Sobre el blog

Ni enciclopedia ni consultorio sexual al uso. He aquí un rincón erótico festivo dedicado a las relaciones y la atracción entre seres humanos, esa faceta que nos hace la vida más placentera, tierna, amorosa, plena… Un blog coral, con cinco autoras de todo origen y condición, que apuesta por el juego, la provocación, lo sensual y el sexo como acto libre, adulto, compartido, real o ficticio, siempre divertido... Eso sí, si tu mirada no es amplia y tolerante, mejor no te detengas aquí. Coordina Analía Iglesias. No sólo se admiten firmas invitadas, sino que son deseadas.

Sobre las autoras

Anne Cé. Nació en el sur austral (Argentina), en un tiempo beatle y en un país con altísima densidad de psicoanalistas y jugadores de fútbol. Periodista, quizá incluso a su pesar, narra lo que se le ponga delante. Y narra, y narra. Un día descubrió que el simple roce de una clavícula le erizaba la piel y entonces comprendió por qué le gusta tanto abrazar a un hombre.

Esther Porta. Segoviana, fue becaria en el mítico Tentaciones y allí hizo de todo hasta que sus conocimientos de sexo la convirtieron en Beatriz Sanz. Y gracias a ella, publicó artículos semanales de sexo, dos libros y fue reclutada como sexperta guionista del programa de Canal +: 'Sex Pópuli'. Cuando casi se le había olvidado (lo de escribir de sexo...) se mete a bloguera. Y aquí está, con tantas ganas de sexo (del uno y del otro) como siempre...

Venus O'Hara, de Reino Unido, con raíces irlandesas. Modelo fetish, actriz y escritora. Licenciada en Ciencias Políticas y Francés, reside en Barcelona, ha sido columnista sexual en varias revistas, tiene su propio blog de fetichismo y es creadora de 'No sabes con quien duermes', un confesionario para personas que llevan una doble vida. Publicó su primer libro junto a Erika Lust, 'Deséame como si me odiaras', en 2010.

Tatiana Escobar, de Venezuela (1976), ha escrito ensayos y poesía en español. Traductora y editora, en 2004 abrió en Madrid junto a sus socios la primera boutique erótica de España, La Juguetería Erotic Toys, para no tener que vivir de la literatura. Desde entonces vive del sexo. Y escribe, a veces, para sus amigos.

. Madrileña. Soñó con escribir y pronto descubrió una vía: el periodismo. Pero como tampoco valía narrar sobre cualquier cosa, eligió suerte y remató la faena con un posgrado en Sexología. Ha trabajado en suplementos de salud y medios especializados. Con la práctica ha acabado por darle un toque más sensual a sus letras. Y con ellas sueña en escribir, ahora, un libro.

Ilustracion
Venus O'Hara, Anne Cé y Silvia C. Carpallo, según 'Mi Petit Madrid'.

Nuevo libro

El orgasmo de mi vida. Si ya no sueñas con príncipes azules, locos por pedirte en matrimonio, ni esperas que aparezca un millonario atormentado pero diestro en amores, con una Visa en una mano y un látigo en la otra, este libro es para ti. Porque El orgasmo de mi vida habla de eso, de mujeres realistas, lúcidas, independientes y eróticamente vivas, capaces de combinar esa cotidianidad que todas conocemos, con sus pasiones más salvajes. Ellas son las protagonistas de los relatos, sin guionistas que les digan lo que tienen que hacer, pero sobre todo, son las compositoras, directoras e intérpretes de los orgasmos más armoniosos de sus vidas.

Lux eróticaLux erótica. "Escribir sobre sexo era la propuesta y me sentí estimulada. Después de tantos años como periodista cultural y con mucha vida hecha en torno a la información y a la actualidad, tenía ganas de ponerle carne a la crónica. Porque nuestra más genuina actualidad como personas pasa por el relato del erotismo. Porque de atracción y de relaciones hablamos todo el tiempo en este tiempo occidental con ciertas libertades individuales garantizadas y rebosante de espíritu lúdico pero también algo desafectado y con nuevos descompromisos adquiridos...". Anne Cé.

