De la consulta del doctor a los hogares; de las tiendas por departamento al sex shop y viceversa: repasamos la historia del vibrador y su álter ego políticamente correcto, el masajeador personal, a la luz de la histeria clásica, la normalización de ayer y el neopuritanismo de nuestros días.
Vía The Irreverent Psychologist
Mientras espero el estreno en España de Hysteria (8 de junio, gracias Vertigo Films), estos días he leído La tecnología del orgasmo. La histeria, los vibradores y la satisfacción sexual de las mujeres, revelador y entretenido estudio de Rachel P. Maines donde disecciona con apabullante erudición los paradigmas que hicieron posible la definición y los tratamientos de la enfermedad femenina por excelencia desde la Antigüedad hasta mediados del siglo XX, y su estrecha relación con la invención del vibrador.
Inspirado en los tratados hipocráticos, Galeno concluyó en el siglo II de nuestra era que aquellos variados e innumerables accidentes reconocidos popularmente como histeria tenían su origen en una profunda insatisfacción sexual y concibió una cura que, como tantas otras de la fisiología galénica, se mantuvo intacta en la medicina occidental hasta el siglo XIX. El método consistía en provocar “la crisis de la enfermedad”, denominada “paroxismo histérico”, realizando un masaje genital terapéutico que podía extenderse durante horas y acababa, a la larga, resultando de gran alivio para la paciente, aunque bastante doloroso para las entumecidas manos de quienes lo practicaba por amor a la salud de sus pacientes.
Vía milrazones
Por más inclinados que estemos a pensar mal sobre el gremio médico, el masaje vulvo-vaginal realizado desde los tiempos de Galeno no era ni de lejos la actividad predilecta de los doctores. Aunque se trataba de una importante fuente de ingresos en la consulta, proporcionar ese alivio y esa liberación de fluidos que las mujeres no encontraban en casa era, en palabras de Maines, “el trabajo que nadie quería”. Además, como en la época se deducía que el placer sexual femenino provenía de la penetración, los frotamientos íntimos de un médico no se consideraban contrarios a la moral.
Escena de la obra 'The Next room or The Vibrator Play' de Sarah Ruhl via Brightest Young Things
Tan es así que James Marion Sims, ginecólogo y uno de los inventores del espéculo, señalaba en sus memorias como motivación para experimentar con la nueva tecnología que “si había algo que odiaba, era sin duda investigar los órganos de la pelvis femenina”. (Gracias por el espéculo, monada).
La Revolución Industrial transformó el trabajo manual en procesos mecanizados, pero no sólo en las fábricas, sino también en la intimidad de los consultorios médicos y los dormitorios de las señoras. El fervor por la invención de máquinas se amplió desde la producción industrial hasta artefactos menores para hacer más fácil la vida de mujeres y hombres. De modo que para mediados del siglo XIX ya existían bombas de agua para aplicar duchas pélvicas que realizaban la antigua tarea de manera mucho más eficiente o, al menos, contundente:
Vía Media Academia
Sin embargo las bombas de agua resultaban poco prácticas, difíciles de trasportar y de dudosa higiene. Si “hacer uso del matrimonio” no solucionaba el problema, la hípica, las mecedoras y los trenes más inestables de la época también se recetaban como tratamientos alternativos:
Por esos mismos años, en el hospital parisino de La Salpetrière, el doctor Charcot buscaba nuevas respuestas estudiando a pacientes aquejadas de histeria, a las que trataba con hipnosis, como se ve en este cuadro pintado por André Brouillet en 1887. Profesor de Sigmund Freud, los estudios de Charcot y su desarrollo posterior en las obras de sus alumnos crearon un nuevo campo de estudio psicológico y psicoanalítico de la histeria.
'Una clase Charcot en La Salpêtrière', de André Broullet. Via Baillement.com
El doctor George Taylor patentó el primer vibrador del mundo llamado Manipulator (1869-1872), una especie de camilla masajeadora que funcionaba con un motor de vapor y cuyo uso, advertía Taylor a los médicos de su época, debía ser estrictamente supervisado para evitar el abuso. El modelo británico Weiss diseñado por el doctor Joseph Mortimer Granville hacia 1880 pasaría a la historia como el primer vibrador electromecánico dirigido al mercado médico.
Via That's What I'm Talking About
Ilustración del vibrador del Dr. Granville para la marca Weiss, vía Wikipedia
Los doctores de la época consideraban que el 75% de la población femenina padecía histeria y que, además, era una enfermedad de fácil alivio temporal pero crónica. Así que ante semejante epidemia, la llegada de artefactos más prácticos, accesibles y menos voluminosos se volvió una urgencia apremiante y, pocos años después de su invención, el vibrador pasó de la consulta del doctor a los hogares. Entre 1880 y los tardíos 1910 se vendieron a las consumidoras finales para el “auto-tratamiento” en el entorno doméstico con tal éxito que según el Censo de Fabricantes de 1905, había en el mercado vibradores y masajeadores electro-terapéuticos por un valor de un millón de dólares, fabricados por al menos 66 empresas solamente en Estados Unidos, en una época en que el valor total de los productos electrodomésticos producidos se situaba en torno a una quinta parte de esta cifra, según apunta Maines.
