Sobre el blog

Ni enciclopedia ni consultorio sexual al uso. He aquí un rincón erótico festivo dedicado a las relaciones y la atracción entre seres humanos, esa faceta que nos hace la vida más placentera, tierna, amorosa, plena… Un blog coral, con cinco autoras de todo origen y condición, que apuesta por el juego, la provocación, lo sensual y el sexo como acto libre, adulto, compartido, real o ficticio, siempre divertido... Eso sí, si tu mirada no es amplia y tolerante, mejor no te detengas aquí. Coordina Analía Iglesias. No sólo se admiten firmas invitadas, sino que son deseadas.

Sobre las autoras

Anne Cé. Nació en el sur austral (Argentina), en un tiempo beatle y en un país con altísima densidad de psicoanalistas y jugadores de fútbol. Periodista, quizá incluso a su pesar, narra lo que se le ponga delante. Y narra, y narra. Un día descubrió que el simple roce de una clavícula le erizaba la piel y entonces comprendió por qué le gusta tanto abrazar a un hombre.

Esther Porta. Segoviana, fue becaria en el mítico Tentaciones y allí hizo de todo hasta que sus conocimientos de sexo la convirtieron en Beatriz Sanz. Y gracias a ella, publicó artículos semanales de sexo, dos libros y fue reclutada como sexperta guionista del programa de Canal +: 'Sex Pópuli'. Cuando casi se le había olvidado (lo de escribir de sexo...) se mete a bloguera. Y aquí está, con tantas ganas de sexo (del uno y del otro) como siempre...

Venus O'Hara, de Reino Unido, con raíces irlandesas. Modelo fetish, actriz y escritora. Licenciada en Ciencias Políticas y Francés, reside en Barcelona, ha sido columnista sexual en varias revistas, tiene su propio blog de fetichismo y es creadora de 'No sabes con quien duermes', un confesionario para personas que llevan una doble vida. Publicó su primer libro junto a Erika Lust, 'Deséame como si me odiaras', en 2010.

Tatiana Escobar, de Venezuela (1976), ha escrito ensayos y poesía en español. Traductora y editora, en 2004 abrió en Madrid junto a sus socios la primera boutique erótica de España, La Juguetería Erotic Toys, para no tener que vivir de la literatura. Desde entonces vive del sexo. Y escribe, a veces, para sus amigos.

. Madrileña. Soñó con escribir y pronto descubrió una vía: el periodismo. Pero como tampoco valía narrar sobre cualquier cosa, eligió suerte y remató la faena con un posgrado en Sexología. Ha trabajado en suplementos de salud y medios especializados. Con la práctica ha acabado por darle un toque más sensual a sus letras. Y con ellas sueña en escribir, ahora, un libro.

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Venus O'Hara, Anne Cé y Silvia C. Carpallo, según 'Mi Petit Madrid'.

Nuevo libro

El orgasmo de mi vida. Si ya no sueñas con príncipes azules, locos por pedirte en matrimonio, ni esperas que aparezca un millonario atormentado pero diestro en amores, con una Visa en una mano y un látigo en la otra, este libro es para ti. Porque El orgasmo de mi vida habla de eso, de mujeres realistas, lúcidas, independientes y eróticamente vivas, capaces de combinar esa cotidianidad que todas conocemos, con sus pasiones más salvajes. Ellas son las protagonistas de los relatos, sin guionistas que les digan lo que tienen que hacer, pero sobre todo, son las compositoras, directoras e intérpretes de los orgasmos más armoniosos de sus vidas.

Lux eróticaLux erótica. "Escribir sobre sexo era la propuesta y me sentí estimulada. Después de tantos años como periodista cultural y con mucha vida hecha en torno a la información y a la actualidad, tenía ganas de ponerle carne a la crónica. Porque nuestra más genuina actualidad como personas pasa por el relato del erotismo. Porque de atracción y de relaciones hablamos todo el tiempo en este tiempo occidental con ciertas libertades individuales garantizadas y rebosante de espíritu lúdico pero también algo desafectado y con nuevos descompromisos adquiridos...". Anne Cé.

Inglés para pervertidosInglés para pervertidos."Se dice que la mejor manera de aprender un idioma es a través del sexo con un extranjero. Pero ¿qué haces si estás en la cama y no sabes qué decirle? Con Inglés para pervertidos puedes aprender todas las palabras y expresiones que siempre has deseado saber, desde lo más elemental al sexo más salvaje. El libro cuenta con ocho capítulos centrados en las partes del cuerpo, la cama, el LGBT, las compras sexis, el lado oscuro, el porno, el chat y la salud sexual. Cada capítulo contiene vocabulario, gramática y unos ejercicios muy originales que no encontrarás en ningún otro libro. Aprende todo lo que tu "English teacher" no se atrevería a enseñarte nunca. Y... si te cansas de estudiar, el libro incluye un montón de fotos mias para distraerte". Venus O'Hara.

