Sobre el blog

Ni enciclopedia ni consultorio sexual al uso. He aquí un rincón erótico festivo dedicado a las relaciones y la atracción entre seres humanos, esa faceta que nos hace la vida más placentera, tierna, amorosa, plena… Un blog coral, con cinco autoras de todo origen y condición, que apuesta por el juego, la provocación, lo sensual y el sexo como acto libre, adulto, compartido, real o ficticio, siempre divertido... Eso sí, si tu mirada no es amplia y tolerante, mejor no te detengas aquí. Coordina Analía Iglesias. No sólo se admiten firmas invitadas, sino que son deseadas.

Sobre las autoras

Anne Cé. Nació en el sur austral (Argentina), en un tiempo beatle y en un país con altísima densidad de psicoanalistas y jugadores de fútbol. Periodista, quizá incluso a su pesar, narra lo que se le ponga delante. Y narra, y narra. Un día descubrió que el simple roce de una clavícula le erizaba la piel y entonces comprendió por qué le gusta tanto abrazar a un hombre.

Esther Porta. Segoviana, fue becaria en el mítico Tentaciones y allí hizo de todo hasta que sus conocimientos de sexo la convirtieron en Beatriz Sanz. Y gracias a ella, publicó artículos semanales de sexo, dos libros y fue reclutada como sexperta guionista del programa de Canal +: 'Sex Pópuli'. Cuando casi se le había olvidado (lo de escribir de sexo...) se mete a bloguera. Y aquí está, con tantas ganas de sexo (del uno y del otro) como siempre...

Venus O'Hara, de Reino Unido, con raíces irlandesas. Modelo fetish, actriz y escritora. Licenciada en Ciencias Políticas y Francés, reside en Barcelona, ha sido columnista sexual en varias revistas, tiene su propio blog de fetichismo y es creadora de 'No sabes con quien duermes', un confesionario para personas que llevan una doble vida. Publicó su primer libro junto a Erika Lust, 'Deséame como si me odiaras', en 2010.

Tatiana Escobar, de Venezuela (1976), ha escrito ensayos y poesía en español. Traductora y editora, en 2004 abrió en Madrid junto a sus socios la primera boutique erótica de España, La Juguetería Erotic Toys, para no tener que vivir de la literatura. Desde entonces vive del sexo. Y escribe, a veces, para sus amigos.

. Madrileña. Soñó con escribir y pronto descubrió una vía: el periodismo. Pero como tampoco valía narrar sobre cualquier cosa, eligió suerte y remató la faena con un posgrado en Sexología. Ha trabajado en suplementos de salud y medios especializados. Con la práctica ha acabado por darle un toque más sensual a sus letras. Y con ellas sueña en escribir, ahora, un libro.

Ilustracion
Venus O'Hara, Anne Cé y Silvia C. Carpallo, según 'Mi Petit Madrid'.

Nuevo libro

El orgasmo de mi vida. Si ya no sueñas con príncipes azules, locos por pedirte en matrimonio, ni esperas que aparezca un millonario atormentado pero diestro en amores, con una Visa en una mano y un látigo en la otra, este libro es para ti. Porque El orgasmo de mi vida habla de eso, de mujeres realistas, lúcidas, independientes y eróticamente vivas, capaces de combinar esa cotidianidad que todas conocemos, con sus pasiones más salvajes. Ellas son las protagonistas de los relatos, sin guionistas que les digan lo que tienen que hacer, pero sobre todo, son las compositoras, directoras e intérpretes de los orgasmos más armoniosos de sus vidas.

Lux eróticaLux erótica. "Escribir sobre sexo era la propuesta y me sentí estimulada. Después de tantos años como periodista cultural y con mucha vida hecha en torno a la información y a la actualidad, tenía ganas de ponerle carne a la crónica. Porque nuestra más genuina actualidad como personas pasa por el relato del erotismo. Porque de atracción y de relaciones hablamos todo el tiempo en este tiempo occidental con ciertas libertades individuales garantizadas y rebosante de espíritu lúdico pero también algo desafectado y con nuevos descompromisos adquiridos...". Anne Cé.

