Por Jorge Roldán (*)
No se sienten cómodos con la forma tradicional de relacionarse, con la monogamia. Cada vez más gente cree que la monogamia es válida para parte de la población pero no para ellos. No para todo el mundo. Crece la demanda de tener más posibilidades de elección y crecen las opciones entre las que escoger. Esto hace que se busquen alternativas.
Tantas opciones afectivas como movimientos sobre un tablero. Foto: Emilio Schargorodsky.
Dentro de unas premisas éticas básicas, como son el respeto, la sinceridad y la responsabilidad, se pueden dar diferentes tipos de relaciones no monógamas.
Puede que la relación esté abierta solo sexualmente y se mantenga una exclusividad emocional (práctica a cuyos participantes se llama, en la jerga, swingers).
Otra opción es tener relaciones abiertas emocionalmente. Es decir, tener relaciones afectivas profundas con más de una persona. Y es esto lo que se conoce como poliamor. En este caso las estructuras pueden ser muy variadas. Por ejemplo, puede haber un núcleo relacional cerrado, donde más de dos personas mantienen exclusividad entre ellos, o abierto, donde el grupo considera nuevas incorporaciones. Por otro lado, puede ser jerárquico, con una relación principal y otras secundarias o no jerárquico, donde todas las relaciones tienen la misma importancia. Si suprimimos las etiquetas y consideramos a todas las relaciones por igual, ya sean sexo-afectivas o no, hablaríamos de anarquía relacional. En la práctica, los límites están claros y todo resulta bastante sencillo.
De hecho, las actividades que se proponen desde los grupos de poliamor suelen ir dirigidas al debate y al crecimiento personal, no a conocer gente para citas o encuentros esporádicos. Igual que en la monogamia, cuando conocemos gente nueva, pueden atraernos más o menos, y dependiendo de la persona y del momento de cada una, ambos buscarán diferentes tipos de relación. En el caso del poliamor, se buscan vínculos sentimentales con más de una persona.
En cualquier caso, el poliamor va vinculado al feminismo, al respeto y a la igualdad. La comunicación es un pilar básico. Se trata de relaciones sin normas preestablecidas, que vamos forjando con cada persona nueva que aparece en nuestra vida. Es normal que aparezcan dudas, diferencias de opinión o nuevas situaciones que no sabemos afrontar y que requieren trabajo entre las personas implicadas.
Desde luego, si incluimos a una persona en nuestra vida, es porque nos aporta cosas, porque se crean sinergias que nos llevan más lejos. Pero eso no quiere decir que el camino sea fácil: hay que cuidar los vínculos y dialogar para salvar las diferencias, igual que en cualquier otra relación.
Uno de los temas sobre el que nos preguntan con frecuencia es el de los celos. Desde luego, los celos no son indicadores de amor, como nos quiere hacer ver el amor romántico, pero tampoco es algo de lo que tengamos que avergonzarnos. Primero, es importante que le demos nombre a lo que estamos sintiendo; 'celos' es una palabra que abarca tantas cosas que se queda vacía. Es un paraguas bajo el que caben muchas emociones. Decir "tengo celos" es como decir "me siento mal". Para poder trabajarlo hay que saber por qué me siento mal. Puede ser miedo a la pérdida, al desapego, a la soledad, al abandono, a no sentirnos importantes, a no sentir que nos quieren o a que haya algo o alguien más importante, por ejemplo. Una vez que sabemos cuál es el sentimiento primario resulta más sencillo cuestionarse por qué, de dónde viene, y trabajarlo.
Cada vez hay más personas interesadas en formas alternativas de relaciones, y se están generando grupos de interés dedicados al poliamor. Hay grupos en crecimiento en Málaga, Canarias, Alicante o Galicia, y grupos ya establecidos en Barcelona, Valencia y Madrid. Entre las actividades, eventos y talleres, tenemos las Policañas, un espacio de debate donde nos dividimos en pequeños grupos para tratar el tema propuesto ese día, el Cinefórum, con proyecciones y debates, o nuevas ediciones de la charla introductoria Poliamor para Dummies. También organizamos la Opencon, una actividad de fin de semana que hacemos una vez al año, autogestionada por los asistentes, que proponen charlas, talleres o debates.
En cuanto a las publicaciones relacionadas con el tema, hay bastante bibliografía en inglés y, en castellano, están traducidos Ética Promiscua y Opening Up.
* Portavoz de la Asociación Poliamor Madrid.
Hay 5 Comentarios
Si ya una orgía era complicada, esto de el poliamor es una orgía continua ¿no? ¿Me que quedado antigüa o es una forma de justificar la promiscuidad? De momento los únicos poliamorosos que he visto aparecieron en "first dates" y me parecieron bastante frikis.
Publicado por: Laura | 04/06/2016 0:07:49
Si ya el amor en singular trae conflictos imaginen en plural. Pa volverse locos
Publicado por: Abracadabra Noticias | 03/06/2016 14:22:53
Las relaciones de poliamor, mientras se basen en el consentimiento por todos los integrantes, y a todos les guste la situación, son válidas como cualquier otra relación. Aunque en nuestra mentalidad actual la posesión y los celos siguen estando muy presentes.
Publicado por: NATALIA | 03/06/2016 10:06:31
Sobre todo cuando tenemos que hacer la declaración de hacienda, y comprar la comida en el supermercado.
Pagar la cuenta y los recibos de final de mes, y ponerse a trabajar ocho horas diarias.
Mientras los demás hacen una cama redonda a cuenta de nuestro sudor.
Hay cosas que no cuadran, en cuanto una persona se hace adulta.
Publicado por: Eulate | 03/06/2016 10:05:05
Nuestra genética humana se ha modelado a lo largo de miles de años, desde cuando los seres humanos vivían en grupos reducidos aislados en zonas hostiles.
Cuando era normal perder la vida en un lance luchando por la supervivencia contra una fiera o en defensa del clan o del territorio de caza.
Las mujeres eran un bien muy preciado en cualquier grupo humano, pues la reproducción solo la garantizaban ellas y el riesgo de morir pronto era alto.
Los varones que eran físicamente más fuertes, podían ser por el contrario cualquiera de ellos los que engendraban los hijos.
No era promiscuidad, era supervivencia.
Aunque la civilización ha avanzado mucho, seguimos siendo descendientes de aquellos ancestros primeros y herederos de sus genes.
La mujer, al igual que la mayoría de las hembras de cualquier especie, siempre ha buscado emparejarse con el varón más fuerte y más sano, para garantizar de forma inconsciente la continuidad de la especie.
Es algo natural, la atracción sexual y física la llevamos en los genes.
El afecto por el contrario implica dependencia, y a día de hoy sentirse plato de segunda mesa a la hora de compartir afectos, tanto en la mujer como en el hombre, con la actual carga cultural, y también con la mentalidad actual de independencia económica, hoy no se encaja en los términos de la poligamia.
Salvo algo que subsiste solo en aquellas culturas donde a la mujer se le mantiene en un segundo plano.
Donde no tiene la opción de elegir, ni capacidad de decidir con quien se casa.
Modernamente se dan casos de personas que forman tríos o cuartetos, pero la continuidad en el tiempo dura poco, pue la juventud se marcha pronto, y las necesidades familiares creadas, cuando no comparten los parentescos en los que no hay un lazo de sangre hacen que se rompan las parejas compartidas.
Publicado por: Eulate | 02/06/2016 10:02:43