Hace mucho, mucho tiempo, las mujeres vivían en un país y los hombres en otro. La ciudad de los hombres era muy, muy grande. La ciudad de las mujeres era muy, muy grande. Un día salió un cazador. Anduvo mucho. Así llegó al país de las mujeres. Las mujeres vieron al hombre. Las mujeres cayeron sobre el hombre y le pegaron. El hombre se escapó rápidamente. El hombre se refugió en su ciudad, corrió hacia su rey y le dijo: "Me alejé mucho, mucho. Llegué a otro país. En el otro país las personas cayeron sobre mí y me pegaron. Me alejé de allí lo más rápido que pude".
Las fotografías incluídas aquí para ilustrar este relato del libro (*) El Decamerón Negro son de Isabel Muñoz (**)
El rey le preguntó al cazador: "¿Cómo era la gente que te hizo huir?". El cazador dijo: "La gente era diferente a nosotros. Tenían aquí —y se señaló un pecho— un pedazo de carne, y tenían aquí —en el otro pecho— un pedazo de carne. También tenían cabellos largos, largos. Era un pueblo hermoso". El rey le dijo al cazador: "Quiero ver a esa gente. ¿Cómo puedo verla?". El cazador dijo: "No se puede ver a esa gente". El rey dijo: "Apresad a algunos y traédmelos aquí". El cazador dijo: "¡Oh, mi rey! Eso no es posible. ¡Eso no es posible!".
El rey dijo: "Entonces luchad contra ellos. Luchad contra ellos o haced con ellos lo que queráis. ¡Pero yo tengo que ver a algunos de ellos!". El cazador dijo: "Tampoco podremos hacer eso, porque es probable que esa gente sea más fuerte que nosotros. Pero déjame pensarlo. Lo pensaré hasta mañana y luego regresaré". El rey dijo: "Está bien". El cazador se fue a su casa.
Al día siguiente el cazador se presentó nuevamente ante el rey y le dijo: "¿Quieres ver a algunos de ese pueblo?". El rey dijo: "Sí, quiero ver a algunos de ese pueblo". El cazador dijo: "Si me consigues buena miel y caña de azúcar, intentaré traerte a esa gente o a algunos de ellos aquí". El rey dijo: "Tendrás miel y caña de azúcar. Enviaré en seguida por ellas". El rey mandó a dos hombres al monte a buscar miel. Los hombres encontraron miel. Le llevaron una gran calabaza llena de miel. El rey le envió la miel al cazador. El cazador cocinó la miel con agua. También tomó un panal con cera, en el cual todavía había miel, y lo guardó en su morral. Pero el agua de miel se la dio al rey. Luego el cazador salió y cortó caña de azúcar muy dulce. Cortó la caña en pequeños trozos y los guardó en su morral de esterilla.
Entonces el cazador se puso nuevamente en camino. El cazador hizo el mismo camino que había hecho la primera vez. Llegó de nuevo al país de las mujeres. Las mujeres vieron al cazador. Quisieron apresarlo y pegarle. El cazador gritó: "¡No me peguéis! Tengo algo muy especial. Tengo algo muy, muy dulce, que quiero dar a vuestra reina. Me envía otro rey". Las mujeres dijeron: "El otro rey no significa nada para nosotras. Pero muéstranos aquello muy, muy dulce. Pues si te llevamos ante la reina y la cosa no es tan dulce y nos estás mintiendo, entonces ¡la reina te matará y también se enojará con nosotras!". El cazador dijo: "Con gusto os daré de ello, pues traje bastante". El cazador cortó un trozo del panal lleno y se lo dio a las mujeres. Las mujeres lo tomaron. Las mujeres lo probaron. Las mujeres dijeron: "¡Es verdad! ¡Es exquisito!". Las mujeres saborearon otro poco y preguntaron: "¿Qué es esto?". El cazador dijo: "Es la suciedad del eba (pene) de mi rey. Debo llevárselo a vuestra reina".
Las mujeres preguntaron: "¿Tienes también allí el eba de tu rey?". El cazador dijo: "Sí, también lo tengo aquí. Está en el morral y hace allí su tschöki (suciedad). Allí hace la suciedad que acabáis de probar". Las mujeres se dijeron: "Entonces llevaremos a este hombre ante nuestra reina. Pues eso que trae de su rey es tan bueno que nuestra reina debe probarlo sin falta". Las mujeres se dijeron: "Sí, nuestra reina debe probar el pene del rey y su suciedad".