Inglés para pervertidosInglés para pervertidos."Se dice que la mejor manera de aprender un idioma es a través del sexo con un extranjero. Pero ¿qué haces si estás en la cama y no sabes qué decirle? Con Inglés para pervertidos puedes aprender todas las palabras y expresiones que siempre has deseado saber, desde lo más elemental al sexo más salvaje. El libro cuenta con ocho capítulos centrados en las partes del cuerpo, la cama, el LGBT, las compras sexis, el lado oscuro, el porno, el chat y la salud sexual. Cada capítulo contiene vocabulario, gramática y unos ejercicios muy originales que no encontrarás en ningún otro libro. Aprende todo lo que tu "English teacher" no se atrevería a enseñarte nunca. Y... si te cansas de estudiar, el libro incluye un montón de fotos mias para distraerte". Venus O'Hara.

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Eros

¿Qué pasa con las axilas peludas?

Por: | 29 de febrero de 2016

"Te quita glamour","ha caído un mito erótico" o "¡qué asco!" Estos son algunos de los comentarios que recibí después de publicar fotos de mis axilas peludas en las redes sociales. Por supuesto, también hubo reacciones más positivas. Sobre gustos, colores.

Sobre la parte negativa, tengo que decir que no me sorprendió en absoluto. La mera vista de una axila peluda en una mujer suele provocar esa reacción. Era algo que a mí también me daba asco.

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Foto Venus O'Hara.


Recuerdo una vez que había vuelto a casa con una chica que me gustaba mucho. Estábamos liándonos en el sofá y, cuando le quité la camisa, me quedé completamente horrorizada al descubrir que tenía las axilas sin depilar. Sabía que esto sería indicativo del bosque que tenía entre sus muslos; otra cosa que no entusiasmaba en absoluto en aquel entonces.

Ahora, después de más de cuatro meses sin depilarme las axilas, confieso que ya tengo otro punto de vista. Todo cambió cuando participé en el desarrollo de un nuevo producto cosmético para las axilas. Mi rol era aportar mis conocimientos y compartir mis experiencias como experta en fetichismo.

Hay muchas maneras de apreciar una axila sexualmente. Por ejemplo, con la ayuda de un poco de lubricante, es eficaz para masturbar a un hombre.  Hay muchos fetichistas de axila a los que les gusta oler o lamer la zona - cosa que suele provocar cosquillas. Incluso yo diría que soy bastante fetichista de axilas, sobre todo cuando estoy enamorada y me enloquece recorrer el cuerpo de mi querido para descubrir la fiesta de feromonas de su axila.

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Venus O'Hara por Mr Tickle BCN.


A pesar de que ya había descubierto el poder erótico de la axila, decidí que era hora de dejar de depilarme las axilas para poder ofrecer una experiencia más completa a la investigación. Mientras mi pelo iba creciendo, descubrí nuevas sensaciones. Por ejemplo, tenía más cosquillas y fue raro usar desodorante en una superficie velluda y no suave como la piel...  Lo más sorprendente fue descubrir que tener las axilas peludas no me molestaba tanto como esperaba.

Afortunadamente, dicha investigación se inició en otoño. Creo que hubiera sido mucho más difícil aguantar tener axilas peludas en verano, porque además de soportar comentarios negativos online, tendría que aguantar las miradas de asco al levantar el brazo en público.

Hay algo rebelde en no depilarse las axilas. Es como decir: "yo invento mis propias normas de belleza, y no tengo que seguir lo que los anuncios en las revistas me dictan". Sería imposible imaginar un anuncio de desodorante con una axila peluda o verlo en la alfombra roja de un evento VIP.

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Venus O'Hara por Mr Tickle BCN.


Ahora, debido a obligaciones laborales, tengo que decir adiós a mis pelos en las axilas. Tengo que rodar un anuncio la semana que viene y el anunciante ya me ha avisado que he de ir depilada. Dice que las axilas peludas no pegan nada con la imagen que quiere transmitir.

Mientras cojo el cuchillo a punto de depilarme, no puedo negar que me da pena. Pero, ¿quién sabe? Tal vez el próximo invierno volveré a lucir mis axilas peludas.

¿Y a ti te gustan las axilas peludas?

