Los cinco sentidos, según Hans Mackart.
Hasta el aliento cercano de un compañero de clase o de oficina nos puede dar ese vuelco erótico inesperado, que unas veces incomoda y otras se disfruta. ¿Cómo no imaginar, entonces, que las personas con ciertas zonas del cuerpo insensibilizadas por accidentes o enfermedades puedan gozar hasta el éxtasis con un masaje de orejas?
Tráiler de la película Intocable, de Olivier Nakache y Eric Toledano.
Recuerdo algún trabajo compartido en un curso intensivo de idiomas y, de repente, hacer un alto en la tarea concentrada, y desviar mis pensamientos al sentir la humedad cálida de la respiración del colega en mi cuello. Es lo que tiene esto de verse todos los días y en verano, durante varias horas... aunque, en realidad, también suele electrizarnos el tocarnos levemente con un recién conocido, sin querer, una única vez.
Ni hablar del rubor por la sensación que te sobreviene a solas y en público, cruzando las piernas en el metro, por ejemplo, o el agradable dolorcito pélvico del día después de una buena sesión, con el simple frotarse del caminar o al montar en bici, que te hace sonreír cómplice (y que te despierta ganitas renovadas).
¿Por qué nos excitamos cuando tenemos muchas, muchas ganas de hacer pis: es la vejiga la que nos acaricia por dentro? ¿O con el miedo súbito y el chute de adrenalina?
¿Por qué me muero de placer si me tocas el antebrazo, incluso si apenas lo rozas sin siquiera apoyar del todo los dedos? ¿Por qué me erizo toda cuando me peinas con tus dedos, desde el nacimiento del pelo, y tiras fuerte hacia atrás? ¿Por qué me vuelves loca con un gesto mínimo pero decidido de tu mano en la ingle para indicarme que abra las piernas? ¿Por qué me erotiza tu olorcito a mi sexo perdurando en tu mentón, cuando ya nos hemos dado tanta satisfacción?
Infinito mar de subjetividades y experiencias asociadas a terminaciones nerviosas que los neurobiólogos no alcanzan a explicar cabalmente. No sé si las mujeres somos más o menos indescifrables que los hombres en este aspecto, pero sí que la ciencia empieza a prestar bastante atención a las sensaciones femeninas, a tratar de entender algunas razones.
Días atrás, leí la reseña de un estudio de la Universidad de Indiana, que demostraría que el simple ejercicio físico puede desatar orgasmos en las mujeres: al parecer, se ha documentado que el spinning, los abdominales, las pesas e incluso trepar por una cuerda pueden dar cosquilleos hasta el espasmo.
Es cierto: a veces no nos hace falta fantasear para sentir la inquietud del “bajo vientre” o un placer otro, más de cintura para arriba.
A propósito, dos películas en la cartelera española, la taquillera Intocable de Olivier Nakache y Eric Toledano y De cintura para arriba de Gianfrancesco Lazzotti, hablan del gozo de las personas con capacidades diferentes en lo relativo a la movilidad. La primera es una comedia satírica francesa, entretenimiento que llega con polémica y bien interesante; la segunda, una historia sentimental italiana sobre el encuentro de las imposibilidades o de cómo derribar barreras de distinta índole.
Trailer de la italiana De cintura para arriba.
No todo es genitalidad. Tampoco en momentos en que la tensión sexual se corta con cuchillo. Recuerdo haber escrito, hace unos años, un relato que giraba en torno a un encuentro, en apariencia inocente pero perturbador, entre dos personas que se han deseado largamente pero a las que las circunstancias les impiden ceder. Fresca en mí estaba la experiencia de uno de esos amores casi platónicos y muy profundos, compartidos y no consumados. Transcribo:
“Las largas piernas de Nico cruzadas a un lado de la mesa rozan las de ella. Se inquietan los dos, bajan la vista. Cerca del suelo, una de las sandalias de ella está resbalando peligrosamente hacia el abismo. Instintivamente, Nico apoya su pantorrilla en el extremo del zapato y lo empuja suavemente hasta que vuelve a calzárselo. Los dedos de ella han llegado al borde de la suela y encuentran la pierna de él, su vaquero. Ambos se ruborizan: han hecho el amor por primera vez”.
Hay muchos más pero yo recuerdo especialmente a dos maestros del cine, Martin Scorsese (con La edad de la inocencia) y Wong Kar Wai (con Deseando amar), transmitiendo esa tensión sexual que no se resuelve, ese deseo hasta la exasperación. Y nada menos que a Daniel Day Lewis y a Tony Leung, contagiándonos "el" ansia.
Tráiler de La edad de la inocencia de Martin Scorsese, con Daniel Day-Lewis y Michelle Pfeiffer electrizados de deseo y dolor.
A propósito de roces, muy otra cosa son los amigos-con-derecho-a porque en esos casos, la cosa suele ir a mayores, con confianza, casi sin preguntas, rubores ni respuestas. Pero estas cuestiones serán motivo de otra entrada.