Inglés para pervertidosInglés para pervertidos."Se dice que la mejor manera de aprender un idioma es a través del sexo con un extranjero. Pero ¿qué haces si estás en la cama y no sabes qué decirle? Con Inglés para pervertidos puedes aprender todas las palabras y expresiones que siempre has deseado saber, desde lo más elemental al sexo más salvaje. El libro cuenta con ocho capítulos centrados en las partes del cuerpo, la cama, el LGBT, las compras sexis, el lado oscuro, el porno, el chat y la salud sexual. Cada capítulo contiene vocabulario, gramática y unos ejercicios muy originales que no encontrarás en ningún otro libro. Aprende todo lo que tu "English teacher" no se atrevería a enseñarte nunca. Y... si te cansas de estudiar, el libro incluye un montón de fotos mias para distraerte". Venus O'Hara.

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Eros

Consentimiento

Por: | 29 de septiembre de 2016

Doy mi consentimiento. No, no quiero, me arrepentí.

¿Ella quería o fue 'contra su voluntad?

Consentimiento: esa palabra que últimamente se vapulea en Tribunales, en boca de acusados de violación, entrenados por sus abogados para asegurar (con la boca chica): "ella dio su consentimiento". Pero, de un modo menos evidente, sin esa carga de violencia callejera entre desconocidos, muchas mujeres y algunos hombres sabemos bien lo difícil que suele resultar, en nuestra vida cotidiana, hacer oír nuestra respuesta.

A veces, en territorios de pareja, dejamos pasar esos momentos de no-voluntad para terminar dando un consentimiento a medias, o por cansancio, una rendición, quizá en medio de la noche, sin ganas.

"El consentimiento en el sexo se ignora todo el tiempo", es la frase con la que la gente de la plataforma everydayfeminism.com presenta una serie de viñetas metafóricas que nos hacen ver cuán absurdo es negar el valor del consentimiento en terreno erótico, a través de un paralelo con situaciones de intercambios y diálogos cotidianos.

Everydays feminism

Son esas "cosas que os parecen absurdas" en situaciones de la vida cotidiana, pero que en el sexo se consideran "banales", y hasta aceptables, diríamos. Aquí, las frases de desenlace de las viñetas:

"Ah, no, tú me dijiste que querías ver la película, ahora la tienes que ver hasta el final".

"Me dijiste que me prestabas tu coche una vez. Yo entendí que era todas las veces que yo quisiera".

"Dijiste que te gustaba esa canción, yo te la pongo hasta mientras duermes".

"Ah, tú me contaste que querías hacerte un tatuaje y yo te lo hice mientras dormías".

"Tú eres mi mujer y tienes la obligación de cocinar para mí, así que hazme esa tortilla o te irás al infierno".

"Yo he traído las cartas y vamos a jugar a las cartas. No puede ser que me invites a tu casa para jugar a las cartas y luego te arrepientas".

"Tienes un cuerpo musculado. Se ve que te gusta el deporte. No me digas que no me estás incitando a que te dé cosas pesadas a cargar. No me acuses a mí si tú eres el que muestra los músculos".

Como veis, hay para todos los gustos y seguro que nos reiremos ante el ridículo de estos desplantes en cualquier otra situación de vida cotidiana que no sea la cama. En todas queda más que claro que el cambio de opinión es una opción a respetar y que el estado de inconsciencia (o cuando estamos dormidos/as) es un momento de desprotección del que jamás habría que aprovecharse.

Vale la pena repasar, al respecto, aquella amable campaña de la taza de té, que se viralizó en las redes. Allí se explicaba cómo invitar un té y cómo evitar obligar a alguien a tomar un té contra su voluntad:

"¿Quieres una taza de té?". Si te dice que sí, pero cuando llega el té, cambia de opinión, respeta su "no". Y, entre otras cosas, no la hagas tomar té si está inconsciente, porque lo que necesita es sentirse segura y no 'obligada' a algo para lo que no está en condiciones de dar su consentimiento.