Vibrador 'Try-New-Life', de la marca Hamilton Beach (c. 1920), vía Mike's Antique Vibrator Museum
El hecho de que el vibrador fuese el quinto aparato de la historia en volverse electrodoméstico es un dato elocuente sobre las necesidades de las consumidoras de la época. Los primeros artilugios, pesados y ruidosos, se vendían camuflados bajo el nombre comercial de “masajeador personal”, con la promesa de un sinfín de propiedades terapéuticas:
Manual de instrucciones del 'New Life Vibrator', de Hamilton Beach, vía Schadenfreudian Therapy
Poco a poco, el vibrador fue desapareciendo de las consultas médicas, en parte porque las primeras películas porno (stag films) de los años veinte incluían imágenes explícitas de mujeres utilizando estos aparatos, aclarando de una vez por todas –después de 2.500 años de aceptación, confusión y silencios- que la única diferencia entre el paroxismo histérico y el orgasmo femenino era el nombre del asunto.
El catálogo de la legendaria tienda por departamentos Sears, Roebuck and Company de 1918 incluía una amplia y versátil gama de vibradores para el uso doméstico. Bajo el título Aids that every woman appreciates, las ilustraciones se hacían eco del camuflaje social que hizo posible la primera oleada consumista de vibradores a comienzos del siglo XX, ofreciendo un motor doméstico enchufado a la toma de corriente al que se le podían adaptar extensiones para los usos más diversos: vibrador, batidor, calentador, ventilador y otras “ayudas que aprecian todas las mujeres”:
Entre los años veinte y los setenta los anuncios publicitarios fueron desapareciendo de las revistas femeninas en Estados Unidos, salvo algunas curiosas excepciones...
Vía Comedy Whirled
El camuflaje social del instrumento como dispositivo terapéutico era ya una tarea imposible. Pero el trabajo estaba hecho y se siguieron vendiendo como churros. Como antaño, marcas con tanto prestigio entre las amas de casa -como Oster, por ejemplo- continuaron la tradición del masajeador personal undercover... Y cuando reapareció tras la revolución sexual a finales de los sesenta, el vibrador como accesorio sexual o ayuda marital no sólo dejó de esconder su propósito sino que convirtió su eficiencia en proporcionar orgasmos femeninos como un argumento de venta.
Vía Etsy
(Continuará…)
Hay 19 Comentarios
Genial articulo Tatiana, gracias a dios hoy existen 'curadores de histeria' (y vibradores:-) mucho mas sofisticados que los arriba descritos.
Esta web por ejemplo tiene algunos 'toys' geniales y manda a España http://www.memeshop.com/
Publicado por: Ines | 23/05/2012 11:00:10
Hombre, creo que tanto al hombre como la mujer tiene derechos iguales, no solo en la sociedad como en la cama, pues, todos somos en general seres humanos y tenemos deseos y creo que fue un gran paso para las mujeres poder disfrutar del orgasmo.
Publicado por: restaurantes algeciras | 23/05/2012 9:44:52
Vaya época esta donde se buscaba la " técnica " perfecta para relajar la mujer... Si fueran en los días de hoy, habría mas especialistas.
Publicado por: restaurantes algeciras | 22/05/2012 11:52:01
Yo ya he visto Hysteria... Buenisima jejej ;)
Publicado por: Bonita Bonita | 21/05/2012 8:06:21
Por otro lado hay algo que me chirría cuando veo todos esos aparatos llenos de cables, metálicos, aparatosos y fríos, aplicados para dotar de una válvula de escape a la olla de la represión moral de la época. Porque no sólo es la propia máquina de placer, pienso, lo que me da esa impresión estética fea y desagradable que también tengo ante una torreta eléctrica, o la bobina de un motor, sino que lo que me chirría es el propio cuerpo humano concebido como máquina y en virtud de tal concepción mecanicista de la persona es posible imaginar que actuando sobre ciertos resortes o mecanismos, la máquina lubricará y será una máquina feliz. Creo que hay un reduccionismo del sexo a algo puramente de máquina fisiológica, que se inició precisamente en la época con que se ilustra este artículo, y que ha seguido hasta nuestros días. Creo que esa intensidad sensitiva que proporciona el sexo, de que hablaba en el artículo anterior, estriba en algo más que resortes y mecanismos fisiológicos, estriba en algo que podríamos llamar atracción, poesía o amor.
