Eros

Nº 2. El último baile

Por: | 13 de agosto de 2012

Autora invitado: Victoria Tonellato (*)

Hoy nos envia su texto la autora del blog Confessionsfromanisland 

‘No levantes tu mano, ni siquiera para acomodarte el pelo’, me instó una escocesa. Su acento indicaba claramente que era de clase alta. La miré con curiosidad y pude notar su tiara brillante, seguramente una reliquia familiar. Su consejo aludía a la subasta que estaba teniendo lugar en ese momento. Filas de personas en white tie, el código de vestimenta más estricto en cuanto a ocasiones formales se refiere, miraban al martillero con atención. Las mujeres tenían que usar vestidos que cubrieran sus tobillos y muchos hombres lucían kilts o uniforme militar. En cuanto un duque, patrón de la caridad para la cual se destinarían las ganancias de la subasta, obtuvo el objeto rematado, el baile se reanudó estruendosamente.

 

Camila do Rosario
Obra de la diseñadora brasileña, Camila do Rosario.

 


Estábamos en uno de los más prestigiosos bailes de gala de Londres y yo me encontraba allí por primera vez. Los zapatos pulidos dibujaban figuras en el piso y las risas explotaban tan pronto como alguien cometía una equivocación y terminaba chocándose con algún desprevenido. Los bailes eran grupales, una especie de danza campestre pero muy energética, casi salvaje, que dejaba moretones en las pieles más delicadas. El abrazo era fuerte porque se giraba vigorosamente como un trombo y, sin el apoyo del compañero, uno podía llegar a terminar en el suelo. En esos casos, la tradición indicaba que si quien caía era una dama, el caballero debería comprar una botella de champagne como disculpa. En cambio, si era un hombre, se esperaba una reacción rápida por parte del mismo para bajar su falda escocesa y así evitar exponer su virilidad al público general… era también tradicional que los hombres no llevaran ropa interior.

Fue entonces cuando me encontré girando al ritmo de las gaitas con un compañero de baile que jamás debería haber aceptado, un mujeriego empedernido, un líder nato, atractivo, intoxicante y letal. Siendo uno de los organizadores, Oliver había dado el discurso inaugural y su voz me había atraído como un cántico hipnótico. Al principio de la noche se habían repartido las tarjetas de baile y me transporté a una novela de Jane Austen. Se trababa de una lista de los bailes y un espacio adjunto para escribir el nombre del compañero con el cual se bailaría cada uno. Con seguridad casi altanera, Oliver había tomado mi tarjeta y llenado tres espacios con su nombre rompiendo toda regla ya que no se permitía bailar más de dos veces con la misma persona.

 

Camila3
Obra de la diseñadora brasilena, Camila do Rosario.


Las mujeres parecían desesperarse por no dejar ni un espacio sin completar. En contraste, muchos hombres dejaban un par de huecos que les permitieran jugar un poco en caso de conocer alguna chica nueva. Era una regla tácita que nada estaba dicho hasta el último baile, el cual se reservaba para la persona con la cual se deseaba abandonar el salón al final de la velada.

Fue entonces cuando los giros y contra giros me hicieron sentir mareada, a pesar de no haber probado ni una gota del champagne circulante, y recordé que había conocido a Oliver en un recital de música clásica. Ese día pensé que había alcanzado un punto de cambio en mi vida, tal vez de ahora en adelante sólo me tentaría ir a eventos de corte más civilizado y rechazaría cualquier aventura que amenazara con dejarme una innecesaria resaca de sentimientos encontrados.

Sin embargo, después del recital, y como en todo evento en esta  ciudad, habíamos seguido al anfitrión en busca de un pub. Entre copas de vino, la conversación tomó un cariz ridículo, mencionando almas gemelas y puntos en común que tal vez no existían ni remotamente. No volvimos a vernos hasta que el baile de gala nos juntó nuevamente. Londres siempre da esas estocadas; a pesar de su inmensidad, los círculos sociales son pequeños y se tocan y convergen como en un diagrama de Venn. 

