Sobre el blog

Ni enciclopedia ni consultorio sexual al uso. He aquí un rincón erótico festivo dedicado a las relaciones y la atracción entre seres humanos, esa faceta que nos hace la vida más placentera, tierna, amorosa, plena… Un blog coral, con cinco autoras de todo origen y condición, que apuesta por el juego, la provocación, lo sensual y el sexo como acto libre, adulto, compartido, real o ficticio, siempre divertido... Eso sí, si tu mirada no es amplia y tolerante, mejor no te detengas aquí. Coordina Analía Iglesias. No sólo se admiten firmas invitadas, sino que son deseadas.

Sobre las autoras

Anne Cé. Nació en el sur austral (Argentina), en un tiempo beatle y en un país con altísima densidad de psicoanalistas y jugadores de fútbol. Periodista, quizá incluso a su pesar, narra lo que se le ponga delante. Y narra, y narra. Un día descubrió que el simple roce de una clavícula le erizaba la piel y entonces comprendió por qué le gusta tanto abrazar a un hombre.

Esther Porta. Segoviana, fue becaria en el mítico Tentaciones y allí hizo de todo hasta que sus conocimientos de sexo la convirtieron en Beatriz Sanz. Y gracias a ella, publicó artículos semanales de sexo, dos libros y fue reclutada como sexperta guionista del programa de Canal +: 'Sex Pópuli'. Cuando casi se le había olvidado (lo de escribir de sexo...) se mete a bloguera. Y aquí está, con tantas ganas de sexo (del uno y del otro) como siempre...

Venus O'Hara, de Reino Unido, con raíces irlandesas. Modelo fetish, actriz y escritora. Licenciada en Ciencias Políticas y Francés, reside en Barcelona, ha sido columnista sexual en varias revistas, tiene su propio blog de fetichismo y es creadora de 'No sabes con quien duermes', un confesionario para personas que llevan una doble vida. Publicó su primer libro junto a Erika Lust, 'Deséame como si me odiaras', en 2010.

Tatiana Escobar, de Venezuela (1976), ha escrito ensayos y poesía en español. Traductora y editora, en 2004 abrió en Madrid junto a sus socios la primera boutique erótica de España, La Juguetería Erotic Toys, para no tener que vivir de la literatura. Desde entonces vive del sexo. Y escribe, a veces, para sus amigos.

. Madrileña. Soñó con escribir y pronto descubrió una vía: el periodismo. Pero como tampoco valía narrar sobre cualquier cosa, eligió suerte y remató la faena con un posgrado en Sexología. Ha trabajado en suplementos de salud y medios especializados. Con la práctica ha acabado por darle un toque más sensual a sus letras. Y con ellas sueña en escribir, ahora, un libro.

Ilustracion
Venus O'Hara, Anne Cé y Silvia C. Carpallo, según 'Mi Petit Madrid'.

Nuevo libro

El orgasmo de mi vida. Si ya no sueñas con príncipes azules, locos por pedirte en matrimonio, ni esperas que aparezca un millonario atormentado pero diestro en amores, con una Visa en una mano y un látigo en la otra, este libro es para ti. Porque El orgasmo de mi vida habla de eso, de mujeres realistas, lúcidas, independientes y eróticamente vivas, capaces de combinar esa cotidianidad que todas conocemos, con sus pasiones más salvajes. Ellas son las protagonistas de los relatos, sin guionistas que les digan lo que tienen que hacer, pero sobre todo, son las compositoras, directoras e intérpretes de los orgasmos más armoniosos de sus vidas.

Lux eróticaLux erótica. "Escribir sobre sexo era la propuesta y me sentí estimulada. Después de tantos años como periodista cultural y con mucha vida hecha en torno a la información y a la actualidad, tenía ganas de ponerle carne a la crónica. Porque nuestra más genuina actualidad como personas pasa por el relato del erotismo. Porque de atracción y de relaciones hablamos todo el tiempo en este tiempo occidental con ciertas libertades individuales garantizadas y rebosante de espíritu lúdico pero también algo desafectado y con nuevos descompromisos adquiridos...". Anne Cé.

