Esto acaba de empezar: ahí están los correos de Hillary y la casilla del (ahora ex) marido de la principal asesora de Clinton (el señor que no pudo evitar seguir mandándose fotos hot con una amante, a pesar de su sitio en semejante momento histórico). Como si fuera poco, tenemos ahí, intoxicándolo todo, los aullidos de Trump, pidiendo a Putin que meta más mano en los servidores demócratas, y así, y así, de la Casa Blanca para abajo, todo demuestra que estamos con los pies en el barro. Todo a la vista, y todos con lodo cibernético hasta las rodillas, rehenes de nuestros secretos, de nuestros mensajes viejos, de las fotos recibidas, de las noches de aburrimiento y las frasecitas pícaras, todo mezclado con las pruebas de contubernios o cotilleos políticos, familiares o profesionales. Y no diga que no con la cabeza, que no le creo.
Fotografía de Irene Díaz, sus redes.
En algún momento creíamos tener algún control ("en el Facebook no hay novios", por ejemplo, o "me conecto al Skype en modo 'ausente'", o "borro a los ex de las redes", o "el Hangout lo tengo como 'desconectado'", o "no hago caso a los DM de Twitter", "ni hablar: el Tinder casi no lo uso"), pero es difícil mantener una conducta coherente en tantos sitios, simultáneamente. Ni hablar de querer mostrarnos y ocultarnos al mismo tiempo, o para algunos sí estamos ''disponibles' (WhatsApp dixit) y para otros, no. Y la cosa empieza a irse de las manos y rogamos al cielo para que San Bill o el discípulo Zuckerberg nos sean leves.
Mezclados los ex con los rollos nuevos en el Facebook, las amigas haciendo comentarios de travesuras cómplices, queriendo parecer interesantes pero no arrogantes, accesibles y cariñosos pero no con todos (no exageremos), empezamos a perder tiempo en el código deontológico de nuestra imagen de marca, o perdemos el control, y que sea lo que dios quiera.
Fotografía de Emilio Schargorodsky, sus redes.
Y nos pasan estas cosas de las redes que son apenas síntomas de nuestra vida social actual, entre los que se cuentan estos nuevos formatos para las mismas neurosis de siempre en las relaciones:
Bloqueo/desbloqueo. Tenía un amigovio que cuando se enojaba, me bloqueaba, y luego me desbloqueaba pero me tenía que volver a pedir "amistad". Todo me parecía infantil y gracioso, así que lo aceptaba; entonces, arrancaba de nuevo el juego de los mensajes privados, con el invariable "gracias por aceptarme"
Mejor salir con un ciberfóbico. Ya que nosotros/as estamos tan 'pillados', mejor que encontremos a alguien que no se pase nunca por Facebook ni por Twitter ni por Instagram, y por supuesto, mejor fuera de Tinder. El otro día, una conocida del gremio periodístico-literario decía en Facebook: "¡Tengo pareja y no está en Facebook". Y contagiaba esa algarabía y todos los demás comprendíamos de qué se trata ese confort de no ser observados/as, pero, sobre todo, la libertad de no tener que espiar nada de nadie.
Tráiler de 'Perfetti sconosciuti' ("perfectos desconocidos") de Paolo Genovese.
Ya me fijo lo que pones en Twitter. Escuché, en 'Todo por la radio' de la SER, un chiste acorde al espíritu de los tiempos: "¿Qué te pasa, mi amor? ¿Ah, no me quieres contar? Bueno, ya miraré en Twitter".
¿Sigues entrando en Tinder? Aquel polémico corto publicitario de Roberto Pérez Toledo en el que un chico le preguntaba a la chica con la que estaba saliendo (y que había conocido en Tinder) si seguía entrando a esa plataforma de contactos o, por qué seguía interactuando con otros chicos en Instagram, dejando al descubierto todas sus inseguridades pero también exhibiendo un deseo de control que se juzgó (políticamente) incorrecto (y por tanto, no mostrable). Pero Pérez Toledo no hacía sino contar, con buen arte, lo que sucede en esta vida, entre hombres y mujeres, hombres y hombres, mujeres y mujeres, en este tiempo de acciones exhibidas e interferidas.
Exponiendo sentimientos en público (o el chantaje). Un amigo a punto de cortar con su novia me decía que la chica le lloriqueaba online, publicando sus estados en Facebook (en un franco chantaje emocional). Ella sabía que a él le costaba tomar la decisión (largamente postergada) y no paraba de poner "... se siente triste", con lagrimitas. Él le daba a 'ocultar publicación' pero no quería 'borrarla', porque se sentía aún más culpable.
