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Nuestros estudiantes y sus sueños... son lo más valioso que tenemos como país (II)

Por: | 09 de febrero de 2014

No hay […] sujetos en riesgo independientemente de los contextos sociales y culturales (políticos, económicos, etc.) más amplios que crean lógicas de fondo y procesos provocadores de su vulnerabilidad. Tales contextos, por lo general, no solo fabrican riesgos, sino que también los avalan, certifican y hasta exacerban a través de mecanismos más o menos sutiles.
[Escudero, J.M. (Coord) 2012: Estudiantes en riesgo, Centros escolares de riesgo] (*)

Jesús Sáez Molero, Profesor Técnico de Formación Profesional de la especialidad de Sistemas y Aplicaciones Informáticas, del Instituto Público de Educación Secundaria “José Rodrigo Botet” de Manises (Valencia), continúa la descripción iniciada en el ‘post’ anterior sobre su experiencia docente con estudiantes del Programa de Cualificación Profesional Inicial (PCPI).

En el relato anterior, nos quedamos en el momento en que, a raíz del éxito experimentado en el primer curso, los propios estudiantes de PCPI le pedían a Jesús continuar, durante el segundo curso, con el mismo planteamiento metodológico.

Este segundo curso de los PCPI, es algo más complejo de organizar curricularmente. Se recurre, quizá con demasiada frecuencia, a los contenidos académicos establecidos en el currículo de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). A esta circunstancia, hay que añadir ese profesional empeño de los docentes por conseguir que todos sus estudiantes titulen; es decir, obtengan el título de Graduado en Educación Secundaria Obligatoria.

La petición de los estudiantes se encontró con una condición que Jesús puso para llevarla a efecto: “Si en primero trabajamos ‘sobre’ y ‘con’ el ‘mundo del cine’, en este segundo curso tendríamos que trabajar, además, ‘sobre’ y ‘con’ el mundo del cómic”.

“Si en primero trabajamos ‘sobre’ y ‘con’ el ‘mundo del cine’, en este segundo curso tendríamos que trabajar, además, ‘sobre’ y ‘con’ el mundo del cómic”.

Muchas fueron las pegas… “Jesús, a mí no me gusta leer. Me aburre”; “yo no soy capaz de entender las historias, me pierdo a la cuarta página”...

Después de un tiempo de diálogo, de viva conversación, de ‘tira’ y ‘afloja’…  al final, se aceptó la condición. Los estudiantes de PCPI empezaban a creer en ellos y en sus posibilidades.

La disponibilidad de cómics clásicos, como Tintín, Mafalda o Calvin y Hobbes, Marvel Cómics, DC Cómics, Manga y similares, junto con la aparición, cada vez más frecuente, del cómic de autor, supone una considerable riqueza de recursos para el aprendizaje. A partir de una aproximación al ‘mundo del cómic’, los estudiantes se van sumergiendo poco a poco en el hábito y disfrute de la lectura.

El planteamiento de partida fue la creación de una biblioteca virtual, a partir de la biblioteca física del centro, digitalizando su contenido y subiéndolo a la ‘nube’. Se utilizaron diversas herramientas de almacenamiento, plataformas online y redes sociales (blogs, microblogging, grupos y comunidades en la ‘nube’, avisos, mensajería, foros…). Con esta infraestructura se hacía posible un trabajo en colaboración, en red… partiendo de un directorio común, utilizable por todos los estudiantes.

Una vez más, la informática se configuraba como una herramienta relevante de trabajo para la gestión de la información, la comunicación y el conocimiento.

Cada estudiante crea su blog, editado y personalizado hasta el punto de que algunos llegaron, incluso, a retocar el código de su página. En este espacio virtual, se narran las últimas películas visionadas y se hacen recomendaciones sobre la lectura de cómics a sus compañeros, compartiendo, además, estas consideraciones en las redes sociales.   Cada estudiante crea su blog, editado y personalizado hasta el punto de que algunos llegaron, incluso, a retocar el código de su página

Hoy, he entrado en clase —comenta Jesús— y me siento reconocido en la reclamación que me hacen: “por favor, profe, necesitamos más tiempo para leer”.

