Autor invitado: Iñaki Lajud (*) psicólogo, Madrid
Bajamos los pantalones. Bajamos la delicada ropa interior. Bajamos la cabeza recorriendo nuestro amante hasta llegar a su centro. La capital del país que es su cuerpo. Llegamos al lugar donde se concentran la mayoría de las pasiones del objeto de deseo con el que nos encontramos ahora frente a frente. Ahí paramos, para disfrutar del olor, del descubrimiento de una vista desconocida; un lugar vedado desde nuestra tierna juventud que ahora se abre bajo nuestra voluntad, receptivo a los impulsos que no podamos, ni queramos, controlar.
Bajamos del deleite labial al cuello, a succionar otras pieles tiernas que se estremezcan ante nuestro calor. Bajamos a buscar aureolas que se endurecen no sólo con el frío al que su desnudez está expuesta, sino con el líquido compartido de nuestras bocas que ahora generosamente repartimos por los rincones menos atendidos.
Bajamos del ombligo hacia la intimidad de quien espera con ansia adolescente cualquier interés que le queramos proporcionar. ¡Pero no! Bajamos recorriendo muslos y piernas para llegar a sus auténticas partes bajas: los tan útiles pies que tan pocas veces cuidamos tanto como al resto del cuerpo. Unas caricias de agradecimiento, pues, un reconocimiento oral, nasal, unas sensaciones entregadas como regalo por parte de nuestro pelo, brazo, y cualquier otra parte de nuestra cada que también quiera participar.
Bajamos la intensidad para prolongar el placer. La sutileza es musa de las fantasías.
Haciendo menos en la realidad permitimos volar más alto a la imaginación, a la vez que generamos más tensión acumulada... ya veremos cómo y cuándo la liberamos.
En ocasiones nos encontramos en la situación ideal para un acercamiento erótico sin limitaciones; pero no nace el deseo con la intensidad que nos gustaría, tal vez precisamente por la facilidad que proporciona el encuentro. A veces, no dejar nada a la imaginación y prever lo que va a ocurrir, o creer que va ocurrir lo mismo que todos los sábados por la tarde, destruye nuestra musa, el puente que conecta con nuestro cerebro primitivo.
Uno de los problemas sexuales más comunes en mujeres es el Deseo Sexual Inhibido, no es que no tengan deseo, es que están aburridas de lo mismo. Su objeto de deseo ha dejado ser tal, y sin la emoción de la novedad la excitación no se encuentra ni debajo de las piedras... con la pareja.
En otras ocasiones en cambio, nos pasa que en el lugar menos apropiado se desata un impulso de coger(sí) a nuestra pareja y llevarla a descubrir los límites de la pasión; si no hubiera nadie mirando, si estuviéramos a solas, sería fácil rescatar nuestro lado salvaje para liberar el animal que quiere escapar. La tensión sexual se mezcla con la tensión de la prohibición, ahora no podemos... pues ahora es cuando más queremos.
En esos momentos de frustración haremos bien en practicar el erotismo sutil que nos deleitó en imágenes de películas como Deseando Amar de Wong Kar Wai o La Edad de la Inocencia, de Martin Scorsese: mirar al otro lado mientras una caricia descuidada roza una zona que según quién la vea podría interpretarla como un gesto escandaloso; hacer el amor con la mirada durante tres o cinco minutos, no sabemos cuánto podemos comunicar con nuestros ojos en unos pocos segundos hasta que probamos hablar en su idioma: un susurro al oído que confiese lo que no somos capaces de hacer en el momento pero revela las imágenes creativas que se agolpan en nuestra mente.
Por eso una recomendación habitual de los sexólogos es 'la imaginación al poder', es decir, constante creatividad para buscar alternativas en la cama y fuera de ella, romper con la monotonía para que no se instaure entre las sábanas como un amante fétido.
Ya he mencionado que cada centímetro de nuestra piel puede hacer la función de órgano sexual, y cuando así lo entendemos se abre rápidamente un mundo de sorpresas ante nuestra realidad sexual. Terapéuticamente se puede jugar a ver quién puede sorprender más a su pareja; utilizando los cinco sentidos, y a veces un sexto, para alimentar las mentes con erotismo y dejarlas hambrientas de más sensaciones. Tanto de forma explícita como implícita, lo importante es nutrirnos de sensualidad.
* Iñaki es psicólogo, terapeuta sexual y de pareja en Madrid. Correo: [email protected]
Hay 11 Comentarios
Que po..
Publicado por: Gestacion | 04/01/2013 21:15:29
Da para paja.
Publicado por: Wren | 21/02/2012 23:59:18
La imaginación es muy importante en las relaciones sexuales, Einstein decía que la imaginación es tan importante como la inteligencia.
Con la imaginación podemos reconstruir el deseo, cuando se pierde.
Publicado por: Aurora del Prado | 21/02/2012 21:12:17
Increíble la redacción... sólo con leerlo se te enciende cada parte erógena de la que hablas... mmmmmm... Da gusto
http://plumadepandora.blogspot.com
Publicado por: Dora | 20/02/2012 21:31:21
Me motiva mas el comentario (por ejemplo el tuyo Lausannera) que el artículo,ummm.
Publicado por: Ramón Porta | 20/02/2012 16:42:29
Habrá que pobrar esta sutilidad!!
Publicado por: Diejino | 20/02/2012 12:40:52
Excelente!!, somos paraísos por explorar..
Publicado por: Vicente | 20/02/2012 0:56:17
Esta claro que sin imaginación, sorpresa, intensidad y diversión el sexo se queda en casi nada. Ya es hora de ponerse las pilas y dejar de esperar a que todo nos llegue hecho. También depende de nosotras.
Publicado por: Carla | 19/02/2012 19:13:42
Hay alguno que siempre está dormido!!
Publicado por: Uol Free | 19/02/2012 19:11:10
Bueno no tan perfectamente, porque es areola, no aureola una cosa tan distinta que un sexólogo debería discernir.
Publicado por: cuchillero | 19/02/2012 11:58:53
Perfectamente escrito, solo leerlo me ha llevado a sentir ese roce del otro sobre mi cuerpo....
Publicado por: Lausannera | 19/02/2012 11:39:27