Corner pretende ser eso, y sólo eso que su propio nombre indica. Un lugar para mirar y mirarnos (en nuestra historia social común, como individuos nacidos de acto sexual milenario que somos), ver y vernos de modo más seductor y atractivo. Un divertimento y distracción gustosa para los tiempos de crisis que corren, ocupándose de historias, personajes, imágenes, películas, obras, iniciativas y asuntos serios considerados sensuales o con afán de serlo... 

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Fotografía del archivo personal de Isabel Muñoz.

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El País

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