Uno de los alumnos que decía aburrirse leyendo, contaba que la noche anterior no pudo dejar de hacerlo hasta las 3:30 horas de la madrugada. Otro, que no podía pasar de la cuarta página, llevaba entre manos un cómic por fascículos; ahora estaba leyendo el número 14, el equivalente a unas 300 páginas y comentaba: “Mi madre dice que no parezco el mismo, que no hay quien me conozca”.

Además de disfrutar con las lecturas, los estudiantes se enfrentan a sugerentes temas de debate y a contenidos relevantes para el resto de ámbitos curriculares. “Adolf”, “Maus”, “El Arte de Volar” o “Paracuellos”, se alternan con volúmenes seleccionados de ‘Batman’, ‘Asterix’, ‘Mafalda’ o ‘Calvin y Hobbes’, entre muchos otros, generando diálogos colectivos, argumentados y controvertidos, sobre la Guerra Civil Española, la Segunda Guerra Mundial, los sistemas económicos que rigen el mundo o el sentido mismo de la educación.

Estos mismos estudiantes son los que, en horario de recreo, acuden a la biblioteca para hacer peticiones de nuevas lecturas que se hace necesario adquirir y, de hecho, consiguen que las estanterías estén inusualmente abarrotadas. Han descubierto que sus capacidades estaban ocultas, han experimentado el placer de aprender, de disfrutar con la cultura y el conocimiento. Ahora saben que “de tontos, ni un pelo”.

No todos leen el mismo cómic al mismo tiempo, pueden hacerlo cada uno a su ritmo (ajuste que, por supuesto, el profesor debe conocer). En el caso de las sagas, o de cómics que cuentan con varios tomos, los estudiantes no tienen acceso, desde el principio, a todos ellos; se pautan los tiempos en los que ir recibiendo las sucesivas entregas, despertando la sensación de necesidad, de quedarse con ganas de más...

Esta fórmula brinda una oportunidad al estudiante y al profesor. Al leer cada uno un cómic diferente, demanda y recibe pautas diferentes, ajustadas a su nivel de aprendizaje. Supone un esfuerzo extra para el profesorado, pero también le permite realizar un seguimiento personal (algo posible, ya que no hay más de 15 alumnos por aula).

Muchos profesores del IES ‘José Rodrigo Botet’ están convencidos de que la principal motivación para aprender procede de las relaciones, los sentimientos y las emociones que se ponen en juego en la personalización de la experiencia del aprendizaje.

Grupo/clase del Programa de Cualificación Profesional Inicial (PCPI) del IES ‘José Rodrigo Botet’
Grupo/clase del Programa de Cualificación Profesional Inicial (PCPI) del
IES ‘José Rodrigo Botet’

Jesús afirma que, trabajando de esta forma, consigue crear un sugerente espacio que da sentido al aprendizaje de las TIC: aprender a usar las tecnologías, experimentando las ventajas que su manejo aporta… En este caso, la mejor organización del trabajo, la ayuda a la hora de cumplir con las obligaciones semanales, el desarrollo de un trabajo en colaboración y sin barreras temporales y espaciales, un aprendizaje más autónomo...

El estudiante, gracias a las herramientas tecnológicas, accede en todo momento a los diferentes materiales elaborados por los profesores, sube los archivos con los ejercicios realizados, lleva un calendario de las diferentes presentaciones, pruebas, actividades extraescolares, etc.


Con este enfoque metodológido de aprendizaje se ha conseguido que casi el 90% de los alumnos (el 100% aprobó primero) decidieran cursar el 2º curso de PCPI. Y al finalizar el 2º curso, otra vez con el 100% de estudiantes aprobados, cerca del 75% tenían claro que querían acceder a un Ciclo Formativo de Grado Medio y continuar sus estudios.

Estos dos datos —comenta Jesús—ponen de manifiesto que los alumnos no se ven fuera del sistema educativo; se sienten suficientemente motivados para alcanzar los objetivos curriculares. Para nosotros, la mejor evidencia de que este modo de relacionarnos y de aprender ha sido un exito.