Inglés para pervertidosInglés para pervertidos."Se dice que la mejor manera de aprender un idioma es a través del sexo con un extranjero. Pero ¿qué haces si estás en la cama y no sabes qué decirle? Con Inglés para pervertidos puedes aprender todas las palabras y expresiones que siempre has deseado saber, desde lo más elemental al sexo más salvaje. El libro cuenta con ocho capítulos centrados en las partes del cuerpo, la cama, el LGBT, las compras sexis, el lado oscuro, el porno, el chat y la salud sexual. Cada capítulo contiene vocabulario, gramática y unos ejercicios muy originales que no encontrarás en ningún otro libro. Aprende todo lo que tu "English teacher" no se atrevería a enseñarte nunca. Y... si te cansas de estudiar, el libro incluye un montón de fotos mias para distraerte". Venus O'Hara.

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Eros

Mujeres y pornografía, ¿delante o detrás de la cámara?

Por: | 30 de noviembre de 2016

Que el porno siempre ha estado concebido para hombres y que, en muchas ocasiones, cae en estereotipos y actitudes machistas es algo conocido por todos. Entonces, ¿puede existir un porno feminista (que no femenino)?  La directora Erika Lust ya ha demostrado que sí, y es que ella no defiende un porno para mujeres, sino un producto diferente para todos los públicos. No solo a través de sus propias películas, y es que recientemente la directora ha decidido destinar 250.000 euros del presupuesto de su productora Erika Lust Films para financiar a directoras que quieran dirigir cine adulto desde su perspectiva femenina. Hablamos con ella para entender un poco más cuáles son los retos a cumplir y los objetivos que ya ha conseguido.

Erika Hunt Me Catch Me Eat Me

 ¿Faltan mujeres que se quieran poner detrás de la cámara o faltan proyectos que quieran a una mujer dirigiendo? 

No faltan mujeres que se quieran poner detrás de la cámara, faltan votos de confianza en las mujeres para que dirijan proyectos. Hay una web que me parece brillante llamada Shit People Say To Women Directors (algo así como 'las tonterías que les dicen a las mujeres cineastas'), donde de forma anónima mujeres de la industria del cine comparten los comentarios que reciben cuando están trabajando en un proyecto. Los comentarios que más se leen son "No estás preparada", "A las mujeres no se les da bien ni la comedia ni la acción", "Le preguntamos a una y nos dijo que no"... Algunos son verdaderamente absurdos, pero muestran esta reticencia a confiar en mujeres para liderar proyectos cinematográficos y cómo las acaban relegando a departamentos de menor importancia.

¿Se trata de un problema del cine adulto o del cine en general? 

Es un problema de la sociedad en general.  Los hombres, que siguen dominando las estructuras de dirección, aún tienen una visión paternalista hacia la mujer, y es evidente que hay una falta terrible de confianza en sus capacidades profesionales. Como decía, cada género tiene sus normas (no verás pegas para darle la dirección de una comedia romántica a una mujer, pero en cambio no pueden ni acercarse a los blockbusters), pero hay una tónica general derivada de las estructuras patriarcales que ha impedido que las mujeres desarrollen su talento en la industria del cine. 

Desde su experiencia, ¿qué diferencias hay en una película porno si la dirige una mujer o si la dirige un hombre? 

Ahora mismo los hombres solo dirigen un tipo de cine adulto, donde el sexo es algo que el hombre hace a la mujer, y la mujer hace para el hombre. El ojo, la mirada y la perspectiva es masculina. Y además es una perspectiva masculina muy específica. Por lo que todo lo que venga de la mujer al principio va a ofrecer algo distinto, una alternativa. Simplemente porque es diferente a la perspectiva que se ha tomado hasta ahora. Nosotros estrenamos hace dos semanas un experimento audiovisual en el que se entregó el mismo guión a un hombre y a una mujer, la directora Ovidie. El resultado es increíble, la diferencia entre las dos películas es evidente. 

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Fantasmas en la cama: ya no somos dos

Por: | 26 de noviembre de 2016

No hablamos de fantasías sino de fantasmas. De las presencias terceras que pueblan nuestra habitación, aun cuando creemos que estamos a solas con nuestro amante. Los otros y las otras son, hoy, seres omnipresentes, gracias a las redes, siempre ahí, en la ventana, con la ventana abierta, como la vecina al otro lado del patio interno.