No hace falta de hablar de acoso callejero para comprender el verdadero significado de la palabra 'consentimiento'. Veamos:

-Tengo sueño, necesito dormir.

-Yo no quiero dormir.

¿Os suena la situación? Sucede que a muchos/as estos diálogos les resultarán conocidos de algunas noches en pareja y lo relativizarán: "que acabe pronto" (he escuchado alguna vez). Sin embargo, estas 'cesiones' van dejando huella en ambos, porque el que embiste  también ha de sentirse miserable. Y esto cuesta desamor y asquito, huidas y hostilidades que luego no sabemos de dónde vienen, cuando amanece.

Hagamos el amor y nunca la guerra.

 

¿Seguimos aprendiendo sobre sexo? Las claves del crecimiento erótico

Por: | 27 de septiembre de 2016

Una vez, en una entrevista en la radio, cuando hablé de educación sexual, mis entrevistadores me dijeron que no entendían tanto misterio, que lo que había que saber sobre sexo, se aprendía sobre la marcha y punto. Pensé que no les vendría nada mal un taller de crecimiento erótico, porque si es obvio que, como personas, crecemos y evolucionamos, entonces parece lógico que nuestra sexualidad lo haga con nosotros. Hay quien todavía no entiende que la sexualidad no es un destino, sino un viaje fascinante. Siempre hay algo nuevo que aprender, que experimentar, que repensar.

Y si no se nos ocurre solos, podemos probar otras técnicas. Como ir a un taller de crecimiento erótico y, si lo que nos falta es tiempo, al menos comprarnos un libro y dejar los juegos para casa. Esa es la propuesta que hace la psicóloga y sexóloga Lara Castro, directora de Placer ConSentido en su nuevo libro de crecimiento erótico.

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¿Qué es el crecimiento erótico?

El crecimiento erótico es un camino en el que la persona va dando pasos y logrando sus propios objetivos que le llevan a la felicidad sexual.

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Cortarse los dedos antes de llamar al ex

Por: | 25 de septiembre de 2016

"Yo la dejé, pero creo que porque no quería estar ahí hasta el previsible final de nuestra relación, aunque no he podido dejar de pensar en ella, y ahora está casada y tiene dos hijos. Le he escrito hace un tiempo una larga carta, pero no me atrevo a enviársela, ¿te parece que lo haga?", me consultaba hace algún tiempo un amigo de treinta y tantos, que sigue soltero y con nostalgia por una exnovia.

Cuando se acaba una relación, extrañamos la presencia de esa persona pero también su ausencia. Es decir, lo echamos de menos como potencial interlocutor de nuestro diálogo interno, de nuestras previsiones (podría proponerle ir de excursión, el finde), de nuestras dudas (cómo actuar después de lo que pasó con nuestro jefe). Nos encontramos mil veces ante el muro de : 'ay, cierto que ya no está'. A ver si puedo ser más gráfica: por ejemplo, escuchamos un debate en la radio sobre la homosexualidad reprimida que expresa la escritura de 'El Padre' en Strindbergh y pensamos que se lo comentaremos a él, que admira tanto al dramaturgo sueco... y en eso caemos en la cuenta de que ya no hablaremos más con él, que ya no podremos decírselo. Entonces, nos viene la melancolía del hueco en el lugar del interlocutor potencial o, de lo contrario, la loca idea de escribirle un SMS, un whatsapp o un e-mail para contárselo (en Facebook nos tiene bloqueadas, así que ya no podemos usar el messenger: por cierto, ¿bloquear es una manera de expresar la imposibilidad de dejar de estar pendiente del otro?).

 

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 El hueco en el alma, o toda esa ausencia entre las piernas. Foto de Irene Díaz.

¿Qué hacemos con las ganas, con el hueco, con los razonamientos que se nos asoman a borbotones? ¿Qué hacemos con nuestros sentimientos estampándose en seco contra su ausencia? Y el cuerpo que pide.

Convendrán conmigo en que, frente a estos supuestos, falta calcular el factor tiempo para dar una respuesta certera.

