En España, uno ya puede divorciarse ante notario. En México, se discutió hace unos años la propuesta de permitir los matrimonios por dos años, renovables. Y un tiempo antes, una legisladora alemana propuso también el matrimonio a plazos, argumentando algo que han asegurado los antropólogos: el amor dura siete años.
Como mucho, siete años.
En Nahid, la directora debutante iraní Ida Panahandeh, cuenta la vida de una mujer divorciada (en la estela virtuosa de Nader y Simin, una separación, de Asghar Farhadi) que vuelve a casarse, pero con plazos. Esto es algo que la interpretación chií de los textos sagrados del islam permite: uno puede casarse por unos dias, una semana, un mes o tres meses. Expirado el plazo, sin mediar trámite alguno, el interesado vuelve al estado civil anterior.
La actriz iraní Sareh Bayat, frente a la encrucijada, el espejo social, su deseo.
En el caso de la protagonista de la película iraní, ella ha cambiado custodia del hijo por soltería y, por eso, solo puede casarse a escondidas y por días sueltos. Nahid tiene el coraje de una mujer enamorada y, a la vez, la generosidad de las madres. Así es que corre de un lado a otro, para no dejar de hacer lo que siente y cumplir con sus deberes familiares. Llora poco (no hay tiempo para lamentos), sino eficiencia de madre para cubrir todos los huecos, y ternura y entrega de mujer con su marido-amante de los días que toque.
Sobre la duración del amor, o si el matrimonio es una institución hecha a partir del amor, o al margen del amor (y con fin evolutivo o de orden social), hemos hablado, aquí, citando a nuestra antropóloga de cabecera, Helen Fisher. Recordemos que Fisher decía que quizá lo único que se necesitaba es que la pareja durara apenas "el tiempo suficiente para que las crías superaran la infancia".
Entonces, surgía una cifra: cuatro años. El cuatro alude a la correlación que ha establecido Fisher entre "la duración de la infancia humana en las sociedades tradicionales y la duración de muchos matrimonios". En cuanto a la espera de nacimientos, esta varía de un pueblo a otro y, sin embargo, otra antropóloga, Jane Lancaster, aventuró que el patrón reproductivo habitual durante nuestro largo pasado evolutivo era de cuatro años (causado por el ejercicio continuo y el hábito de amamantar). Así, los cálculos cierran, porque el pico mundial de divorcios a finales del siglo XX se situaba en torno a los cuatro años desde la boda (a menos que se concibiera un segundo hijo).
Tráiler de 'Nahid'.
La comezón del séptimo año (un hijo más otro), aventuraba Fisher, podría ser un fenómeno biológico. Y la monogamia en serie, también.
Entonces, la propuesta de la diputada alemana no suena tan descabellada, y la legislación iraní, tampoco. Si uno está de acuerdo con renovar, renueva, y si no, menos papeles y un alivio de antemano.
Ahora, si usted quiere ser más longevo y ansía una vida con menos desórdenes alimenticios, de alcohol y cigarrillo, menos enfermedades e ingresos por partida doble que aseguren una cotidianidad sin sobresaltos, parece que lo mejor es el matrimonio (incluso mejor que vivir juntos sin papeles), según un estudio de la London School of Hygiene and Tropical Medicine, cuyos resultados publicaba en estos días The Guardian.
De todos modos, en general, los beneficios del amor estable (con o sin papeles) parecen bastante evidentes. Una piel conocida, de confianza, a largo plazo le da soltura al cuerpo. Eso sí, la calidad de la relación tiene casi todo que ver con el bienestar y la menor incidencia de diabetes o enfermedades cardiovasculares. Y si no está felizmente casado, mejor no intentarlo (que hacerlo y vivir en conflicto), dicen los especialistas en largas vidas con menos ingresos al hospital.
En materia de sexo, la barrera es de nuevo la de los siete años: "quienes tuvieron relaciones que duraron menos de dos años tuvieron dos veces más sexo que aquellos que duraron seis años o más", según el estudio londinense. Otra cosa que los casados hacen menos es deporte.
Remarcable, por último: los beneficios del matrimonio parecen ser mucho más importantes para los hombres que para las mujeres que, por lo general, tienen una vida social más activa fuera del ámbito conyugal, y eso les aporta un blindaje emocional, cualquiera sea su estado civil.
Todo esto para decir que, aunque el matrimonio sea una institución de ordenamiento social tan asentada, siempre estamos a tiempo de introducir nuevas reglas de juego que nos hagan la vida más saludable, y placentera.
Hay 5 Comentarios
El día que el matrimonio no deje de ser un negocio.... Adiós al matrimonio.
Publicado por: Paula J | 20/04/2016 19:22:06
Puede que debamos empezar a considerar el amor de un modo nuevo. Atendiendo a los vinculos secretos que mantiene todo lo vivo entre si en la naturaleza, podríamos empezar a ver el amar como una vinculación solidaria y orgánica con otra persona que tiene como destino la expasión humana de ambos. Amar como un ejercicio práctico de crecimiento personal es una de las perspectivas menos publicitadas del amor, pero puede que el único modo de salvar la pareja en una sociedad individualista.
Publicado por: Jose ORIOL ROJAS MARTIN | 20/04/2016 17:07:38
La pasión es necesaria que siga viva para que una relación pueda ser duradera en el tiempo. Si conseguimos disfrutar con la variedad y nuevas técnicas de disfrute, la llama de la pasión pervivirá. Si caemos en la rutina, ni dos años durará la pasión.
Publicado por: DULCE | 20/04/2016 13:22:48
Yo creo que el amor puede permanecer siempre, otra cosa es la fidelidad sexual. Creo que en el matrimonio del siglo XXI habría que incluir la posibilidad de que tanto el hombre como la mujer puede echar una canita al aire y no pasa absolutamente nada. Una cosa es amor y otra sexo.
Publicado por: Alberto Toro | 20/04/2016 11:41:36
Hay otras opciones... El poliamor o la pareja abierta. Para ver las ventajas que nos ofrecen hay que abandonar la falsa creencia de que sólo se puede querer a una persona a la vez. Al contrario, la experiencia de los que practicamos el poliamor es que cuando te enamoras de la segunda persona, también se renueva el amor por la primera. El amor genera más amor. Y lo mismo pasa con el deseo: la variedad en la vida sexual renueva la libido. Mi mujer y yo pronto celebraremos 25 años de casados en nuestro matrimonio no-monógamo.
En cuanto al argumento de la crianza, es absurdo pensar que un niño de cuatro años (o incluso de siete), está equipado para cuidar se sí mismo, ahora o en la Edad de Piedra. Lo que pasa es que los seres humanos nunca hemos vivido en parejas; hemos vivido en tribus. Y a los hijos los cuidaba la tribu en conjuncto, como sigue pasando hoy en día en las culturas de cazadores/recolectores. Entonces no importa si la pareja se separa, porque siempre queda la tribu para cuidar de los niños. De hecho, existe una teoría que dice que las tribus primordiales eran promíscuas, sin estructuras de pareja. No somos monógamos porque nunca lo fuimos.
Publicado por: Hermes Solenzol | 20/04/2016 6:44:01