El santo himen llega a los Óscar, no tan intacto

Por: | 27 de febrero de 2016

Si pecamos, viviremos sin la gracia de Dios. Tal la amenaza repetida en nuestra adolescencia (al menos, a quienes tuvimos la 'gracia' de ser educadas en colegios de monjas). Pues, algo así habrá debido de escuchar la turca Deniz Gamze Ergüryen, realizadora de 37 años, nacida en Ankara y nacionalizada francesa, cuyo filme Mustang compite este domingo por un Óscar a la mejor película en idioma extranjero.

No hay pecado más ominoso que el sexo, y en eso parece que hemos estado de acuerdo de norte a sur y de este a oeste, durante demasiados años.

Damas, no hay pecado más abominable que el placer. El instinto debe ser encauzado. Y es en este sentido que las sociedades han venido ungiendo de autoridad a ciertas personas que son las responsables de dar dirección a nuestro deseo.

Virginidad a cualquier precio.

 

MustangUn fotograma de 'Mustang', la película turca candidata al Oscar al mejor film de habla no-inglesa.

San Himen es el patrono de la vida recta hacia la institución conyugal. Con esta premisa, no deja de ser una paradoja que justamente el matrimonio constituya, en demasiadas ocasiones, ni más ni menos que una violación consentida (y más: promovida y sostenida). A esto son empujadas cuatro de las cinco chicas menores de edad en la ficción de Mustang y tal es el caso de miles de chicas en la vida real de medio mundo. Son niñas o mujeres forzadas a renunciar a una sexualidad propia y elegida.

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Vendo mis braguitas usadas

Por: | 25 de febrero de 2016

Cuando a una mujer le quitan la libertad, lo que nadie puede quitarle es su imaginación. O eso es al menos lo que nos transmite el personaje de Piper Chapman, la protagonista de Orange Is The New Black. Si bien esta serie daría para hablar de muchas vicisitudes de las cárceles femeninas, una de las líneas de la trama que más ha llamado la atención del público es cuando la protagonista, decidida a hacer una hucha de ahorros de cara a su salida, monta un negocio clandestino de venta de ropa interior usada de las presas, vía Internet. En la serie podemos ver que este ocurrente negocio deja importantes beneficios y nos resulta imposible no preguntarnos si en la vida real esto también funcionaría así de bien: ¿de verdad, podemos ganar dinero vendiendo nuestra ropa interior usada?

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Piper Chapman ideando su negocio de braguitas usadas en 'Orange is The New Black'.

En realidad es un negocio tan sencillo como otros tantos de Internet. Tú tienes algo que ya no quieres y alguien quiere comprar eso que tú ofreces. No hay que olvidar que en este y otros tantos negocios, Internet ha supuesto un nuevo espacio de encuentro entre una oferta y una demanda que, de otro modo, no habrían coincidido. Así, existen páginas webs que gestionan este tipo de transacciones entre mujeres que quieren vender la ropa interior que ya no van a usar y (generalmente) hombres que quieren comprarla para su disfrute personal.

Tal y como nos cuenta Katia Ehlert, CEO de SecretPanties, una de estas webs que opera en España, se trata de un negocio que tuvo su apogeo en Japón, sobre todo a partir de los años 80, y que como vimos en la ya mencionada serie, también tiene su aceptación en EE.UU. Pero, ¿y en España? Pues parece que si a Chapman la falta de libertad la obligó a ser creativa, a las españolas la crisis nos ha obligado a ser también imaginativas respecto a nuestras fuentes de ingresos. “Posiblemente si no fuera por el incentivo económico apenas tendríamos vendedoras, ya que muy pocas lo hacen por placer o por morbo. Creemos que la mayoría venden sus prendas sólo por ganar un dinero extra, de modo que la crisis nos afecta favorablemente en la captación de producto”.

En cuanto al funcionamiento de esta página en concreto, su CEO explica que si bien no pueden darnos datos de los compradores, actualmente disponen de un total de 500 prendas de 300 vendedoras diferentes. "Se trata de mujeres normales que se han animado vender sus prendas, aunque la mayoría antes no se dedicase a ello". Aun así, también tienen una sección VIP donde algunas mujeres más conocidas también comparten sus prendas íntimas, como es el caso de la actriz María Lapiedra o la escritora Roser Amills. Precisamente, desde Eros, hemos podido hablar con Roser: "vendo mis braguitas usadas porque lo veo como una forma genial de compartir felicidad sexual de forma anónima: es un juego en el que participamos el comprador y yo, y que nos gratifica a ambos".

