No hablamos de fantasías sino de fantasmas. De las presencias terceras que pueblan nuestra habitación, aun cuando creemos que estamos a solas con nuestro amante. Los otros y las otras son, hoy, seres omnipresentes, gracias a las redes, siempre ahí, en la ventana, con la ventana abierta, como la vecina al otro lado del patio interno.
Todos y todas sus ex y las ex, y los candidatos, las pretendientes, los simultáneos y los sucesivos, sus fijas y nuestros discontinuos, todos están en nuestra cama, incluso cuando (creemos que) somos dos.
¿No les ha pasado que, después del primer o segundo orgasmo, el partner se gira en la cama, enciende el móvil o el iPad y mira compulsivamente su Facebook? Y es que él/ella ya ha estado una hora o dos sin ponerse al tanto de su timeline o de quién está en verde, conectado/desconectado y tiene que enterarse desde hace cuántos minutos.
Un paisaje privado. Fotografías de Irene Díaz.
¿No les ha pasado que, de reojo, sin querer mirar mucho la dichosa pantallita ajena, veis el icono del sobre blanco de Facebook, con el circulito rojo avisando de que hay mensajes en espera? ¿No les ha pasado de preferir no haber visto ese aviso en su muro para no tener que empezar a sospechar de sus chats seductores o hots con las demás? Quizá solo sea su amigo que le pasa un tema de Youtube, pero la sospecha ya está instalada.
Seguiremos en silencio, pero nuestro adentro se ha revuelto.
Entonces, quizá él se levante y se vaya al baño: "Disculpa". Con el móvil en la mano, claro.
O no, quizá se quede y abra el sobrecito delante de nosotras, y nosotras intentemos verdaderamente (y por nuestra propia salud mental) no mirar, no jugar a adivinar, no mirarle ni siquiera el gesto al leer esos mensajes, para no saber si pone cara de pícaro, atrevido, si sonríe o se muestra distante.
Seguiremos en silencio, cerraremos los ojos, nos giraremos hacia el otro lado. No queremos imitar el gesto y sacar nuestro móvil. No ahora, ahora no nos interesa si nos han mandado un DM en Twitter.
Acto seguido, nos propondremos olvidar el episodio y repetirnos el mantra: "todos tenemos una vida al margen de esta cama"; pero ya la incertidumbre y el ritmo del aliento han cambiado el paso de la sesión, hasta ese momento tan apacible, de estar ambos presentes, dedicados, entregados.
Fotografías de Irene Díaz (o los fantasmas).
Hace algunas semanas, hablábamos de la parte online 'en sombras' que en un momento se descubre y lo que eso genera, pero los fantasmas a los que hoy nos referimos son ese aglomerado de seres desconocidos que sabemos/suponemos que están allí (claro, todos tenemos otros/as, lejanos, cercanos, ex, platónicos o amigos cómplices), pero en los que preferiríamos no detenernos ni siquiera fugazmente en el momento de la intimidad compartida. Y resulta que las malditas pantallas, de redes y mensajes non-stop no nos permiten siquiera abstraernos entre esas cuatro paredes de dos.
Uno puede seguir unas conductas amables consigo mismo, pensando que en esos momentos compartidos estamos solo los dos, y que lo que haya pasado antes y lo que pase después no nos pertenece, que todos tenemos unos momentos de intersección, inclusivos, y otros momentos exclusivos para nosotros, seres individuales y libres, pero si las redes se inmiscuyen en esos pequeños espacios comunes, la teoría se nos agrieta.
Los celos implican construir un paraíso para quedarnos fuera. Lo sabemos. Sabemos que mucho más saludable es desterrar la idea de exclusividad y pertenencia, pero hay unos espacios compartidos en los que antes estábamos a salvo de nuestros fantasmas individuales y hoy eso no resulta posible.
Las consecuencias de estas multitudes en la cama llegan hasta el otro lado de la pantalla. Ya cuando estemos chateando con él, en la soledad de otra habitación, pensaremos: ¿estará con una chica a su lado o escondiéndose en el baño para responderme?
Hay 2 Comentarios
los ex no te dejan en paz ni cuando lo has dejado ya hace tiempo, eso es así desde que el mundo es mundo.
https://putasalbacete.com/
Publicado por: putas albacete | 27/05/2023 11:49:27
Tienes razón: hay dos opciones. Una, la clásica, es seguir viviendo bajo la tiranía de los celos. Eso lleva a construir muros, compartimentalizar la relaciones, vivir en la mentira del "el único que me importa eres tú", en la desconfianza perpetua. La otra es rebelarse contra los celos y derribar los muros. Entonces ya no hay nada que esconder. Le cuentas a la otra en el móvil que estás echando un polvo y en vez de darle celos, eso la pone. Los meta-amores se encuentran, se conocen y se gustan. A veces incluso acaban echando un polvo entre ellos. O se hace un trío. Es un nuevo mundo libre de miedos y lleno de libertad.
Publicado por: Hermes Solenzol | 30/11/2016 8:07:23