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Mi novio cree que lo dejaré por mi vibrador

Por: | 23 de septiembre de 2016

Por Sandra Bravo*

Seamos realistas: es posible que que ellos dos no lleguen a ser colegas. Pero lo importante, en todo caso, es que tu vibrador no suponga un cisma en vuestra relación y evitar que desde el día que entre en vuestra casa, todas vuestras discusiones sobre sexo recaigan sobre él.

"Claro, desde que tienes la polla esa ya no tienes ganas de hacerlo conmigo, ¿verdad?". "Ahora entiendo por qué te emperraste en comprar el modelo más grande del mercado". "Elige: o él o yo". Son solo algunos de los argumentos que podrías oír en boca de tu novio desde que compraste aquel vibrador de última generación con el que tanto soñabas. Puede parecer irónico o exagerado, pero me temo que la realidad siempre supera la ficción.

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Foto de Emilio Schargorodsky.

Una pareja entra en una tienda erórica, él intenta convencer a ella, por lo bajini, de que todo lo que necesitan es un nuevo lubricante, hasta que por fin ella, despistándolo en la sección de vaginas en lata, corre hacia alguno de los dependientes y aclama victoriosa: "veníamos a buscar un vibrador". En ese caso, la pregunta típica de "¿Para ti, para él o algún modelo para parejas?" es totalmente accesoria. Su cara lo dice todo. En ese momento, aparece el novio, acalorado y preguntándose si ya lo habrá pedido y maldiciendo el tiempo que perdió mirando los packagings. Y sí, para aquel entonces ya hemos llegado a la zona de muestras, donde su novia admira y toquetea lo que podría ser una de las siete maravillas de la humanidad. Ella escucha con atención las características de cada modelo: el tipo de material, las funciones, si es sumergible o no, el tipo de alimentación… Él solo se preocupa por un aspecto: ¡el tamaño!, dejando caer algún comentario del tipo: "no hace falta que sea muy grande, es para empezar", e intentando esconder en vano los modelos mejor dotados de la tienda.

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Dedicado a mi futuro hijo: sé el hombre que quieras ser

Por: | 19 de septiembre de 2016

Lo reconozco. Soy la primera en emocionarme con esos post en medios de comunicación o redes sociales sobre los consejos que le darías a tu futuro hijo para tener una vida mejor. Especialmente si están dedicados a mujeres. Muy especialmente si abogan por educar a las mujeres de una forma diferente, mucho más autónoma, empoderada. Lejos de los cuentos de princesas de hadas.

Pero la última vez que compartí uno me di cuenta de una cosa. Que esos mensajes de ‘sé la mujer que quieras ser’ están dirigidos, por norma general, solo a las niñas. ¿Y para los niños qué? ¿Ellos no tienen derecho a ser el hombre que quieran ser? ¿Y cómo van esas niñas a tener un futuro más igualitario, si seguimos educando igual a sus futuras parejas? ¿Cómo podemos pretender cambiar el mundo solo cambiando a la mitad de la sociedad?

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Imagen de Pixabay

Me planteé entonces qué pasaría si mi futuro e hipotético bebé fuera un niño. Qué querría decirle. Y me salió esto:

1. Sé el hombre que quieras ser. Porque la sociedad se ha empeñado en unir a la palabra hombre con adjetivos como ‘fuerte’, ‘protector’, ‘viril’, ‘dominante'… pero realmente cada hombre es diferente. No seas lo que los demás creen que debes ser. Puedes ser muchas cosas, no hace falta que nadie te encasille solo en una.

2. Juega con lo que quieras. Vístete como quieras. Si quieres jugar a papás y mamás está bien. Si quieres jugar a los coches, también. Es solo un juego. Somos los adultos los que vemos más allá. Lo importante, al final, es que te diviertas, que aprendas eligiendo el juguete que quieras.

3. No tienes por qué ser un guerrero. Ni tienes que ser dominante con todo lo que hagas. No tienes por qué ver dibujos en los que siempre haya violencia y muerte. Puedes disfrutar de libros que te aporten, que despierten tu curiosidad y de juegos en los que no se destruye, sino que se construye.