Todos y todas sus ex y las ex, y  los candidatos, las pretendientes, los simultáneos y los sucesivos, sus fijas y nuestros discontinuos, todos están en nuestra cama, incluso cuando (creemos que) somos dos.

¿No les ha pasado que, después del primer o segundo orgasmo, el partner se gira en la cama, enciende el móvil o el iPad y mira compulsivamente su Facebook? Y es que él/ella ya ha estado una hora o dos sin ponerse al tanto de su timeline o de quién está en verde, conectado/desconectado y tiene que enterarse desde hace cuántos minutos. 

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Un paisaje privado. Fotografías de Irene Díaz.

¿No les ha pasado que, de reojo, sin querer mirar mucho la dichosa pantallita ajena, veis el icono del sobre blanco de Facebook, con el circulito rojo avisando de que hay mensajes en espera? ¿No les ha pasado de preferir no haber visto ese aviso en su muro para no tener que empezar a sospechar de sus chats seductores o hots con las demás? Quizá solo sea su amigo que le pasa un tema de Youtube, pero la sospecha ya está instalada.

Seguiremos en silencio, pero nuestro adentro se ha revuelto.

Entonces, quizá él se levante y se vaya al baño: "Disculpa". Con el móvil en la mano, claro.

O no, quizá se quede y abra el sobrecito delante de nosotras, y nosotras intentemos verdaderamente (y por nuestra propia salud mental) no mirar, no jugar a adivinar, no mirarle ni siquiera el gesto al leer esos mensajes, para no saber si pone cara de pícaro, atrevido, si sonríe o se muestra distante.

Seguiremos en silencio, cerraremos los ojos, nos giraremos hacia el otro lado. No queremos imitar el gesto y sacar nuestro móvil. No ahora, ahora no nos interesa si nos han mandado un DM en Twitter.

Acto seguido, nos propondremos olvidar el episodio y repetirnos el mantra: "todos tenemos una vida al margen de esta cama"; pero ya la  incertidumbre y el ritmo del aliento han cambiado el paso de la sesión, hasta ese momento tan apacible, de estar ambos presentes, dedicados, entregados.

 

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Fotografías de Irene Díaz (o los fantasmas).

Hace algunas semanas, hablábamos de la parte online 'en sombras' que en un momento se descubre y lo que eso genera, pero los fantasmas a los que hoy nos referimos son ese aglomerado de seres desconocidos que sabemos/suponemos que están allí (claro, todos tenemos otros/as, lejanos, cercanos, ex, platónicos o amigos cómplices), pero en los que preferiríamos no detenernos ni siquiera fugazmente en el momento de la intimidad compartida. Y resulta que las malditas pantallas, de redes y mensajes non-stop no nos permiten siquiera abstraernos entre esas cuatro paredes de dos.

Uno puede seguir unas conductas amables consigo mismo, pensando que en esos momentos compartidos estamos solo los dos, y que lo que haya pasado antes y lo que pase después no nos pertenece, que todos tenemos unos momentos de intersección, inclusivos, y otros momentos exclusivos para nosotros, seres individuales y libres, pero si las redes se inmiscuyen en esos pequeños espacios comunes, la teoría se nos agrieta.

Los celos implican construir un paraíso para quedarnos fuera. Lo sabemos. Sabemos que mucho más saludable es desterrar la idea de exclusividad y pertenencia, pero hay unos espacios compartidos en los que antes estábamos a salvo de nuestros fantasmas individuales y hoy eso no resulta posible.

Las consecuencias de estas multitudes en la cama llegan hasta el otro lado de la pantalla. Ya cuando estemos chateando con él, en la soledad de otra habitación, pensaremos: ¿estará con una chica a su lado o escondiéndose en el baño para responderme?

 

¿Si duele no es amor?

Por: | 24 de noviembre de 2016

Gran parte de mi labor como sexóloga consiste en que las personas puedan tener relaciones sentimentales más saludables. Porque muchas veces confundimos la palabra amor con cosas como la dependencia, la obsesión e incluso con algo parecido a un arma de destrucción masiva. Por supuesto, el empeño de cualquier profesional de la sexología pasa por conseguir que haya una mejor educación sexual, para que los sexos se entiendan mejor el uno al otro y puedan así compartir y compartirse, dejando de lado ciertos comportamientos autodestructivos. Vamos, que el amor, en definitiva, sea más sano. Pero eso no quiere decir que el amor no duela.