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Eros

Si el amor te dijo 'no', pregúntale otra vez (y al sexo también)

Por: | 31 de mayo de 2016

Escribí Decirte adiós con un te quiero y, curiosamente, fue un título que describía a la perfección la situación personal de muchos de mis conocidos. Porque muchas veces, se debe terminar una relación a pesar de los sentimientos. Pero, ¿qué pasa después? Después, lo que vienen son las segundas oportunidades. O, al menos, una segunda oportunidad para nosotros mismos.

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Firmas Feria del Libro de Madrid: Domingo 12, de 13 a 14, en caseta Versatil (172).

Las relaciones ya no son lo que eran. Ni si quiera darte el "sí, quiero" significa que vuestra historia vaya a durar hasta el año siguiente. Nada es permanente, ni los amigos, ni los trabajos, ni las casas de alquiler. Vivimos con una constante sensación de cambio que nos hace aferrarnos al presente. O no tanto. Porque pese a esa sensación de todo puede cambiar en un instante, vivimos deseando que no lo haga. Que la persona que hemos elegido para pasar nuestra vida realmente se quede. Pero no siempre lo hace.

Es sano aprender a decir adiós sin rencores, conseguir valorar las diferentes etapas disfrutadas y lo que una persona ha significado en nuestra vida. Pero sobre todo es sano aprender a decir "hola" a los nuevos momentos. A seguir queriendo experimentar de nuevo. A las personas nuevas que siguen y van a seguir entrando en nuestra vida. Aprender a decir "adiós" sin rencor es también aprender a decir "hola" de nuevo al amor, y hacerlo sin miedo.

¿Hay una edad para volverse a enamorar? ¿Tenemos siempre la oportunidad de volver a empezar? Eso es lo que intenta demostrar Si el amor te dijo 'no', pregúntale otra vez, una novela narrada desde la perspectiva de tres protagonistas, en torno a los 20, los 30 y los 40 años, que intenta demostrar que para perder y volver a arriesgar, siempre hay tiempo.

Incluso para descubrir o redescubrir el sexo.

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El instinto y el asco

Por: | 29 de mayo de 2016

"Dos tipos de eyaculación femenina, uno sí es pis", se lee y se relee entre los posts más vistos en el top ten de blogs de El País. La cosa baja y sube, nunca decae del todo (desde hace meses). Da la impresión de que la palabra 'pis' es muy convocante, ¿o es 'eyaculación femenina' lo que llama la atención, o la combinación de ambas?

Todo en la mujer es misterio, y su pis, otro adjetivo a las fantasías.

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©Rafael Arocha. El fotógrafo expone, hasta julio, su serie 'Medianoche', en el centro Arts Santa Mónica de Barcelona.

Nunca olvidaré la escena de Kate Winslet haciéndose pis desnuda, y de pie, frente a Harvey Keitel, en Holy Smoke de Jane Campion. Es, por cierto, la película de una mujer, que cuenta con sensibilidad femenina y detalles, muchos detalles de sensaciones, lo que tiene que contar y todo lo que de sexy tiene la vida. Hay una escena en la que él, un señor mayor, que imaginamos observando atentamente a la chica dormida y babeada, recoge en sus dedos la saliva abundante (él está fuera de cuadro, pero lo presentimos excitado y temblando frente a la potente naturaleza de los fluidos).

A algún elegido partenaire le he contado mi fantasía de hacer pis justo en el instante final del orgasmo, con el amor aún penetrándome. Lo tenemos pendiente: es algo no realizado todavía y que cada vez que se menciona provoca excitación (no usar, a ser posible, la académica palabra 'orina' ni la infantil 'pipi').

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Compañeros de orgasmo, o el vínculo inmortal

Por: | 26 de mayo de 2016

Por Martha Zein (*)

Nuestro cuerpo está habitado de puertas. Cruzar sus umbrales implica acceder a un laberinto de paisajes no reglados. Las llaves de esas puertas son múltiples; las más socorridas son los sentidos y la voluntad, pero no son las únicas, el inconsciente lo sabe. El instinto de supervivencia, la pulsión de vida o de muerte, la voluntaria o involuntaria asociación de ideas, el deseo, el miedo, también abren y cierran cerrojos, por tanto, inauguran o cancelan senderos, favoreciendo o impidiendo los viajes de Eros. Como sucede con algunas cajas fuertes, la combinación de esas llaves permite el acceso a jardines del conocimiento.

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Fotografía de Emilio Schargorodsky. La modelo es Lucía González Lara.