4. No hagas caso cuando te digan ‘los niños no hacen eso’. Si algún amigo o familiar o nosotros mismos cuestionamos tus gestos, no hagas caso. No dejes que los demás te pongan etiquetas que tú todavía no has elegido.

5. Si cuando empieces a jugar a las novias y los novios, no sabes si te gustan los niños o las niñas, tampoco pasa nada. Ya lo averiguarás. Te guste lo que te guste, lo importante es que la persona que elijas te haga feliz. Nada más.

6. Aunque crezcas, sigues teniendo derecho a llorar. A mostrarte débil. A pedir ayuda. Ser un hombre no significa tener que ser ‘fuerte’ siempre. Todos pasamos malos momentos, todos tenemos sentimientos y es sano mostrarlos y compartirlos con las personas que quieres. Es más fuerte el que se muestra que el que se aísla solo.

7. Aléjate de los hombres que hacen de menos a otros hombres por su sexualidad. No son más hombres los que se creen ‘machos alfa’, sino que, por norma general, son personas acomplejadas que intentan esconder sus debilidades, realzando las de los demás. No son los amigos con los que querrás contar.

8. Sé un hombre completo. Autónomo, responsable, independiente. No te escudes en nadie para eludir tus responsabilidades. Ni siquiera en mí, si me empeño en tenerte siempre como el ‘niño de mamá’. Sé autosuficiente y capaz de resolver las cuestiones diarias por ti mismo. Eso incluye tu higiene, las tareas domésticas, los gastos, las cosas que hay que saber de la vida cotidiana.

9. No pienses que tu deber es hacer feliz a las mujeres, para conseguir que te hagan caso. Tu deber es hacerte feliz a ti mismo, después puedes encontrar a una mujer que quiera ser feliz contigo. No seas el príncipe de nadie. Busca una compañera que sea como tú, independiente y autónoma, e intentad ser un apoyo el uno para el otro.

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Allí donde el sexo se llama 'hacer reír'

Por: | 16 de septiembre de 2016

Por Martha Zein*

Dicen que a medida que alcanzamos la madurez perdemos la capacidad de reírnos. Lo que en la infancia sucedía unas 300 veces al día, en la edad adulta llega a reducirse a 15. Tengo mis propias teorías sobre esta grave decadencia: se trata de nuestra forma de manejar las palabras. Lo hacemos de tal manera que a medida que nombramos el mundo vamos perdiendo carcajadas. Además, está la propia naturaleza de este alborozo: es difícil pensar cuando estamos 'muriéndonos de risa'. Por un momento, nuestro cerebro se desverba lanzando sinapsis alegres a su libre albedrío; las ondas cerebrales se hacen más lentas hasta alcanzar la frecuencia llamada gamma (la misma que cuando se medita, la antesala a los grados alterados de consciencia en los que la telepatía es posible); el ego desaparece. Todo el cuerpo vibra. La mente queda en estado de excepción.

IrisIlustración de Iris Serrano.

Uno de los momentos más deliciosos de la vida en común (ya sea en pareja, en grupo o en sociedad) es cuando la explosión de risa nos desmaneja y recuperar el resuello se convierte en el principal empeño. En ese momento, la garganta se ve desposeída de su capacidad de nombrar y pasamos a comunicarnos con todo el cuerpo. Nos apresa una vibración capaz de sacudir los átomos que nos conforman y reordenarlos de forma pacífica. La dopamina (responsable del placer), la serotonina (sostenedora de la felicidad) y las endorfinas (con altos poderes analgésicos), las mismas sustancias que segregamos cuando hacemos el amor, suben nuestro sistema inmunológico. Al mismo tiempo, nuestra mente baja sus defensas.