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Detalle de 'Kiss V' de Roy Lichtenstein.

La crisis ha tenido muchas consecuencias e incluso, ha traído algunas modas. Una de ellas es la que yo denomino toda la estética ‘happy flower’ que puede verse en las estanterías de los centros comerciales, con todo tipo de productos llenos de frases cortas pero bonitas y muñequitos sonrientes. Tiene toda su lógica. El aumento de depresiones y situaciones complicadas que ha conllevado la caída de nuestra economía, incluso en nuestra vida sexual, necesitaba una vía de escape para no sumirnos en la miseria, que se ha traducido en el aumento de productos y mensajes llenos de positividad, que intentan hacernos ver que la vida puede ser maravillosa. Y claro que puede serlo, claro que hay momentos de felicidad absoluta, pero los hay porque también existen momentos tristes. Momentos duros y difíciles, porque la vida es dulce en ocasiones, pero otras es amarga. Pues en el amor pasa exactamente lo mismo.

El primer error es confundir enamoramiento con amor. El enamoramiento es una etapa del amor, es cierto, pero el problema es que las películas, los relatos y casi hasta los anuncios de televisión nos muestran este periodo de enajenación como si fuera el amor verdadero. El amor en mayúsculas. Pero eso no es más que una reacción bioquímica de nuestro cerebro, no un concepto romántico. Según los expertos, el enamoramiento es una reacción química, provocada por una sustancia de nuestro cerebro llamada feniletilamina. Esta sustancia obliga a segregar dopamina, cuyos efectos son parecidos a las ‘anfetaminas’ que producen el estado de euforia natural cuando estamos con nuestra pareja. Todo ello supone que tengamos pensamientos frecuentes sobre la otra persona sin venir a cuento, que nos cueste concentrarnos, que nos apetezca todo el rato el contacto físico, que nuestro cuerpo reaccione ante la presencia del otro e incluso que tendamos a idealizar a la otra persona. Es decir, que no somos nosotros mismos durante un tiempo.

Pero esto, por suerte, acaba. Básicamente, porque si no sería algo así como un nuevo concepto del apocalipsis zombie. Así que es obvio que cuando la gente dice que está enamorada de su pareja, no está en este proceso, sino que ha pasado al siguiente nivel, a construir una relación de amor con otra persona. Es decir, una relación de pareja que, como cualquier otra relación, de amistad, de familia o de trabajo, implica tener buenos y malos momentos.

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¿El tamaño de la vagina importa?

Por: | 21 de noviembre de 2016

Por Mireia Manjón*

He aquí la gran obsesión de hombres y (muchas, demasiadas) mujeres: ¡el pene y su tamaño! Ni que fuera proporcional al placer que puede provocar o a la habilidad del propietario al usarlo… Pondría la mano en el fuego, y seguro no me quemaría ni un poquito, a que todos sois conocedores de lo que mide de media el pene en España. ¿Cuántos sabríais decir la medida media de la vagina?

Me lo temía.

¿Es que todas las mujeres tenemos de serie la misma vagina? ¡No! ¿Es que no es importante para el placer sexual? Pues… ¡claro que sí! Y lo es tanto para vosotros como para nosotras, así que vamos a otorgarle el valor que merece, que es algo más que un simple receptáculo preparado para ser penetrado.

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Foto de Emilio Schargorodsky.

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Ser sexy es una actitud

Por: | 15 de noviembre de 2016

Hacía mucho que no salíais a cenar, pero esta cita está yendo a las mil maravillas. Un buen vino, una conversación interesante, toqueteos debajo de la mesa, estáis como locos por llegar a casa. Pero cuando llegáis a la habitación, la magia se esfuma. Mejor la luz apagada, que no vaya a ver cómo me desnudo. Mejor en esa postura en la que no se me marcan demasiado las lorzas, no vaya a ser que se fije más de lo que ya me estoy fijando yo. ¿Sexo oral? Mejor no, seguro que no le va a gustar el sabor de mis genitales. No será nuestro cuerpo tal y como es lo que corte el rollo a la otra persona, será nuestra falta de seguridad en ese momento.

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Adam Driver y Lena Dunham nos han mostrado en Girls que sentirse sexy es cuestión de actitud.

