Sección 'Breaking Bad'
Los minisodes de B.B.
tienen subtítulos
Hay subtítulos para los cinco minisodes de Breaking Bad, aquellos que aparecieron para promocionar la segunda temporada de la serie de Vince Gilligan. Por lo tanto, quienes los vieron sin entender nada, y quienes los vimos entendiendo la mitad, en subtitulos.es ahora tenemos nuestra merecida revancha.
Los minisodes son breves, todos duran menos de cinco minutos, y están fantásticos. Vamos a compartirlos, sin más.
Enlaces video: Torrent, Descarga directa.
1. Good Cop Bad Cop. O la imaginación al poder.
No hay que hacer mucho esfuerzo para imaginar a nuestro amigo Hank (y a su esposa Marie) en una escena de alcoba como la que sigue a continuación. Marie vestida de mujer policía, amenazando con meterle el machete a su esposo "donde el sol no brilla". Pero ella tiene que cuidar las palabras, porque Hank maneja el argot policial como nadie y es fácil que pierda el hilo.
2. Wedding Day. O última confesión de hombre soltero.
Esta historia también está protagonizada por el querido Hank, pero esta vez el co-protagonista es Walter White, por entonces su inminente cuñado, todavía con una capa de pelo sobre la cabeza. Hank tiene su última noche loca de hombre soltero; pero una infidelidad de último momento, con una tal Joan Crawford, está a punto de cambiar las cosas.
Enlace subtítulo 2.3. TwaughtHammer. O las mil y una banda de garage.
"Si eres un fan del mundillo alternativo emo-trash-metal de Albuquerque, entonces probablemente habrás bailado nuestras canciones". Estoy seguro de no haber bailado nunca las canciones de TwaughtHammer, la banda de Jessie, pero les juro que más de una vez, en Mercedes, me metí en lugares y estuve con gente muy parecida a ésta.
Enlace subtítulo 3.4. Maries Confession. O cómo sentirse una chica poderosa.
¡Cómo me gusta este minisode! Marie frente a la cámara, grabando su video diario a pedido de un terapeuta asignado por la corte, como tratamiento por sus problemas de cleptomanía. Pero esto es lo de menos. Lo importante aquí es lo que piensa Marie sobre los americanos respecto de los británicos, y su teoría acerca del sujetador de cono que usa Madonna.
Enlace subtítulo 4.5. The Break In. O cómo dar el golpe del siglo.
Walter y Badger, en plena noche, están a punto de entrar a una casa ajena para recuperar un objeto muy preciado. Ambos están nerviosos, y discuten sobre la mejor manera de dar el golpe. Todo parece muy peligroso, pero las apariencias engañan. No nos olvidemos, estamos hablando de Walter y Badger.
Enlace subtítulo 5.Vince Gilligan, antes
de Breaking Bad
Ahí arriba está el joven Vince, en las épocas de The X Files. Aquella serie fue el laboratorio en el que Vince Gilligan —guionista y productor a lo largo de siete temporadas— experimentó múltiples fórmulas para cocinar sus historias. Probó de todo en esa sala de ensayos flexible y fundamental. Escribió comedias, dramas y aventuras paranormales para los agentes Mulder y Scully, y se dio los gustos que quiso.
Breaking Bad le debe mucho a The X Files, y por ende a su creador Chris Carter. De él, Gilligan aprendió casi todo: las breves introducciones al comienzo de cada episodio, la estructura en cuatro actos, la preponderancia de la narración visual... Aquí está Vince, un poco más viejo, con nuestros Walt y Jesse:
En estos días de parrilla seca, me puse a revisar algunos episodios de The X Files escritos por Gilligan, tanto en compañía de otros guionistas como en solitario, y me divertí muchísimo.
Por eso quiero dejar a continuación una lista de cinco capítulos que salieron de su pluma y que merecen ser vistos. Tal vez ustedes también encuentren oportuno revisionarlos o, en su defecto, verlos por primera vez.