Sin embargo, a veces alguien dice "abracadabra" sin siquiera mirarnos a los ojos, sin saber que está desencadenando la apertura concatenada de nuestras puertas y portones y, así, de forma inesperada, la entrada a nuestros universos paralelos queda libre, brindando la posibilidad de que ese alguien se convierta en visitante.

La sociedad a la que pertenecemos nos anima al consumo de los placeres, a la fiesta permanente de las emociones, mientras reduce el número de aromas, sabores, sonidos... Nos convertimos en hedonistas idiotas. Los gorriones están desapareciendo en las megalópolis, las rosas viajan en grandes congeladores antes de alcanzar nuestros jarrones, olvidamos el sabor de las manzanas que maduraron al sol, nuestros muslos apenas sostienen mil pasos, nuestros ojos pierden su brillo delante de las pantallas, nuestras manos apenas conocen la tibieza de lo vivo, sin embargo, nuestra cultura anima a que gocemos, ofrece guías y manuales, crea ránkings de placeres y rutas programadas para el deseo.

Es fácil que crucemos los umbrales creyendo que tenemos derecho a un festín al que rendimos pleitesía. Queriendo olvidar que tras el dintel comienza un viaje a un lugar que sólo reconocemos cuando lo habitamos y que tanto nos gusta, probablemente demos el primer paso. Con las puertas del cuerpo abiertas sin saber muy bien por qué, diremos que fue inevitable para alimentar nuestra perdida inocencia.

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Ser mujer, ser profesional, ser objeto

Por: | 23 de mayo de 2016

A todas nos ha pasado alguna vez. Es un conflicto silencioso, que no suele comentarse y que, de tan común, asumimos como normal en nuestra vida laboral. La sensación de no ser siempre valoradas como profesionales, sino como cuerpos andantes, en nuestro lugar de trabajo.

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Fotograma de la película 'El jefe de todo esto'.

A veces es un simple comentario, un halago, un piropo. Algo que incluso hay quien ve como algo positivo. Otras veces son comentarios más directos, más humillantes sin que ni siquiera pretendan serlo,  que vienen de la mano, por norma general, de otros compañeros. Todos entienden que se trata de una broma. Que juzgarte no por lo que haces sino por lo que eres, es no solo algo válido sino algo divertido. Y te ríes con ellos. Porque no quieres tener conflictos. Porque es tu lugar de trabajo y las personas con las que compartes la mayor parte de tu tiempo. No sabes que esas risas suponen abrir la veda. No sabes cómo hacer entender que, a ti, ese tipo de comentarios nunca te han hecho ninguna gracia.

Al menos sabes que entre compañeros estáis, más o menos, entre iguales, y tienes la capacidad de responder, o de aclarar las cosas en un momento dado. De decir "hasta aquí", sin que haya muchas consecuencias, más allá de las caras de sorpresa. La cosa cambia cuando el ‘comportamiento inadecuado’ viene desde arriba. Porque ahí ya no tienes la misma capacidad de respuesta.

Puede ser un jefe acostumbrado a la idea de que las mujeres a su cargo no son solo profesionales sino objetos sexuales. Puede ser incluso un socio, un contacto, alguien con quién tú o tu empresa hace negocios, que sabe que debes ponerle buena cara ante los comentarios que no vienen a cuento. Alguien a quien te empeñas en demostrar cada día tu valía, tu trabajo bien hecho, tus ganas de mejorar, tu iniciativa. Y que, sin embargo, pese a todo tu esfuerzo, lo que más valora de ti, son tus pechos.

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¿Es amor o deseo? Es amor porque es deseo

Por: | 20 de mayo de 2016

No hay definición para el amor. Tampoco hay estudio o explicación convincente que desligue el amor del deseo. La red está poblada de tests y explicaciones acerca de cómo reconocer el "verdadero" amor y poder diferenciarlo de la "simple"  atracción (o la química del deseo).

Al parecer, lo que suele mencionarse como "sentimiento verdadero" no es más que lo que conocemos como amor romántico, o el producto de un consenso social, bien ilustrado y fácil de identificar por sus rasgos externos.

"'Te deseo' es mucho más amoroso (y probablemente conduce a una relación más segura y satisfactoria) que el 'te necesito'", asegura el terapeuta Steven Sosny.

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©Rafael Arocha. El fotógrafo expone, hasta julio, su serie 'Medianoche', en el centro Arts Santa Mónica de Barcelona.

Pero el deseo tiene mala prensa, porque parece no comportar los sublimes requisitos de un sentimiento mayor como el amor. Aunque todas las especulaciones al respecto sean meros artificios mentales y, por lo tanto, incapaces de abarcar lo que es sentir, o transcribir los latidos.