Las mujeres dijeron: "¡Ven con nosotras!" Colocaron al cazador en medio de ellas y lo llevaron a la ciudad. Lo llevaron a la casa de la reina. La reina dijo: "¿Qué clase de criatura es ésta? ¿Qué quiere?". El cazador dijo: "Soy de otro país. Mi rey me envía. Mi rey te envía a ti, que eres la reina, un regalo. Yo traigo este regalo. El regalo es muy dulce". La reina dijo: "¿Qué es?" Las mujeres que habían traído al cazador dijeron: "No lo mates, pues su regalo es en verdad muy dulce. Trajo el eba de su rey. Tiene el eba en su morral. Allí hace el eba su suciedad. Sólo hemos probado la suciedad, pero ella sobrepasa en dulzura a todo lo que nosotras comemos. No mates a este hombre". La reina observó detenidamente al cazador. La reina le dijo al cazador: "Entonces dame esa cosa dulce que me mandó tu rey. La voy a probar". El cazador dijo: "Reina mía, entremos en la casa". La reina dijo: "Está bien, entremos en la casa. Vosotras, mujeres, podéis quedaros en la katamba (casa de tránsito)". Las demás mujeres se quedaron en la katamba. La reina entró con el cazador en su casa. La reina se sentó sobre su cama. El cazador se sentó junto a ella. La reina dijo: "Dámelo, pues". El cazador dijo: "Prueba el tschö-ki-ba". El cazador partió un buen pedazo de panal y se lo dio a la reina. La reina se lo llevó a la boca. La reina dijo: "Es dulce". La reina lo masticó. La reina dijo: "Es exquisito. Dame más".
El cazador le dio a la reina el resto del panal. La reina comió el panal. La reina dijo: "Es exquisito. ¡Así que esto es la suciedad del eba! Y ¿qué es un eba? ¿No puedo conseguir uno?". El cazador dijo: "¿Quieres probar un eba? Tengo un eba conmigo, por supuesto. En nuestro país cada uno tiene un eba. También tengo los eba de mis dako (abuelos muertos). Prueba primero los eba de los dako". La reina dijo: "¡Está bien! ¡Dámelos!". El cazador metió la mano en su morral y sacó un pedazo de caña de azúcar. El cazador dio a la reina un trozo de caña de azúcar y le dijo: "Mastica este eba de mi dako".
La reina cogió la caña de azúcar y la masticó. La reina dijo: "Es rico. Es muy rico. Es dulce. Dame más". El cazador dio a la reina todos los trozos de caña de azúcar que tenía consigo. La reina comió todo. La reina masticó toda la caña de azúcar. Entonces dijo: "Dame más eba de tus dako". El cazador dijo: "No tengo conmigo más eba de mis dako, pues cada uno de mis dako tenía un solo eba, así como cada uno de nosotros tiene un solo eba y nada más".´
La reina dijo: "¿Cada uno de tu pueblo tiene un eba que se puede comer?". El cazador dijo: "Sí, cada uno de nosotros tiene un eba que se puede comer. Pero el eba de un hombre puede comerse más de una vez; siempre se puede volver a comer el eba, una o dos veces por día". La reina preguntó al cazador: "¿Tú también tienes un eba?". El cazador dijo: "Sí, yo también tengo un eba". La reina dijo: "¿No puedo yo también comer tu eba?". El cazador dijo: "Puedes comer mi eba, pero el eba de un ser viviente se come de otra manera". La reina preguntó: "¿Cómo se come el eba de un ser viviente?". El cazador dijo: "¿Quieres que te lo muestre?". La reina dijo: "Sí, muéstramelo". El cazador dijo: "Entonces acuéstate sobre la cama". La cama de la reina era muy hermosa. El cazador se acostó junto a la reina. El cazador dijo: "Pon tus piernas sobre mí". La reina colocó una pierna encima del cazador. El cazador dijo: "Toca aquí".
La reina tocó el eba del cazador. La reina introdujo el eba del cazador en su vagina. El cazador durmió con la reina. La reina dijo: "¡Qué dulce! ¡Qué dulce!". La reina dijo: "Esto sobrepasa la dulzura de todos los eba de los dakos. Déjame ver de nuevo tu eba". Entonces el cazador durmió con la reina por segunda vez. La reina dijo: "¿Todos tienen en tu pueblo un eba así? ¿Y siempre se lo puede volver a gozar?". El cazador dijo: "Sí, en nuestro pueblo todos tienen un eba así. Pero el eba de mi rey es mucho más dulce aún que el mío". La reina dijo: "Quiero comer también alguna vez el eba de tu rey". El cazador dijo: "Si quieres comer el eba de mi rey ven adonde está él. Mañana mismo iré adonde está él y le diré que tú irás".