Aquí está mi top five de Gilligan en The X Files:
Memento Mori (S04E15) Se trata de un drama en el que Gilligan prepara el terreno para Walter White y explora los sentimientos de una enferma de cáncer, en este caso la propia Scully. Un episodio emotivo hasta los huesos, en el que los agentes del FBI se nos revelan en carne viva. Voz en off reflexiva, tiempo pausado de narración, y en medio de todo un extraño caso de multiplicación genética. Maestría absoluta. Descarga directa | Subtitulos
Small Potatoes (S04E20) Vince se ríe de la propia serie —incluso de la tensión sexual entre Mulder y Scully— y cocina una historia de ciencia ficción en la que unos cuantos bebés vienen al mundo con una pequeña cola movediza y bastante asquerosa. Además de eso, explora el caso de un cambia forma, es decir de una persona que puede mutar en otras; un tema luego visitado por Fringe, hija confesa de The X Files. Buen episodio. Descarga directa | Subtitulos
Bad Blood (S05E12) Imperdible historia de vampiros. El mismo hecho narrado desde dos puntos de vista diferente: el de Scully y el de Mulder. Los matices en la narración de cada uno de ellos, la forma en que se ven el uno al otro y la manera de contar las cosas, impecables. Puro alarde de guión. No exagero si digo que Bad Blood es una pequeña obra maestra. Descarga directa | Subtitulos
Monday (S06E14) Otro gusto de Vince Gilligan: narrar el mismo día repetidas veces, igual que en la película Groundhog Day (El día de la marmota), con Bill Murray. Mulder despierta una y otra vez en el mismo día, salvo que no tiene conciencia de lo que está sucediendo. La pesadilla está en otra cabeza, aunque el que termine despertando finalmente sea él. Véanlo, y punto. Descarga directa | Subtitulos
Folie A Deux (S05E19) Un monstruo con forma de polilla, de tamaño considerable, que mete muchísimo miedo. La espeluznante alimaña raras veces puede ser vista por el ojo humano. Mulder, sin embargo, la vislumbra. Y luego empieza a ver zombies por todas partes. Semejante experiencia lo lleva directo al hospital, donde sus peores pesadillas lo esperan. ¿Paranoia, verdad o una metáfora de la alienación que sufren los empleados de telemarketing? Descarga directa | Subtitulos
Estos son, por el momento, mis cinco episodios elegidos. Apelo al conocimiento de los fans para que sugieran otros ejemplos.
Nosotros en Espoiler, desde ya, agradecidos.
Tomas falsas
de Breaking Bad
¡Ah, qué espanto! Dos días enteros sin fútbol, después de dos semanas a tres partidos diarios... Me siento como Jesse Pinkman el día que dejó de consumir los cristales azules. ¿Qué hago? La primera opción es ver las tomas falsas del Mundial: el gol fantasma de los ingleses, o el de Tévez en orsai. Pero gracias a dios aparecieron otras tomas falsas, mucho más divertidas.
Tenemos unas cuantas de Breaking Bad, gentileza de los amigos de Todo Series (¡qué gran blog!) en el video que sigue. ¿Qué nos muestran estas imágenes? Entre muchas cosas divertidas, la relación de Walt y Jesse, es decir la que tienen Bryan Cranston y Aaron Paul cuando trabajan en el set de rodaje.
Viendo estas imágenes, no hay dudas de que en la vida real estos dos sujetos se llevan mucho mejor que en la ficción. Tienen, por lo visto, una relación que nos encantaría que, alguna vez, puedan alcanzar el agobiado profesor de química y su alumno más díscolo y porfiado.
Veamos:
También pudimos colegir que Anna Gunn es mucho más simpática y ocurrente que Skyler —aunque últimamente ella haya dado un vuelco a su favor— y que el gordito Hank (Dean Norris) aunque su presencia no abunde en el video, sigue siendo un maestro, tanto de un lado como de otro.
Lo que sin embargo no pudimos establecer ni determinar a ciencia cierta es si Walter Jr. (RJ Mitte), en realidad, es o se hace.
Leyenda del hombre
con sombrero negro
Hay gente —no mucha, pero hay— que no se quedó del todo conforme con Full Measure, el episodio final de la sesion tres de Breaking Bad. Después de capítulos impresionantes como One Minute, por ejemplo, uno puede comprender que a un último episodio de temporada se le exija un cierre todavía más impactante que al resto.
Es lógico.
Sin embargo yo creo que Full Measure, antes que hacernos tambalear en el sillón (aunque las secuencias finales tuvieron mucho de eso), se propuso sobre todo otra cosa: mostrarnos el paso definitivo, la transformación final de Walter White en su alter ego, Heisenberg; además de dejar, por supuesto, las puertas abiertas para la temporada que viene.