Sin embargo, seguimos pensando que la atracción tiene que ver solo con lo físico, cuando uno de los factores principales no es sino la actitud. Porque para ser sexy, hay que sentirse sexy. Tan sencillo como eso.

Muchas veces nos planteamos cómo alguien que, a simple vista, nos parece poco atractivo, puede tener tanto éxito sexualmente. La respuesta es sencilla: porque cree en su éxito, porque se muestra seguro y la seguridad en uno mismo es el mejor sex appeal del mundo.

Pese a ello, seguimos obsesionándonos con dar una 'buena imagen' en la cama. Dejamos de disfrutar para centrarnos en los defectos de nuestro cuerpo, como si algún cuerpo no los tuviera. Como si solo se fueran a la cama las imágenes, irreales y retocadas, de las portadas de las revistas.

Porque seguimos pensando que el sexo se parece a la ficción que nos han vendido. Cuando dos personas deciden echar un polvo no ven acompasados su movimientos con una luz tenue ni escuchan música de fondo como en las películas, sino que se ven sorprendidos por las risas que provocan unos pedos vaginales. Y no pasa nada, está bien. Es el sexo de la vida real.

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Beneficios de la vibración: adiós a las contracturas

Por: | 11 de noviembre de 2016

Por Imma Sust*

Trabajando en una tienda erótica como amantis, te encuentras cada día con cosas que te sorprenden. A mí, hay una que me escandaliza mucho y quiero compartir con vosotros. Muchas mujeres y algunas muy jóvenes, siguen llamando consolador al vibrador. Se me ponen los pelos de punta cada vez que lo oigo. Les explico siempre que la palabra consolador se utilizaba de forma despectiva, cuando se inventó el vibrador para tratar la histeria femenina.

 

Vibrador siglo XIXImagen de la película 'Hysteria': ¿así habrá sido el primer vibrador, el del siglo XIX?

 

 

 

 

Sí, era una enfermedad diagnosticada en la medicina occidental hasta mediados del siglo XIX. No tenían que tener demasiados problemas las mujeres de esa época para que las diagnosticaran de histéricas. Insomnio, pérdida de apetito, dolores de cabeza… Las pacientes que sufrían esa falsa dolencia debían recibir un tratamiento que consistía en la estimulación manual de sus genitales por parte del médico. Vamos, lo que viene a ser una masturbación de toda la vida. El tratamiento finalizaba cuando la mujer llegaba al orgasmo, que entonces se llamaba "paroxismo histérico". Suponemos que los médicos se cansaban mucho y por eso se inventó el vibrador. Fue en 1870. El nuevo artilugio, conseguía que, en menos de diez minutos, las pacientes llegaran al clímax.

Ya tenemos el primer beneficio de la vibración: acelera la llegada del orgasmo.

Si no es un consolador, ¿cómo lo llamamos? A mi me gusta llamarlo juguete sexual. Pero es cierto que hay algo que hace que un juguete sea muy distinto a otro y eso es: ¡la vibración! El caso es que no todos vibran (de forma fálica), entonces, se decidió un día
que utilizaríamos el termino 'dildo' para los que no vibran y vibradores para los que efectivamente sí lo hacen.

Trailer de 'Hysteria', de cómo el doctor Joseph Mortimer Granville inventó el primer vibrador.

La vibración la podemos encontrar en juguetes pequeños, pensados para estimular el clítoris o en más grandes, pensados para la penetración. Más allá del gustito que nos puede dar esa sensación, que es mucha, nos beneficia de otras formas. Sobre todo, si sufrimos de alguna disfunción sexual.

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Manualidades eróticas: otras formas de masturbar

Por: | 07 de noviembre de 2016

Una de las quejas que suelen ponerse sobre la mesa de los sexólogos es aquella de "es que ya nunca le apetece", y es una frase que ya dicen tanto hombres como mujeres.

Claro, cuando empezábamos a salir, el sexo formaba parte de la cita, de ese momento de ocio de mimo mutuo. Pero ahora que vivimos juntos y que nuestro tiempo en pareja ya no se asocia tanto a la diversión, sino más a las responsabilidades, no es solo que no tengamos ganas, es que a veces no sabemos cómo encontrarlas.