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Bienvenidas las etiquetas eróticas: ya no eres 'raro'

Por: | 23 de febrero de 2016

Por Arola Poch*

Tenemos tendencia a etiquetarlo todo. Cualquier moda enseguida adquiere una palabra que la define (desde el ya desfasado metrosexual hasta el hipster, lumbersexual o fofisano, por nombrar algunas). Y el mundo de la sexualidad no se queda atrás. Tendencias sexuales, relaciones, orientaciones se definen con infinidad de palabras, tantas y tan específicas que es difícil estar al día.

CYMERA_20150916_215816Fotografía de Irene Díaz.

Tenemos muy claro de qué van la heterosexualidad, la homosexualidad, el lesbianismo o la bisexualidad. A algunos les sonarán, aunque seguro que resultan más ajenas, palabras como asexualidad, pansexualidad, sapiosexualidad, demisexualidad, transexualidad, cisexualidad, homorromanticismo, birromanticismo, heteroflexibilidad, bicuriosidad, panromanticismo, arromanticismo, grisexualidad, alosexualidad u homoflexibilidad. Todas estas palabras existen y definen una realidad, un gusto o una tendencia sexual. No pretendo definir todas y cada una de ellas, la sexualidad es tan compleja que necesitaríamos varios artículos para concretarlas. Mi objetivo es más modesto y se centra en una pregunta: ¿por qué etiquetamos?

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El sexo es todas las preguntas, una puerta que ya no cierra

Por: | 19 de febrero de 2016

No todo el sexo es bueno, o sagrado. Hay sexo gimnástico (a veces, el sexo matrimonial es el mejor ejemplo de gimnasia con rutinas de ejercicios), sexo explorador (como si vas a ver una casa para comprar o alquilar pero te pasa que quieres huir inmediatamente de allí), el sexo colorinche o industrial (contagiado por la hipersexualización ambiente y ciertos estímulos de la industria del plástico y el entretenimiento); y así podríamos seguir buscando adjetivos para esa sensación de estar fuera, de quedarnos fuera, incluso al cabo de un fugaz orgasmo. Se trata, entonces, del sexo como respuesta, acto concluido, clac, cerrado, contestado.

Nabil El Mansouri

'Rahma' de Nabil Noir El Mansouri, actor y director de teatro marroquí.

Lo admito. No todo el sexo es amor. Aunque intuyo que podríamos llamar genéricamente amor a eso que nos inunda cuando entregamos nuestra piel tímidamente agradecida,  o voraz, o cuando damos cariño, aunque sea efímero. Por este lado andaría el sexo de dar las gracias ("vamos, acaba, así ya no te debo nada"), por ejemplo.

No todo el sexo es estar dentro de la escena. No siempre estamos ‘presentes’. No siempre quedamos en paz. No siempre nos encontramos con alguien (con todo lo que implica un encuentro humano), sin más aditivos que la plena consciencia. Ahora, cuando el sexo es encuentro, el sexo es amor, y cuando es amor es pregunta.

"Preguntar es estar sin pertenencia el tiempo que dura la pregunta; es estar sin pertenencia en la pertenencia, sin lazos en el lazo. Desatarse a fin de atarse mejor para volver a desatarse; es, del dentro, hacer un fuera perpetuo; es liberarse y, de esa libertad, disfrutar y morir", escribió una vez el poeta Edmond Jabès.

El sexo ata y desata, como las preguntas. Esa sexualidad asociada a la consciencia, a nuestra más ancestral animalidad es la que abre una puerta difícil de cerrar (un nudo que ata y se desata). Este sexo es sagrada conexión con el otro y amor a la humanidad.  De ahí, insisto, esto de respetarse la animalidad y la verdadera conexión, y poder encontrar refugio frente al imperativo capitalista de usar y tirar.

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He tenido un 'affaire', ¿y ahora qué?

