Cuando un niño no está motivado en el colegio, en casa tampoco lo estará para estudiar. Si el alumno además no ha adquirido el hábito de estudio desde pequeño, su situación escolar se complica. Quizás ha llegado a ese punto (6 de primaria o 1º de ESO, generalmente, es decir, a los 11 o 12 años) en el que los contenidos se vuelven más complicados y, aunque hasta entonces se fuera acordando de lo aprendido en clase sin casi estudiar en casa o haciéndolo solo para el examen, este sistema ya no le funciona. Es posible que le cueste seguir algunas lecciones en clase -porque algunas previas no se las ha aprendido, no ha interiorizado su aprendizaje- (de matemáticas, por ejemplo) y entonces el proceso de que empiece a ir mal en los estudios está en marcha. ¿Qué hacer en esta situación?
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En muchos de estos casos surge la tensión entre los padres y el hijo cuando éste empieza a llegar con las primeras malas notas. Los expertos calculan que más o menos a partir de los ocho años se empieza a detectar que un 10% o un 15% de los estudiantes tiene problemas de aprendizaje. Unos por dificultades en mantener la atención, otros por falta de hábito de estudio en casa o porque no entienden los contenidos. Las razones son tan diversas como lo es el universo de escolares. Cada niño es un caso distinto. De ahí la dificultad de abordar estos problemas y la necesidad, a su vez, de establecer un plan entre los padres del alumno y el tutor.
Lo primero que se aconseja es hacer hincapié en la motivación. Es importante evitar que hagan actividades aburridas, que se les programe actividades de estudio que no sean repetitivas y que puedan
relacionarse con los temas que le interesen. Por ejemplo, las animales, la naturaleza, los deportes… Obviamente, cuanto más pequeño sea el niño, es decir, cuanto antes se tomen medidas al percibir su bajada de rendimiento, más fácil será ponerle un remedio y reconducir su aprendizaje y su hábito de estudio. Es asimismo relevante evitar, con las medidas pertinentes adoptadas entre padres y escuela, que se retrase respecto a la media de su clase.
Cuando son pequeños ayuda que se los progenitores dediquen bien un tiempo diario o bien durante el fin de semana a leer con ellos para asegurarse de que entienden bien lo que leen. Cuando un niño va mal hay que idear formas alternativas de motivarle, como decía antes, tanto en casa como en el colegio.
Pero, ¿qué pasa si el niño ya está en secundaria? Generalmente, buena parte del problema cuando un estudiante de secundaria empieza a ir mal es que únicamente estudia para los exámenes. Entonces, hay que idear un plan de estudio semanal y hablar con ellos para enseñarle a hacerlo y realizarle un seguimiento de cerca para que lo realice. No tiene que ser un plan muy rígido ni que le haga sentir asfixiado de repente con muchos contenidos que aprender. Pero este sistema hace posible que se tenga una idea a corto plazo de los resultados del esfuerzo del alumno. Así se puede ver si tiene problemas de
aprendizaje adicionales o simplemente hay que corregir sus hábitos y con eso puede alcanzar el ritmo de las clases y lograr unas buenas notas.
Cuando el caso es difícil requiere organizar un plan personalizado, una vez que se ha detectado entre padres y centro dónde está el problema. En muchos de estos casos, los orientadores recomiendan recurrir a profesores de apoyo (en los centros en los que disponen de ellos) especialmente para las asignaturas de lengua, matemáticas y conocimiento del medio. Estos docentes lo que hacen es explicar la materia de una manera distinta, más práctica y desmenuzada, con lecciones de menos contenidos. Los profesores de apoyo con clave en esas situaciones complicadas. Trabajan además con los alumnos, en pequeños grupos, cuestiones como el hábito de estudio, el orden a la hora de aprender, y suelen estar muy especializados en este tipo de apoyos.
Pero lo que nunca hay que olvidar, la llave para que un hijo vaya bien en sus estudios, es prestar mucha atención a su aprendizaje desde que es pequeño. Eso no solo le motivará a aprender sino que permitirá a muchos padres detectar cualquier problema casi en el momento mismo de que aparezca. Eso será clave para solucionarlo. No olvidemos que la prevención en educación es tan importante como en sanidad.