Por último, van dos recomendaciones pedestres para el roce festivo sin límites (no hay que acercarse por allí si uno pasa por uno de esos tiempos social-fóbicos): la primera, un bar pintoresco en el barrio de El Palo, en Málaga, llamado El Pimpi La Florida, donde la fiesta siempre, siempre, sube el voltaje; la segunda, una celebración carnavalesca en la que frotarse es parte del concepto: la de Dunkerque, una ciudad portuaria en el norte de Francia.
¡Larga vida a los roces!
Hay 10 Comentarios
Muy buenooooo!!!!!!!!!!!!
Publicado por: Sex Shop | 12/11/2012 0:13:49
Recuerdo especialmente dos erecciones ¿espontáneas? Una hace años. Muy compleja. Daría para hablar muuuucho.
La otra el pasado verano. Señora de cierta edad. Nos conocemos en un espacio atestado de gente, y en cambio, nos aislamos sin movernos de allí, incluso de quiénes nos acompañan. Cruzamos miradas dulces, sonrisas cómplices. Más tarde, piropos mutuos. Intentamos quedar en vernos más tarde. Es imposible.
Llega la inevitable despedida. Dulce, tierno y lujurioso (para nosotros), aunque casto (para quienes nos rodean) beso. Mientras, las yemas de los dedos de nuestras respectivas manos derechas se rozan… y mi sexo se yergue, apunta hacia ella… ¿para sentirla? ¿para que me sienta? ¿Llegó a sentirme?
Quizá el verano que viene pueda enterarme.
Publicado por: Vlixes | 07/04/2012 9:05:12
Aún recuerdo y nunca olvidaré la caricia en mi nuca de un músico de la orquesta con la que habíamos compartido concierto y que solo conocí esos dos días de ensayo y el día del concierto, de verlo por el auditorio y mirarnos con deseo pero sin hablar apenas lo protocolario y todo eso.
Él se marchaba -yo no sabía que no volvería a verlo ya, creí que vivía en mi ciudad- y al salir me tocó la nuca, me dejó completamente turbada y con un orgasmo allí mismo sólo de acariciarme la nuca mientras pronunciaba un viril adiós junto a mi nombre. Maravilloso.
Publicado por: Suzie | 04/04/2012 15:22:30
Recuerdo mi 1ª vez con cariño y emoción. En la casa de un amigo del Colegio en el campo. Con mi novia de entonces, (que me duró 5 años, y aún sigo viéndola). Fue tierno y muy deseado. Casi como una ceremonia de iniciación. No hubo ni champagne ni estrellitas, ni fuegos artificiales... Estuvo rodeado de un sincero afecto. Las otras "inauguraciones" que no fueron tantas (un par creo), me parecieron que era utilizado...pero cómo decir que no!
www.arquiterapiaa.blogspot.com
Publicado por: Catalán | 04/04/2012 13:17:45
"El zaguán donde te desnudé sin quitarte la ropa." Joaquín Sabina dixit :)))
Y es tan hermoso cuando sucede...
Publicado por: Musetta | 03/04/2012 19:29:30
Un nuevo cuento: http://cuentosdelizandro.blogspot.com/2012/04/venezuela-2012.html
Publicado por: Lizandro Samuel | 03/04/2012 17:47:09
Un estudio relaciona la disfución sexual femenina con los asientos de la bicicleta.En muchos países se está optando por recoretar el final del sillín,al parecer su efecto es mas pernicioso que otra cosa.La presión que ejerce la 'nariz' del sillín se vincula con el entumecimiento en la zona genital femenina,según unos estudios de Yale.Mi consejo es,que si se va mucho en bici,mejor recortar la punta del sillín o cambiarlo por los que no lo llevan,creo que ya se venden en el mercado. Algo similar sucede con el hombre,los amantes de los trayectos largos se lo tendrán que mirar.
Publicado por: Ramón Porta | 03/04/2012 12:33:11
Pues sí, los caminos de la neuroquímica son casi indescifrables, pero cada vez menos. Ya hay muchas respuestas. Por lo demás, trataré de no tener esos "roces" andando en bici como sugiere la articulista, porque no tengo ganas de romperme la cabeza.
Publicado por: Sheldon | 03/04/2012 9:59:31
Dios...este blog empieza a darme cierto miedo...
Era ayer cuando intentaba explicarle a un proyecto de amante mi lectura de la erótica irresistible de los hechos no consumados; como ejemplo le puse la escena de las escaleras de Desando Amar(In the mood for love), cuando ella sube las escaleras de un siniestro pasaje, con la comida mientras él baja, y en ese estrecho cruce(esa película está llena de estrecheces) se rozan levemente...ese instante es, como bien dices, casi inexplicable.
Conmovedor.
Publicado por: Silencis | 03/04/2012 8:26:17
Por suerte estas cosas tienen cierto toque de inexplicabilidad, y por eso son eróticas de repente alguien que ni te imaginabas pasa te roza y te excitas o te mira y te montas una peli tu solita de tres rombos........
http://www.recetariodesirena.com
Publicado por: Charo | 03/04/2012 8:04:58