Cuando pensamos en las razones por las que alguien tiene una aventura, nos suelen venir dos a la cabeza: la primera, evidentemente, el sexo. La atracción puramente física por otra persona. La segunda, la necesidad de atención, y para escapar del amor esclavo del otro. Pero, ¿podemos ser infieles para escapar de nosotros mismos?
Imagen de la película 'Antes del amanecer'.
Todo depende, supongo, del tipo de aventura. Si nos planteamos una noche de sexo desenfrenado con un desconocido que hemos conocido en un bar, seguramente estemos hablando de lo físico. Básicamente, porque apenas tendremos tiempo de hablar. El sexo será desaforado, un poco mecánico y el éxtasis seguramente no vendrá de la maestría de un amante pasado de copas, sino del saberse haciendo algo prohibido.
Si, por ejemplo, pensamos en tener un lío con alguien del trabajo, la cosa será diferente. Porque, al final, el asunto se complicará lo suficiente como para, una de dos, o arruinar nuestro trabajo, o abrirnos a una nueva relación que nos haga ver que teníamos que acabar con la anterior.
Sin embargo, una aventura de verano ofrece otro tipo de posibilidades. No hablamos de un encuentro rápido y fortuito, ni de complicarnos la vida con alguien conocido. Todo lo contrario. Hablamos de la oportunidad de ser otro por unos días.
En vacaciones, tenemos la oportunidad de viajar, de irnos lejos de nuestras rutinas y de nuestros conocidos, y de tener la excusa para escaparnos con nuestros mejores confidentes: nuestros mejores amigos. Incluso, si tenemos pareja, puede surgir la oportunidad de viajar por separado.
Y allí, donde nadie sabe de nuestra vida, de nuestro pasado, de nuestros traumas, aparece alguien que llama nuestra atención. No necesita ser la persona más atractiva del mundo, ni siquiera la más misteriosa. Simplemente necesita ser unos nuevos ojos en los que mirarnos para escapar de nosotros mismos.
Tiene su lógica. Nuestra pareja es la persona que mejor nos conoce del mundo, la que sabe de nuestros defectos, de nuestros errores y la que, por mucho que nos quiera y admire, nos acaba mirando viendo no solo lo bueno, también lo malo. Si bien eso no significa que en el balance final sea la persona con la que, por y pese a todo, decidamos compartir la vida. Eso sí, de vez en cuando, todo el mundo tiene el acallado anhelo de escapar de su vida, al menos un par de días.
Tener la oportunidad de interpretar un papel nuevo. De ser cualquier persona que nos imaginemos, o simplemente sacar a relucir lo mejor de nosotros mismos, para poder revivir el maravilloso placer de seducir y ser seducidos. Hablar de nuevo de todo y de nada, porque todo está por hablar. Reír porque sí, porque no hay ningún recuerdo triste que nos haga llorar.
Después, claro está, todo lo demás. El sexo con un amante de verano puede ser una mezcla de ese placer prohibido, con el encanto de la primera vez, aderezado con el éxtasis de estar seducidos no solo por el otro, sino también por nosotros mismos. De sabernos de nuevo un cuerpo deseado, no por el cariño de los años, sino por todo lo que podemos ofrecer en el presente. Mucho mejor que un polvo rápido, porque, al menos, sabemos que lo podremos repetir un par de días. Lo justo para cogerle el tranquillo, pero no engancharse.
Porque, quizás, esa sea la mejor parte: que todo queda en eso. En una aventura de verano, no es nadie que vayas a encontrarse en el portal ni comprando el pan. No es nadie que conozca a nadie que conozcas. No es nadie que, si no lo buscas, te vaya a complicar tu realidad.
Se quedará en eso. En el recuerdo de un momento en el que nos permitimos pecar. En un efímero sueño de una de esas cosas que sabíamos que no debíamos hacer, pero que hicimos, sin que nadie más se tenga que enterar.
Aunque al final, siempre hay alguien que se entera y amigos que pueden irse de lengua, y estamos nosotros mismos y nuestra consciencia.Y, con ella, nuestra escala de valores occidental, lo que hemos aprendido que debe ser o no debe ser una relación. Pero escapar de nosotros mismos es más fácil estando con otro que a solas.
Por eso, este verano, puede que miremos a ese desconocido y soñemos con ese amante de verano que podría ser, y que quizás nunca será.
Hay 3 Comentarios
Foi num verāo
https://www.youtube.com/watch?v=TYzbIY4aTko
Publicado por: Juan Enrique | 18/08/2016 2:21:13
Las vacaciones nos dan tiempo para relajarnos, para pasarlo bien, disfrutar y olvidarnos de nuestros problemas. De ahí que al estar más relajadas tengamos más tiempo para disfrutar del sexo, de los hombres que se nos acercan y con los que podemos vivir nuevas experiencias
Publicado por: DULCE | 17/08/2016 16:48:31
Mi aventura de verano acabó convirtiéndose en mi marido y padre de mis tres hijos. El pasado día 12 de agosto hizo 27 que nos conocimos.
Publicado por: Lourdes Novalbos | 16/08/2016 22:30:03