Centrémonos en la primera de las cuestiones, que es la que me interesa. Si en Half Measures Walter llega al punto de inflexión de su largo recorrido y opta por un camino concreto —auto, narcos, Jesse, ¡corre!—, en Full Measure él ya está del otro lado. Es Heisenberg, hecho y derecho. Lo sabemos en el desierto, cuando se baja del auto abollado para negociar con Gus y se calza en la calva el sombrero negro; y lo confirmamos, sobre todo, al final del episodio.
Porque, amigos, ¿quién otro que no sea el alter ego de Walter puede ser capaz de sobrecoger, en un instante decisivo, al despiadado Mike? ¿Quién otro puede mandar a matar, en un segundo y a sangre fría, a un tercero en discordia para salvar su propia vida?
¿Walter? Seguro que no. El que dispara cada una de esas acciones es el desaprensivo y audaz Heisenberg disfrazado del pusilánime profesor de química.
Y por un segundo, el muy taimado, casi nos lo hace creer.
Más y más y mas…
Pensemos, para completar, en algunas secuencias separadas de Full Measure: la de Mike con los globos de su hija y todo lo que sucede dentro de ese cubículo de madera con el chino, la china y los pistoleros narcos (humor negro con tintes tarantinescos); en el extraño y hermoso flashback del inicio, que nos refuerza la idea de quién era Walter cuando entró por primera vez a su casa, mucho antes de convertirse en Heisenberg.
Pensemos en el rostro desencajado de Jesse (¡qué actor monumental!) frente a Gale, y pensemos por último, cómo no, en el sorprendente Gale (David Costabile, ya hablaremos de este actor), entonando esa preciosa canción italiana en su pequeña casa de soltero maniático, mientras riega las plantas.
Sí, de acuerdo: en el episodio final no estuvieron el tío Hank, Skyler y —por suerte— tampoco estuvo Walter Jr. Pero si alguien se pone quisquilloso por eso, es porque no tiene otra cosa de qué quejarse en la vida.
Y por último una pregunta que quedará flotando hasta la próxima temporada: ¿adónde va a parar el disparo final de Jesse? Amigos, amigas, la respuesta a este interrogante es lo que menos me interesa.
Lo fundamental es que Heisenberg ahora respira por sí mismo, y que Jesse —el inútil y querido Jesse—, es su mano derecha más fiel y desesperada. Esto es lo que me deja Full Measure, más que un final vibrante, más que un cliffhanger poderoso.
Tiemble el cártel, tiemble el Señor Pollo, tiemblen todos...
Porque en Albuquerque, Nuevo México —ahora sí, más que nunca— ha nacido una leyenda.
Música, maestros:
¡Corre, Jesse!
¡Corre!
No hay que dejar las cosas a medias tintas. Ese es el consejo que Walter escucha de Mike. También, si nos ponemos a pensar, es el problema que persigue a Walt desde el episodio piloto, lógico para un tímido profesor de química devenido en narco. ¿Qué tiene de revolucionario el último capítulo de Breaking Bad? Que Walter tomó partido. Cruzó la línea. No dejó las cosas a medias tintas. Y a partir de ahora nada será igual.
Lo hizo sobre todo por dos razones: porque Walter es Walter, y jamás podría estar de acuerdo con la muerte de un inocente; y porque Gus y Mike y los dos vendedores callejeros y todo lo demás siempre serán "los otros", mientras que Jesse, igual que Combo, jamás dejará de ser "nosotros".
¿Hay un Walter antes y después de Half Measures? Seguro que sí. El Walter sentado junto Gus y los dos narcos callejeros, en la escena en que Jesse llega y él apenas puede mirarlo a los ojos, no es el mismo Walter del final del episodio. No señor. Tampoco es el Walter de la semana pasada, ni de la otra. El hombre incapaz de matar una mosca no es el mismo que ayer hizo lo que hizo.
La culpa por los pecados que lo atormentan —la muerte de Jane, el accidente de avión, el derrotero de Hank—, también explican esa acción final.
Si Half Measures hubiese sido sólo esto estaríamos más que contentos y agradecidos. Pero pienso en el diálogo entre Walter y Skyler sobre lavado de autos y de dinero ("Preferiría que pensaran que soy Bonnie antes que una idiota"); en la apuesta entre Hank y su mujer en la cama del hospital; en la escena terrible de la muerte de Tomás (provocada, lateralmente, por el propio Jesse); en todo lo que dice y calla el diálogo entre Walt y Walter Jr. en el auto ("Siempre y cuando consigas llegar de forma segura desde el punto A al punto B...") y, por supuesto, en el tremendo monólogo de Mike sobre las medias tintas, el que le da sentido y nombre al capítulo.