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Aunque, claro, la pregunta es, ¿de qué no tenemos ganas? Porque si indagamos algo más, seguro que pocos dirían que no les apetece un momento de contacto físico con su pareja. A lo mejor, en vez de ir al grano, podemos pensar que hay muchas formas de proponer una sesión de placer para el cuerpo. Entre ellas, por ejemplo, un masaje erótico.  

No es una tontería. Tras un día de estrés, de agobios, de agotamiento tanto físico como mental, lo que necesitamos es volver a conectar, con el otro y con nosotros mismos, para variar. Desnudarnos poco a poco, poner una luz tenue y sentir las caricias de nuestro amante lentas, cosquilleantes, como si nos fueran recargando, poco a poco, la energía perdida durante el día. Una forma de querer y dejar que nos quieran.

Además, un masaje también puede ser otra forma de motivar nuestra creatividad erótica. Por ejemplo, si utilizamos algún aceite de masaje con un tacto y un olor especial, o si nos ayudamos de algún vibrador, de esos que nos hacen recordar que tenemos terminaciones nerviosas más allá de los genitales.E incluso, podemos hacer algo diferente con la forma de estimular los genitales, una vez que lleguemos a esa parte. Sobre todo, si echamos mano de un buen lubricante.

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El orgasmo es el mejor ejercicio para el suelo pélvico

Por: | 04 de noviembre de 2016

Por Marta Molas*

Más de una entra en una farmacia o tienda erótica dedicida a, por fin, entrenar esos músculos invisibles llamados (en su global) suelo pélvico. El término "bolas chinas" está en el imaginario de muchxs y es el primer instrumento en el que pensamos. ¿Pero es lo que nos conviene? En este post, sumamos las opiniones de varios expertos para que os decidáis por el recurso más adecuado.

Sí a las bolas chinas... para suelos pélvicos en forma.

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Fotografía de Irene Díaz.

Oscar Ferrani, divulgador sexual, defiende las bolas chinas "como aparato de gimnasia pasiva en un suelo pélvico donde no se detecta un prolapso (caída) o lesión importante. Son un aliado, no un salvador en casos extremos, y hay que tener en cuenta que también existen otras herramientas para realizar gimnasias activas y un abanico amplísimo de estrategias para beneficiarnos de un suelo pélvico en forma".

En la misma línea habla María Dolores Teruel, fisioterapeuta: "es controvertido su uso con fines terapéuticos ya que no existe evidencia científica que respalde su uso con este fin. Mi recomendación sería usarlas si tenemos un tono muscular normalizado".

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El poder del arnés

Por: | 02 de noviembre de 2016

Por Imma Sust*

En el siglo XV a.C. reinó en Egipto uno de los faraones más importantes de la historia. Se llamaba Hatshepsut y era una mujer. Una reina faraona, que vivió disfrazada de hombre toda su vida para poder reinar. Se dice de ella que fue el primer transexual de la historia. Llevaba una barba postiza, vestía como un hombre y estoy segura que hoy en día llevaría puesto un arnés para ostentar todavía más poder.

¿Por qué un arnés?

Podríamos decir, hablando en términos sexuales (no es para ir de escalada, aunque la forma puede ser bastante parecida), que se trata de un conjunto de telas, estratégicamente unidas, que sujetan un dildo en nuestro pubis, dando así la sensación real de que tenemos pene. Anahí Canela (sexóloga y conocida por educar sobre squirting, placer anal y sexualidad, en general) utiliza el arnés como arma de trabajo al impartir muchos de sus talleres. Por ejemplo, en el taller de Squirting y Punto G., se coloca un arnés con un buen dildo de forma fálica para explicar cual es la mejor postura para llegar al orgasmo cuando hablamos de penetración.

Es ponerse el arnés y las caras de las personas que asisten al taller cambian de forma radical. Envidia, admiración o sorpresa. Cada uno lo vive de diferente manera, pero ella se siente poderosa al mostrarse con su pene. La verdad es que le queda de maravilla. Es curioso ver cómo muchas mujeres que asisten al taller, la mayoría heterosexuales, que jamás habían pensado en utilizar este artilugio en sus
relaciones, se animan a probárselo y se sienten cómodas, felices, plenas y por qué no... poderosas con ese artefacto, que no necesita ser cogido con las manos.

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Fotografía de Irene Díaz.

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El País

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