Por: | 16 de febrero de 2016

Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos querido tener una relación estable, la hayamos tenido o no. La queremos, porque ese regustito de besarte por las mañanas con alguien a quien no le asustan tus pelos de recién levantado/a, es algo impagable. Pero todos nos hemos planteado, también, que tener una relación estable es complejo, por muchos motivos.

Claro, te enamoras y, si tienes suerte, todo fluye solo. Pasar tiempo juntos no solo parece sencillo sino lo más natural del mundo, casi como el acto de respirar. Lo que pasa es que eso de dejarse llevar por la corriente nos lleva a caminos que muchas veces ni nos planteamos: a compromisos que parecen ineludibles, hipotecas, reuniones familiares, estresantes vidas sociales, y cómo no, los hijos, el verdadero compromiso para toda la vida.

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Imagen de la segunda temporada de 'The Affair'.

Y es que tener pareja no solo implica compartir tiempo, ocio, y orgasmos dentro y fuera de la cama. Supone compartir responsabilidades. Cosa que ya, a algunos, seguro que no nos gusta tanto. Las responsabilidades suponen otro tipo de cosas como la presión de la economía doméstica, las tareas del hogar y, por supuesto, la presión por las expectativas que el otro proyecta en nosotros, y que pocas veces podemos cumplir. Tener pareja implica, al final, compartir la vida, con todo lo bueno y lo malo que eso supone.

Si lo vemos así quizás no resulte tan extraño que, en ocasiones, en medio de esa vorágine de "debes y deberías", comencemos a fijarnos en otras personas. No porque nos atraigan más de lo que nos atrajeron nuestras parejas en su momento, sino por el simple hecho de que son personas con las que no nos une nada, o al menos no todavía…

Sin siquiera darnos cuenta, alguien divertido, fresco o, en resumidas cuentas, nuevo, hace que se enrede nuestra vida. No nos pide nada. No nos recrimina nada. Solamente nos ofrece un buen rato, unas risas, el misterio de darse a conocer. Nos ofrece el impulso y el deseo sexual que creíamos perdido. Nos ofrece, al final, un mundo lleno de otras posibilidades que creíamos perdidas. Por eso, y por tantos otros motivos, puede que bebamos de esa agua que siempre juramos no beber, y tengamos un affaire. Y luego, ¿qué?

 

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A propósito de febrero, ¿vértigo o asfixia?

Por: | 12 de febrero de 2016

Otro 14 de febrero, sí, otro San Valentín, sí, de nuevo. ¿Qué le vamos a hacer?  Al mercado ya no le basta con la Pascua, la Navidad y el día de la Madre. Los rituales religiosos y los cultos paganos (en especial, los norteamericanos) son los mejores aliados de las grandes tiendas. Y nosotros, como prosumers del amor no podemos declararnos (del todo) prescindentes. Productores y consumidores del hecho romántico somos, mal que nos pese, y de ahí la apropiación del término marketinero 'prosumidor'.

Esta época empalagosa de corazones sintéticos por doquier deja, cuanto menos, algo aprovechable como material de trabajo y reflexión para los corazones agitados de la pura vida verdadera.

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Una de las imágenes que integran la colección de Fotografía Erótica Francesa del Siglo XIX, expuesta en el Museo de la Erótica de Barcelona.

'Disección de sensaciones' podríamos llamarle al ejercicio. Porque hay, al menos, dos estados claramente reconocibles, en los extremos del amor: uno, la asfixia, y el otro, el vértigo.

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¿Cómo serán los juguetes eróticos del futuro?

Por: | 10 de febrero de 2016

Mucho ha cambiado en el mundo de la juguetería erótica desde que tuve mi primer vibrador rabbit hace diez años. Aunque aquello, en su momento, me impresionó, ahora se ve muy anticuado; iba con pilas y estaba hecho de jelly, algo que ahora se considera un material peligroso. En cambio, la gran mayoría de mis juguetes eróticos actuales están hechos en silicona biocompatible y son recargables vía USB. En cuanto al futuro, más de una vez me he preguntado cómo serán los objetos que me proporcionarán mis orgasmos. Para saberlo, he consultado mi bola de cristal y esto es lo que he visto: 

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Foto por Venus O'Hara

No sé muy bien qué año es, pero veo que ya tengo unas cuantas canas y arrugas. Es una mañana soleada y me despierto en mi casa futura en el campo. Después de ducharme y desayunar, me dirijo hacia la ventana y la abro. Espero junto a ella, todavía tomando sorbos de mi té verde. Momentos más tarde, entra un drone, justo a la hora en que estaba previsto. Ha venido para traerme una caja de juguetes eróticos que me muero por probar.  