Pienso en todo esto y me pregunto: ¿y ahora qué?
Si así fue el final de Half Measures, ¿qué nos deparará el próximo episodio? ¿Cómo será el último capítulo de la temporada? (que, por si les dice algo, se llama Full Measure).
Por lo pronto, lo único que tengo es una palabra retumbando en mi cabeza.
—"¡Corre!".
Y lo único que sé, ahora mismo, es que Jesse tiene que correr.
No vamos a
quedar huérfanos
Esta semana, sospecho, todo el mundo hablará del final de Lost y se hará sombra injusta sobre una de las mejores temporadas de la televisión en general. Hacía bastantes años (siete) que no llegábamos a junio con tanta calidad de propuestas. Quiero destacar cuatro joyas:
Treme empezó bien, continuó mejor y se está convirtiendo en un placer de esos que HBO no nos daba desde hacía siglos. Treme es la reconciliación ¡por fin! con la cadena. Claro que no hay foros de Treme, ni locura por Treme en la red. No es de esas series: no muere nadie, casi nadie se besa, nada explota. Pero la semana pasada apareció un japonés que le compró un trombón nuevo al Gordo Batista (yo le digo así, me refiero a Wendell Pierce), y yo lloré como un puto viejo y bendije a la raza humana. Treme es amor. Gente buena levantándose del barro con una sonrisa. Quiero pedirle perdón a mis vecinos por poner el volumen tan alto cuando veo esta serie. Aguanten: se acaba en un par de meses.
Fringe es una joya inesperada. Parecía una clase de serie y se fue convirtiendo en otra… pero sin cambiar. No fue un volantazo desesperado como ocurre a veces (pensemos en FlashForward, qué asquete) sino una idea redonda, cocinada de principio a fin. Los que vieron el episodio doble final ya saben, como yo, que la tercera temporada será tremenda. Fringe acaba de parir, por detrás de todas sus tramas autoconclusivas, una historia clásica genial, tan fuerte e intensa como el drama de Edipo. Llegamos a un punto en el que comprendemos a los dos Walters, por ejemplo. ¿Hay algo mejor que esa ambigüedad? Excelentísima segunda temporada, antológica. La voy a agradecer toda la vida.
House M.D. también tuvo, en la sexta, una de sus mejores temporadas. Episodios lujosos, serenos, en donde no se perdió la esencia pero tampoco el guión se estancó en la rutina. Gregory no tomó vicodina en estos ventiún episodios, y sin embargo nos dejó joyas como Private Lives (el S06E14) el genial inicio doble llamado Broken y, sobre todo, los dos últimos: Bagagge (S06E20) y el espectacular Help Me (S06E21) en el que acabé aplaudiendo de pie como una colegiala tonta que acaba de ver la tercera parte de Crepúsculo. Enorme Laurie y —en tren de reconocer a los que están en las sombras y no parecen destacar— enorme Robert Sean Leonard en el papel del doctor Wilson. Su personaje es austero, pero genial. Tan necesario como Watson para Holmes.
Pero sin duda, este 2010 será recordado —con el tiempo— como el año en que Breaking Bad le devolvió a la tele la sensatez de contar una historia sencilla y compleja al mismo tiempo. No hay final de Lost, ni final de 24, ni presupuesto de The Pacific que me hagan olvidar que este año yo vi a un mexicano sin piernas tirarse de una camilla y caminar con las manos porque había visto al diablo. Y escena seguida, Jesse vestido de amarillo jugando como un nene en la mayor factoría de metanfetamina de Norteamérica. Breaking Bad es magia, en dosis semanales. Hacía muchos, muchos años que no disfrutaba tanto con una serie. Se nota que sus creadores utilizan “sólo las hierbas más frescas y mezclan los mejores ingredientes con mucho amor”, igual que Los Pollos Hermanos. Larga vida a Breaking Bad, la única de mis favoritas que acaban con el Mundial ya empezado, y a la que le perdono esa ingratitud.
Sí señor: un año intenso de muchas y grandes historias. Un gran 2010 en el que, además, acaban para siempre dos monstruos narrativos que cambiaron la forma de ver televisión: 24 (que termina para siempre mañana) y Lost (que acabó para siempre ayer).
