Se dice que la lectolagnia es aquella parafilia que proviene de la excitación al leer libros de contenido erótico. Nunca he sido muy partidaria de hablar de parafilias, sino más de peculiaridades eróticas, y de entender que, si no bien llevadas tan al extremo, todos tenemos algún fetiche o particularidad en concreto. Hoy, al de la lectura erótica me refiero. Parece que el género de la novela erótica gana adeptos, ¿pero quién lee realmente la erótica?
Fotografía del libro erótico 'El orgasmo de mi vida'
No es ninguna novedad: la literatura erótica ha existido siempre, y el arte está vinculado a nuestros instintos. Libros como El amante de Lady Chatterlay revolucionaron el pasado siglo las mentes de muchas mujeres deseosas de que se hablase de eso, de 'su deseo', y escritoras como Anaïs Nin demostraron que el imaginario sexual femenino podía dar mucho más de sí de lo que se pensaba por entonces. Tiempo después, la colección La Sonrisa Vertical, de la mano de Tusquets trajo muchos títulos sugerentes a nuestras vidas, pero, lo cierto es que actualmente vivimos nuevos tiempos para el erotismo y la literatura. Y las mujeres parecen haber llevado la batuta tanto en su papel de escritoras, como de lectoras.
Muestra de ello fue el apabullante éxito de la convocatoria del V Encuentro RA, organizado por la coordinadora de la web Yo Leo RA, Merche Diolch (también autora de Fuego Rojo). Lo que pudimos ver hace algunas semanas allí fue que, en Madrid, se congregaron unas 500 personas (150 de ellas, autoras del género), casi todo mujeres, para hablar de eso: de literatura, de romanticismo, y también, de sexo. Desde luego, parece que el asunto sigue despertando un especial interés.