La conversación que siguió al baile dejó en evidencia que él recordaba cada detalle de lo dicho la noche en que nos conocimos, aún aquello que yo no recordaba haber desvelado. Intenté escapar porque la química estaba actuando en mi nombre, llevándome hacia él sin que yo pudiera controlar nada. ¿Por qué será que la química se activa justo con aquellos que no se merecen que les dirijamos la palabra siquiera? ¿Por qué no prefería en cambio hablar con Jeremy, quien me regalaba palabras amables y me trataba con sus pulidísimas formas? ¿Por qué será que a mi edad todavía no aprendí a elegir al dulce Visconde Raoul y aún prefiero caminar hacia el Fantasma de la Ópera que se agaza en la oscuridad? 

Me puse en la piel de un personaje inocente que se dejaba envolver por palabras hábiles y desafiantes. Ningún director de teatro puede trabajar con una actriz que rehúsa seguir sus indicaciones y yo, sin querer, me convertí en merecedora de un premio. Bajo pretexto de ayudarme a encontrar un taxi, me acompañó afuera y luego nos perdimos por calles semi vacías hasta alcanzar unos jardines privados. En mi euforia, borrachera mezcla de música de gaitas y síndrome de cenicienta, acepté el desafío de entrar a un jardín privado, de esos a los que sólo acceden los vecinos circundantes. La adolescente de uniforme escolar parecía estar bailando en mi subconsciente e instándome a dejar de lado el buen comportamiento. Un psicólogo tendría mucho que decir sobre mi madurez emocional y el poder que tienen los desafíos sobre mi instinto. Afortunadamente, no tuve que hacer ninguna acrobacia, ni saltar vallas a lo Nothing Hill, ya que resultó ser dueño de una llave para entrar a los mismos. Su casa miraba a los jardines.

Ni bien traspasamos la reja negra, comenzamos a besarnos sin preámbulo alguno. Su deseo era contagioso, y no medía consecuencias. Sus manos intentaban dibujar formas por encima de la seda de mi vestido sin detenerse casi en la cintura y bajando con avidez, atrayéndome hacia él y su kilt de lana sin dificultad alguna. Cuando nos despertamos del ensueño, entreabrí los ojos y la oscuridad me pareció normal. Me sorprendí al descubrir que, luego de  una noche plasmada de febril actividad, mi vestido de gala siguiera en su lugar si bien ahora estaba arrugado y mal puesto. ‘Nunca  más’, pensé adormilada, nunca más le daría una chance a alguien cuyo comportamiento despertaba sirenas de alarma más agudas y fuertes que el sonido de las gaitas de la noche anterior.

El sol se reflejaba en el escenario de un teatro al aire libre una semana después de mi aventura con Oliver. Estaba compartiendo un picnic con un grupo de amigos entre las carcajadas producidas por el humor irreverente con el que los actores se movían interpretando la obra. Llegó el entreacto y, como en todas las pausas, comenzó la verdadera obra. El diagrama de Venn se dibujó en el aire y volvimos a cruzarnos. Por supuesto, ¿cómo no sospechar que la ciudad volvería a actuar como lugar de encuentro? Obviamente su grupo social y el mío convergirían en algún punto y los conocidos en común harían de nexo para unir los puntos suspensivos. 

Nos saludamos con una sonrisa  de reconocimiento pero tuvimos que quedarnos en silencio. El segundo acto estaba por comenzar. 

(*) Presentamos en ronda veraniega algunos blogs que se dedican y publican asuntos sexuales o eróticos o de relaciones amorosas, más o menos divertidos, amenos, sueltos, provocativos o directamente polémicos... a elegir. Recordamos aquí que los planteamientos, miradas y opiniones de los autores invitados son siempre eso: planteamientos, miradas y opiniones de los autores invitados. Muy personales. 

Hay 12 Comentarios

When are you uploading a new story, Victoria?

Muy buenooooo!!!!!!!!!!!!

Felicitaciones Victoria por esta nueva historia y por el talento que a venís demostrando reiteradamente en tu blog. Ojalá alguien se dé cuenta pronto de lo interesante e intrigante que son tus historias y te las publique en un libro!

Excelente y fidedigna vision de las calles y amores en Londres... muchas hemos intentado decir "nunca mas" a esos amores fugaces e intensos que por un momento creemos seran eternos. Gracias!

Wow! Me gusta esta historia y me parece muy exciting e inteligente...

Muy lindo y muy cierto... asi son los bailes de Londres y que sexy historia!

Excitante y elegante a partes iguales. Muy bueno.