El amor es relación, decía Krishnamurti, el escritor místico indio. "¿Es la relación una cuestión de pensamiento? -se pregunta retóricamente-. El pensamiento es siempre lo viejo; la relación es algo nuevo. El pensamiento nunca es libre porque es la respuesta de la memoria. Es respuesta del pasado (...). Lo que es importante es percibir la inmensidad de la vida, y amar".

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El mundo pegajoso de los lubricantes

Por: | 18 de mayo de 2016

"Hecho con ingredientes naturales", leí una vez en letras grandes en un paquete de lubricante de una marca que no mencionaré.  No obstante, tras leer la lista completa de ingredientes, descubrí que aparte de contener extracto de Aloe Vera, el resto consistía en sustancias con nombres largos e impronunciables, que dudaba mucho que fuesen naturales.

Aunque me considero bastante entendida en los productos eróticos, cuando se trata de los lubricantes, confieso que ando bastante perdida. Es algo que no uso personalmente (o más bien no he sentido la necesidad de utilizar). Otra cosa que no me convence es el hecho de que muchos lubricantes son perfumados. No me gusta el mensaje que esto transmite: es como si fuera necesario camuflar nuestro olor íntimo.

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Foto Venus O'Hara

Pese a mis prejuicios, cuando tuve la oportunidad de adentrarme en el mundo de los lubricantes, procuré hacerlo con una mente abierta. Después de adquirir muchos lubricantes de todo tipo, por ejemplo a base de agua, silicona, perfumados, sin perfume, efecto calor, efecto frío, gel estimulante y más, decidí estudiar sus ingredientes más a fondo.

Algo que me llamó mucho la atención fue la frase "sin glicerina", que se puede encontrar destacada en algunos lubricantes que suelen ser los más caros. Su importancia en el packaging da a entender que es un ingrediente no deseable. Me resultó muy intrigante puesto que la glicerina es el ingrediente principal en la mayoría de los lubricantes que tengo...

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Gracias por romperme el corazón

Por: | 16 de mayo de 2016

Cuesta muy poco pasar del amor al odio, pero cuesta mucho más pasar del amor a la indiferencia. Cuesta que una persona que lo ha sido todo para ti se convierta en simplemente nada. Y cuesta mucho más cuando esa persona te rompió el corazón.
La expresión romper el corazón suena casi poética. Como si realmente fuera algo metafórico. ¿Pero lo es? Es difícil decirlo cuando sientes ese dolor agudo en el pecho, un dolor real que te desquebraja, que te impide respirar, que te parte en dos, literalmente. Porque desde ese momento te divides en dos personas: en la que eras hasta entonces y en la que serás a partir de ahora.

Quizás esa sea la parte que nadie nos cuenta. Todo el mundo tiene miedo a que le rompan el corazón, a sufrir por amor. Bien sea por un amor no correspondido, por un desengaño, por una traición o, incluso, por un desgaste inevitable. Habría que empezar a perder ese miedo, porque que te rompan el corazón puede ser una de las mejores cosas que nos pase en la vida.

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Ilustración de Esther Gili, autora de 39 semanas.

No miento. Es una de esas lecciones que tardas en asimilar, pero reconforta saber que a veces el dolor tiene una explicación lógica. La de crecer. La de aprender. La de reconstruirte desde tus ruinas para conseguir una mejor versión de tu persona.

No todo el mundo se entrega sin restricciones al amor. Los hay que ya avanzan con miedo desde el principio. Y los hay que dan todo, como si realmente les sobrara. Pero es mentira eso de que no se espera nada a cambio. Se espera que, cuando amas sin límite, la otra persona también lo haga. La pena es que nadie puede saber si va a ser así desde el principio, si va a ser así al final.

Por eso, en el momento en el que te das cuenta de que ese amor no es lo que esperabas, algo se resquebraja. A veces es un proceso lento, y otras veces puede ser una dentellada. Una mirada, un descubrimiento, una respuesta dolorosa a una pregunta que te lamentas por haber lanzado: “¿Alguna vez me quisiste?”.

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Técnicas de márketing para el amor

Por: | 13 de mayo de 2016

"¿Qué tal?", "¿Cómo va?", "hola, me acuerdo siempre de ti", son algunos de los recordatorios online (o por SMS) de los que alguna vez pasaron por nuestra vida y que, en la mayoría de los casos, no conducirán a ningún lugar próximo ni desatarán acciones en el corto plazo. Solo son un brand recall o lo que en castellano es la 'recordación de marca' del mundo del márketing. El subtexto que no se escribe sería algo así como "no te olvides de que existo, por si algún día vuelvo a necesitarte".

Les respondemos "bien, ¿y tú?" (o lo que sea) y en la pantalla nos aparece el aspa de 'visto' para siempre nunca jamás. Ahí acaba la cosa.

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Intentando alcanzarte, parece decir Irene Díaz, la autora, en una de las imágenes de la serie 'Agatas'.