La reina dijo: "Sí, puedes ir adonde está tu rey y decirle que iré con mis mujeres para comer su eba". El cazador se quedó dos noches más con la reina y durmió con ella ambas noches. El cazador dijo: "Ahora quiero regresar adonde está mi rey". La reina dijo: "Quédate dos noches más conmigo para que pueda comer tu eba". El cazador dijo: "No puedo quedarme más. De lo contrario mi rey se enojaría conmigo y me castigaría. ¿Quieres que mi rey me castigue? ¿No te he traído algo dulce?". La reina dijo: "Me has traído lo más dulce que he conocido. No quiero que tu rey te castigue, pero quédate aún conmigo". El cazador dijo: "¿Acaso no te es fácil ir adonde estamos nosotros? ¿Acaso no tendrás entonces dulzuras mayores que las que gozas conmigo?".
La reina dijo: "Está bien, regresa, pues, con tu rey. Pero ¡quiero ir contigo!". El cazador dijo: "Déjame adelantarme y decirle al rey que tú irás". La reina dijo: "Está bien, adelántate y dile a tu rey que yo iré. Dile que iré con mi gente. Procura que mis mujeres también conozcan el eba, ya que en tu pueblo todos tienen un eba". El cazador dijo: "Cada una de tus mujeres probará un eba. No habrá problemas. Tenemos suficientes".
La reina fue adonde estaban sus mujeres y dijo: "He probado el eba. Sobrepasa en dulzura a todo. El cazador se adelantará y le dirá a su rey que yo iré y os llevaré conmigo. El cazador tendrá, cuando lleguemos allí, un eba para cada una de vosotras". Las mujeres exclamaron: "¡Cada una de nosotras tendrá un dulce eba! ¡Cada una de nosotras tendrá un eba!".
El cazador se marchó. El cazador regresó. Atravesó el país y llegó a su ciudad. El cazador se presentó ante su rey y le dijo: "He estado nuevamente con esa gente". El rey dijo: "¿Podré ver a esa gente?". El cazador dijo: "He trabado amistad con ellos. La reina quiere venir con su gente. La reina quiere comer tu eba. Las demás mujeres también quieren conocer el eba. Procura, pues, que cuando vengan, cada uno de los nuestros se aparte con una de ellas y que los dos puedan dormir juntos sin ser vistos por los otros. Lo demás ocurrirá solo. Es muy sencillo y agradable". El rey dijo: "¿Lo has probado tú? ¿No es molesto?". El cazador dijo: "Es muy agradable. Es más agradable que cualquier otra cosa".
El rey dijo: "Entonces convocaré a toda la gente y les diré lo que tú indicaste. ¿Cuándo viene esa gente?". El cazador dijo: "Puedo regresar inmediatamente y decirles que vengan". El rey dijo: "Sí, apúrate". El cazador partió. El cazador llegó de nuevo adonde estaban las mujeres. El cazador dijo a la reina y a sus mujeres: "Mi rey les ruega que vayan adonde está él. Cada una de vosotras tendrá no sólo la suciedad del eba, sino también su eba propio". La reina dijo: "Está bien. Iremos en seguida". Las mujeres dijeron: "¡Cada una de nosotras tendrá un dulce eba! ¡Cada una de nosotras tendrá un dulce eba!".
La reina dijo: "¡Nos quedaremos dos meses con los hombres y luego regresaremos!". Las mujeres prepararon sus calabazas y se las pusieron sobre la cabeza. El cazador partió con las mujeres. El cazador llegó con la reina y las mujeres a la ciudad del rey. El rey condujo a la reina a su casa. Cada hombre llevó una mujer a su casa. El rey durmió con la reina. Cada hombre durmió con una mujer. Las mujeres dijeron: "Esto sobrepasa en dulzura a cualquier otra cosa". La reina dijo al rey: "Me quedaré dos meses contigo, luego regresaré con mis mujeres a mi ciudad".
La reina se quedó con sus mujeres dos meses en la ciudad de los hombres. Transcurridos los dos meses, la reina dijo: "Nos quedaremos dos meses más en este país". Las mujeres se quedaron en el país de los hombres. Las mujeres quedaron encintas. Las mujeres parieron hijos. Los hijos crecieron. Los hijos también durmieron entre sí y parieron hijos. Y todo quedó así. Los hombres y las mujeres no volvieron a separarse. Las mujeres no se alejaron más de los hombres.