Hacer reír, pues, implica dar placer. Reírse equivale a gozar. Si dos personas logran darse placer y gozar juntas sin necesidad de nada más, no van mal. Eros también ríe. Lo saben las culturas ancestrales. En las fachadas de los templos de Kajuraho (India) contemplé este invierno a Shiva y Shakti, divinidades que encarnan la energía vital y la consciencia. Reían y sonreían mientras gozaban el uno en la otra y viceversa. Entendí que la risa también era una celebración sagrada. Aquellas esculturas me hicieron rizar un antiguo rizo. Hace años, siguiendo los pasos del cazador se amaneceres que protagoniza mi película documental Feliz Vida Loca, terminé a los pies de una mujer inuit.

 

 

'Feliz vida loca', documental de Martha Zein sobre la depresión y la felicidad.

Aquel cazador de amaneceres quería retratar ese instante preciso en el que la luz de la alegría logra abrir la noche oscura del alma, y en pos de ese objetivo llega hasta Finlandia. Allí encontrará la gran metáfora de las auroras boreales (sus ondas irisadas, verdes, brillando en medio del firmamento) y una tierra helada cuyos habitantes desconocen la palabra depresión, no tienen un vocablo para nombrar la guerra y a las relaciones sexuales las llaman "hacer reír".

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Pasión hace ciencia

Por: | 13 de septiembre de 2016

¿Sabían ustedes que Galileo Galilei (Pisa, 1564 - Arcetri, 1642), a quien llaman el padre de la ciencia (o al menos de la astronomía y de la física), era un tipo apasionado y sexual? Un heterosexual que nunca se casó y al que, para simplificar, se le llama 'mujeriego', pero que estuvo en una relación (posiblemente abierta) con una mujer 'de costumbres laxas', unos diez años. Con Marina Gamba tuvo tres hijos y no pudo reconocerlos legalmente por la distancia social entre un noble de baja nobleza y una amante 'meretriz', aunque se ocupó de ellos, al punto que adquirieron su apellido, eso sí, cuando la mujer 'de vida disoluta' ya hubo muerto.

No se arrancó el corazón para hacer ciencia. No debió dejar de sentir para ser racional. Pensar es amar, primero, y poner la carne en compromiso. Saber es desear, herejía. Y puede que el moralismo le llame 'vicio'.

Como dice nuestro querido y siempre citado filósofo Byung-Chul Han: "El Logos carece de vigor sin el poder de Eros".

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Corazones arrancados, pero no en nombre de la ciencia. Foto de Emilio Schargorodsky.

Para hacer ciencia de esa que deja traza, hay que ser revolucionario, y amoroso. Y quizá tomar atajos, irse por las ramas. Para ser sabio, no basta con ser obediente. Galileo Galilei no fue 'recto': fue rupturista también porque necesitaba ganarse la vida, y entonces aguzaba el ingenio para alimentar a tres hijos que no llevaban su apellido sino el de la mujer que hacía enfadar a su madre.

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Me encanta mi escote, pero es solo mío

Por: | 08 de septiembre de 2016

Me encanta mi escote. Aunque ahora las gurús de la moda dicen que está desfasado y las tiendas de ropa se llenan de camisetas anchas que dejan los pechos bien tapados, yo este verano he tirado de mi fondo de armario, para seguir luciendo mi escote moreno, voluptuoso, generoso. Porque me gusta esa parte de mi cuerpo. Porque me lo pongo para mí, lo mismo que busco un vestido que realce mi cintura o disimule mi cadera. Me lo pongo porque me siento feliz con esa parte de mi cuerpo, no para saber qué opinan o no los demás del mismo. No para que me digan lo que me harían por llevar el mismo. Lo siento por vuestro ego, mi escote no es ni fue nunca vuestro.

Escote

Porque las tetas siguen siendo, tristemente, motivo de vergüenza. Una parte del cuerpo que puede ser tan bonita como unos hombros, o sí, tan sexy como unas piernas. Pero una parte del cuerpo, al fin y al cabo. Sin más ni más. Tetas. Como las de cualquier otro mamífero y tal. Sin embargo, parece que aun lleven pintada la letra escarlata. En un verano en el que nos hemos planteado prohibir a las mujeres que se tapen, incluso si ellas así lo desean, lo cierto es que tampoco tenemos claro si queremos que enseñen demasiado. Es algo así como un eterno debate sobre cuál es la cantidad exacta de ropa que quieren que llevemos. No hace tanto que ese debate existía incluso con nuestros tobillos.