Disculpen, señores, pero esta es una estrategia muy masculina. Porque cuando las chicas comenzamos el diálogo es que queremos charlar, incluso quedar, incluso volver, pero no solo pasar y decir "hola".

Con Whattsapp y Facebook, Instagram y Tindr, incluso Skype (y cientos de otras apps o redes), la facilidad con que los hombres practican acciones de brand recall (esto es, conseguir que el consumidor siga con algún producto de nuestra compañía siempre presente en su cabeza) se ha extendido.

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Antenas prestas para recibir los mensajes fugaces: libre interpretación a partir de la fotografía de Irene Díaz.

Recorriendo el concepto del brand recall en la web, encontré recomendaciones a las marcas que, en realidad, nos vienen como anillo al dedo para describir esta conducta descomprometida y tan contemporánea de los chicos actuales cuando nos recuerdan que existen para volver a desaparecer. Presten atención a lo que dicen por ahí algunas páginas de márketing: "hay que tomar acciones en el ámbito de la Recordación de Marca, ya que si el cliente no se acuerda que existimos, es muy difícil que quiera hacer negocios con nuestra empresa (...) Para potenciar la Recordación de Marca, hay múltiples acciones que podemos hacer (...) La única manera de retroceder en términos de recordación de marca es no teniendo interacción con nuestros potenciales clientes. Cualquier punto de contacto con ellos suma y permite avanzar; ahora, puede que esa recordación de marca sea con un posicionamiento negativo, pero ese es otro tema que por ahora no abordaremos".

Interacción fugaz, contacto de nodos, suma y sigue. Claro que este pasar y volver a huir puede fortalecer la bronca que nos da el que aquellos que se escabulleron continúen escabulléndose pero, al fin, algún día nuestra iracundia se suavizará y ellos podrán decir: "pero si te saludé hace quince días".

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Fotografía de Irene Díaz.

"Cada vez que un usuario está en contacto con la marca se avanza en su recordación", explica la gente del mercadeo. "Con algunos usuarios, el contacto puede ser muy superficial (recibe el email pero lo borra antes de leerlo)". Y nuestra sonrisa socarrona nos recuerda que mejor bloquearlos o no volver a contestarles, como te aconsejó tu amiga.

¿Mejor? ¿Qué es mejor? ¿Hay algo mejor?

Yo creo en lo que te pida el cuerpo, sin recetas. Eso sí, no te hagas demasiadas ilusiones por un 'like' al pasar en el Facebook, aunque sepas que busca llamar tu atención. Es decir, puede significar solo que quiere avisarte que está vivo, pero la primera línea de diálogo puede tardar un mes (o varios) en aparecer "por privado".

¿Qué hay de los que dan 'toques'? ¿Alguien les responde?

Aunque los toques suelen provenir más bien de esos desconocidos que aceptamos de 'amigos' sin saber muy bien quiénes eran, ¿no?

En alguna ocasión, alguno de los conocidos se toma el trabajo de decirte que escuchó alguna canción que le recordó a ti y te copia el link de Youtube. Eso ya casi parece una carta de amor decimonónica.

Seguro que los/as lectores/as recuerdan más de una anécdota de dedos holgazanes sobre las pantallitas táctiles, de esos que practican el 'brand recall' dando clics, escribiendo mensajitos o lanzando emoticones al ritmo de la rutina (y con los ornamentos específicos de cada nueva app). Por cierto, ¿dedos holgazanes o efectivas estrategas de la seducción?

Por Martha Zein*

¿Por qué no nos enseñan a hablar de amor? ¿Por qué no se dice el amor en las escuelas, academias, parlamentos, constituciones? ¿Por qué somos capaces de bailar sus estribillos, ver las películas que se hacen en su nombre, comprar los productos que apelan a su fuerza misteriosa y no logramos poner en nuestra boca la palabra precisa?

¿Por qué el amor quedó arrinconado por la razón en ese cajón de sastre en el que se guardan los dislates?

Es difícil que nombremos el amor desnudo, fuera de la excelencia de la forma. Sí, ya sé, la belleza es uno de los caminos que llevan al amor según los planteamientos platónicos, pero de lo que estoy hablando es del humilde acto de proclamar.

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©Rafael Arocha expone su serie de fotografías 'Medianoche', hasta julio, en el centro Arts Santa Mónica de Barcelona.

Quienes han vivido bajo un régimen opresor saben que el idioma no solo puede representar la violencia sino que es la violencia. En LTI. La lengua del Tercer Reich, el filólogo Victor Klemperer demostró que el nazismo utilizó palabras, expresiones y formas sintácticas para penetrar en el inconsciente de los individuos, domesticarles y cambiarles el paso.

