La literatura erótica, pese al presagio de algunos, no ha muerto tras Cincuenta Sombras de Grey. Son muchas las autoras que han cogido el testigo para demostrar que esto no ha hecho sino empezar. Si la británica E.L James conquistó al público a nivel internacional, y quizá Megan Maxwell, a escala iberoamericana, hoy otra inglesa -Jod Ellen Malpas- y otra española -Elisabeth Benavent- son las nuevas 'princesas' del erotismo en el panorama editorial actual. Y también baten récords de ventas.
Una de las tiaras de Cartier de la exhibición 'Cartier Style and History'
Sus trayectorias tienen muchas semejanzas. Mujeres jóvenes, que escribieron historias que eran simplemente para ellas y que, al final, decidieron autopublicar en Amazon. El éxito las sorprendió. Intensas y atrevidas, ambas han cambiado de vida y se han lanzado de lleno a escribir, y es que si sus primeras sagas triunfaron, las segundas, escritas con mucha más presión, también arrasan.
Elisabet Benavent, más conocida por sus fans como Beta Coqueta, ha sabido transmitir en sus libros no solo erotismo, sino también risas a raudales y, en ocasiones, también algunas lágrimas, y es que sus dos protagonistas en la saga Valeria y en Universo Silvia (Suma de letras) son mujeres tan reales como ella.
"Siempre quise que, si alguien me leía, pudiera sentirse una más en la mesa en esas cenas de pandilla, es importante que el lector pueda sentirse integrado. Mis amigas dicen que escribo como hablo (imaginad una de nuestras cenas de chicas: la palabra ‘pene’ es la más utilizada), por lo que creo que es imposible no encontrar paralelismos entre las dos. Detrás, en los dos casos, estoy yo. Valeria es esa parte de nosotras un poco insegura, que sabe que tiene cosas buenas pero que no se atreve a explotarlas demasiado, mientras que Silvia es nuestro lado menos reflexivo y más loco, que goza y sufre las pasiones sin medida".
Elisabet Benavent y sus dos sagas.
Por su parte, Jodi Ellen Malpas, cuya nueva trilogía destaca entre las novedades de esta temporada de Planeta, no solamente en España, intenta darle un toque más misterioso a su nuevo protagonista masculino, pero sin perder, como ella misma define, su "estilo singular en la escritura". Quizás ese sello tan propio se deba a que, tal y como la autora indica, "publicar fue un gran salto de fe, ya que era poner mi alma en el papel, eran mis fantasías, mi historia de amor perfecto”. O quizás es que sus dos personajes masculinos, Jesse, en Mi hombre, y ahora Miller, en Una noche, apelan a un sentimiento universal: "Toda mujer quiere sentirse deseada".