 

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'Octoring'.

 

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Si te piden que te quedes desnudo

Por: | 08 de febrero de 2016

"El marido entra con mucho cuidado en la cama y susurra dulce y apasionadamente al oído de su mujer: ‘estoy sin calzoncillos’. La mujer le responde: ‘mañana te lavo unos’". Circula en Facebook el chiste y me viene de perlas para ilustrar el tema que hoy quiero comentar, y desde aquí, poner una queja. ¿Por qué los hombres, algunos hombres, se quitan los calzoncillos solo para el estricto momento de hacer el amor y se los vuelven a poner apenas concluida la cosa?

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Fotografía de Irene Díaz.

Entre las recetas de las revistas femeninas online sobre lo que no hay que hacer después del orgasmo no encuentro ninguna que les recomiende a los hombres evitar calzarse los calzoncillos con la prisa del ya-hemos-acabado-por-hoy. Hablan los decálogos femeninos de no darse la espalda, de no saltar corriendo a ducharse (ellas), de no fumar en la cama ni preguntar "¿te ha gustado?", pero nada dicen de esa fortaleza defensiva que erigen los hombres que se encajan los gayumbos bien arriba, como para que no queden dudas de que esto se terminó. Aquí hay una pared, madame.

Pues yo no quiero que se pongan los calzoncillos ni para dormir, ni para levantarse al baño, ni al volver del baño, ni para charlar en el post-orgasmo, ni para acercarse a la ventana a fumar.

Tengo la sensación de que las mujeres gozamos más del continuum erótico, si vale el término: de estar con él, desnudos/as, sin barreras, antes, durante y después del clímax. A algunas nos pone la fantasía de que, en medio de la noche, la cosa recomience en semivigilia y que ningún torpe movimiento de bragas o slips se interponga en la coreografía del amor deslizándose a oscuras.

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Fotografía de Irene Díaz.

Reniego del acto de subir y bajar el telón del sexo (representado por una ropa interior tan simbólicamente tensa como la cortina de hierro o el telón de acero del viejo bloque soviético). El erotismo es, o debería ser, unas pieles sin elásticos que se rozan, se frotan, y se alejan y vuelven a encontrarse, incluso con las humedades recientes, de nuevo, esta vez con más complicidad.

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Fotografía de Irene Díaz.

Es como... ¿han visto ustedes las escenas de cama en Sexo en Nueva York, con las chicas gimiendo y dando cabezazos con el sujetador bien abrochado? Pues así de artificial me resulta esto de levantar las sábanas al cabo del sexo y ver que mi compañero se ha puesto los calzoncillos. "¡Quítatelos!", quiero decirle, pero sé que pensará que deseo empezar de nuevo y, a veces no, simplemente me encantaría que los dos nos quedáramos un rato, o la noche, así de indefensos, desnudos. 

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Nunca antes practicar sexo fue tan sencillo

Por: | 04 de febrero de 2016

400 millones de dólares de beneficios durante 2014 obtuvo la empresa propietaria de Tinder y Meetic, entre otras apps de ligoteo. La tendencia es a la concentración, porque son tantas que no podrán sobrevivir por separado, opina Lucía Martín.

Lucía es una periodista todoterreno que lo mismo escribe un estudio sobre economía que saca su lado más salvaje hablando de sexo. Ahora ha visto la forma de combinar ambas pasiones adentrándose de lleno en una investigación de primera mano sobre las app de dating, es decir, las redes sociales destinadas a buscar pareja o, sobre todo, a buscar sexo rápido y sin compromisos. Su nuevo libro Hola, ¿sexo? (Arcopress) es la mejor manera que Lucía ha encontrado para traducir el cambio que ha dado la sociedad al relacionarse en el terreno del 2.0. En Eros hemos hablado varias veces de este tema, en alguna ocasión, asociado al asunto de los "amores líquidos" de esta época, un concepto acuñado por el filósofo Zygmunt Bauman.