Conocemos perfectamente la perversión del lenguaje, sabemos que la palabra dicha transforma y que todo aquello que permanece en silencio queda secuestrado; entonces ¿por qué no nos enseñan a hablar del amor, del deseo, de nuestros caminos hacia el éxtasis?

La mente, incapaz de abarcar el amor, lo arrincona, lo degüella y descuartiza, lo reduce a mercancía o a disparate, lo expulsa, lo reduce a un estribillo y nos pone a bailar plantándonos un beso en la boca para que la mantengamos cerrada. Y así, con el corazón sepultado, empezamos a olvidar que este genera vínculos transversales, desprogramados e inabarcables.

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10 lecciones de amor para adolescentes: 'Saga Divergente'

Por: | 09 de mayo de 2016

Soy muy crítica con los libros y las películas para adolescentes que reproducen historias de amor que, si bien parecen ideales, resultan muy dañinas. Lo soy porque creo que hay cosas pequeñas que importan, y que cuando contamos una y otra vez que un hombre violento, que te aparta de tu entorno social, que es celoso hasta el extremo y que te lleva a hacer cosas (que quizá no quieras) con tal de estar con él, puede ser el amor de tu vida, no estamos hablando de tonterías.

No, cuando reproducimos esa idea en chicas de 14 ó 16 años. No, cuando en los institutos se percibe que la violencia de género, lejos de retroceder, avanza a través de relaciones tóxicas entre adolescentes, con un concepto del amor muy malentendido, pero muy bien aprendido.

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Escena entre Tris y Tobías de la película 'Insurgente'.

Es por eso que cuando mi sobrina me cuenta que está enganchada a una nueva saga de adolescentes, de primeras, así por inercia, desconfío. Se estrenó hace poco la penúltima película de la Saga Divergente, Leal, en todos los cines. Lo cierto es que las he visto todas ya y he sacado poco en claro, además de lo mil veces visto: mucha escena romántica, mucha acción y mucha gente guapa. Bueno, vale, yo también me enamoré un poco de Theo James, pero es que a veces me permito ser un poco adolescente.

Pero mi sobrina insiste en esa idea que ya deberíamos tener aprendida: "los libros son mucho mejores que las películas". Así que, al final, decido, con mis reticencias, leerme los libros. Y cuántas gratas sorpresas. Tantas, que decidí que el tema merecía un post, y la recomendación (y un "gracias" enorme a mi sobrina).

Por situar, hablamos de una saga sobre una distopía futurista, en la que un grupo de adolescentes de 16 a 18 años ha de cambiar el mundo. La trama está salpicada con altas dosis de acción, de intriga, algo de humor, y por supuesto, de amor. Lo primero a destacar es el trasfondo. La cantidad de temas complejos que subyacen en las novelas -como el concepto de identidad, la diversidad de las personas, la complejidad humana, la culpa, el altruismo frente al egoísmo, las maneras de enfrentar tus miedos e incluso el deseo de muerte y de autodestrucción frente al deseo de vivir- deben de resultar complejos para un público adolescente. Aunque a mí me parecieron fascinantes. Se entiende, entonces, que gran parte del enganche se debe a la historia de amor entre los dos protagonistas: Tris y Tobías.

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Cuando los complejos se nos pasan con sexo

Por: | 07 de mayo de 2016

Los tacones de Prince, lo que le hicieron doler durante toda su vida, y al fin tomando antiinflamatorios para los tremendos dolores de espalda. En estos días, leyendo lo de los calmantes, sus padecimientos resistentes a los analgésicos, su metro cincuenta y pico, su tremendo sex-appeal de un metro cincuenta y pico, su talento sin tacones, pensé en las veces que mi fisioterapeuta me dice: "no se te ocurra usar tacones". Me acordé también de los juanetes de mi abuela y de sus dolores de juanete, durante largos años de madurez, y de cuando ella -que había sido reina de belleza en algún carnaval lejano de principios de siglo- me decía: "no hay que usar zapatos puntudos, porque los pies se deforman".

No hace falta hablar de geishas de pies vendados ni de mujeres africanas con cuellos elongados, ni de las quejas de las chicas-percha photoshopeadas, basta con fijarnos en nuestras masoquistas conductas cotidianas de subordinación estética. Y sacar pecho desnudas, con las imperfecciones de la vida verdadera de los cuerpos verdaderos, porque eso es lo que les gusta a quienes están con nosotros/as. Ah, por cierto: no creo que haga falta tampoco pasarse al otro lado, al de los primerísimos primeros planos de estrías, celulitis y cicatrices, para reivindicar los cuerpos verdaderos.

El erotismo, una vez más, no tiene nada que ver con las formas perfectas.

 

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Una tremenda Tarsila do Amaral, en 'Antropofagia'.

