Por Martha Zein (*)
Te deseo, no eres mi objetivo. El deseo no está para cumplirlo, está para germinarlo, para atravesarlo y vivir en él. Te desean mis ganas; se encienden al saber que este cuerpo mío será ignorante de ti tras cada encuentro, Te deseo y no digo que necesito que me satisfagas, ni satisfacer. Si el deseo tiende a la satisfacción es porque es alimento y a estas alturas nuestra sociedad vuelve a recordar que el alimento no se persigue sino que se cuida y se consume de manera respetuosa, porque mantenemos con él una relación de interdependencia.
Fotografías de Irene Díaz.
Me alegra desearte, me nutre este estado. Olvídate de lo que dicen. Nuestra civilización persigue el deseo porque cree que es infinito pero, como sucede a los recursos de la naturaleza, no lo es. Como parte de la vida, el deseo es inabarcable. Esta cultura en la que vivimos nos propone la angustiosa realización constante: me impele a obtenerte, te anima, me obliga, te dicta, nos señala el deseo y grita "¡cázalo!".
No colecciono deseos hasta extinguirlos ni decoro mis paredes con sus cabezas disecadas una vez que los he cumplido. Tomo sus frutos uno a uno, reconozco sus flores, pregunto a sus semillas. El deseo no es intermitente, como la semilla no es la intermitencia del fruto. Deseo masticarte cien veces antes de que formes parte de mí. La voracidad no ve, ni toca, ni mira, ni percibe, ni se implica en el proceso, solo busca la satisfacción. No quiero tragarte, no quiero un alivio que no he pedido. Quiero un despertar gozoso. No soy la malabarista enloquecida que mantiene en el aire las pelotas del deseo que me lanza el entorno. Ese angustioso juego sólo busca la alienación.
Nuestra sociedad nos quiere deseantes para que podamos sostener la violencia que la estructura; nos convierte en seres con sueños habitados por múltiples rostros sin vida para impedir que reconozcamos lo que nos es común. Nuestros sentidos se aletargan, nuestra potencia disminuye. El mundo en el que crecemos considera que el deseo es un fluido libidinal inaprensible que lleva al delirio a quien se sumerge en él. Dicen que no debo de ser esclava de mis deseos, que los deseos nos ciegan, que alimentan la ambición y vician nuestra autonomía. Rechazo estos consejos enarbolados en nombre de la diosa libertad porque reducen el élan (la fuerza vital) que me vincula a ti en una relación de dominación y consentimiento que solo puede controlarse con voluntad y capacidad negociadora.
Apelan a la libertad de elección. ¿Elección? Me planto pacíficamente ante este tanque y afirmo que, tratada como pócima, la voluntad es una disciplina que busca domar los deseos porque sabe que su naturaleza es rebelde: El deseo nos mueve, nos lleva a la constante negociación con el desequilibrio, facilita la convivencia con el caos. Quienes siguen los hilos de la trama de la vida saben que para avanzar se ha de tener un pie en el aire; es decir, asumir riesgos. Educada en el miedo al peligro, nuestra sociedad ha hecho del deseo un territorio inexpugnable al que, sin embargo, nos lanza. Una rentable industria de mapas, pócimas, guías, autoayudas, trucos, oraciones y rituales garantiza que no nos perderemos en el deseo siempre y cuando esté domesticado. Para crear ese monstruoso oasis artificial nuestros anhelos son procesados, engordados hasta la enfermedad, multiplicados hasta atrofiar el fluido de la vida.
Fotografías de Irene Díaz.
Eutrofia. Muerte por exceso. Los amantes satisfechos agonizan en medio de su deseo preguntándose por qué no logran respirar. Te deseo fuera de este circuito, más allá de sus márgenes. Porque sé zambullirme en la entropía, porque aprendí a nadar en las olas del caos, mis ganas te atraviesan. Te nombro sin perseguirte gozosa porque soy yo la que deseo, soy yo la que habito este estado y lo germino: quiero ver cómo trepan los jazmines por tus dedos, cómo florecen y cómo se marchitan, deseo tocar nuevamente tus flores mientras ya las toco sabiendo que mi tacto no te adueña.
Porque te deseo permanezco encendida, vinculada a todo lo que no es ni tu ni yo y nos enlaza. Te deseo abriendo la boca y llenando de aire mis pulmones y desde este lugar incierto digo que el sistema que habitamos destruye al individuo desde dentro, no extraña que percibamos nuestros deseos de manera corrupta y sospechemos de los procesos que nos llevan a la búsqueda de la satisfacción. El verbo 'desear' sale de sus fábricas lacerado; por eso, ante la opción de ser sujeto u objeto de deseo en una sociedad violenta, los amantes temen herir o ser heridos. Frente a estos dos callejones sin salida (objetos pasivos o sujetos al acecho) proclamo que nos constituyamos como manantiales. Como sucede con el resto de los recursos de este planeta, de lo se trata es de no agotar nuestro fluido en nombre del alivio.
(*) Escritora, autora de documentales y narrative coacher. Imparte talleres sobre las narrativas del Eros, centrándose en las trampas del lenguaje, los límites de la representación y la poética del deseo. Colaboradora en el espacio radial 'No apagues el llum' de IB3
Hay 7 Comentarios
Me gusto mucho el texto, me llevó a pensar sobre la voracidad del consumo de objetos y personas y la capacidad para postergar la necesidad de llenar del vacío y convivir con el deseo. Muy bueno.
Publicado por: Ronald | 21/11/2016 16:13:11
En ocasiones deseamos aquello que nos es difícil de conseguir y parece que en ese deseo nos estancamos, pero no hay nada más que te cause mayor turbación que una mirada enamorada.
https://www.youtube.com/watch?v=7XiYsetNzcg
Publicado por: Soraya | 09/06/2016 1:20:07
Deseo y satisfacción deberían ir unidos, al menos en el amor, en la vida diaria ya es otra cosa.
Publicado por: Miranda | 09/06/2016 0:45:04
Deseo, si. pero correspondido y con final feliz
Publicado por: Abracadabra Noticias | 08/06/2016 12:07:59
You don't have to say you love me, baby
https://www.youtube.com/watch?v=U914MUX1uoc
Publicado por: Pobre Noruego | 08/06/2016 2:21:33
No me he terminado de leer el artículo, sólo una parte, pero a mi no me gustaría pasarme una vida deseando a una persona sin mantener una relación íntima con ella, si lo hiciese es porque no pudiera relacionarme por los motivos que fueren , pero no me gusta eso del deseo y la relación sexual a distancia sin llegar a ella.
Publicado por: Alicia | 08/06/2016 0:02:22
El deseo sexual es el camino hacia el placer, hacia el relax y hacia del disfrute.
Publicado por: DULCE | 07/06/2016 18:59:45