Sospechoso el que diga que 'no' al móvil sobre la mesa, boca arriba y en 'manos libres'. Ese es el juego al que se 'someten' siete amigos aburridos (o complicados) en sus matrimonios durante una cena como tantas, en la imperdible película italiana Perfetti sconosciuti ("perfectos desconocidos") de Paolo Genovese. A ver quién dice que 'no' a semejante desafío de la que sabe que no va a recibir mensajitos porque el amante está en la mesa. Aceptan a regañadientes y la cosa se enturbia, con cada sonidito de WhattsApp o SMS: no siempre son amantes; a veces son padres o hijos que desenmascaran cosas que uno no les cuenta a los amigos; a veces son esos 'amigos' virtuales que tenemos en las noches de soledad, para sentir de verdad algo de morbo con alguien que no existe en la vida real: "¿llevas ropa interior?". Suelen ser diálogos en condicional ("si estuviera a tu lado, te lamería ..., empezaría por, despacito...") o algún "i miss your kisses", que nos ayudan a sobrellevar la rutina de las puras obligaciones.
'Making of' de lo que será 'Perfectos desconocidos' versión española, dirigida por Álex de la Iglesia.
No dejen de ver la peli italiana, porque hay personajes suficientes e historias de esas que son escabrosas y cotidianas, al mismo tiempo, como para que cada uno de nosotros tenga su minutito de afinidad.
¿Será mejor no preguntar mucho, mejor saber lo suficiente del otro, de nuestra pareja, y dejarle su espacio individual para sus juegos individuales, porque cualquier pie en territorio del otro puede dañarnos más que el secreto?
Por cierto, Álex de la Iglesia está rodando su versión española de la película de Genovese. Ernesto Alterio, Juana Acosta, Eduard Fernández, Dafne Fernández, Eduardo Noriega, Belén Rueda y Pepón Nieto son los perfectos conocidos-desconocidos que se juegan el pellejo en una cena de amigos en Madrid. Preguntado por EFE si la película está influenciada por la serie norteamericana Black Mirror, De la Iglesia respondía, días atrás: "no puedo decir que la película esté directamente influenciada por la serie, porque no tiene nada que ver, pero sí hay una preocupación porque ya no somos nosotros solos, sino nosotros y la red".
Eso es: somos nosotros, tú, tus fakes y los míos, y los humores de nuestros personajes, todos poblando ese mundo virtual que también es verdadero (porque nos provoca emociones verdaderas), y en el que solemos jugar otros roles, siempre batiéndonos por seguir vivos.
Hay 4 Comentarios
Esta artículo es muy interesante para mí como fotógrafo profesional. Aunque principalmente me dedico a la fotografía de interiores y tours virtuales de 360 grados, a veces también pruebo otros géneros de fotografía.
Publicado por: Fotógrafo Profesional | 19/06/2024 1:09:21
Todo parece cuento pero es parte de la verdad la privacidad se acabo desde que el mundo digital entro con fuerza, las redes tienen nuestras vidas
Publicado por: Kinesiologas Vip | 01/11/2016 16:26:08
Es normal que ante algo o alguien que nos interese mostremos curiosidad http://mas-monoloblogs.blogspot.com.es/2016/10/bicurious.html
Publicado por: Manolo Blog | 30/10/2016 21:06:00
Lo peor es cuando a nadie le importa tu intimidad. Como cantaba Bob Dylan en "Like a rolling stone": "ahora eres invisible, ya no tienes secretos que ocultar". Porque lo cierto es que vivimos en un equilibrio incierto entre la privacidad y el exhibicionismo. El autor de ciencia-ficción David Brin ha escrito un libro sobre ello, diciéndonos que lo mejor que podemos hacer es resignarnos a un mundo en el que nadie tendrá privacidad, pero en el que también estaremos más seguros. Cámaras por todas partes. Hackeadores que lo leen todo. El consejero sexual Dan Savage abunda sobre lo mismo. En su podcast ha dicho una y otra vez que si alguna vez has enviado una foto de ti desnuda, has subido algún vídeo comprometido, eso estará en la red para siempre. Lo único que cabe hacer es luchar por un mundo en el que a nadie se le persiga por su sexualidad.
Publicado por: Hermes Solenzol | 30/10/2016 0:07:10