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Fuera de Eros todo es miedo

Por: | 05 de mayo de 2016

Por Martha Zein*

Salir de ti, abandonar tu espacio de seguridad y partir hacia aquello que está en la punta de tus dedos, de tu lengua, al final de tus pestañas y, más allá, en el lugar en el que nacen todos los horizontes, eso es lo que provoca Eros. Eso es lo que hacemos cuando nos ponemos en sus manos, puramente amantes, no importa si el viaje es solitario o en compañía. Nos dejamos llevar por una fuerza que parte de nuestro cuerpo para trascender sus límites. Es así como tomamos conciencia de que existe un paraíso cerca y, al mismo tiempo inasible, en el que todo cambia de orden y todo es gozoso por un instante. No importa en qué fase nos quedemos del trayecto, esa certeza basta y es tan gratificante que se nos olvida que atravesaremos el vacío ignoto que existe entre y y todo lo que no es yo, algo que en otras facetas de nuestra vida generaría vértigo.

Fuera de Eros es fácil conectar con el miedo: a lo desconocido, a tomar una decisión arriesgada, a perder, a hacernos preguntas que no sepamos contestar, a fracasar en nuestros objetivos, a que nos hagan daño… por eso levantamos muros, cancelamos caminos y ponemos cámaras de videovigilancia a nuestro alrededor. Sin embargo en el tiempo de Eros no hay temor que nos impida hacer el recorrido. Queremos llegar a ese estado en el que todo es desasimiento; quizá no sea más que un instante, un fulgor, pero es lo suficientemente intenso como para sacarnos del aquí y del ahora, de ese espacio/tiempo que llamamos presente.

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De la serie 'Ágata' de Irene Díaz.

Eros es una vereda que discurre al margen de las convenciones espacio-temporales. No importa si nos quedamos en la antesala, si nos declaramos simples voyeurs, si practicamos el homoerotismo o asaltamos compulsivamente cien camas en una noche, Eros siempre nos conduce un espacio interior que también podríamos definir como afuera, donde perdemos la noción del tiempo. Ese lugar nos gusta porque nos deshace y nos conecta con aquello que no tiene un nombre preciso, aunque sí es una experiencia compartida: podría hacernos gritar "¡Amor!" antes de corrernos. Hay quien clama "¡Diosss!", "me muero" o balbucea gemidos inconexos, un idioma incoherente lleno de significado que nos lleva a los tiempos en los que nuestra conciencia no necesitaba palabras para expresarse, incluso más atrás, antes de que nuestras gargantas estuvieran preparadas para hablar.

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El día que asistí a una sesión de sado profesional

Por: | 03 de mayo de 2016

Cuando contacté con Mistress Minerva, una dómina profesional de Barcelona, mi intención era entrevistarla para mi sección 'Confesiones de... '. No esperaba que ella me sorprendiera con una idea mucho mejor: la de asistir a una sesión privada de BDSM para verla 'en acción'. Of course, no dudé en aceptar esta oferta tan generosa. Tener la oportunidad de descubrir, en primera persona, lo que realmente sucede detrás de las puertas de una mazmorra sería todo un privilegio. 

Es un sábado por la tarde cuando llego a Sala FemDom, en Barcelona, el lugar donde Mistress Minerva realiza sus sesiones. Mientras esperamos al sumiso, me enseña su local. Tiene varios ambientes: una parte dedicada al medical fetish, una 'iglesia' con una cruz, una jaula, un montón de zapatos con tacón de aguja además de mucha parafernalia de BDSM. No puedo evitar pensar que mi armario de 300 juguetes eróticos que tanto presumo parece insignificante en comparación. 

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Foto de Mistress Minerva.

Antes de quedar con un sumiso por primera vez, ella les obliga a rellenar un cuestionario de tres páginas que incluye: fetiches, palabras de seguridad, preferencias de vestuario y mucho más. Con esta información, Minerva puede saber los límites y los gustos de un sumiso, aunque después ella realiza la sesión según sus antojos, por lo que no tengo ni idea de lo que estoy a punto de ver... 

Mientras se maquilla, aprovecho para hacerle unas preguntas:  

B.E.¿Cuántos años llevas dedicada a la dominación profesional? 

M.M. Diez años. Empecé con el espectáculo y después fui dedicándome al BDSM más puro con las sesiones privadas. 

B.E. ¿Cómo ha cambiado tu estilo de dominar desde que empezaste hace diez años? 

M.M. Recuerdo perfectamente mi primera sesión y el nombre de la persona y su cara. La verdad es que estaba muy nerviosa, y era solo foot fetish. He cambiado totalmente en la actitud, la seguridad, mi imaginación -que es más abierta y más amplia-. Soy mucho más pervertida. 

B.E. ¿Qué vamos a hacer hoy? 