Porque este verano también ha sido el de los debates sobre si nuestro cuerpo es el reclamo de los violadores. En el siglo XXI, sí señores, seguimos debatiendo si el enseñar un pecho exime a un violador de su crimen. Seguimos juzgando a la mujer, la víctima, la agredida, por enseñar una parte de su cuerpo y, entonces, automáticamente, convertirse en objeto. Por tener tetas y no esconderlas.

El pecho sigue siendo el símbolo del pecado. Sigue siendo la letra escarlata de todas las Evas que consiguieron echar a Adán del paraíso terrenal. Que en versión moderna se traduce en que un pezón masculino es más aceptable que uno femenino, en una foto de una red social (podemos encontrar a  ilustradoras poniendo pegatinas blancas a sus dibujos, mientras que los modelos masculinos siguen posando sin camiseta y sin tapujos). 

Lo vemos en actos tan poco obscenos, tan naturales, como una madre amamantando a un niño. Agosto también es el mes de la lactancia materna y quizás por ello hemos visto más noticias sobre madres, que sí, también en el S. XXI, siguen siendo increpadas por dar el pecho a sus bebés en lugares públicos. Porque no solo tienen tetas: es que encima las usan para lo que la naturaleza las ha creado y no se esconden ni nada, las muy desvergonzadas.

Pero no soy la única a la que le gustan sus pechos. Muchas otras mujeres los adoran para mostrarlos cómo y cuándo quieren. Así, veía esta foto de Rebeca Gomez, cofundadora de We Lover Size, que iba a acompañada del siguiente texto:

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Si te dicen que es amor, es amor (y el drama sobra)

Por: | 06 de septiembre de 2016

Ella dice que desdramaticemos el amor (o "I love you: no big deal"). Y lo llama casual love (a imagen y semejanza del casual sex). Pero, en realidad, habla de aceptar la altura del amor en las situaciones en que se nos presenta, conveniente o no, duradero o no, oportuno o no. Es Carsie Blanton, una folk-singer norteamericana, milennial que vive en New Orleans, desenfadada, sexy, amorosa (lo de poliamorosa me suena a redundancia), que tiene un blog en el que encontramos una entrada que nos regocija. Ella y nosotras disparamos desde la misma trinchera de la resistencia erótica.

Carsie

Fotograma de 'Vim and Vigor', el videoclip de Carsie Blanton. Es ella y un harén masculino: ¿le llaman poliandria?

Blanton es una de las nuestras cuando proclama la libertad de decirle a un follamigo ‘Te quiero’, sin quebraderos de cabeza, porque es lo que sentimos en el momento en que lo pronunciamos: "No quiere decir que eres el hombre de mi vida (…) No quiere decir que te amaré hasta la muerte ni hasta el año que viene, ni siquiera hasta mañana".

Esto es lo que hay, y no hay ninguna necesidad de llamarle menos que amor a algo que no tiene futuro o que no es conveniente. Puede ser amor casual, pero amor al fin. 

Vamos, que enamorarse no es algo tan grave (o serio) ni reservado solo a unas pocas exclusivas personas en nuestra vida.

¿Por qué habríamos de tener miedo a decir el amor y a practicarlo?, repetimos desde este espacio, una y otra vez. Nos enamoramos una vez por día, o tres, o cinco veces al año, o al mes. El amor no es, claro, razón suficiente para otros compromisos, porque hace falta, al menos, "reciprocidad, disponibilidad, compatibilidad", como dice Blanton.

Entonces, ¿para qué mezquinar el amor (la palabra y su vuelo espiritual) y guardarla en consigna para aquel/la con quien vamos a casarnos? El amor no es un sentimiento diferente con un marido que con alguien que nos liamos en el baño de un bar. Sentimos amor en situaciones diferentes, se llama amor y dura lo que dura, no es correcto ni incorrecto, y no presta atención a la conveniencia de aparecer o a la oportunidad.