Genial, aunque ahora mismo estoy un poco dominanta y no aguantaría a un director diciendome como debo actuar.

Carla
www.lasbolaschinas.com

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Sobre el blog

Ni enciclopedia ni consultorio sexual al uso. He aquí un rincón erótico festivo dedicado a las relaciones y la atracción entre seres humanos, esa faceta que nos hace la vida más placentera, tierna, amorosa, plena… Un blog coral, con cinco autoras de todo origen y condición, que apuesta por el juego, la provocación, lo sensual y el sexo como acto libre, adulto, compartido, real o ficticio, siempre divertido... Eso sí, si tu mirada no es amplia y tolerante, mejor no te detengas aquí. Coordina Analía Iglesias. No sólo se admiten firmas invitadas, sino que son deseadas.

Sobre las autoras

Anne Cé. Nació en el sur austral (Argentina), en un tiempo beatle y en un país con altísima densidad de psicoanalistas y jugadores de fútbol. Periodista, quizá incluso a su pesar, narra lo que se le ponga delante. Y narra, y narra. Un día descubrió que el simple roce de una clavícula le erizaba la piel y entonces comprendió por qué le gusta tanto abrazar a un hombre.

Esther Porta. Segoviana, fue becaria en el mítico Tentaciones y allí hizo de todo hasta que sus conocimientos de sexo la convirtieron en Beatriz Sanz. Y gracias a ella, publicó artículos semanales de sexo, dos libros y fue reclutada como sexperta guionista del programa de Canal +: 'Sex Pópuli'. Cuando casi se le había olvidado (lo de escribir de sexo...) se mete a bloguera. Y aquí está, con tantas ganas de sexo (del uno y del otro) como siempre...

Venus O'Hara, de Reino Unido, con raíces irlandesas. Modelo fetish, actriz y escritora. Licenciada en Ciencias Políticas y Francés, reside en Barcelona, ha sido columnista sexual en varias revistas, tiene su propio blog de fetichismo y es creadora de 'No sabes con quien duermes', un confesionario para personas que llevan una doble vida. Publicó su primer libro junto a Erika Lust, 'Deséame como si me odiaras', en 2010.

Tatiana Escobar, de Venezuela (1976), ha escrito ensayos y poesía en español. Traductora y editora, en 2004 abrió en Madrid junto a sus socios la primera boutique erótica de España, La Juguetería Erotic Toys, para no tener que vivir de la literatura. Desde entonces vive del sexo. Y escribe, a veces, para sus amigos.

. Madrileña. Soñó con escribir y pronto descubrió una vía: el periodismo. Pero como tampoco valía narrar sobre cualquier cosa, eligió suerte y remató la faena con un posgrado en Sexología. Ha trabajado en suplementos de salud y medios especializados. Con la práctica ha acabado por darle un toque más sensual a sus letras. Y con ellas sueña en escribir, ahora, un libro.

Ilustracion
Venus O'Hara, Anne Cé y Silvia C. Carpallo, según 'Mi Petit Madrid'.

Nuevo libro

El orgasmo de mi vida. Si ya no sueñas con príncipes azules, locos por pedirte en matrimonio, ni esperas que aparezca un millonario atormentado pero diestro en amores, con una Visa en una mano y un látigo en la otra, este libro es para ti. Porque El orgasmo de mi vida habla de eso, de mujeres realistas, lúcidas, independientes y eróticamente vivas, capaces de combinar esa cotidianidad que todas conocemos, con sus pasiones más salvajes. Ellas son las protagonistas de los relatos, sin guionistas que les digan lo que tienen que hacer, pero sobre todo, son las compositoras, directoras e intérpretes de los orgasmos más armoniosos de sus vidas.

Lux eróticaLux erótica. "Escribir sobre sexo era la propuesta y me sentí estimulada. Después de tantos años como periodista cultural y con mucha vida hecha en torno a la información y a la actualidad, tenía ganas de ponerle carne a la crónica. Porque nuestra más genuina actualidad como personas pasa por el relato del erotismo. Porque de atracción y de relaciones hablamos todo el tiempo en este tiempo occidental con ciertas libertades individuales garantizadas y rebosante de espíritu lúdico pero también algo desafectado y con nuevos descompromisos adquiridos...". Anne Cé.

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