(*) 'El Decamerón negro', de Leo Frobenius, que recoge hemosos relatos orales de todo el continente, está publicado en Ediciones del Viento. (**) Esta entrada está dedicada a la fotógrafa Isabel Muñoz, que ha viajado en numerosas ocasiones a África. En Etiopía tomó estas imágenes. Leyendas, mitos, ritos; el movimiento y el lenguaje que hablan la piel y los cuerpos son su objetivo.
Hay 16 Comentarios
Muy buenooooo!!!!!!!!!!!!
Publicado por: Sex Shop | 16/09/2012 2:14:47
Muy buenooooo!!!!!!!!!!!!
Publicado por: Sex Shop | 03/06/2012 8:44:09
Que manera de convencer a que reina si somos las mujeres nos casamos y ahi vamos aunque no sea eterno que tal?
Excelente cuento y con mucho matices de realidad.
Publicado por: patricia g. viveros meneses | 01/05/2012 7:07:50
A mi me parcio un cuento con un final muy normal y muy bonito y que tengan buena noche,a mi me gusta su estilo de el Sr.Pedro Manterola.
asi que gracias por mi cuento
Publicado por: patricia g. viveros meneses | 01/05/2012 7:04:03
Hay algo peor que el egocentrismo y es el PENECENTRISMO U_U
Publicado por: NAA | 29/04/2012 11:34:51
hermoso
Publicado por: anne cé | 27/04/2012 1:01:23
Coincido con @María, serían deseables más datos para redondear la historia. El folklore y sus cosmogonías es fascinante, sea del área que sea.
http://elgatocuanticodesheldon.blogspot.com/
Publicado por: Sheldon | 26/04/2012 10:12:54
Ahora entiendo porque se regalan bombones a las mujeres
Publicado por: Vicente | 25/04/2012 23:44:59
Hummm... prefiero el relato clásico de las amazonas a caballo y secuestrando hombres para satisfacer sus libidinosos deseos y después arrojarlos al camino.
Este otro cuentecillo destinado a explicar el "uniros y multiplicaos" es bastante ñoño, pero en fin...
Publicado por: Uol Free | 25/04/2012 19:12:43
Muy buena leyenda, entretenida y para reflexionar!!
Aquí os dejamos información interesante acerca del sexo y el embarazo, saludos!!
http://intimsecrets.com/blog/como-disfrutar-del-sexo-durante-y-tras-el-embarazo/
Publicado por: Diana | 25/04/2012 17:48:37
Si es efectivamente un relato oral africano, no estaría de más especificar de qué país en concreto, y de qué época y comunidad procede. Contextualizarlo un poco, vamos, porque son los datos que se echan en falta una vez leído.
Publicado por: María | 25/04/2012 15:43:16
Si es efectivamente un relato oral africano, no estaría de más especificar de qué país en concreto, y de qué época y comunidad procede. Contextualizarlo un poco, vamos, porque son los datos que se echan en falta una vez leído.
Publicado por: María | 25/04/2012 15:43:06
LXI
Un gran reino es un cauce profundo
hacia el que todo fluye.
Es la hembra del mundo.
La hembra, por su quietud, vence al macho y perma-
nece abajo.
Un gran reino se humilla ante el pequeño,
y así lo posee.
Un reino pequeño se humilla ante el grande,
y así se engrandece.
Uno vence humillándose
y el otro quedando abajo.
El gran reino desea reunir y criar.
El pequeño reino desea servir.
Para provecho de ambos y el logro de sus deseos,
el más grande debe mantenerse abajo.
-Tao te King-
Publicado por: Stímulax | 25/04/2012 11:41:09
estos son los cuentos que tendríamos que explicar a los niños por las noches y no los cuentos de princesitas que tantos estereotipos causan
Publicado por: chopinetta | 25/04/2012 11:19:33
Bonita leyenda. Lástima que en ocasiones cazadores y amazonas se olviden de la dulzura del eba.
Publicado por: Fran | 25/04/2012 11:14:17
Bien no se si reirme o que, la verdad que es algo ilusoria la historieta, me imagino que es nativa de algún lugar,comparar al miel con el sexo y además con amazonas que se supone eran mas bien lesbianas, pues que quieres que te diga,fantasias claro.
Publicado por: RPort | 25/04/2012 10:07:01