Pero como se ve, no nos dejarán huérfanos de futuras maravillas.
Están llegando otras, y son mejores.
Stephen King,
fascinado con BB
Se acaba Lost y Stephen King ya encontró serie favorita sustituta. Ojo con el dato, porque el hombre mantiene una relación feliz con el cine y la tele: muchas de sus obras fueron adaptadas para ambos formatos, y a la vez él también concibió, escribió e incluso adaptó historias ajenas.
Ejemplos: firmó un episodio de The X Files, Chinga, en 1998; escribió la miniserie Rose Red y trabajó en la adaptación de Riget, la loca historia de hospitales y aparecidos del danés Lars von Trier, que en Estados Unidos se llamó Kingdom Hospital, y que comparada con la versión original pierde por goleada.
Por suerte la relación de King con el cine y la tele no termina aquí, sino que se extiende también a su columna de la revista Entertainment Weekly, en la que opina sobre cualquier cosa que encaje bajo el denominador común de “cultura pop”. The Pop of King, se llama el espacio que el escritor sostiene, periódicamente, desde 2003.
Desde allí gritó a los cuatro vientos su amor desmesurado por Lost, y desde ese mismo sitio también soltó su conocida sentencia contra J.J. Abrams y los ejecutivos de la ABC, nunca más oportuna y vigente que ahora: "Por favor, muchachos, no maltraten a la gallina de los huevos de oro (Lost) con años de flashbacks sin sentido. Acabenla como quieran, pero háganlo cuando llegue el momento".
King coqueteó con Lost, y los autores de la serie le devolvieron la galantería en más de una ocasión.
Pero no sólo el rey del terror enalteció los misterios planteados en las primeras temporadas de Lost, sino que también aplaudió los enigmas presentados en Veronica Mars; aseguró que Heroes —comparada con los arcanos de la isla— carecía de grandeza mítica, se enloqueció con Damages, alabó The Shield y The Sopranos, se espantó con Sarah Connor Chronicles, no se mostró muy entusiasmado con Mad Men y pidió, en su momento, casi a grito pelado, que alguna cadena americana se ponga las pilas y emita la versión británica de Life on Mars.
¿Y ahora cuál es el nuevo amor de Stephen King? ¿Qué serie de los últimos años lo pudo haber encandilado (amén de Sons of Anarchy, en la que incluso aparecerá como actor)? No es tan difícil: Breaking Bad, señores, la maravilla de la cadena AMC, a la que el escritor calificó de incomparable, una gran verdad que la serie legitima en cada nuevo episodio.
El último, sin ir más lejos: un drama familiar, intenso. Eso fue todo. Después de la balacera de la semana pasada, de los climas trepidantes y los suspensos alucinados de los que veníamos, Vince Gilligan nos llevó otra vez a los subsuelos de la familia White, no tan diferentes, después de todo, a los subsuelos de cualquier otra familia. Perfección absoluta. Y punto.Las razones por las cuales Stephen King se fascinó con la serie de Vince Gilligan las explicó oportunamente en su columna de EW, cuando comenzaba la segunda temporada. Y las razones son, claro, imperdibles.
Para quienes no leyeron la nota en su momento, aquí mismo la pueden leer completa, traducida al español. Al resto, les refrescamos este hermosísimo párrafo, y nos despedimos. Pero no sin antes decir, como corresponde: ¡larga vida al tío Stevie! ¡Larga vida a Breaking Bad!Dice Stephen: "Desearía haber sido una mosca en la pared de la exposición donde el creador de Breaking Bad, Vince Gilligan, explicó el concepto del show a los ejecutivos de AMC. Lo imagino diciendo:
“—OK, muchachos, éste es el trato. Nuestro protagonista es un profesor de universidad que se llama Walt. Aunque no fuma, descubre en el primer capítulo que tiene cáncer de pulmón terminal. Recluta a su ex estudiante, un camello haragán llamado Jesse. Juntos se meten en el negocio de la metanfetamina. Y como es profesor de química, Walt hace una metanfetamina reventadamente buena. Jesse sólo quiere conseguir un fajo de billetes, pero Walt tiene planes más importantes: asegurar que su esposa (embarazada) y a su hijo adolescente (que sufre de parálisis cerebral) estén bien financieramente tras su muerte, que será pronto. ¿Aceptáis?”
¡Y dijeron que sí! ¡AMC dijo que sí! ¡Dios bendiga a estos tipos!"