Acabo de ver este mediodía, mientras comía, Cabaret Desire, el último trabajo de la polifacética Erika Lust (Estocolmo, 1977), licenciada en Ciencias Políticas y feminismo, directora de cine, escritora y guionista. La última vez que vi una peli porno sentada a la mesa, había invitado a un amante a cenar y pensé que sería divertido proyectar una colección de clips de porno fuerte entre plato y plato. Al principio nos hacía gracia pero no tardamos mucho en pulsar el stop porque las escenas hardcore nos impedían no sólo la masticación, sino hasta la digestión.
Sin embargo, esta tarde he digerido bien. Además, Cabaret Desire me ha dejado un muy, pero que muy buen sabor de boca.
Escena del filme. Fotos de Antía Pagant
Confieso que no veo porno a menudo. Y creo que, al contrario de la mayoría, soy una persona que suele pasar rápido las escenas de sexo simplemente porque me aburren, las encuentro repetitivas. Los primeros planos de penetración me hacen estremecer y duran demasiado tiempo para mi gusto. Lo que yo busco en el porno es la seducción, el dialogo y, sobre todo, entender la relación entre los personajes.
Cabaret Desire es la última película de Lust, como aclamada directora de cine adulto que insiste siempre en que su trabajo habla de sexo, deseo y pasión con una aproximación y una mirada femenina. "We make love, not porn" es lema en su web. Con cada nuevo proyecto que lanza (ya van cinco películas y cuatro libros, entre ellos el titulado y muy seguido Porno para mujeres), su propio deseo de ampliar los límites estéticos del cine erótico se aclara. Existe otra forma de disfrutar del sexo en la pantalla y Erika quiere mostrárnoslo, compartirlo.
Lust la ha descrito como su obra más personal y —a medida que comienza— se puede ver por qué. Todo empieza en el Prostíbulo Poético de Barcelona —originalmente visto en Nueva York—, un lugar singular donde acude la gente para escuchar cuentos eróticos. Estamos en Barcelona, pero el período de tiempo en el que nos encontramos bien podría ser París a principios del siglo pasado.
Cabaret Desire es un viaje intenso y provocador de 75 minutos con cuatro historias. El setting del burdel es esencial para nuestra propia participación en los cuentos. Entre cada uno, hay músicos que tocan para los clientes del prostíbulo. De hecho, da la sensación de que somos parte de la multitud, sentados en un rincón, mirando y escuchando cada nueva historia que comienza. El personaje principal de cada historia es presentado por el narrador y gracias a esto no tardamos en saberlo todo acerca de los personajes implicados. Cuando se acaba un cuento, nos encontramos de nuevo en el cálido prostíbulo antes de que comience el siguiente. Esta estructura mantiene las ventajas de un largometraje y el valor de cuatro historias distintas.
El primer relato, Los dos Alex, trata de una joven que conoce a una pareja y mantiene una aventura con ambos en distintos momentos. Destaca la edición de los escenas de sexo: ¡tuve que verlo dos veces! La historia titulada Mi madre, sobre un encuentro entre una ladrona y un escritor, es sin duda el corto más fetish. Aunque el escenario de un robo ya se ha visto muchas veces en el porno, Erika lo eleva a otro nivel. El país de las maravillas me cautivó por su escena de apertura, la protagonista sale de un edificio con su vestido mal abrochado y una gran sonrisa en la cara. La historia de su fiesta de 30 años que sigue a continuación, me dio la explicación que buscaba. En la última, Sábanas mojadas, vemos a una pareja a punto de encontrarse, un año después de su separación. Comparten los recuerdos de su relación en el pasado vía flashbacks. La química entre los actores, me impactó en este cuento.
En esta época de obsesión por la cirugía estética y la búsqueda de la “perfección”, Cabaret Desire es muy refrescante por su énfasis en los cuerpos naturales. A veces, ver tantos cuerpos de fantasía teniendo sexo en la pantalla hace que sea difícil para nosotros —como espectadores normales— identificarnos con ellos. La fusión de la fantasía de los cuentos y la realidad del sexo es el mayor logro del filme. Para mí, la mejor prueba para saber si una película es buena es si tengo ganas de verla de nuevo. Y esto es precisamente lo que voy a hacer ahora, ¿me acompañáis?
Hay 6 Comentarios
Me la pedí por Reyes y me encantó. Soy fan absoluta de Erika Lust.
Publicado por: Dora | 23/01/2012 10:45:07
Las de Lust siempre tienen un aire distinto (gusten o no)
Publicado por: blog bicis eléctricas | 22/01/2012 20:25:12
Voy averla y, luego opino. Cine porno desde la óptica femenina...hum, ¡ya era hora! He visto una de la Sra. Lust y, francamente, me gustó mucho. Saludos.
Publicado por: Jaime Machuca | 22/01/2012 3:34:28
No puedo concebir el cine porno
sino como turbión de entendederas.
Que aparezca luciendo posaderas
tanto tonto salaz, es de bochorno.
El papel del guión es sólo adorno
de rollo higiénico y las frases hueras,
emisión de neuronas cagaderas.
Que alguien junte ésto con el horno
mereciera condena de Luculo:
un mierda adobada por merienda;
un fumé repasado por el culo;
un cóctel inguinal de pis mefítico;
y, para digerir tanta jodienda,
café con leche y pus de sifilítico.
Publicado por: Witness | 21/01/2012 22:11:53
¡qué ganas de verla! buenas imágenes y música que contagia deseo en femenino. gracias!
Publicado por: anne cé | 21/01/2012 21:03:56
Mujeres haciendo cine porno... además de las sugerencias de otro día lo importante es eso: el erotismo rodado desde la mirada femenina: El mundo está cambiando; por fin!!
Publicado por: Vicente | 21/01/2012 19:34:14