Jesús Sáez Molero... y l@s protagonistas de este relato (IES ‘José Rodrigo Botet')
Jesús Sáez Molero... y l@s protagonistas de este relato (IES ‘José Rodrigo Botet')

Jesús termina su relato insistiendo en que esta experiencia, junto con otras muchas que se desarrollan, día a día, en cientos de institutos de nuestro país, pone de manifiesto cómo lo que falla no son nuestros estudiantes, sino el propio sistema.



(*) El Consejo de Gobierno de la Universidad de Santiago de Compostela ha aprobado el pasado mes de enero la propuesta de investidura como doctor honoris causa de Juan Manuel Escudero, catedrático de Didáctica de la Universidad de Murcia.

Hay 5 Comentarios

La educación y las herramientas relevante para la gestión de la información son importantes para los estudiantes tener éxito en su propia educación. Los estudiantes ven la importancia de cambiar el curriculum establecido para efectivamente impactar su educación.

Es cierto que muchas veces el curriculum establecido no lleva a algo competente. Es por eso que el docente juega un gran papel y no debe ceñirse solo a un libro de texto o querer terminarlo antes de que acabe el curso. Debe ajustar su metodología a sus alumnos para obtener un resultado exitoso, como es el caso de este artículo donde al final, tras esfuerzo, el docente consigue que sus alumnos adquieran los objetivos.

Este enfoque que se muestra en este artículo es lo que le falta a la educación: hacerlo parte de su propia educación.

El encontrar su vocación también: es hacerlo protagonista de su propia vida.

Todo generado desde él mismo.

Hemos trabajado por más de 20 años la vocación para entregarle al adolescente (y adulto) la autonomía de su propio desarrollo y de su propia vida.

Canto medianamente bien, sé bailar y no dibujo mal del todo. También sé cocinar, planchar y colocar un enchufe. Puedo arreglar una moto y defenderme con el ordenador cuando se viene abajo. Monto en bici, patino y escalo. De cuando en cuando armo un mueble o pinto la casa. Pero soy un fracaso escolar.

El fracaso solo se concibe cuando se compara con algo que se considera como éxito. Lo que en esta sociedad es un fracaso en otra podría no serlo, incluso podría ser un triunfo. Más que de fracaso, debería hablarse de inadaptación, de no ajustarse a la pauta y a la norma. Lo que habitualmente se entiende por fracaso escolar consiste en no lograr el título académico mínimo, aquel que certifica que se ha superado la enseñanza obligatoria, de un determinado sistema educativo. Cuando esto sucede, cuando alguien no consigue el papel que lo avala, se considera que ha fracasado, que no ha cumplido con aquello que el sistema esperaba de él. Y no solo eso, sino que, además, se le hace responsable de ello. Y lo es; pero no el único: como poco, también son responsables los profesores, la escuela en su conjunto, las autoridades y las políticas educativas, los gobiernos que las implantan y las familias. Es responsable el sistema y somos responsables todos, por establecer una titulación mínima, un rasero, olvidando que no hay dos personas iguales y pretendiendo que lo sean.
http://www.otraspoliticas.com/educacion/fracaso-escolar

Una muestra más de trabajo profesional de un docente. La labor de cualquier profesor es ajustar el reto de aprender a las posibilidades de los aprendices, para que partiendo de los primeros aprendizajes, conectarlos con el interés de los estudiantes por conocoer y configurarse como sujetos intelectualmente inquietos y moralmente comprometidos. En este artículo se muestra uno de los muchos caminos. Gracias

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Sobre el autor

Rodrigo J. GarcíaRodrigo J. García. Doctor en Ciencias de la Educación. Premio Nacional de Investigación Educativa (MEC.CIDE). Ha sido Asesor del Gabinete Técnico del Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid y Asesor Técnico Docente de Renovación Pedagógica y Formación del Profesorado de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid. Ha colaborado en el fortalecimiento de los movimientos de innovación educativa, impulsando el Portal Innova: una plataforma virtual de difusión de movimientos y prácticas de escuelas democráticas. Forma parte de diversos colectivos profesionales de mejora escolar (Atlántida, ADEME, Foro de Sevilla…). Es asesor para el desarrollo de prácticas democráticas de aprendizaje en instituciones educativas.

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