M.M. He querido aprovechar ya que ibas a venir para entrevistarme y he hecho venir a un sumiso especial.  

B.E. ¡Guau! ¿Especial para nosotros? ¡Estoy muy halagada! Espero que los lectores aprecien este detalle... 

(risas diabólicas) 

B.E. ¿Conoces bien a este sumiso? 

M.M. Este sumiso ya ha venido unas seis veces. Y viene de lejos, ¡siete horas de autocar! 
Cuando haces una primera sesión puede salir bien o regular, porque la cuestión es conocerse un poco. Con la primera llamada o email, ya me están dando mucha información. También sé leer el lenguaje corporal cuando vienen. Con los años te vas profesionalizando y aprendiendo.

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Foto de Mistress Minerva.

B.E. Sobre los mitos de las sesiones de dominación profesional, ¿crees que hay gente que cree que es solo un juego de preliminares que acaba con sexo convencional? 

M.M. En el fondo, el BDSM no deja de ser sexo, pero no es sexo convencional. No es el típico sexo que la gente practica a diario en casa. Puede haber morbo, excitación, eyaculación o yo puedo sodomizarlo a él, pero nunca hay algo de él hacia mí. 

B.E. ¿Crees que en los últimos años se ha notado el efecto Grey en el mundo del BDSM?

M.M. En los últimos años lo que ha cambiado las cosas, más que Cincuenta sombras de Grey, es Internet. Antes era un mundo muy escondido y solo accedían ciertas personas. Ahora, con Internet, es muy fácil conocer a otras personas. Lo malo es que hay mucho intrusismo. Hay personas que creen que esto es más fácil que lo que es. Que simplemente es ponerse un corsé, coger una fusta y ponerse a pegar. Es mucho más que esto. El spanking está dentro del BDSM, pero no todo el BDSM es dolor. Sobre todo es mucho respeto, incluso cuando estás humillando, hay que saber respetar. Es mucha psicología y hay que tener una gran sensibilidad. El BDSM es consenso. 

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Foto de Mistress Minerva y Venus O'Hara.


El timbre suena. Es él. Nada más cruzar la puerta, el juego comienza. Se arrodilla ante ella y besa su mano. Acto seguido, agacha la cabeza para besar sus zapatos. A continuación, ella le ordena saludarme de la misma manera. De repente, no me siento con una voyeur, sino como una Diosa. 

Se va directo a la ducha mientras ella me prepara un té. Unos momentos más tarde, reaparece desnudo, y ella le pone una capucha en la cabeza. Me siento en el sofá, tomando mi té tranquilamente, como si esto fuera la cosa más normal del mundo, aunque por dentro estoy flipando al pensar que este hombre ha pasado siete horas en autocar para que yo pueda escribir este artículo... 

La sesión no parece tener una estructura en sí; las actividades van según los caprichos de Minerva. Primero, quiere grabar un vídeo para sus seguidores con su móvil. Entre sorbos de mi té, me convierto en cámara mientras ella aprovecha para hacer publicidad de su nueva productora de BDSM y usa su espalda para escribir el nombre de la página web con un rotulador. 

Después de la grabación, ella quiere estrenar su nuevo látigo de nylon. Es muy largo y de color rojo. El sumiso está atado con las manos levantadas, listo para recibir su castigo. Parece que le duele; su espalda de pone roja enseguida. Minerva sigue, sin piedad alguna; y encima le ordena reírse... No puedo evitar reírme yo también ante esta situación tan surrealista. Minerva y yo echamos unas risas de malvadas, mientras suenan los latigazos. 

A continuación, ella se sienta a mi lado en el sofá y nos ponemos a charlar, mientras el sumiso -ya suelto- nos masajea los pies. Minerva me dice que puedo hacerle preguntas al sumiso, y hay muchas cosas que quiero saber... Por ejemplo, si esto realmente le pone (no puedo evitar notar que su pene no se ha levantado en toda la sesión). O, ¿si la sesión le inspira para cuando esté solo después? "No se masturba mucho", me informa Minerva. De hecho, es ella la que me da las respuestas. En tan solo seis sesiones, parece que lo conoce bastante bien. 

Después de otros juegos de humillación, adoración de botas y pies, y bondage, el tiempo se acaba. El sumiso se viste y se despide de nosotras con el mismo protocolo que la llegada. Curiosamente, no tengo la sensación de que haya visto algo sórdido, sino que parece más bien una obra social.  Gracias a Mistress Minerva, este señor puede realizar sus fantasías más ocultas, las que probablemente nunca podría contar a las personas que lo conocen de toda la vida. Pienso en su vuelta en autocar: me imagino que notará las marcas de la sesión durante las siete horas de viaje, cosa que seguramente solo aumentará su placer. 

El País

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