Drama no

'Te amo' y tampoco es para tanto. Del blog de Carsie Blanton.

Coincidimos, Carsie Blanton: no queremos menospreciar el amor en ninguna de sus formas de hacerse presente. Son revelaciones todas de la vida sintiendo.

"Si estamos de acuerdo en que nuestros cuerpos no son intrínsecamente peligrosos, ¿por qué no decir lo mismo de nuestros corazones?", se pregunta la cantante, que realmente transmite una sensual alegría en cada clip, y admite que se enamora a menudo, aunque está casada (lo que la une a su marido, dice, son bastantes más cosas cosas: otros sentimientos, pensamientos, experiencias comunes, conversaciones, y comprensión mutua, además del solo amor).

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¿Hay que facturar los juguetes eróticos en el aeropuerto?

Por: | 04 de septiembre de 2016

Por Álex Navarro*

Todavía verano e internet llena de consejos para hacer de nuestros viajes un mero trámite, tranquilo y sin complicaciones. Sí, ya sabemos que si viajamos en avión solo podemos llevar, como máximo, envases que contengan 100 ml de líquido, pero, ¿por qué nadie da consejos para viajar con nuestro vibrador favorito?

Es verdad que los juguetes eróticos son cada vez más comunes en nuestras mesillas de noche y que la sociedad los acepta mejor; sin embargo, siguen siendo un asunto que tratar de puertas para adentro. En cualquier caso, lo que no querríamos bajo ningún concepto es llegar al aeropuerto y que el personal de seguridad confundiera nuestro dildo con un arma y decidiera airearlo ante las miradas indiscretas del resto de pasajeros.

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Lo cierto es que hay poca información referente a si es posible viajar, o no, con productos eróticos, así que aquí tienes una guía.

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Con el cuerpo desmilitarizado, por un Eros pacifista

Por: | 01 de septiembre de 2016

Por Martha Zein*

Hace tiempo que la coerción dejó de ser el principal problema de Eros. Es hora de olvidarnos de lo prohibido y las transgresiones, de las culpas y las redenciones: vivimos en un mundo en guerra. Toca dejar de hablar de las libertades de los cuerpos y reivindicar unos cuerpos amantes y en paz. Las guerras actuales son (para sus administradores) un lucrativo proyecto a largo plazo, sin victorias ni derrotas conclusivas, una forma de existencia que atraviesa las fronteras y no necesita de más territorio que el de nuestros cuerpos.

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Obras del artista argentino Diego Arrascaeta. Mixta sobre papel.

El eslógan mayosesentayochista de "Haz el amor y no la guerra" ha envejecido mal. Ahora los/as amantes pueden hacer el amor de forma bélica. Sucede cuando el orgasmo se convierte en meta o la hembra o el hombre en un medio para la autosatisfacción y el alivio narcisista, por ejemplo. En ambos casos, Eros es usado letalmente. Basta con observar el resultado: generan encuentros tristes que anulan la potencia de los/as amantes; desposeídos e impotentes se convierten en carne de cañón o algo peor: en soldadesca de conflictos que no solo se viven en la intimidad.

Nuestra forma de desear hace siglos que no es nuestra, ni siquiera en las ensoñaciones más intimas. Amamos como consumimos, como comemos, como vivimos, no estamos parcelados/as, aunque se empeñen en mostrarnos así. Nuestros lazos afectivos son bombardeados por una economía de la seducción capaz de generar patrias simbólicas que sustituyan a las convencionales. Es así como las banderas nacionales son sustituidas por identidades en conflicto, entre las que también se encuentran las filias y las fobias amatorias.

Hace tiempo que el poder, además de reprimir, fabrica dandys, Lolitas, femme fatales o asexuales del mismo modo que crea locos, terroristas, o enfermos, y las pone en conflicto para alimentar una lucrativa industria de la guerra que dediende los intereses de una élite transaccional. Ha llegado el momento de preguntarnos hasta qué punto también nuestras opciones sexuales, nuestros impulsos, deseos, procesos, afectos, acontecimientos, emociones y potencias forman parte de esta maquinaria.

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