Publicado por: mucho+snopes | 18/05/2012 21:13:50
Os paso un link a un blog dedicado en exclusiva al uso del vibrador y en el que además de la historia del vibrador aparecen historias muy divertidas.
Se llama www.mivibrador.es
Publicado por: Carla | 18/05/2012 21:04:39
Me llama la atención que cuando en estas ilustraciones el doctor lleva a cabo el masaje pélvico de las pacientes se evita en todo momento la mirada. Sería esta la que quitaría a la práctica médica su carácter de tratamiento científico y aséptico, acorde con la moral. La profesionalidad estriba en no mirar. La mirada concebida pecadora en la época puritana y llevada al extremo de confeccionar camisones con una abertura estratégica. Mentalidad mantenida hasta no hace mucho en habituales prácticas de apagar la luz para desnudarse y meterse en la cama o en considerar como antros de perdición, lugares diabólicos, los dormitorios con espejos situados estratégicamente, como el techo. La mirada “pecadora” que me hace recordar el artículo de Venus O´hara sobre el voyeurismo. Y es que el sexo tiene la cualidad de dotar a todos y cada uno de los sentidos, vista, oído (es interesante la fascinación de la voz para mucha gente), tacto, olfato y gusto, de una dimensión sublime que a través del “pecado” nos lleva a la gloria, efímera, sin duda, pero la única accesible en esta vida y la única capaz de proporcionarnos una intensidad sensitiva inabordable desde otros ámbitos.
Publicado por: +snopes | 18/05/2012 20:40:44
Y por que no usaban las manos?
Publicado por: Salvora | 18/05/2012 19:13:26
Muy buen artículo!! Realmente muestra la paradoja social sobre y hacia el cuerpo femenino! A la par que la masturbación -masculina y femenina- era condenada y prohibida bajo las más diversas amenazas los "tratamientos contra la histeria" eran realizados por profesionales! Además, que sea el quinto de los objetos concebidos como electrodomésticos es bien curioso...
Publicado por: Madame Calvitie | 18/05/2012 17:20:15
Sonrisas verticales
http://2.fimagenes.com/i/3/7/6d/am_79215_4021752_13959.jpg
Publicado por: snopes | 18/05/2012 16:30:16
muy bueno el artículo, me hace gracia comprobar que aun hay hombres a los que les resulta imposible de creer que una mujer tenga esto en casa,y lo utilicen, mira que son ingenuos.
http://www.recetariodesirena.com
Publicado por: Charo | 18/05/2012 7:45:47
Juega con el mejor simulador económico, político y militar; gratuito y por navegador: http://xurl.es/n2yw0
Publicado por: Days | 17/05/2012 23:16:31
http://recortesdeprensa001.blogspot.com.es/search?q=HISTORIa+del+pene
Publicado por: sergio gallarre | 17/05/2012 22:48:34
Pues que quieres que te diga, los aparatitos de tres patas que venden en el Carrufú para masajear la cabeza o el cuello vienen de puta madre para relajar, aunque sean lo más antierótico que exista.
Publicado por: Sheldon | 17/05/2012 20:25:30
¡¡¡ un motor a vapor!!! En todo el barrio verian salir el humo.
Publicado por: Sergio | 17/05/2012 16:56:59
Está demostrado que un aparatito de ésos provocó un maremoto y un tsunami posteriormente.
Publicado por: Uol Free | 17/05/2012 16:25:21
No es lo mismo un vibrador que un masajeador: el primero sólo vibra y repercute la vibración; el masajeador aporta algo más ya que mediante su diseño y con ayuda de la vibración prodiga un masaje, lo que estimula mucho más la circulación sanguínea y aporta ventajas terapeúticas. ¿El mejor ejemplo? Stímulax01, sin duda. Dejo enlace.
Publicado por: Stímulax | 17/05/2012 12:33:36
En la película "Un método peligroso" sobre la relación de C. G. Jung con S. Freud (y nada menos que con M. Fassbender como Jung y V. Mortensen como Freud) dan cuenta de estos tratamientos para tratar el 'nerviosismo' femenino, bastante riesgosos para los propios 'facultativos' que, en algún caso, se volcaban febrilmente a curar a las pacientes (por caso, C.G.Jung se volvió loco por una de ellas). Intuyo, Tatiana, que no a todos les disgustaba aplicar la técnica...
Publicado por: anne cé | 17/05/2012 12:00:01
Curioso y muy bien explicado,aunque como historia de un producto es correcto,en esta sección espetaba algo mas ex- citante la verdad (con perdón). Claro que otro reportaje que hubo trataba mas de las novedades y maravillas que hay en el mercado,este aclara mas, lo idiota y puritano que se llegó a ser ,hasta hasta descubrir que la mujer es una persona normal con sus necesidades y no una histérica, vaya palurdos.
Publicado por: RPor | 17/05/2012 11:17:58