El asunto sigue y seguirá dándonos letra. Así es que, si te casaste en la época del teléfono fijo y te has divorciado en la de Tinder, ahora tendrías que ir a por este libro de Lucía Martín.

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Ilustración de ElDávich para Eros.

¿Las nuevas tecnologías han cambiado la forma de ligar, o simplemente 'Tinder' es la nueva discoteca?

Sí, son las nuevas discotecas (no solo Tinder, también Badoo, Lovoo, etcétera) y sí, han cambiado la forma de ligar. El anonimato y el tamiz de la pantalla son la puerta abierta al 'todo vale': que te digan, a la primera de cambio, 'hola, ¿sexo?' (de ahí el título del libro), que te insulten si la conversación que mantienes no les gusta, que te dejen de hablar sin que haya habido ni un mal rollo de por medio, que ni se despidan… El anonimato favorece algunas cosas buenas (como superar timideces si es tu caso) pero también es la vía libre a todo tipo de comportamientos deplorables.

Dices que no hay sitio para románticos en estas 'app', ¿es una utopía encontrar una relación estable en las redes sociales?

Por poder encontrarla, puedes. De hecho ahí están las cifras: cada vez más parejas se encuentran vía Internet. Es como que te toque la lotería: si juegas, te puede tocar. Ahora bien, creo que si tu objetivo es encontrar pareja, tener una relación estable, enamorarte, estas apps no son el lugar más idóneo porque, en su mayoría, la gente busca sexo rápido, y te acabarás cansando.

En cambio, ¿sí que es cierto que el sexo se ha vuelto algo más fácil?

Totalmente: nunca antes practicar sexo fue tan sencillo. Y con mucho menos esfuerzo, puesto que ya no tienes ni por qué acicalarte, ni tan siquiera salir de casa. También, el que sea más fácil ha hecho que se banalice mucho más, y que la conquista, la seducción, el tonteo previo se hayan ido al garete. Ahora el tonteo se lleva a cabo, cuando lo hay, vía chat, pero no es lo mismo. Ojo, me parecen herramientas muy útiles, lo que critico es el uso que hace la gente de ellas. Hay algo que estas herramientas nunca podrán controlar y que es el feeling que tienes o no, cuando te encuentras con la otra persona.

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Frente a los celos, desconfianza o comunicación

Por: | 01 de febrero de 2016

Por Miguel Vagalume*

Los celos, eso tan normal que ocurre tanto en las relaciones monógamas como fuera de ellas, sea en las poliamorosas, las swinger, las de la anarquía relacional o en los cuernos-de-toda-la-vida. Si sueles tener relaciones monógamas, si lo tuyo es una relación de pareja normal, ya habrás aprendido que es también normal que algunas situaciones produzcan celos, que "si quieres a tu pareja", los sientas. Y si tienes una relación poliamorosa, ya te habrán contado que no deberías sentirlos.

Una sola cosa es cierta: sea cual sea nuestra relación, es lógico sentir miedo y mil cosas más cuando nos parece que podemos perder un vínculo importante en nuestras vidas. Ese lazo que creemos imprescindible no tiene por qué ser nuestra pareja. Por algo incluso los bebés sienten celos; o los sientes en la universidad por los halagos que recibe otra persona en clase; o por el piropo que le han dicho a tu mejor amigo.

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Fotografías de Irene Díaz.

Pero, en la edad adulta, no es raro que hayamos depositado un montón de expectativas, deseos y necesidades —tanto emocionales, como sexuales, intelectuales, financieras, sociales, vitales— en una sola persona. Y claro, a la mínima sospecha de que esa persona se puede estar alejando, por supuesto, se encienden todas las alertas de que podemos perder a nuestro único proveedor: esa persona que, si se va, cuestiona nuestra vida al completo, incluso nuestra identidad, quiénes somos, quiénes imaginábamos que íbamos a ser, quiénes creímos ser durante muchos años ("¿con quién construyo yo ahora algo parecido?", "¿fue todo mentira?").

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